Liam Gallagher se afirma como solista con un sólido tercer disco, pero sigue soñando con el regreso de Oasis
Con Dave Grohl (Nirvana, Foo Fighters) y Ezra Koenig (Vampire Weekend) como invitados, el lenguaraz cantante británico acaba de editar un álbum que presentará en vivo en Buenos Aires, en noviembre
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La vida después de Oasis nunca fue fácil para Liam Gallagher, quien acaba de editar un muy buen disco, C’mon You Know. En febrero pasado, trece años después de la disolución de la exitosa banda que fundó con su hermano Noel, allá por 1991, le dijo al diario británico The Times: “no tendríamos que habernos separado”. El rumor del regreso de Oasis es uno de los más insistentes del mundo del rock de los últimos años y Liam es sin dudas su principal propulsor. Hace apenas dos años atacó vía Twitter: “Pretendo retirarme como solista después de mi tercer disco, ya que acabo de recibir una llamada de mi hermano en la que me suplicó reunir a Oasis de nuevo en 2022. Si creen en la vida después del amor, vamos”.
Se podría decir que a Liam le ha ido mejor -artísticamente hablando, al menos- fuera de Oasis que a Noel con su propio proyecto, los Flying Birds. Pero es Noel quien percibe los jugosos ingresos por derechos de autor de los temas de la banda que disputó durante años el trono del britpop con Blur y vendió a lo largo de su carrera más de 70 millones de discos.
En ese 2020 cargado de súplicas, Liam también tuiteó otra sugerencia: una reunión exclusiva para un concierto benéfico. “Luego cada uno sigue con sus carreras solistas”, aclaró. No recibió respuesta de Noel, que en cambio lo calificó de “idiota” en una entrevista posterior a aquella ocurrencia solidaria.
La disputa entre los Gallagher, que todavía hoy muchos consideran una calculada puesta en escena, no lo es tanto: la discusión pública ya supera los diez años y la negativa de Noel para que su hermano use los clásicos de Oasis que suelen ser el fuerte de los conciertos de Liam en el documental Liam Gallagher: As It Was fue la confirmación de que la grieta existe.
Cuando no está rogando por el regreso de Oasis, Liam suele ser más agresivo con su hermano: hace poco se burló de un tuit en el que Noel mostraba imágenes de uno de sus conciertos con un categórico: “Zzzzzzzzzzzzzzz”.
La obsesión con Oasis parece ser inevitable para el menor de los Gallagher: aún cuando acaba de editar su tercer álbum y recibir muy buenas críticas -muchos medios ingleses lo consideran el mejor de su cosecha en solitario-, hace unos días terminó un concierto multitudinario en Galicia con “Wonderwall”, “Champagne Supernova” y “Cigarettes & Alcohol”. Y en la lista de su show en el Rock in Rio de Lisboa del sábado pasado hubo seis temas de la banda que lo llevó a la fama. Su nostalgia no tiene que ver con el fracaso: la gira de presentación de C’mon You Know, el disco que lanzó este año, es un éxito formidable que quedó consolidado con dos conciertos multitudinarios en el Knebworth Park, el parque más grande de Inglaterra, donde Oasis ya había convocado a 250.000 personas en un par de jornadas inolvidables, en 1996. Apoyado por Kasabian, Paolo Nutini, Amyl & The Sniffers y Pastel en la primera noche y otra vez por Kasabian más Michael Kiwanuka, Fat White Family y Goat Girl en la segunda fecha, Liam reunió a 160.000 almas en ese lugar ya transformado en mito para él. La venta de tickets para el tour europeo que está llevando a cabo ahora mismo viene también muy fuerte. Terminada esa etapa en septiembre, viajará a Sudamérica para presentarse en Chile, Brasil y Argentina, donde actuará el próximo 10 de noviembre, en el Movistar Arena porteño.
Y lo está logrando con un disco que él definió como “20% clásico y 80% extraño” y en el que sumó colaboraciones de Dave Grohl (Nirvana, Foo Fighters) y, un convite más inesperado: Ezra Koenig (Vampire Weekend). De todas maneras, no es para tanto: los seguidores de Liam no quedarán desconcertados ni mucho menos con este nuevo repertorio, pero sí podrán disfrutar de una saludable variedad que no existió en sus dos discos anteriores.
Lo primero que se propuso Liam, lo declaró más de una vez en diferentes entrevistas de este año, fue alejarse de la corrección política post pandemia: “A la mierda con eso, no quiero oír nada más sobre el Covid”, repitió una y otra vez. Mejor un disco para el anunciado tercer verano del amor, entonces. Y de arranque, un coro celestial le rinde homenaje al cierre de Let It Bleed, “You Can´t Always Get What You Want”, contracara del “Hey Jude” de los Beatles y digno corolario de los Stones para la prolongada fiesta de los años 60: “More Power”, primer track del nuevo álbum, replica ese espíritu épico en un inesperado acto de contrición de Liam (“Si querés conservar las cosas que amás, mejor que aprendas a arrodillarte”), que también podría formar parte de alguno de los happenings lisérgicos de The Polyphonic Spree.
Más explosivo es el primer single del disco, “Everything’s Electric”, buen aporte de Grohl en la composición, plato fuerte de los conciertos de la gira de este año y bombazo en los últimos Brit Awards, donde Liam dijo “ey, aquí estoy de nuevo” con una versión poderosa e impecable de ese tema. La idea fue de Greg Kurstin, uno de los productores del disco, y no fue inocente: si hay alguien que sabe cómo construir himnos para la escala “gran estadio” es el líder de Foo Fighters.
“Moscow Rules”, en cambio, es una apuesta más osada: no es un salto al vacío, está claro, pero sirve como demostración concluyente de la personalidad de Liam como cantante. Escuchado con atención, el tema tiene mucho espíritu Vampire Weekend, pero no solo los arreglos le dan un toque diferente (¡un saxo en un disco de Liam Gallagher!): el ejercicio de imaginarlo cantado por Koenig da como resultado una revalorización de la singularidad de la voz que también fue sello distintivo y fortaleza indudable de Oasis.
“Better Days”, otro de los temas más escuchados del flamante álbum en plataformas de streaming, les rinde tributo a los Beatles con su vaga referencia a la psicodelia de “Tomorrow Never Knows” y su videoclip filmado en una terraza (en este caso la del Midland Hotel de Manchester, ciudad natal de Liam), y asegura que “la tristeza será lavada por la lluvia”, una imagen simple pero que provoca empatía inmediata después de la ola depresiva desatada por el encierro durante la pandemia. Será en vivo uno de esos momentos ideales, que Liam sabe perfectamente cómo producir, para chocar la pinta de cerveza y cantar de viva voz mirando al cielo.
“I’m Free” cumple acotadamente la promesa que Liam le hizo al New Musical Express en 2018, cuando sostuvo que planificaba una exploración del sonido de los Stooges. Menos salvaje y mugriento que cualquier track de la banda que lideró Iggy Pop en los 70, el tema tiene además un pasaje con sabor jamaiquino que le agrega un matiz muy simpático. Es un homenaje pasteurizado a aquel sonido brutal que explotó en Detroit justo cuando el hippismo empezaba a languidecer, en el mejor de los casos.
Bordeando lo empalagoso, también hay un par de baladas de esas que impulsarán la reiterada coreografía de encendedores en los conciertos multitudinarios: “Too Good For Giving Up” es más obvia, menos sutil que “Oh Sweet Children”, enésima declaración de amor beatle de Liam, encaminado mayormente en territorio conocido, pero capaz de desviarse en grageas, lo suficiente como para no aburrir con su fórmula más habitual.
Un gran desafío para un artista de su generación es no vivir de la nostalgia, no depender solo de sus viejos fans y de los hijos que se suman con obediencia a la fiesta para respetar la tradición. Afirmado en una manera de cantar única -que registra el antecedente de Ian Brown (The Stone Roses), obvio, pero de todos modos conserva completamente su propia impronta- y confiado en la estrategia de mantener su perfil de provocador profesional cada vez que abre la boca en público, Liam todavía seduce a otras generaciones, un logro no tan común para artistas de su edad (cumplirá 50 en septiembre). Lo prueban la declaración rimbombante de Aitch, joven rapero de Manchester que dijo que pagaría siete millones de libras para que Liam cante uno de sus temas, y sobre todo la imagen de la tapa de C’Mon You Know, donde Liam aparece mezclado entre un grupo de muchachitos a los que les lleva una buena cantidad de años luego de un celebrado show en el Festival de Reading de 2021. Lo de Aitch, de todos modos, no va a poder ser: ser hincha del Manchester United no es una buena idea cuando se le quiere pedir una mano a un fan venenoso del City como Liam.
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