Un crimen. Madonna es testigo y está en peligro. Corre hasta una iglesia donde encuentra refugio y... algo más. "La vida es un misterio, cada uno debe valérselas solo. Escucho tu llamado y se siente como un hogar", canta al inicio de "Like a prayer", el tema (y video) que la mostró por primera vez, hace exactamente 30 años, abordando temáticas más "adultas".
La sospecha era que la estrella pop le estaba abriendo paso a una artista más "profunda" (y así era: luego reconoció esa intención), aunque igual no pudo evitar el escándalo: el Vaticano, en aquel momento encabezado por Juan Pablo II, consideró blasfemo el uso de la iconografía católica plasmada en el video y promulgó su boicot. El entonces Sumo Pontífice tuvo éxito a medias: Pepsi le retiró su apoyo (hacía poco habían firmado un millonario contrato de sponsoreo) pero la canción de todos modos llegó a la cima de los rankings y se convirtió en uno de los más reconocidos de su carrera.
Según los críticos, la bisagra entre la Madonna superficial y "material" de sus inicios y la pretendidamente iconoclasta que arrancó justo en ese momento. El tema que la salvó de ser una moda pasajera (una Cindy Lauper prematuramente descartada) y la confirmó junto a Michael Jackson y Prince como una de los actos pop más grandes del mundo.
El hit distinto
Pero conviene ir desde el principio. Mil novecientos ochenta y ocho, el año anterior a la salida de la canción, había sido de paréntesis musical. Después de la banda de sonido de Who's that girl, película que también protagonizó y no cumplió las expectativas, Madonna debutó en Broadway (un drama llamado Speed the plow, una apuesta exigente) y no le fue mal. Parte de la prensa reconoció el esfuerzo. El problema principal estaba en el frente interno: su matrimonio turbulento con Sean Penn estaba cayéndose a pedazos y todos los días la prensa anunciaba el divorcio, que finalmente se concretaría a principios de 1989.
En ese contexto, a punto de cumplir los 30, la misma edad que tenía su madre cuando murió, Madonna se reunió con sus dos colaboradores del momento, Patrick Leonard y Stephen Bray, los cerebros detrás del éxito de True Blue (1987), su anterior disco, y se puso a componer su álbum más ambicioso a la fecha. "Una colección de canciones sobre mi madre, mi padre, los vínculos familiares, la crianza católica. Me armé de coraje para exponer todo eso", contó a la prensa durante las sesiones de grabación.
El disco salió en marzo de 1989 y ya desde la portada, un jean desabotonándose a la altura del pubis rodeado de colgantes (para algunos, la respuesta femenina y kitsch al jean laburante y viril del Born in the USA, de Bruce Springsteen), llamó la atención. ¿Qué se traía esta chica? El primer simple, "Like a prayer", dio un indicio: una pieza bailable pero también algo mística, con momentos alternaban pausa y movimiento, funky ochentoso y gospel enamorado; y que enseguida se convirtió en hit. Un hit "distinto".
La provocación
"Fue el primer tema que hicimos para el disco", contó Madonna en entrevistas de la época. "La letra habla de una joven apasionada y tan enamorada de Dios que termina tomándolo como la figura masculina de su vida". Un giro hacia una religiosidad erótica que en el video se vio potenciado por el uso de estigmas, miradas intensas y hasta una escultura de San Francisco de Asís que cobra vida para intimar con ella.
"Me inspiré en la creencia católica de la transubstanciación. Introduje términos litúrgicos que usándolos bajo determinado contexto podía tener un doble sentido", señaló Madonna para preocupación de Leonard, coautor del tema, que intentó disuadirla. "Frases como 'Cuando me llamás, es como una plegaria, estoy de rodillas, quiero llevarte allí', pueden significar más de una cosa, eso está claro. Y por eso le pedí que las cambiara", expresó el productor. "Pero ella se mantuvo y no me hizo caso".
Evidentemente tenía razón. El tema conquistó de inmediato los rankings del mundo y vía remixes llegó a las discotecas. De los cortes de difusión de aquel disco ("Express yourself", "Cherish", "Keep it together") sin duda es el que más se recuerda y el que pocas veces dejó de tocar en vivo (estuvo presente en cinco de sus giras mundiales).
"'Like a prayer' significa mucho para mí. Mucho más que 'Like a virgin'. Es un tema que escribí desde el corazón y que percibo muy espiritual. Yo sentía que podía generar un gran impacto y así fue", aseguró quien con este tema se probó a sí misma que podía dejar al descubierto alguna de sus fibras más privadas sin descuidar el entretenimiento o el gran impacto. Un mix no tan habitual que lograría mantener durante un par de años más, hasta el traspié de su libro Sex y el disco Erótica, en 1991. Pero eso fue después.
En 1989 una Madonna repentinamente morocha podía volver de un par de temporadas de relativo silencio y, como de la nada, despertar el deseo de un santo negro, hacerse fuerte en una fe calificada de hereje ("Cuando te crían como católico, sos católico para siempre", le dijo a Rolling Stone) y cantarle al mundo sobre el llamado divino que la hizo gozar. Así de sagrado, así de profano. Como una plegaria.
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