La escena transcurre a mediados de la década del 70, en la amplia y sagrada biblioteca de un colegio religioso de Crawley, ciudad ubicada en el sudeste de Inglaterra. En un costado, dos adolescentes hablan en voz baja, en busca de una conexión espiritual. Aunque, en rigor, con un concepto de espiritualidad un tanto alternativo para lo que dicta su educación religiosa. "¿A vos te gusta Jimi Hendrix?", le pregunta el joven Robert Smith a su amigo Laurence Tolhurst. "¡Sí! Soy miembro del club de fans de Jimi Hendrix". "¡Yo también!".
Laurence "Lol" Tolhurst cuenta así el chispazo inicial de lo que poco después se convertiría en un grupo llamado Easy Cure y, un año más tarde, se rebautizaría para siempre como The Cure. "Yo amaba a Hendrix. Axis Bold As Love sigue siendo uno de mis discos favoritos de todos los tiempos. Cincuenta años después todavía suena brillante. Aquel día nos dimos cuenta de que teníamos una conexión especial y, muy poco tiempo después, apareció el punk en nuestras vidas y entonces cuando armamos el grupo teníamos esos dos lados", explica Tolhurst. "Básicamente tocábamos post punk con una raíz psicodélica, que en definitiva es lo que es The Cure realmente".
El primer baterista, luego tecladista y fundador de The Cure visitará la Argentina en el marco de una gira que lo tiene desde hace dos años presentando sus memorias alrededor del mundo, Cured: la historia de dos chicos imaginarios. Con esa excusa, el músico que debió abandonar su propia banda treinta años atrás, cuando su amigo Robert lo echó "por alcohólico", se subirá al escenario de Niceto Club el 18 de noviembre, para acompañar a Obscura, banda local tributo a The Cure.
Radicado en Los Ángeles desde hace veinticinco años, Tolhurst asegura extrañar de Inglaterra solo a algunos amigos. "Seguro que no extraño el clima", bromea. "La verdad es que no extraño el lugar ni la forma en que las personas suelen actuar en Inglaterra. Mucha gente sigue creyendo que el Imperio Británico aún está de pie y esa actitud es muy negativa. Me siento una persona más moderna y mucho más abierta que eso".
Entre 1978 y 1989, Tolhurst grabó junto a su amigo de infancia Robert buena parte de la discografía sagrada de The Cure, pero cinco años después de su partida, demandó a Smith por regalías y derechos del nombre del grupo. "Me alegro sinceramente de haber perdido. Habría tenido un poco más de dinero por un tiempo y habría tenido algún tipo de sentimiento de victoria, pero volvería a estar en una situación muy mala, si al final hubiera llegado vivo", cuenta. La pelea con Smith duró años, hasta que, en 2011, el cantante lo convocó para tocar con la banda exclusivamente en dos maratónicos conciertos, en los que a lo largo de casi cuatro horas repasaron sus tres primeros discos. En abril de este año, Tolhurst volvió a reunirse con sus viejos compañeros en la ceremonia de introducción de The Cure al Salón de la Fama. "Robert me escribió dos meses antes de lo del Salón de la Fama y me preguntó si iba a ir a la ceremonia. Le dije que sí, y entonces me preguntó por qué debíamos ir. Le dije que recordaba la primera vez que habíamos ido a los Estados Unidos, que tocamos en un montón de pequeños pueblos, en el Medio Oeste, y lo importante que había sido aquello para mucha gente que se identificaba con nosotros, porque éramos algo distinto, diferente. Me dijo "okey", que iría a la ceremonia y yo le sugerí que fuera Trent Reznor quien nos introduzca. Lo gracioso fue que cuando Reznor hizo su discurso, dijo exactamente lo mismo que yo le dije a Robert, que él era uno de esos jóvenes que vivían en medio de la nada, en Pensylvania creo, y que cuánto lo había ayudado haber ido a uno de nuestros conciertos".
-En Buenos Aires vas a tocar con Obscura, ¿qué siente cuando sube al escenario con una banda tributo a The Cure?
-Me siento como Chuck Berry. Él llegaba a la ciudad y elegía una banda y les decía: "Bueno, ustedes conocen mis canciones, tóquenlas..." Pero bueno, hablando en serio, creo que una de las razones por las que en los últimos dos o tres años aproximadamente estuve de gira con mi libro, es que me dio la oportunidad de volver a ciudades a las que no había vuelto por mucho tiempo. De hecho, la última vez que estuve en Buenos Aires fue hace más de 30 años. La posibilidad de ir a esas ciudades y decirle gracias a la gente por ayudarme a lo largo de toda mi vida es lo que me mueve en este sentido. Tocar con una banda tributo me da la oportunidad de darle las gracias a toda esa gente que ha mantenido la llama del grupo encendida. Para mí es algo espiritual, no tiene nada que ver con el ego. Además, básicamente toco tres o cuatro canciones, no más.
-¿Cómo recordás aquella caótica primera presentación de The Cure en la Argentina, en 1987?
- La Argentina había terminado con la dictadura recientemente y según lo que aprendí y escuché, la gente había estado muy deprimida y había una necesidad imperiosa de liberar toda esa enegía contenida. Recuerdo que fuimos una de las pocas bandas en tocar en la Argentina en esos años y creo que hubo en esos conciertos muchas emociones mezcladas. Al principio fue un poco escalofriante estar ahí, pero luego la noche estuvo bien. Toda esa gente amaba a The Cure y solo quería celebrar y mostrarnos amor. Nunca sentí que se tornara demasiado loco y con el tiempo, aquellos shows en la Argentina se convirtieron en algo muy especial para mí.
-Siempre dijiste que Pornography (1982) es tu álbum favorito del grupo, ¿por qué?
-Yo veo dos tipos de bandas en la historia de The Cure: una de tres piezas, que terminó en Pornography, y después la banda que tocó Kiss Me, Disintegration, la de cinco o seis integrantes, que es más musical en muchos sentidos. Pero la primera banda, la de tres integrantes, fue realmente el espíritu de todo lo que es The Cure. Mirando hacia atrás, puedo ver que ese fue el pináculo de la banda de tres integrantes. Estoy muy feliz con ese álbum. Estoy muy feliz también con la banda de cinco integrantes, con Kiss Me, un gran álbum que creo que ha sido subestimado.
-Este año fue el 30 aniversario de Disintegration, el último álbum de la banda en el que participaste. Días atrás, durante una entrevista con Rolling Stone, Smith contó que no hablaba con el resto de la banda, que había estado prácticamente toda la grabación bajo los efectos del LSD y que llegó a pensar que se estaba volviendo loco. ¿Qué recordás de aquella grabación?
-Creo que una de las razones por las que no volví a vivir en Inglaterra es porque grabamos aquel disco en una parte del país donde Dave Gilmour, de Pink Floyd, tenía su casa, y si bien era un lugar hermoso, casi siempre era invierno allí y todo era muy oscuro. Grabamos casi todo el disco de noche y fueron tres meses en los que no vimos la luz del día realmente. Grabábamos toda la noche y dormíamos de día. Fue muy dark y deprimente por cierto. Por otra parte, yo no estaba muy bien, era un alcohólico que peleaba con la vida. Creo que el disco es muy bueno y tiene momentos maravillosos, pero la experiencia de hacerlo fue realmente desagradable. Posiblemente haya sido desagradable para el resto también, fue algo muy pesado. Creo que a veces Robert se empujaba a sí mismo hacia el extremo para poder sentir algo y probablemente por eso él lo recuerda de esa manera.
-¿Cuál creés que ha sido tu mayor contribución en The Cure?
-Siempre vuelvo a lo que dijo una vez Joe Strummer acerca de las bandas en general. No existe la idea de que uno hizo tal cosa y el otro tal otra, sino que se trata de la química y la mezcla de los músicos. Sé lo que hice musicalmente y lo que hice líricamente, pero eso no es lo más importante. Ahí no está el alma de The Cure. The Cure no hubiera existido si no fuera por la gente que estuvo ahí en esos primeros años, esos adolescentes amigos que se juntaron para tocar: Michael Dempsey, Robert Smith, Simon Gallup, Porl Thompson, esa es la gente con la que crecí. Juntos pasamos de la adolescencia a la adultez y cuando necesitábamos hablar de algo importante que nos estaba pasando, siempre había alguien con quien hacerlo. Para mí, la mayor contribución que hice en The Cure, fue dar un punto de vista de la sociedad y de la vida y en especial ese punto de vista de la vida a fines de los 70 y principios de los 80. Con The Cure describimos una época y describimos, en la música y en las letras, a la gente que veíamos a nuestro alrededor.
-¿Cuál fue tu primer acercamiento al punk?
-Solía ir a un club, en Londres, y una noche fuimos a ver a The Stranglers. Estábamos en la casa de Robert sin saber qué hacer y leímos en la Melody Maker que tocaba esta banda de la que yo había escuchado el disco. Le dije que eran buenos y que fuésemos a verlos. Michael (Dempsey, primer bajista de The Cure) también fue, pero no quedó tan impresionado como Robert y yo. Realmente quedamos muy excitados, porque nos dimos cuenta de que podíamos hacer eso, podíamos empezar a tocar. En ese tiempo, muchas bandas tocaban un prog rock muy complicado y sentir que podíamos hacer esa música fue algo muy satisfactorio para nosotros. Teníamos 20 años. "Okey, esto es lo que podemos hacer ahora", y después vimos a The Clash, y cambió completamente nuestras mentes.
-¿Cuál creés que es hoy el legado del punk?
-No lo sé, creo que todavía siento que las cosas que aprendí, la forma de actuar, la autogestión y el ser verdadero contigo mismo, todavía las mantengo para mi vida. Para mí, incluso, especialmente en Inglaterra, no fue un movimiento de moda y tampoco algo exclusivamente musical. El punk fue algo más político, que intentó cambiar ciertas actitudes y ese sentimiento aún está vigente en muchas personas a pesar de que hayan pasado tantos años.
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