Aprovechando la avidez por los conciertos en vivo que se despertó una vez terminada la pandemia y el crecimiento exponencial de argentinos instalados en el país, se abrió una plaza muy atractiva
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MADRID.-La pandemia cambió radicalmente el negocio de la música. La asombrosa avidez por ver conciertos en vivo en todo el mundo es un indicador contundente. Y en ese marco, muchos artistas argentinos han empezado a pensar con más seriedad en hacer base en España, un mercado que los seduce cada vez más.
Si meses atrás Duki sorprendía al anunciar su presentación en el mítico estadio Santiago Bernabéu de Madrid, este fin de semana el diario El País de España recogió el guante y se hizo eco del fenómeno. “La entrevista se desarrolla en la sede madrileña de su discográfica, Dale Play Records, en el centro de la ciudad. Estamos en el sótano, un estudio de grabación con un enorme valor para los tiempos actuales de la música: aquí se grabó en primavera de 2022 la célebre Session 52 de Bizarrap y Quevedo, la canción conocida como ‘Quédate’. Duki puso los cimientos del movimiento años antes”, señala el autor de la nota, Carlos Marcos.
Este 2023 estará marcado por las giras de artistas muy convocantes como Tini, Lali, Nicki Nicole y la primera edición del Dale Argentina Fest, un evento itinerante que tuvo un cartel reducido pero atractivo para los nostálgicos: Divididos, Juanse, Guasones, Damas Gratis, Airbag, Coti. Fueron siete fechas en julio: una en Málaga, una en Mallorca, una en Alicante, una en Valencia, dos en Barcelona -donde, aprovechando la coincidencia de agendas, pudo sumarse en una de las jornadas Conociendo Rusia- y una en Madrid, estratégicamente ubicada en una fecha patria: el 9 de julio.
El festival funcionó bien, pero con aforos que nunca superaron las cinco mil personas y con mayoría casi absoluta de argentinos en el público. Es la idea de Ariel Fasko, empresario argentino radicado en Barcelona y promotor principal del Dale: que el festival sea, primero que nada, un punto de encuentro marcado por la argentinidad al palo y después se verá si hay posibilidades de que despierte el interés de gente de otros países.
Se calcula extraoficialmente que tanto en Madrid como en Barcelona, las dos ciudades más emblemáticas de España, viven hoy más de 100.000 argentinos. También que hay unos 30.000 en Málaga y otros 50.000 en Mallorca. Los censados por las autoridades españolas son muchísimos menos. La mayoría está en situaciones más informales, pero aún así son público potencial de un festival como el Dale, cuyas entradas para un día rondaron los 35 euros.
“Fue divertido hacerlo y también fue complicado -dice Fasko-. Porque el argentino es muy exigente. Pero vamos a seguir. Llenamos en todas las fechas, ¿por qué no repetir? Seguro que será con menos bandas porque acá es difícil conseguir un espacio. En España saltás de un venue para 2000 personas a uno para 15.000 o 20.000. En el medio no hay nada. Si tenés sólo un día de festival y muchas bandas, se hace muy largo. Y el clima no ayuda. La época de los festivales es principalmente el verano, pero en Madrid en esa época tenés 40 grados a las 4 de la tarde. Es demasiado. Hay que empezar más tarde para que la gente no sufra tanto el calor”.
Así que el Dale Fest, que tuvo momentos de alta emotividad para los argentinos como el inicio del show de Divididos en Madrid con el Himno Nacional, tendrá una nueva edición en 2024, con un objetivo parecido al de la inaugural (convocar artistas cuyas trayectorias hayan marcado de alguna manera la vida del emigrado) y la posibilidad de sumar algún país latinoamericano como invitado. Fasko asegura que hoy tiene ofertas de Australia, Israel y Miami para organizar nuevas ediciones del festival.
También le fue muy bien en España a Fito Páez. El caso de los santos patronos del rock argentino en este país es particular. Igual que Charly García o Luis Alberto Spinetta, el rosarino no había pisado del todo fuerte en España hasta este año. Ni siquiera en la época en la que estaba en pareja con Cecilia Roth y más cerca de la troupe de Pedro Almodóvar le había ido tan bien como ahora, empujado por el furor que despertó la exitosa serie de Netflix, la celebración del aniversario de El amor después del amor (1992), por lejos su álbum más exitoso, y el trabajo de Daniel Grinbank como manager. En julio, Páez inauguró el Alma Festival de Barcelona con un sold out en la Plaza Mayor del Poble Espanyol de Barcelona, con capacidad para 5000 personas. Y también reunió a cerca de 3000 en las Noches del Botánico en Madrid.
Diferente es el caso de Andrés Calamaro, que tiene toda una carrera hecha en España desde la época de Los Rodríguez, un proyecto nacido en el inicio de los años 90, y que suele pasar una mitad del año en la Argentina y la otra en el que sin dudas es su segundo país. Si de rock y pop se trata, este año también anduvieron por España, entre muchos otros, Fabiana Cantilo, que llenó un par de veces el Café Berlín de Madrid, un espacio de una escala más bien modesta (250 personas); El Kuelgue, que reunió unos 600 fans en la mítica sala El Sol, y de acá a fin de año se vienen fechas de Babasónicos, El Mató A Un Policía Motorizado, Estelares y Las Ligas Menores.
Babasónicos se presentará en octubre en la sala Joy Eslava de Madrid, que se llena con 1500 personas y la venta anticipada ya señala que será con entradas agotadas. La banda aprovechará el viaje para hacer conciertos en Barcelona, Ibiza, Londres y Dublín. El Mató... hará una minigira española con shows en Madrid, Barcelona, Valencia y Granada. La convocatoria en las fechas de estas bandas rara vez excede las 1500 personas. Si la entrada cuesta, para poner un número redondo, 30 euros, se puede, en caso de llenar siempre en salas con esa capacidad, generar una taquilla de 45.000 de la moneda común europea por show. Pero hay que calcular gastos (viajes, comida, alojamiento, marketing, en algunos casos porcentaje del representante). Los que conocen el paño dicen que más que un negocio económico, para las bandas es una apuesta al futuro (a que esa ecuación económica vaya mejorando con el paso del tiempo y las visitas, en definitiva) y también una aventura: la mayor parte de los artistas sueña con tocar fuera de su país.
El sueño de plantar bandera en España
Charco es una productora con más de diez años de recorrido que controla Miguel Ángel García Garrido, un argentino que vive en España y trabaja desde hace años con Babasónicos, entre otros muchos artistas argentinos. Charco publica en su página web un manifiesto pensado desde la lógica de su estatus de “agencia creativa”: “En estos diez años hemos trabajado con más de 200 artistas. En la industria se nos conoce por liderar la nueva movida latina en España, la española en Latinoamérica y por haber sido claves en el crecimiento de bandas imprescindibles de uno y otro lado del Atlántico. Pero lo cierto es que también hemos descubierto y exportado grandes músicos allá, abriendo las fronteras y multiplicando las comunidades de seguidores. Un buen día, pensamos que teníamos que diseñar nuestro propio festival y creamos el Festival Charco, un afluente que desembocó en Río Babel. Con artistas referentes como Residente, Bomba Estéreo, Los Fabulosos Cadillacs, Estopa, Enrique Bunbury, Los Planetas y un larguísimo etcétera...”.
Claramente, es otra idea que la que está detrás del Dale Fest, una apuesta más orientada al one shot: aglutinar en un solo festival a “toda la comunidad argentina que vive en Europa y quiere una conexión más cercana con su país, con sus orígenes, sus recuerdos, su música”, como explica Fasko, también organizador de celebraciones populares en las fechas patrias de distintos países latinoamericanos, un proyecto que tiene sentido pensando en la gran cantidad de inmigrantes latinos que hoy vive en España.
“Nosotros apuntamos a la nostalgia, a los artistas que son míticos para mucha gente que los siguió en su adolescencia y su juventud. Pero eso también se transmite a otras generaciones más jóvenes. Muchos vienen con sus hijos -señala Fasko-. Y se produce una comunión muy linda. Todos los artistas que estuvieron este año quieren repetir. El problema es que traerlos por pocas fechas -o por una sola, mucho peor- no es conveniente. Para esta primera edición del Dale trajimos de Argentina a 42 personas, entre músicos y asistentes. Son más de 70.000 euros sólo en pasajes. Y lo hicimos sin apoyo oficial: no nos ayudó ni la embajada ni el consulado ni el gobierno argentino”.
Charco, en cambio, ha organizado a los largo de sus diez años de existencia festivales con miras más amplias: fueron parte del cartel de Río Babel -un festival que dejó de hacerse porque “los números empezaron a exigir un respaldo que no teníamos”, aclara García Garrido- artistas de habla hispana muy diferentes: Julieta Venegas, Juan Luis Guerra, Bomba Estéreo, Juanes, Residente, Los Auténticos Decadentes, Miranda!, Louta y C. Tangana.
“Después de terminada la pandemia hubo un boom de la música en vivo que por suerte continúa -dice el responsable de Charco-. Y a eso se le sumó el boom de la música latina en todo el mundo, traccionado por la música urbana. Acá en España esa explosión fue muy fuerte: ¡Duki va a hacer un concierto en el Bernabéu! Y yo vendo más tickets en los shows que organizo ahora que antes de la pandemia. Me parece que después de todo lo que pasó, la experiencia de ir a conciertos es mucho más relevante ahora que antes. Y también que ahora la música latina está mejor vista en España. Hasta no hace mucho los españoles eran más anglófilos. Venían muy buenos artistas latinoamericanos y la prensa española no les prestaba atención. Pero sí le daban bola a cualquier banda de veinteañeros de Manchester que hacía lo mismo de siempre y encima cobraban veinte veces más de cachet que un artista latino. El cambio es reciente, ¿eh?, Fito estuvo en 2019 y vendió tres veces menos que este año. Creo que está desapareciendo el prejuicio con la música latinoamericana. Es un momento para aprovechar”.
Ahora mismo, los esfuerzos de Charco están concentrados en buena parte en la gira española de No Te Va Gustar, que incluye ocho conciertos en ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao y Santiago de Compostela. “Hay un interés creciente y no sólo de la comunidad de argentinos -asevera García Garrido-. Con El Kuelgue pensábamos vender 600 entradas en Barcelona y vendimos 2000. En Madrid esperábamos 250 personas y hubo 600. Me parece que en la medida que sepamos crear marcos conceptuales que permitan el desarrollo de artistas en un territorio que no es el suyo, la cosa puede empezar a funcionar cada vez mejor. Con Charco hemos sabido conseguir que medios de comunicación y festivales se interesen por los artistas con los que trabajamos porque saben que hay una curaduría, que hay una apuesta por la calidad. Y hacemos un trabajo de doble vía: llevamos músicos latinoamericanos a España y otros países de Europa y también organizamos conciertos de artistas españoles en América Latina. Es diferente a lo del Dale, que encapsula mucho más la oferta y está orientado casi exclusivamente a la colectividad argentina. Tuvieron buen timing porque fue justo después del Mundial, pero no sé si hay una perspectiva de crecimiento para un festival como ese”.
De la mano del trap
Es cierto que el fenómeno de la música argentina en España está muy relacionado con el trauma de la pandemia. La sensación de final de ciclo que se instaló en la sociedad global produjo una reacción: algo así como un “a ver conciertos que se acaba el mundo”. Se revalorizó la experiencia del vivo, que es diferente a la de escuchar música en casa o caminando por la calle con auriculares. “Es la diferencia que hay entre ver una película en televisión con publicidad y verla en cine. Independientemente de la explosión del streaming, la gente quiere vivir a pleno la música”, argumenta García Garrido, que se entusiasma con el recorrido que está haciendo un artista como Ysy A, rapero argentino de apenas 25 años que en septiembre volverá a España después de una exitosa y muy reciente gira por el país.
El fenómeno indiscutible es el del trap y toda la música urbana (para sintetizar bajo un mismo concepto a toda una camada de artistas jóvenes que trabajan, con diferentes estilos y enfoques, alrededor de géneros que tienen como referencia importante al hip hop, el soul y el R&B). Sobre todo para los artistas top como Duki, Trueno, Bizarrap, Wos y Nicki Nicole. Pero por debajo de esos grandes imanes populares hay todo un ejército de artistas jóvenes con menos convocatoria que las estrellas del género pero con un gran potencial comercial y que sí han logrado exceder el interés de los argentinos y amplificarlo a toda la gran comunidad latina que vive en España y al propio público nativo del país europeo.
“El único fenómeno es el de estos artistas jóvenes de trap, o llamalo como quieras -dice Mundy Epifanio, cuyo carácter de pionero le confiere autoridad a la hora de analizar el mercado-. Es el único boom real. Después están los artistas argentinos que vienen a hacer tourismo. Saben que en España se come bárbaro, que el clima es genial, que es un país con una marcha nocturna inigualable y entonces eligen venir aunque pierdan plata”.
Exmanager de Riff, Los Violadores y Attaque 77, hoy Epifanio maneja una cartera de representados mucho más variada: Los Pericos, Zoe Gotusso, L-Gante, Raúl Lavié, Nito Mestre, Momi Giardina, Martín Bossi, el Pela Romero... Y dice que la única manera de que un artista argentino pueda consolidarse en España es “con espíritu y bolsillo”. Mundy lleva organizados más de setenta shows en este 2023 y asegura que la mayor parte de los artistas argentinos que vienen a España “ganan un 10% de lo que pueden ganar en un show allá: en el Dale, el que más convocó fue Divididos, pero al final fue menos gente que en dos fechas en el Teatro de Flores”, calcula.
“Si vos estás dispuesto a hacer un trabajo como el que hizo El Mató a un Policía Motorizado, que invirtió tiempo y dinero para buscar al público español, puede ser -agrega-. Pero si no invertís tiempo y dinero es imposible. Porque los medios no te dan bola en España hasta que no tenés éxito. Ahora, si tenés 150.000 euros y sos amigo del director de Cadena 100, que son dos condiciones difíciles de tener -esa plata y esa amistad, quiero decir-, más las ganas de hacerlo, también puede valer la pena. Pero para hacerte amigo de esa persona tenés que laburar treinta años en el mercado español como hice yo”.
Cuando el mercado español todavía era una quimera para los artistas argentinos, allá por 1993, Mundy llevó a España a Rata Blanca. “Fue en la vieja sala Canciller, un extemplo madrileño del heavy metal donde hoy funciona un supermercado. No había tantos argentinos en el show, la mayoría eran españoles y eso fue porque hicimos un trabajo previo de difusión de la banda que tuvo sentido”, remarca. “Después traje a Bersuit, que para mí es la banda argentina que -en diferente escala a este fenómeno del trap, claro- para mí más convoca en España. En el primer show que hice con ellos, que fue en la sala Moby Dick, el dueño del lugar me dijo que había sido un éxito porque fueron veinte españoles que lo vivieron más como un after office pero se quedaron. ‘Por lo menos no se fueron’, me decía el tipo. Esa era la vara con la que se medía a los músicos argentinos en aquella época. Eso fue en 1999. Ya en el 2005 hacíamos giras por veinticinco ciudades. Y en 2007 vendimos 3800 tickets”.
Epifanio sostiene que muchos de los artistas que visitan España “viajan para después sacar una gacetilla contando que estuvieron tocando en Europa, aunque hayan tocado para cien personas. Nadie te va a decir nunca que le va mal”, remata. Este año, este experimentado manager argentino llevó adelante las giras por la península ibérica de Las Pastillas del Abuelo, Bersuit Vergarabat, Nonpalidece y La K’onga, una banda cordobesa que adaptó su perfil cuartetero a uno más cercano a la world music para encajar mejor en el mercado europeo.
“Babasónicos viene a Europa porque a ellos les gusta Europa, no porque hagan un gran negocio”, sentencia Mundy, también responsable en su momento de la llegada a España de Todos Tus Muertos y Attaque 77. “El modelo de grupos argentinos que vienen a tocar solo para argentinos tiene un límite evidente -razona-. Con Attaque, por ejemplo, hicimos un trabajo gradual. Pongo un ejemplo: en Zurich, la primera vez llevaron cuarenta personas, la segunda doscientas y la tercera fue sold out, con 450 tickets vendidos a público íntegramente suizo. Me acuerdo que había solo dos pibes cordobeses que estaban al borde del escenario pidiendo ‘Hacelo por mí’ cada diez minutos. Pero era otro contexto, estábamos con el 1 a 1, éramos los millonarios del mundo y podíamos invertir pensando en el futuro. Lo que decía antes: espíritu y bolsillo. Creer en algo y poner lo que haga falta para conseguirlo. Y así pudimos hacer giras de tres meses por Europa: quince ciudades en Alemania, ocho en Suiza, tres en Austria, diez en Italia. No es lo mismo que venir a pasear, que me parece bien, pero no tiene nada que ver con el negocio ni con llegarle al público que no sea de tu país”.
Ya en 2003, “Attaque estaba recaudando 5000 euros por show, que era el equivalente a 20.000 euros de ahora”, confía Mundy. “Pero eso también pasaba porque había compañías que respaldaban. Era la época en la que Afo Verde estaba en BMG y apoyaba estas movidas. Si lo hacés bien, da resultados. Bersuit tiene hoy un 50% de público español en todas las ciudades en las que toca, pero entre 1999 y 2005 hubo una inversión de más de 200.000 dólares para que la banda sea más conocida en España. Yo llevé adelante ese plan de marketing. No sé si hay muchos más argentinos que puedan presumir de eso. Los Fabulosos Cadillacs, ponele, pero es que el 70% del público que los va a ver en España no es ni argentino ni español, es de toda América Latina. Pero lo que para mí es evidente es que si no hay un plan atrás, lo que te venden como ‘gira europea’ es simple tourismo”.
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