Con versos autorreferenciales, citas de sus influencias y destellos de genio musical, 'Random' representa mucho más que un simple regreso
Random, el sucesor de Kill Gil (2010) que salió este viernes en formato físico y digital, es mucho más que un regreso, porque durante estos años de internaciones, ausencia y rescates, Charly García creció en el fervor de sus fanáticos más jóvenes agrupados en “los aliados” y en el revisionismo periodístico que de una buena vez entendió de qué se trataba la etapa Say No More. Ya el adelanto de “La máquina de ser feliz” presagiaba una panorámica hacia un delicado paisaje cercano a las melodías de cuna para adolescentes eternos, ecos imborrables de la identidad García y con algunas líneas brillantes de la máquina como autorreferencia (“prende y se apaga sola/ sale después de hora.../hay tanta gente sola, hoy tanta gente llora”).
Sobre el escenario del Teatro Sony, en la tórrida mañana del miércoles y antes un grupo de periodistas, Random tuvo su primera aparición pública, mientras una pantalla mostraba las letras e imágenes del booklet con dibujos de García. Después del comienzo con “La máquina de ser feliz”, el tema que ya había circulado en las últimas semanas, la ruta siguió hacia el rocanrol ligero de “Ella es tan Kubrick” con citas a las películas del director norteamericano desde Lolita a Full Metal Jacket, y también una mención a Fabi Cantilo en fase brava. Luego “Primavera” mejoró la vara, un hit en potencia y tan adhesivo como “El fantasma de Canterville” pero en versión 2017 y dominado por un banjo saltarín: “ahora que estoy rehabilitado saldré de gira otra vez, me encerrarán cuando se acabe y roben lo que yo gané”, canta Charly mientras Rosario Ortega pone dulzura en el estribillo y mejora la fragilidad vocal del cantante que hasta revela su inmortalidad en el estribillo final: “Porque siempre estaré pronto a renacer, porque hoy yo estoy más joven que ayer”.
La lista continúa con “Rivalidad”, muy en sintonía “Fanky”, y Random empieza a crecer en las melodías, el uso de diferentes teclados sin olvidar viejos sonidos de órgano. Bases simples y contundentes a cargo de Fernando Samalea como en “Otro” marcan su condición de clásico y provocador incansable. De a poco el disco parece acercarse a los trabajos más logrados de García, bajando fechas de comparación hasta llegar a los 80. “Lluvia” retoma la fascinación por el cine como refugio y plataforma de fantasía; la melodía tiene ecos de temas conocidos, de Serú Girán a Filosofía barata y zapatos de goma en menos de cuatro minutos. Sigue “Believe”: cantada en inglés, parece un tema ajeno compuesto por el primer Todd Rundgren o los Byrds en plan pop, pero es Charly revolviendo el cofre de las influencias. En cambio, “Amigos de Dios” suena un tanto naif en su crítica a los pastores evangelistas de la televisión de trasnoche, pero hay tanta prepotencia y swing en la canción que es muy fácil congeniar con la frase “con qué mierda drogan a la gente”. Antes del final, “Spector” resulta un homenaje al padre de la Wall of Sound con los primeros golpes del clásico “Be My Baby”. El cierre de Random arranca crudo para deslizarse por una preciosa cadena de acordes mayores mientras Charly reza a Los Beatles con las palabras finales “she loves you, yeah yeah yeah”.
Cuando todo indica que la sesión ha terminado, aparece en la pantalla un video de Charly que recomienda averiguar quién es Kubrick, y mientras repasa las fotos internas firmadas por Nora Lezano, se detiene en una para decir: “Acá soy yo tratando de ganar unos pesos, unas regalías...”.
Oscar Jalil
LA NACIONMás leídas de Música
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