Lo que suena: Toy, el “álbum perdido” de David Bowie
Al cumplirse el 75° aniversario del nacimiento del Duque Blanco se lanzó una edición “deluxe” con las canciones de aquel disco que grabó en 2000 pero nunca tuvo, hasta ahora, una edición oficial
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Artista: David Bowie. Álbum: Toy. Temas: “I Dig Everything”, ”You’ve Got a Habit of Leaving”, ”The London Boys”, ”Karma Man”, ”Conversation Piece”, ”Shadow Man”, ”Let Me Sleep Beside You”, ”Hole in the Ground”, ”Baby Loves That Way”, ”Can’t Help Thinking About Me”, ”Silly Boy Blue”, ”Toy (Your Turn to Drive)”. Edición: Warner. Nuestra opinión: muy bueno.
”Todo está en las canciones. Todo está en tu mente”, entonó David Bowie en “Toy”, tema que nunca menciona esta palabra en su letra pero que sirvió para darle título a un álbum que se publicó oficialmente dos décadas después de haber sido grabado. Toy (el disco) no es algo nuevo ni novedoso pero ofrece, al que lo escuche, la posibilidad de aguzar un oído critico porque todas sus canciones aparecen juntas (re-unidas) como hecho artístico en sí. Los fans conocen bien la historia pero, para el resto, bien vale recordarla. Bowie grabó este disco entre 2000 y 2001 pero por diferencias con el sello Virgin nunca fue publicado. Al año siguiente se embarcó en otro proyecto (el que terminó titulando Heathen, de 2002).
Algunos temas de Toy fueron a parar a otros álbumes. Incluso, se difundió una copia pirata de esta grabación en 2011. Lo que se publicó en noviembre pasado es una puesta en valor de la versión original de Toy y lo que se conoció semanas atrás es una edición deluxe con versiones que hacen agua en el paladar de fanáticos expertos en su obra. Sin embargo, lo más importante es que, si quitamos todas esas capas que lo fueron recubriendo con el paso de los años, nos encontraremos con un bello disco de Bowie, con su voz, con su modo tan personal de decir y con una banda que lo acompaña que suena muy viva, un detalle para nada menor en tiempos en los que lo digital convierte a muchos instrumentos en uno.
Toy, escuchado en 2022 (esa versión deluxe que se estrenó el día cuando el Duque Blanco hubiera cumplido 75 años), es el pasado del pasado. Porque el gesto más honesto que pide este disco es ubicar el oído en 2000 y advertir que muchas canciones suenan a viejas canciones, pero adaptadas a la estética sonora de esa industria pop que cruzaba (como todo en este planeta) la frontera hacia el nuevo milenio. Era un Bowie de 53 años que probablemente había hecho retrospectiva y encontrado en ese repaso ciertos títulos que fueron quedando en el camino. De la ecuación de esas piezas con algunas más recientes surgió como resultado Toy. Bowie siempre es el vector o ese “objeto” que ejerce la fuerza centrípeta de todo lo que hay alrededor. Las canciones, el sonido; la grabación misma. En definitiva, sin bien tiene marcas muy claras de los “lugares” musicales y temporales por los que ha pasado, también hay por momentos una arrogancia de atemporalidad que hoy, a la distancia, se puede observar y atesorar como un valor de madurez en los artistas. Y puntualmente en este. Toy no es un típico gesto Bowie. Porque siempre fue un artista que se reinventó un disco tras otro. Pero deja excelentes postales que ubican al autor en un plano distinto, que no demanda la necesidad de renovarse constantemente sino la inquietud por revisitarse.
“London Boys” y “Karma Man” son de esas canciones que, por como están construidas, tienen el estilo de cómo se escribía y componía el rock de finales de los sesenta y principios de los setenta. La combinación de guitarra acústica y flauta traversa que suena en “Silly Boy Blue” refiere a una estética muy definida y añeja. La mayoría de estos títulos fueron rescatados de la primera etapa musical del cantautor, cuando ni siquiera era conocido como David Bowie. Hay otras que escapan perfectamente a las tendencias de época. Y como ya se escribió en párrafos anteriores, hay una banda que suena compacta en su vitalidad. “Can´t Help Thinking About Me” y “I Dig Everything” pueden ser buenos ejemplos de la decisión artística de hacer sonar al grupo de esta manera. El plantel de base que lo acompañó en Toy estuvo integrado por George Underwood (guitarra, armónica y coros), Roger Bluck (guitarra principal), Francis Howard (bajo) y Bob Allen (batería).
La edición deluxe fue pensada como un tríptico que trae en el primer álbum las piezas de Toy y en el segundo y el tercero el mismo repertorio con versiones alternativas, más algunos agregados. Algunas corresponden a remezclas con su correspondiente masterizado. El segundo abre con “Liza Jane” que fue el primer tema que grabó Bowie y terminó publicado como single, cuando todavía no se llamaba Bowie sino que era conocido como Davie Jones & The King Bees.
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