Lollapalooza 2017: Metallica brilló como en sus mejores épocas
James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo lucieron en gran forma y tocaron más allá de lo previsto: un show de dos horas en el que repasaron sus clásicos y varios temas nuevos
Cuando se tienen más de tres décadas de carrera, a algunos artistas les es difícil disimular el entusiasmo que genera saber que aun después de tantos años todavía quedan algunos cartuchos por quemar. Después de un período de discos con resultados regulares, la versión 2017 de Metallica exuda confianza en sí misma gracias a Hardwired… to Self-Destruct, el disco doble publicado en el 2016 con el que la banda pudo recuperar el vigor de su época de oro a fuerza de metal sin concesiones. Y es ese mismo orgullo el que hizo que seis de las canciones de su décimo álbum ocupasen un rol central en la lista de temas de su primera experiencia como cabeza de cartel de la edición local de Lollapalooza .
Después del recurso conocido de la cita a la banda de sonido de El bueno, el malo y el feo, el comienzo del show calcó el de su último, con “Hardwired” y “Atlas, Rise!” como muestras necesarias de lo que sucedería por las próximas dos horas: machaque, pedal de doble bombo y pocas concesiones. Aun con un sonido que estuvo lejos de la estridencia, Metallica sigue siendo una maquinaria que arrasa con todo lo que se le ponga por delante, ya sea a la velocidad de la luz como en el tándem inicial, o cuando avan"za a paso de gigante en “For Whom the Bell Tolls”.
Tras un breve coqueteo con su costado de fines de los 90 con “The Memory Remains” –o el recordatorio de que en su historia la banda liderada por James Hetfield tuvo más de un altibajo-, los tonos épicos de “One” plantearon la sutil contradicción de entregar un himno antibélico mientras los cuatro tipos que están arriba del escenario suenan como si avanzaran hacia el frente de batalla. La compensación entre pasado y presente se acentuó poco después, cuando al tema de "…and Justice for All "(1988) le siguió el reciente, otra gragea plena de vigor recuperado. El pulso de mamut volvió de la mano de “Halo on Fire” (rematado con un solo de bajo de Robert Trujillo, a puro slap y pedal de wah wah) y “Sad But True”, y retomó la senda del speed metal en “Hit the Lights”.
Toco @Metallica en @lollapaloozaarpic.twitter.com/JuLHhI1iwn&— jose palazzo (@josedpalazzo) 1 de abril de 2017
Sin más recursos escénicos que las pantallas del escenario, Metallica relegó el impacto visual en pos de la contundencia sonora. “Wherever I May Roam” se sostuvo gracias a la contundencia monolítica de Lars Ulrich como baterista, y “Master of Puppets” tuvo a Kirk Hammett y Hetfield intercambiando fraseos en las seis cuerdas. De ahí en más, la falsa calma de la introducción de “Fade to Black” dejó el terreno listo para “Seek and Destroy”, de su álbum debut, que casi treinta y cinco años después de su publicación sigue sonando intensa, veloz y amenazante.
A la hora de los bises, la descarga eléctrica de “Fight Fire with Fire” fue más un guiño orientado al público fiel que al grueso de espectadores presentes en el Hipódromo de San Isidro. Como para compensar la despedida definitiva llegó con los dos hits más grandes de su disco homónimo de 1991, con el que terminaron de darle al metal el empujón que necesitaba para salir de las trincheras y llegar a la masividad. Primero, “Nothing Else Matters” y su acercamiento posible a la idea de una balada de dientes apretados. Como cierre definitivo, “Enter Sandman” y la certeza de que aun con varios tropezones en su carrera, Metallica todavía tiene contundencia de sobra para plantar bandera.
Los músicos en el Lollapalooza
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