Laura Ros: un puente generacional entre el folklore y el rock
En su notable cuarto disco, que presenta hoy en el Teatro del Viejo Mercado, la cantautora logró una potente y original alquimia entre los dos géneros
Antonio Tarrago Ros, Divividos, Guachos, Santaolalla, Jacinto Piedra, Peteco Carabajal, Celeste Carballo, Mercedes Sosa, Chango Farías Gómez, Pink Floyd y Fait No More, son alguno de los nombres que conforman el universo familiar y musical que definen el microcosmos personal y artístico de la cantante Laura Ros, que se hizo un nombre propio en la escena del folklore con su disco debut Del aire (2005). En su nueva producción, Atar, la cantautora y compositora ofrece un trabajo notable que refleja ese aventurero pulso experimental, el desprejuicio rockero y la herencia folklórica. “Me crié escuchando a Mercedes Sosa y Faith No More, y por fin en un disco me animo a soltar todo eso. Y que sea lo que sea”, dice y suelta una carcajada desafiante como la de su padre Antonio Tarragó Ros.
En nueve canciones, Laura Ros sintetiza de forma contundente la búsqueda orgánica que viene realizando en sus tres discos anteriores -Del Aire (2005), Buri (2009), Tres (2013)- donde todas las conexiones se unen de forma natural. En el disco aparece el corte rockero de las guitarras distorsionadas, el 6 x 8 de la batería, las melodías y armonías pop que absorbió de referentes como Charly García y Celeste Carballo y el groove folklórico, que revelan sus canciones con aires de chacareras, sayas y vidalas bluseras. “Es un disco de familias musicales, de las que te tocaron y las que elegiste”, reconoce la artista, que presentará Atar mañana en el Teatro Viejo Mercado del Abasto, Lavalle 3177
Producida artísticamente por Juan Manuel Ramírez y Lucas Caballero, baterista y vocalista del ascendente y explosivo grupo formoseño Guauchos, el disco es un producto musical fresco y directo, con la alquimia necesaria para cruzar dos estilos antagónicos como el rock y el folklore, como lo hicieron Divididos con la versión de “El arriero” de Yupanqui.
“Por eso llamé a los chicos de Guauchos. A ellos los conocí repartiendo volantes en un show de Divididos. Me gusta la forma en que laburan el rock entrelazado con el folklore. Hay muchas formas, pero lo de ellos es otra cosa. Sigue siendo el mismo romance pero con otro tipo de rock. Son en un punto más progresivos y tienen mucha potencia. Además estaban muy conectados con mi música porque escuchaban mis discos. Entonces no tenía que explicarles nada. Ya saben como compongo, canto y pienso mis discos”, asegura la compositora.
El resultado en colaboración con los Guauchos es un gesto de vanguardia y un punto de convergencia de toda una escena del folklore y rock que se puede rastrear en el Arco Iris de los 70, que tuvo su correlato en el Divididos de los 90 y en bandas amigas como Semilla en el 2000, que crearon La Peña Eléctrica. Ella, sin embargo, tiene su propia estrella y sigue el linaje de rebeldía familiar. Es hija de Isabel Noriega, productora artística, entre otros, del disco Transmisión Huauke de Peteco Carabajal y Jacinto Piedra, que marcó un antes y un después en la música santiagueña de los 80; y de Antonio Tarrago Ros, el ícono chamamecero que renovó la canción litoraleña y que fue declarado persona no grata en Corrrientes cuando le puso batería al chamamé.
“Mi conexión con el chamamé es la música de mi papá. La escuché toda mi infancia. Nos quemaba la cabeza tocando o escuchando chamamé. Pero no fue una elección personal. Igual tengo la oreja educada. Siempre fue un fino para escuchar chamamé. Está ahí pero nunca me animaría a hacerlo. Varias veces me puse en la pierna en el acordeón pero tengo una negación. A mi hermana Irupe le pasa lo mismo que a mí. Es ese mismo viaje. Ella tocó, pero yo nunca toque. Siempre fui mas rebelde. En parte mi viejo lo aprecia, a veces lo enoja, pero de repente le gusta que haga la mía”.
La Buri, como le dicen los cercanos, sin embargo, armó su propio manual de manera independiente para hacer canciones y manejarse en el universo de la música. “Aprendimos lo de nuestros padres y también lo que vas escuchando. Después cada uno va moldeando su forma de hablar. Cada uno con su personalidad va tomando de aquí y allá. Los aprendizajes tienen fuentes muy diversas. Nunca me sentí con la obligación de quedar bien con nadie”.
–En tu último disco te metés con un tema sagrado de la cultura santiagueña como La Telesita en la canción que bautizaste "La Antitelesita". ¿Como surgió esa canción?
– "La Antitelesita" tiene que ver con esta cosa del género y la igualidad con respecto a las leyendas populares que tienen un contenido machista muy fuerte. Y la de La Telesita, a pesar de que me encantan las leyendas, dice mucho de la sociedad en la que vivimos. Su leyenda se trata de una chica que se va al monte y decide quedarse en una fiesta bailando toda la noche y muere quemada. ¿Cuál es el otro destino de una mujer que se quiere divertir?. Me pareció tan cruel y como se naturaliza que decidí hacer una canción de una Telesita que no se quema y con final feliz. Me pareció interesante poder hablar de eso. Brava la piba ¿no?.
La chica rebelde de la familia dice que no quiere tocar con su padre. “Prefiero mantener las paces abajo del escenario. Nos amamos, pero los dos somos iguales”. También cuenta que tiene un respeto enorme por la música del litoral y nunca pudo componer un chamamé. “Ya hay uno que lo hace bien. No hace falta otro”. Laura es el reflejo de una artista en plenitud creativa y madurez personal: en febrero será madre de Violeta y está en pareja con Federico Gil Solá (primer baterista de Divididos). Comparten la vida y la música. A veces sus caminos se cruzan cuando forman parte de la misma banda en Tiento o el proyecto a dúo que hicieron para el disco Tercer Jueves. Recientemente Federico Gil Solá también lanzó un nuevo disco solista con su banda Los Exiliados, donde explora el cruce entre el rock y el folklore.
“Con Federico nuestro encuentro a nivel musical tiene mucho que ver con los cruces. El viene más del lenguaje del rock y descubrió el folklore hace muchos años. Yo vengo des una historia familiar folklórica, aunque de adolescente escuchaba otra cosa. Pero sí tenía un conocimiento más profundo del folklore. Recuerdo que cuando hicimos Tercer jueves con Fede en la batería fue un poco el germen de este disco nuevo. Los dos nos retroalimentamos en ese interés por el cruce entre el rock y el folklore. De hecho Federico insistió bastante para que Santaolalla produjera a Divididos. Le interesaba traer eso, hacer algo diferente y a mí todo eso me encanta.”