Lizzo, la nueva chica dorada del pop
RIO DE JANEIRO - La DJ Glau hace la previa de una noche que tendrá mucho glamour. Suena una versión bastante actual del hit noventoso "Pump Up the Jam", de Technotronic. Hay mucho brillo en el YouTube Space carioca. Farándula brasileña y drag queens que se pasean frente a los flashes y le dan un color extra a una noche que parece un flashback a los años porteños de El Dorado, Ave Porco y o Morocco. Pero esto es Brasil y si en la trastienda el portugués se mezcla con el inglés es porque la cantante norteamericana Lizzo está por estas tierras para promocionar su último disco y grabar un especial para el canal de su compañía, Warner Music, en YouTube, que se conocerá el mes que viene.
Lizzo es la morena de gran vozarrón que se muestra orgullosa de su talle XL y lo manifiesta cada vez que sube a un escenario. Es una de las cantantes-actrices que tiene un papel en la película Estafadoras del crimen (con Constance Wu, Jennifer Lopez, Lili Reinhart y Cardi B) y la misma que tuvo 8 nominaciones en la última entrega de premios Grammy. Esa noche se llevó tres estatuillas. Aunque Billie Eilish es la que ostenta hoy de manera inapelable el podio de la música pop anglosajona, muchos en la industria de la música dijeron que 2019 fue el gran año de Lizzo. Doce meses atrás tenía 120.000 seguidores de Spotify. Ahora tiene más de 2.000.000.
¿Qué hay que esperar para 2020? "Ah, bueno cariño, esta es definitivamente mi década", dice a LA NACION y larga una de sus habituales risotadas antes de subir a cantar. "Se sabe que uno no va a tener un segundo año en el que pueda «estallar» como sucedió en el que pasó, porque eso fue lo que realmente sucedió con mi música. Ahora viene la parte más dura del asunto que es seguir creando, seguir inspirándome e inspirando a otros que encuentre en el camino. No hice un álbum para convertirme en una cantante más popular. Hice un álbum para hacer mejor música. Y lo que quiero es seguir haciendo eso". Le faltará decir que será otro año para seguir desplegando su glamour. Le bastan cinco canciones para demostrarlo en este showcase brasileño.
Sus tres Grammy acrecentaron la visibilidad de esta diva atípica; para el común de la gente, para aumentar audiencias, para conquistar mercados fuera de su país. Pero fueron sus ocho nominaciones las que la hicieron ingresar con paso firme y pararse debajo de los reflectores de la industria de la música. Fue postulada no sólo por su producción de canciones sueltas –algo de lo más común en este tiempo–, también por su último disco y por ella misma, como revelación. Grabación del año, álbum del año, canción del año, artista nuevo, interpretación pop solista, interpretación R&B, R&B tradicional y álbum urbano contemporáneo. De esa lista se llevó una estatuilla por álbum urbano y dos como intérprete. Claro, Lizzo tiene un tremendo vozarrón.
"No me importa…", arranca hablando en castellano y luego larga otra de sus habituales carcajadas que se escuchan y muchos metros de donde ella se encuentra. Luego vuelve al inglés: "Para mí, es cierto que no importa tanto quién gana cuando ya con la nominación uno se siente ganador. Además de que me sentí una ganadora, todos en cada categoría son ganadores. Todos lo fuimos por haber sido parte de la escena musical este último año. Porque la música fue excitante, porque fue diferente en un sentido innovador. Porque hay mucha gente innovadora. Billie [Eilish], Lil Nas X, Ariana Grande. Creo que uno tiene que ser honesta, valiente, emocional y cruda. Realmente me sentí muy honrada de haber sido parte de esta "conversación" en música este año. Porque fue un gran año. Y este que empezamos es para seguir adelante, seguir andando en lo referido a aquello que significa ser popstar".
Su relación con la música no comenzó con el rap ni el R&B. Ella quería ser música académica, por eso estudió durante muchos años flauta traversa. Luego, la inspiración y, sobre todo, la convicción y el fuerte carácter, la llevaron hacia otros caminos. Su primer disco fue rapero y se llamó Lizzobangers. Salió en 2013. El segundo, dos años después, Big Grrrl Small World, y cuando dio el salto de la producción independiente a las ligas de las compañías multinacionales, editó Cuz I Love You, disco con el que conoció el éxito masivo.
Por su carácter impetuoso, la masividad no debe resultarle ajena; tampoco el ejercicio que hace con su propio personaje histriónico. Sin embargo, Lizzo también se pone seria. Lo mismo que sucede en cada show, cuando baja los decibles de su efusividad, mira a su audiencia, grande o más pequeña (la que le toque cada noche) y le dice como preludio del tema "Good As Hell": "Cuando regresen a casa mírense al espejo y digan: «Sos hermosa, te amo, podés hacer todo lo que te propongas». Así de simple, como una rara predicadora sin iglesia, con el micrófono en la mano, vestida con una malla enteriza para clase de aerobics pero tuneada con todos los brillos, o con el atuendo que haya consensuado con su vestuarista para ese show, siempre con el tono kitsch que suele darle a sus espectáculos.
La palabra Lizzo suena a una mezcla del apócope de su nombre (se llama Melissa Jefferson) con el título del tema de Jay-Z "Izzo", aquel donde el rapero dice "Hago esto por mi cultura" y habla de una "industria (musical) turbia". Pero Melissa se despega de esa idea. "No sé si estoy haciendo algo por mi cultura. Me estoy haciendo yo. Y creo, en definitiva, que eso es lo mejor que alguien puede hacer por su cultura", explica. Y también dice que Lizzo no es un personaje, es solo un apodo que adoptó hace muchos años. "Melissa suena muy dulce pronunciada en castellano –concede–. Y Lizzo es un apodo que me inventé cuando tenía 14 años, más o menos. Fue mi link para ser cool. Porque yo jamás me sentí cool. Nunca. Leía cómics y ciencia ficción, era muy muy nerd. Cuando apareció Lizzo dije: "Hey, ahora soy cool". Es casi como una persona en sí misma pero en realidad es un apodo que me permite ser especial entre las grandes multitudes. Y hoy, es raro, nadie me llama Melissa, aunque podrían hacerlo. Para todos soy Lizzo."
Es hora del show
Una voz en off dice que todo lo que allí suceda será grabado, por lo tanto, quienes están presentes han dado su consentimiento para que, llegado el caso, sus rostros aparezca en los vídeos. Esto se hace para evitar posteriores demandas judiciales o reclamos salariales. Pero den por seguro que, al menos todos los que están frente al escenario quieren ser parte, aunque más no sea por unos segundos, de la historia de esta cantante. Y sin cobrar un solo real.
Lizzo es hija de estos tiempos de inclusión porque, en definitiva, sube al escenario acompañada por un elenco de bailarinas (se puede prescindir de los músicos esta noche), para hacer lo mismo que la mayoría de las megaestrellas del pop, pero sin ser rubia y con una silueta esbelta. Acaso sea una manera de decir que quiere ser como ellas. O, lo más probable, elija ese modo de imponerse desde su propia identidad. Como si a cada instante quisiera reafirmar que es absolutamente posible ser una estrella del pop, fuera de los cánones habituales (pero siguiendo al pie de la letra las reglas que indica el mercado de la música).
Entre el rhythm & blues y el rap Lizzo revolea su cabellera y repite sin cesar: "Hair toss, check my nails/Baby, how you feelin'? Feeling good as hell". Ese groove que alterna lo melódico con lo declamatorio se engancha con el tema que le da título a su último disco. "Cuz I Love You" es casi una tragedia en el tono de blues-balada de la década del 50. Lizzo hace gala de su potencia vocal de notas largas y palabras desgarradas, mientras se abanica con una especie de paleta que lleva su propia foto. El nivel de ego escala al ciento por ciento. A sus fans les encanta y ella lo sabe.
En la primera pausa larga algunas frases del recetario demagógico de toda estrella del pop que siempre es bien celebrado por el público sudamericano (Brasil no es la excepción). Enseguida se pone en marcha una nueva ceremonia con sus fans. Suena una marcha nupcial y, con anteojos de sol clásicos, cofia blanca y ramo de novia arremete con las primeras estrofas de "Truth Hurts" (tema que publicó primero sin edición discográfica, en 2017). También suena "Juice" y más tarde cambia el switch al modo disco-punk y pone a todo su selecto público a bailar, hasta el final de la breve fiesta.
El semanario de moda y variedades neoyorquino The Cut publicó una nota referida a la cantante, en febrero del año pasado, con este título: "Es una cuestión de tiempo que todos amen a Lizzo como ella se ama a sí misma". Bastó un puñado de canciones para darse cuenta de que por allí viene la cosa.
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