Las proezas del gran Mischa Maisky
Mischa Maisky (violonchelo) y la Orquesta Sinfónica RTV Eslovenia
Nuestra opinión: excelente
Director: Raoul Grüneis / Programa: obertura "La novia vendida", B. Smetana; concierto para violonchelo y orquesta en la menor, op. 129, de R. Schumann; sinfonía Nº 4 en mi menor op. 98, de J. Brahms / Ciclo: Nuova Harmonia / Teatro: Coliseo / Función: el viernes último
Hay futbolistas que trabajan de jugar al fútbol, hay otros que juegan al fútbol. Entre los últimos se puede contar a Messi y a Maradona como máximos exponentes: su manera de tocar la pelota hace pensar que sus jugadas no podrían ser de otra manera. Esta excepcional naturalidad y fluidez para la proeza humana también se perciben en el mundo de la música, en este caso ante la presencia de Mischa Maisky.
Nuova Harmonia abrió la coda del ciclo 2019 con el gran violonchelista letón (y del mundo) acompañado por la Orquesta Sinfónica RTV Eslovenia. El concierto fue una mezcla equilibrada de potencia, técnica y musicalidad. Comenzó con la obertura de La novia vendida (B. Smetana), con una interpretación que parecía un trabajo de relojería. El despliegue de precisión hizo olvidar por momentos que la obra era una antesala del esperado concierto para violonchelo Op. 129 de Schumann, el punto más alto de la noche y, sin exagerar, de la temporada 2019. Maisky grabó este concierto a los 27 años, junto a la Filarmónica de Viena, bajo la batuta de Bernstein, y hoy lo vuelve a tocar con la madurez interpretativa que solo su bagaje profesional puede admitir. Esta composición es una rara avis en el repertorio romántico para violonchelo, es tan bella como desafiante, y exige un conocimiento profundo del lenguaje estilístico y del compositor, particularmente. Maisky lo interpretó con plena conciencia de la construcción de la pieza y con la refinada capacidad de diferenciar los momentos del solista. ¿Cuándo es protagonista el violonchelo? ¿Cuándo hace el instrumento comentarios junto a la masa orquestal? Maisky tenía todas las respuestas y, junto al director de orquesta, exigieron lo mejor del conjunto esloveno hasta llegar al tercer movimiento, en el que desplegaron un virtuosismo y una potencia conmovedora. Antes del intermedio el solista ofreció tres piezas fuera de programa con un estilo que demostró su militancia por el antidogmatismo (en la música y en la vida): variaciones 6 y 7 sobre un tema rococó (P. I. Tchaikovsky), sarabande de la suite No. 5 y el preludio de la suite N° 1 (J.S. Bach).
La segunda parte de la noche estuvo dedicada a la sinfonía N° 4 de Brahms. Con Grüneis en el podio, la orquesta exaltó el espíritu romántico con un crescendo que llegó a su apogeo en el último movimiento, en el que el sonido compacto, masivo, contundente de la orquesta pasó por cada una las exquisitas variaciones. Para cerrar la noche ofrecieron una pieza de carácter folclórico esloveno, Kadar Zila noj Drava (Aldo Kumar), y la obertura de Poeta y campesino (Franz von Suppé).
Siguiendo el consejo de Maisky sobre cuidarse de los dogmas, la verdad es que no es ortodoxo comenzar una crítica citando el mundo del fútbol. Pero la locución justa que encontramos para comentarles a los nuestros lo que estaba ocurriendo en el concierto viene de allí: "¡Mischa Maisky la está descosiendo!".
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