Lollapalooza 2016: cinco postales de la segunda jornada
Un repaso por los grandes momentos y lo que nos dejó el cierre
Dejamos atrás la segunda y última jornada del Lollapalooza 2016 , un festival que congregó, en su tercera edición, a más de 80.000 personas en el Hipódromo de San Isidro. Y, como es tiempo de balances, los invitamos a hacer un repaso por cinco de las postales que nos llevamos de la fecha:
Die Antwoord / Florence + The Machine: el contraste
Los cierres del Perry's Stage y del escenario principal fueron puro contraste. Por un lado, la irascible y no tan sencillamente digerible propuesta de los Die Antwoord puso a tope a los espíritus más alternativos. Baile, chillidos, saltos y mucha urbanidad fue un cóctel explosivo que hizo olvidar la lluvia y el frío. Resultó imposible dejar de mirarlos y quedarse quieto frente a esa energía escénica... Casi en el polo opuesto, Florence + The Machine desplegó encanto, brillo y sutileza, sin dejar de lado los tonos de rock y soul con los que ganaron fama mundial. Su show tomó fuerza a medida que la hora iba avanzando, y consiguió darle elegancia al final del festival.
Noel Gallagher's High Flying Birds: la nostalgia
Nuestro hermano Gallagher favorito llegó para traer canciones de su primer disco solista y de su más reciente trabajo, Chasing yesterday. Sin embargo, el recuerdo de Oasis se volvió ineludible, y los corazones noventistas se derritieron con las reminiscencias de la era dorada del britpop. "Champagne Supernova", "Wonderwall" y un final instrumental con "Don't Look Back in Anger" (tarareada por el público memorioso) fueron la elección perfecta para darle al show una dosis de pasado.
Alabama Shakes: soul para pasar la tarde
El show de Alabama Shakes marcó uno de los momentos más profundos y emotivos de esta segunda jornada. La cantante Brittany Howard cautivó con su voz y regaló una hermosa postal para todos aquellos que esperaban escucharla en vivo y, también, para quienes se dejaron sorprender por ese soul lleno de sentimiento.
Bad Religion: la furia está intacta
La banda de punk rock californiana le dio la bienvenida al anochecer en San Isidro con un setlist compuesto por 22 canciones que sonaron como cuchillos. Poderosos, afilados y directos, cada uno de esos números movió alguna fibra corporal, llamó a ese exorcismo colectivo llamado pogo y puso en primer plano la vigencia de un género que se niega a la extinción. "Olé, olé, olé, cada día te quiero más, Bad Religion es un sentimiento no puedo parar", gritaron los incansables fans.
She´s got the look: ropa para todos los gustos
El Lollapalooza es un desfile de estilos por definición. A lo largo de la tarde se pudieron ver diferentes tribus. Había camisas grunge, vestidos flower power, gorras para atrás bien del hip hop, estética hipster e incluso algunos tuneados de negro fiel a la movida metalera. Es que al haber tantas propuestas musicales, los públicos son diversos, pero capaces de convivir en total armonía. El Hipódromo de San Isidro sirvió de pasarela para que los adolescentes pudieran gritar a los cuatro vientos: tengo personalidad. Con mochilas fosforescentes, vinchas con flores grandes, pañuelos, cabellos descoloridos con tintura -verde, azul y fucsia- y gorros de felpa con motivo animal, llamaron la atención del predio. También había algunos que sacaron ponchos y camisas de gamuza para desentonar, porque en el Lolla lo que importa es desentonar.