Lollapalooza 2017: los 5 momentos más rockeros del primer día
Desde el potente show de Metallica a los primeros acordes de Gieco bajo el sol
En una jornada de más de 12 horas de música hubo algunos momentos destacados. Te contamos qué fue lo mejor de la primera jornada del Lollapalooza 2017 que tuvo lugar ayer (y repite hoy) en el Hipódromo de San Isidro. Además de un cierre potente (y con fuegos artificiales) a cargo de Metallica, hubo momentos emotivos a cargo de León Gieco, quien se mostró en su costado más rockero, tiempo para el indie con Cage The Elephant y fusión con The xx. Incluso, en el Kidzapalooza hubo una banda que tenía entre sus integrantes a un bajista hijo de otro conocido bajista.
Los momentos
Gieco, entre el cantautor y el rockero. Con "Todos los caballos blancos", una de las históricas composiciones de Porsuigieco (aquella banda que en los 70 estaba formada por León Gieco, Raúl Porchetto, Sui Generis y María Rosa Yorio), León Gieco subió a demostrar no sólo porque es el rey de la selva del rock, con el sonido salvaje que le aportó la banda Infierno 18, sino que cautivó a otro público que quizás lo escuchaba por primera vez en este Lollapalooza. Gieco solo necesitó de sus canciones para evaporar todas las polémicas previas en las redes sobre su presencia en el festival. El músico sonó crudo y rockero con el espíritu de bandas como Pappo´s Blues y Pescado Rabioso y, por momentos, coyunturalmente más cercano al heavy, justo el día que cerraba Metállica. La energía del grupo de los hermanos Taranto se ensambló casi naturalmente al repertorio de las canciones más antiguas de León como "Pensar en nada", "El fantasma de Canterville" y "La colina de la vida". Dentro del sonido rabioso de su set, el cantautor sacó a relucir su mística para cantar a capella "Cinco siglos igual" y después acompañarse solo de la guitarra y la armónica para cantar "La memoria". Gieco también hizo su apunte sobre la realidad cuanto cantó "El ángel de la bicicleta" y dijo: "Lástima que este tema sigue siendo actual. Hace poco pasó lo mismo en Lanús", refiriéndose a la situación de los policías que ingresaron en un comedor disparando en un confuso episodio.
Cage the Elephant. Sin duda, fue una de las actuaciones más explosivas de la jornada. El grupo inglés hizo todo lo que tenía que hacer para levantar la temperatura de la tarde. El cantante, un frontman nato, recordó al Igyy Pop de la etapa The Stooges. Se sacrificó en nombre del rocanrol corriendo de un lado a otro de la tarima, durante una hora de concierto, y terminó con el torso desnudo y subido encima del público. El guitarrista es la antítesis del cantante y el complemento sónico de la banda. Desde el filoso sonido de la guitarra, arma las melodías y los punteos que terminan coreados por el público. Al final del show, la emoción lo desborda. Baja del escenario, destroza su guitarra contra el piso como hacía Pete Towshend de The Who, se pone de rodillas junta la mano en señal de rezo y hace una reverencia frente al público.
Rancid. La espera por ver a Rancid para los punks es de larga data. Por primera vez en la Argentina, los californianos, que causaron furor en los 90, llegaron para contentar a su público que no pudo evitar ante los últimos rayos de sol arengar con un "Olé olé olé, Rancid, Rancid". Mientras que en 2016, Bad Religion había sido la banda elegida, esta vez le tocó al grupo comandado por Tim Armstrong. "Es bueno verlos finalmente", lanzó el vocalista ante un público variado, al cual mantuvo de pie durante todo el show. En una fusión entre punk, rock y hardcore, pasaron "East Bay night" y "Salvation", entre otros. Con voz carrasposa, bien old school, Lars Frederiksen se encargaba de agitar a la masa, mientras que Tim rockeaba con la viola. Adelante, unos cuantos saltaban descontrolados mientras que el resurgir del punk parecía volverse carne por unos minutos.
The xx. Si bien el público de esta jornada tenía bien claro que quería ver a Metallica, los británicos se plantaron como la segunda banda con más convocatoria de la primera fecha del Lollapalooza. Las expectativas le sentaron muy bien al trío indie. Con un show casi minimalista, donde las bases electrónicas pusieron el ritmo, los dos cantantes ofrecieron un set muy prolijo. Abajo del escenario, un público joven festejaba cada aporte de Romy Madley Croft con fuertes gritos. La pista de baile se fue calentando hasta dejar al dj de la banda, Jamie Smith, como protagonista absoluto por varios bloques. El trío, que está presentando su disco recién editado, I see you, arrancó con uno de sus cortes "Say something loving", de esta etapa igual de oscura pero mucho más bailable, que puso tanto a padres como a hijos a moverse en la noche festivalera.
Metallica. Se encendió el escenario con proyecciones de un cementerio. "No importa qué música te guste, de qué país seas, qué religión tengas, ni tampoco tu partido político. Hoy estamos todos acá. Bienvenidos a la familia Metallica", lanzó James Hetfield, cantante, guitarrista y líder con aspecto texano, a poco de haber empezado el recital que duraría 2 horas y terminaría con fuegos artificiales."¿Les gusta el heavy metal? Vamos a pasarla bien", agregó para darle paso a una distorsión que sacudió los parlantes. En ese instante, comenzó el pogo incansable que solo terminaría cuando uno por uno los integrantes se despidieran de su público. Metallica supo saltar a la fama a principios de los 90, pero su gran mérito fue mantener la bandera del heavy y trash metal. Casi 30 años después, se los nota intactos y proponen un show aplastante con temas de todas las épocas. Abrieron con dos canciones de su nuevo disco, Hardwired... to self destruct para darle lugar a "From Whom The Bell Tolls", un clásico.
Lars Ulrich dejó todo en cada tema desde la batería. Kirk Hammet lograría solos épicos, que sus fans acompañarían con gritos, hasta destrozar las cuerdas con sus dientes.También Robert Trujillo, el ex músico del mismísimo Ozzy Osbourne, tuvo su momento: con su paso de mono y sus trenzas mantuvo la intensidad. Los éxitos siguieron con "The Memory Remains", "Master Of Puppets", "Seek and Destroy", "One", "Sad But True", por nombrar algunos de los más explosivos. El grito de "Olé, Olé, Olé, Metallica" era cada vez más fuerte. El momento de los bises llegó con "Battery", la hermosa balada "Nothing Else Matters" y, por si quedaba alguna duda, "Enter Sandman", los ya clásicos del rock con los que conquistaron al mundo.
De yapa: el pequeño Trujillo
Horas antes del show de Metallica hubo un adelanto. En el Kidzapalooza, un grupo de chicos menores de 15 años se subieron al escenario. La expectativa se había apoderado en los fans de la banda de Hetfield. Es que uno de los integrantes de The Helmets es hijo de Trujillo, el bajista de la banda de trash metal. Tye tiene la melena larga y, a medida que iban pasando los temas, se iba animando a menearla. Después de que el cantante presentara a los integrantes de la banda, un aplauso desde el costado del escenario sorprendió a todos: era Robert Trujillo, con gorra y anteojos, apoyando a su heredero.
Los músicos en el Lollapalooza
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