Lollapalooza Argentina: diez grandes momentos del festival
De un encuentro inesperado que tuvo repercusión mundial, a figuras que hicieron historia con su música y sus palabras
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Si algo caracteriza al Lollapalooza Argentina es su diversidad de propuestas: el DJ sub-25 que encabeza los charts europeos convive pacíficamente con Litto Nebbia o León Gieco, y si uno se acerca al Hipódromo de San Isidro con la predisposición correcta se puede llevar más de una sorpresa grata. En sus seis ediciones esta interacción de revelaciones y consagrados ofreció un puñado de momentos que quedaron instalados para siempre en la memoria de los afortunados presentes: aquí un recorrido por algunos de ellos.
¡Jack White y Robert Plant!
La reacción es casi unánime: cuando se pregunta por un momento clave de la historia del festival en nuestro país, el primero que surge siempre es aquel encuentro espontáneo entre el ex Led Zeppelin y el ex White Stripes en la edición 2015. Jack venía a presentar su disco Lazaretto (2014) y había ofrecido un set en el que mechaba sus canciones como solista con temas de su antiguo grupo y un par de covers (“Baby Blue” de Gene Vincent, “The Power of Love” de Elvis Presley) y de repente, a la hora de los bises, se le sumó Plant para una versión de “The Lemon Song” de la que se habló en medios de todo el mundo. La reunión no se repitió jamás: privilegios de ser argentino.
La cumbia de The Strokes
En 2017 se vivieron momentos de confusión cuando se apagaron las luces para que subiera al escenario el grupo de Julian Casablancas y, en lugar de escucharse algo que uno normalmente vincularía con su propuesta artística habitual, salió de los parlantes un beat tropical irresistible. Lo que pasaba tenía una explicación: los neoyorquinos se encontraron con el remix cumbiero que el santiagueño Oscar Coronel había hecho de su canción “Reptilia” y decidieron usarlo en la antesala de su set. Luego sí, la normalidad: con “The Modern Age” de su debut Is This It? empezó el show propiamente dicho ante 90 mil espectadores, una audiencia que -dijeron- era la más grande que habían enfrentado en toda su carrera.
Eminem: tarde pero seguro
Veinte años le llevó al rapero visitar la Argentina: su primer disco Infinite salió en el 96, pero recién se tomó un avión a Buenos Aires en 2016, para clausurar el escenario principal en la tercera edición del Lolla local. Con “Stan”, el triple tándem hitero “My Name Is” - “The Real Slim Shady” - “Without Me” y el cierre con “Lose Yourself” entre los momentos más celebrados de su set, Marshall Mathers se mostró mucho más carismático de lo que los reportes previos indicaban y le demostró a los 80 mil fanáticos que lo vieron por qué mira desde arriba al resto de la escena.
Metallica
Pasa el tiempo, se cortan el pelo, se visten en Armani, sacan discos que no están a la altura de sus grandes obras (al Lollapalooza 2017 vinieron a mostrar Hardwired... to Self-Destruct, que había salido el año anterior) y sin embargo cada una de sus visitas sigue siendo tan intensa como fue aquel show de Vélez en el 93. Ver a Metallica en vivo es una experiencia que incluso excede los gustos musicales: aún si habías ido al Hipódromo pensando en bailar con los Chainsmokers (el dúo de DJs que cerró aquella noche) y no pudiste evitar cruzarte con Hetfield y compañía, seguramente saliste energizado tras ver “For Whom the Bell Tolls”, “Seek & Destroy” o “Enter Sandman”. Infalibles.
Los falsos Arcade Fire
Después de varios amagues (en Chile se venía haciendo desde 2011) la franquicia Lollapalooza aterrizó en Buenos Aires en 2014, y uno de los actos principales de aquella edición fue Arcade Fire. Su concierto incluyó un simpático paso de comedia: el grupo empezó su concierto tocando “Rebellion (Lies)” con las cabezas gigantes que usaron en el video de “Reflektor”, pero poco después los hermanos Butler subieron al escenario y -cual final de capítulo de Scooby Doo- desenmascararon a los impostores, que resultaron ser Julian Casablancas y su banda The Voidz, que se habían presentado unas horas antes.
Die Antwoord: pura demencia
No eran uno de los artistas principales -por renombre o arrastre masivo entre el público local- de la tercera edición del festival, pero igualmente lograron meterse entre los momentos más recordados de toda su historia. Combinando electrónica, hip hop incómodo, color y estética trash, el grupo conformado por Ninja, Yo-Landi Vi$$er y DJ Hi-Tek ofreció una presentación imborrable por lo intensa: stage diving, chillidos, el frontman en calzoncillos, penes gigantes surcando las pantallas y un encore con “Enter the Ninja” que dejó la vara altísima para todo los que vinieron después. Las ventajas de ser desconcertantes.
La revancha de los Chili Peppers
La de los Peppers con la Argentina es una relación conflictiva, un amor tironeado que incluye tanto presentaciones inolvidables como la del Luna Park del 99 como la abominación del River del 2002. En el marco de Lollapalooza actuaron dos veces: en 2014 estrenaron el festival con un concierto poco más que correcto y cuatro años más tarde se resarcieron con un repaso de hits demoledor que incluyó “Can’t Stop”, “Californication”, “Under the Bridge”, “Give it Away” y un largo etcétera. En uno y otro show el guitarrista fue Josh Klinghoffer: quizás ya va siendo tiempo de verlos otra vez con su nuevo-viejo amigo John Frusciante.
Lorde y el gran debut
El espíritu original de Lollapalooza cuando Perry Farrell lo creó en Estados Unidos en los 90 era refrescar la escena rockera, darle espacio a nuevos artistas, mirar hacia adelante. En ese sentido, que la filial argentina le diera espacio a Lorde tenía todo el sentido del mundo: el público local necesitaba ver de cerca -en ese momento, no veinte años tarde como con Eminem- a la adolescente neocelandesa que estaba revolucionando la música pop con la propuesta oscura y minimalista de su entonces único disco Pure Heroine (2013). A caballo del hit “Royals”, la adolescente se reveló hipnótica.
El duelo de Kendrick Lamar
Entiéndase aquí la palabra “duelo” en dos sentidos diferentes. Por un lado, “duelo” como enfrentamiento porque el set del rapero en la edición 2019 se pisó algunos minutos con el de Lenny Kravitz, cosa que mostró que hay un Lollapalooza para cada espectador: los mayores se quedaron con el rockero, los sub-20 se amontonaron para escuchar a Lamar desde el primer compás de “DNA”. Por otro lado, “duelo” como en purga del dolor: mientras estaba en el escenario se enteró del asesinato de su colega y amigo Nipsey Hussle, con quien había trabajado en el pasado. El show debía continuar, y nadie -ni Kendrick, ni el público- se lo olvidará jamás.
Los Veloso contra los fantasmas del pasado
Se sabe que la propuesta del Lolla tiende a estar pensada para el público juvenil, pero en todo line up hay excepciones exquisitas. Lo que hicieron Caetano Veloso con sus hijos Moreno, Zeca y Tom en la edición 2019 fue especialmente apreciado por el sector de la audiencia que no fue únicamente a bailar y/o escuchar a la banda de moda. Fue un set sosegado en lo sonoro, pero cargado en lo político: la presentación coincidió con el aniversario del golpe militar en Brasil, y con Bolsonaro en el poder, los Veloso no se privaron de condenar a aquel gobierno de facto que obligó a papá Caetano a exiliarse. “Este presidente que tenemos ordenó que se celebrara. No lo vamos a permitir. Dictadura nunca más”, gritó Moreno, y el aplauso fue ensordecedor.
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