Lolita Torres: una voz que les cantó a los corazones
Fue una artista integral aclamada por varias generaciones
Ayer, a las 9.20, falleció Lolita Torres a causa de un paro cardiorrespiratorio. El deceso se produjo en el Hospital Español, donde estaba internada desde hacía tres semanas. Sus restos serán inhumados hoy en el Panteón de Actores, en la Chacarita.
No queda en claro cuáles fueron los motivos que determinaron que Lolita Torres alcanzara un lugar especial en la preferencia de los públicos nacionales y extranjeros. Sin lugar a dudas, esas causas existen, porque ese privilegio el público lo reserva para muy pocas elegidas.
Y Lolita Torres lo fue, en más de un sentido. Casi se podría decir que estaba predestinada a integrar la galería de los artistas que forman parte del patrimonio cultural de un pueblo.
Beatriz Mariana Torres nació el 26 de marzo de 1930, en Buenos Aires. Dicen aquellos que gustan de expresarse con anécdotas que la niña no sabía hablar cuando empezó a cantar. Si el dato es verídico realmente no importa, porque hay registros que revelan que su inicio en la profesión comenzó cuando, con apenas 11 años, mandó su fotografía a un concurso organizado por Radio Splendid, para descubrir nuevos valores.
Fue convocada. Tuvo la oportunidad de cantar y la suerte de que se encontrara en el mismo estudio el actor español Manolo Paredes, que supo intuir el talento y la pasión que se escondían dentro de la precoz cantante. Una argentinita que encaraba temas hispanos con acento español.
"No puedo explicar -dijo la actriz- el porqué del acento español. No sé, me viene de adentro, y eso que mis padres eran argentinos. Mis abuelos paternos eran navarros y los de mamá eran gallegos. Por un tiempo, todos creyeron que yo era española y eso provocó el estallido en la comunidad hispana. Cuando se enteraron de que era argentina no tuvieron el menor prejuicio y me siguieron apoyando."
Manolo Paredes no se quedó simplemente con esa intuición: sin vacilar la recomendó al maestro de arte flamenco Ramón Zarzoso, quien no hizo otra cosa que confirmar las condiciones de la pequeña Torres.
Es por esta conjugación de intenciones que la niña, ya bautizada Lolita Torres, llega en 1942, con apenas doce años, al escenario del teatro Avenida, para debutar en "Maravillas de España". Será otra casualidad la que la llevará de la mano a las puertas del cine.
Abandona la escuela y continúa formándose con una maestra particular. Lolita desarrolla su actividad alternando los estudios radiales de El Mundo, Belgrano, Splendid, con el escenario de El Tronío.
En una de esas funciones teatrales se encontraba el director Luis Bayón Herrera, quien estaba preparando la filmación de "La danza de la fortuna", protagonizada por Luis Sandrini y Olinda Bozán. El guión contemplaba la participación de una bailaora y fue ver el desempeño de Lolita Torres sobre el escenario para convencerse de que ésa era la persona que necesitaba. Así debutó la cantante en el cine, en 1944, y necesitó poco más para agregar al canto su condición de actriz.
Su actividad musical siguió desarrollándose sobre el escenario. En 1948, actúa en una revista de Carlos A. Petit, "Reunión de estrellas en Paraná y Corrientes", y en 1950, alcanza el primer papel protagónico en "Ritmo, sal y pimienta". Es aquí donde empieza a perfilarse un género que más tarde Abel Santa Cruz iba a denominar "comedias con canciones". Un género que Lolita Torres iba a adoptar como propio. Luego vinieron "El mucamo de la niña" (1951), "La niña de fuego" (1952), "La mejor del colegio" y "La edad del amor (1953).
La difusión que le ofrecía la pantalla grande trajo una inmediata repercusión social. Las jovencitas de aquella época encontraron en Lolita un modelo digno de imitar. Así se acentuó la enseñanza del arte español entre las adolescentes.
Pero, además, la joven artista era un nuevo modelo de mujer: suave, dulce y, al mismo tiempo, enérgica, aspirante a la emancipación y sincera para defender esa condición sin prejuicios. Este era el perfil que transmitía a través de sus personajes, que también avalaba con su conducta personal.
Con "La edad del amor", Lolita Torres alcanzó un éxito sin precedente en la Unión Soviética (fue vista por un millón de espectadores), donde se convirtió en el símbolo de la joven emprendedora y emancipada. El éxito cinematográfico le sonreía, pero a ella le seguía atrayendo el escenario. Entre filmación y filmación, en 1954, subió al escenario del Grand Splendid para interpretar "Ladroncito de mi alma", junto a Juan Carlos Mareco.
Cada nuevo film repetía el suceso anterior: "Más pobre que una laucha" (1954), "Amor a primera vista" (1955), "Un novio para Laura" (1955), "Novia para dos" (1956), "La hermosa mentira" (1958).
Hasta que un día descubrió -cuando conoció a Santiago Rodolfo Burastero-, que ella tenía la edad del amor. Se casaron y tuvieron un hijo, Santiago. La fatalidad quebró su dicha cuando, en 1959, en un accidente automovilístico, camino a Mar del Plata, Burastero perdió la vida dejando a Lolita Torres desolada en una prematura viudez. Superados los primeros tiempos de esa tragedia, la actriz retomó su actividad en el teatro y en el cine, sumando además su actividad televisiva.
Hubo varios films: "La maestra enamorada", "Cuarenta años de novios", "Ritmo nuevo y vieja ola", "Pimienta", "Joven, viuda y estanciera", "Allá en el Norte", nuevos proyectos teatrales y televisivos ("Señorita Medianoche", "Dos gotas de agua", "Candilejas", "Mariana"; giras por la Unión Soviética, los Estados Unidos, Canadá, Armenia, Kasakhstán, Crimea, Pretoria y Yalta, entre otros países.
Pero también llegó el equilibrio emocional cuando conoció a Julio Caccia, otro marido que le ofreció la tranquilidad de un hogar y cuatro hijos: Angélica, Mariana, Marcelo y Diego, el continuador de su vocación artística.
Esa vida familiar le iba a demandar un tiempo de atención que ella no dudó en restárselo a su actividad. Cuando consideró que era el momento oportuno para el regreso, lo hizo con el canto y, en más de una oportunidad, unió su voz a la música de Ariel Ramírez o al piano de Oscar Cardozo Ocampo.
En esta etapa de su carrera, Lolita se sintió más próxima a los temas nacionales y sumó a su talento la emoción por el reconocimiento de los sonidos propios como el camino propicio para la expresión artística.
En 1992, realizó un concierto celebración por los "50 años con el arte". Además de hacer un repaso de su vida artística con temas muy conocidos -"No me mires más" y "Castillito de arena" y otros, como "Por el río Paraná", "El día que me quieras" y "Milonga sentimental"-, se comportó como una cálida anfitriona de sus colegas: Jaime Torres, Landriscina, Antonio Tarragó Ros, Ariel Ramírez, Patricia Sosa, Víctor Heredia, León Gieco, Charly García y Mercedes Sosa. En esa oportunidad, Lolita Torres demostró una muestra cabal de una envidiable evolución estilística y estética, interpretado con una voz plena,profunda, que justificó el entusiasmo del público.
Su sonrisa se veló y su voz se apagó, pero su imagen y su canto quedarán registrados en ese imaginario popular, el de su público, que siempre es generoso y agradecido con el recuerdo de sus artistas.
El desenlace
- En 1993 tuvo un problema cardíaco que motivó su internación. Posteriormente, se descubrió que padecía fiebre reumatoidea, que luego derivó en una delicada artrosis generalizada que le provocaba fuertes dolores que la obligaron en varias ocasiones a su internación.
- Hace tres semanas fue internada en el Hospital Español por una deficiencia cardíaca y complicaciones pulmonares.
- Desde hace quince días estaba asistida por un respirador mecánico. A las 9.20 de ayer falleció a consecuencia de un paro cardiorrespiratorio .
Lolita por ella misma
Evolucionar: "El artista necesita evitar encasillamiento, por eso decidí un día no cantar únicamente temas españoles. A esa actitud me llevó el deseo de evolucionar. Ahora, por ejemplo, me encanta volver a la actriz".
Renovación: "Me siento madura, vital, con inquietudes, con deseos de brindarle a los espectadores, y a mí misma, algo más. Si una no anhela hacer cosas nuevas, una envejece, muere por dentro".
Autenticidad: "Siempre me gustaron Gardel, Julio Sosa y, entre las mujeres, Mercedes Simone. Pero, pese a que crecí en el tango tradicional, estoy abierta a los nuevos giros que sufre el género. Nadie debe estancarse sobre todo en lo artístico. De lo nuevo perdurará aquello que sea auténtico".
Sensibilidad: "Los artistas por lo general somos demasiado sensibles y fáciles de resentirnos cuando sufrimos alguna contrariedad por parte de productores, empresarios en general o cualquiera que tiene que ver con nuestro desempeño. Para poder soportar esas contradicciones entre lo que el artista cree y lo que los otros quieren o pretenden de ese artista, hay que tener mucha fuerza de voluntad para no quebrar los ideales trazados".
Sin prejuicios: "Por un tiempo creyeron que yo era española y eso provocó el estallido en la comunidad hispana. Cuando se enteraron de que era argentina no tuvieron el mejor prejuicio y me siguieron apoyando".
Intuitiva: "Me acerqué al arte por intuición. De cantante me convertí en actriz simplemente porque una de las cosas que me enseñaron fue a volcar sobre el escenario lo mejor de mí".