Litto Nebbia, un histórico del rock argentino en Lollapalooza
Cuenta con más de cincuenta años de carrera; es uno de los fundadores del rock nacional y vino a compartir sus canciones con las nuevas generaciones que asisten a este gran encuentro internacional de música
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Si un niño se pierde en el Lollapalloza Argentina, puede ser rápidamente identificado por el registro de pulseras y devuelto a sus padres. Alguien con tono socarrón dice que si algún padre se pierde hay que ir a buscarlo al escenario donde está cantando Litto Nebbia. Más allá de la humorada, es cierto que cuando Litto sube a tocar al escenario Samsung, los primeros que se arriman son aquellos hombres y mujeres que peinan canas. Pero luego habrá otras generaciones que se acerquen a curiosear el repertorio de este músico que es, desde su banda Los Gatos en adelante, uno de los padres del rock argentino. Y sin duda resulta un buen plan, entre tanta novedad detrás de la que corre la grilla del Lollapalooza, sentarse en el césped de esta tarde soleada para viajar un rato en el tiempo y recordar o escuchar por primera vez temas de Litto y de otros de su generación, como “El rey lloró”, “Solo se trata de vivir”, “Ayer nomás” y “Quien quiera oír que oiga”, entre otros que fueron hits hace casi medio siglo, como hoy lo son los temas de Duki, Nicki Nicole o las producciones de Bizarrap.
Para algunos, que Litto Nebbia suba a tocar a uno de los escenarios del Lollapalooza Argentina 2002 no llama la atención, porque tiene una historia de festivales y de shows de lo más diversos, durante más de medio siglo. Para otros puede ser una de esas rarezas que la versión local del festival trae en cada una de sus ediciones. Generalmente es la curiosidad de contar con artistas de larguísima experiencia, con su testimonio.
Cuando faltaba un par de horas para subir a tocar el piano y cantar, Nebbia recibió a LA NACION en su camarín, donde habló de esta cuestión generacional, que poco lo preocupa, de sus proyectos, de su vasta producción con obra propia y ajena para su sello Melopea, de sus colaboraciones con Jay Electronica, de la pandemia y del país que se viene.
“Vivo tocando para una diversidad. Este tipo de festivales lo que hacen es congregar a tipos de distintos países que no están enrolados en el mismo género ni en los mismos gustos”, decía en torno a su convocatoria para esta edición.
Ayer, Duki se sintió muy reflejado en su público y dijo: “La gente más vieja no nos entendía”. ¿Crees la cuestión generacional es muy determinante hoy?
-Mis viejos eran músicos y muy bohemios, por eso yo no tuve ese problema, en el caso de que Duki tenga el problema de que los viejos no lo entiendan. No me pasó. Además, Rosario es una cueva de innovación de música y de bohemia. Pero yo voy a tocar a lugares en los que en cada década van a apareciendo cosas. El negocio motiva, crea, inspira, y a veces inventa, nuevas cosas. Y en los últimos tiempos estamos asistiendo a una cantidad de elementos que están relacionados a un afán social y espontáneo. Llamalo rap, trap o como quieras. Tiene mucho que ver con lo rítmico, y no tanto a la armonización y otras cosas que yo personalmente adoro. De lo que escucho hay cosas que me gustan y otras que no, pero en cuanto a comprenderlas, ¿cómo no las voy a comprender si con lo que yo hacía a los 15 años me decían que estaba loco? Nunca me imaginé firmar temas con raperos, pero los tengo. [La base del tema “La caída”, publicada originalmente en el disco Bazar de los milagros (1976), se escucha en “The Neverending Story”, de Jay Electronica]. Esa propuesta me gustó mucho, tomaron toda mi base y pusieron su lírica. Quedó algo súper original. Ahora me escribió un productor inglés donde también quiere hacer algo a partir de dos o tres discos míos. Van surgiendo cosas.
-¿Qué más va surgiendo?
- Ahora shows. Acá, en Rosario, Mar del Plata. La semana pasada estuve en La Pampa. En España salió un álbum que se llama Viento Sur y es una especie de compilado de cosas de [su sello] Melopea, de la década del ochenta. Y está bueno, porque se presenta un poco en sociedad el sello, como algo histórico que se ocupó de eso. Y de ahí salen posibilidades futuras de que alguien quera editar el disco completo.
-¿Como viviste la pandemia sin salir a tocar y como vivís este tiempo?
-Me gusta tocar en banda, como el show de hoy, y también solo, porque en ese caso me llevó una carpeta, un songbook, de cincuenta temas y hago canciones distintas cada noche, solo repito tres o cuatro que son las que si no tocara la gente se sentiría decepcionada. En otros lugares se puede tocar con quintetos o con octetos. Esto recién está empezando. Cuando comenzó la cuarententa teníamos fechas para tocar en Valencia, Andalucía, Madrid, después a Perú, y todo eso se suspendió. En ese tiempo no me deprimí porque hago cosas que me gustan y soy muy apasionado. Me quedé en casa, con mi mujer. Vimos mucho cine. Ella, pintando; yo componiendo y grabando. Traté de tomarlo con calma, especialmente cuando empecé a ver como espectador televisivo esta cuestión de divisiones entre los argentinos que llegan hasta los que se quieren vacunar y los que no. Creo que hay que cuidarse y vacunarse. Y dejarse de joder.
-¿Cómo ves lo que viene para el país?
-Siempre lo voy a ver con optimismo, por una cuestión personal. Aunque tiene mil problemas. No podemos todos, inmediatamente, solucionarlo. Lo tienen que ver todos los políticos.
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