Las cantantes del pop chileno tienen la fórmula para trascender la Cordillera
En una entrevista con el diario español El País, hace ocho años, Javiera Mena contaba que un periodista le había señalado que Chile es un país que "se mira para adentro musicalmente". En esa nota, ella atribuía esa característica a algo "melancólico, más tímido". Luego de décadas de que el pop del otro lado de la cordillera fuera patrimonio del indie, el año pasado la cantautora que participa del documental de NatGeo sobre la vida de Gustavo Cerati lanzó Espejo, su cuarto disco de estudio y el primero respaldada por una discográfica, Sony. A la vez, la finalista de The Voice Chile, Camila Gallardo, se establecía como Cami para el público masivo al sacar Rosa, su disco debut, y Denise Rosenthal sonaba en todos lados con Cambio de piel, su primera criatura (Universal), nacida a fines de 2017.
Cuando en enero del año pasado las dos sub 30 fueron figuras estelares en la última edición del festival de artistas chilenos La Cumbre del Rock (desde este año, La Cumbre), dos cosas se volvieron seguras: el rock perdió bastante terreno, y el pop hecho por mujeres se volvió mainstream (¿O el mainstream se volvió pop?).
En agosto de 2015, Cami llegó a la final de la versión local del concurso televisivo de canto, a sus dieciocho años. Aunque había superado fases gracias a baladas pop en inglés, se ganó su lugar como finalista cantando "Gracias a la vida", de Violeta Parra, una de las artistas chilenas que enumera entre sus influencias ("Anita Tijoux, Francisca Valenzuela, Camila Moreno", completa). Aunque no ganó fue fichada por Universal y menos de dos años después estaba online el videoclip de "Abrázame", su single de cadencia alegre y trasfondo folclórico que acumula 30 millones de reproducciones en YouTube. Con frescura y una voz reconocible en cualquier radio, Gallardo hace una actualización de la canción chilena a partir de sus letras intimistas y directas, como en "Pa callar tus penas".
Lejos del look pies descalzos y despeinada de Cami se ubica Denise Rosenthal. Algo así como "la Lali de ellos", Denise arrancó en 2007 como una de las protagonistas de la serie juvenil Amango, de la que se desprendió un grupo musical. Sin dejar la actuación de lado, en 2013 produjo de forma independiente Fiesta, un disco de dance-pop escrito casi por completo en inglés. A fines de 2016, reapareció en la música con "Cambio de piel", el primer single de su disco homónimo. "Me dejé llevar por la corriente/ La ilusión jugó contra mi mente/ Alejándome de todo lo que soy y quiero ser", canta adelantando el vuelco hacia algo más "genuino". En su caso, se trató de hacerse cargo de letras que hablan sobre su propia identidad, y de temáticas de género, como los parámetros de belleza, en "Encadená", y la causa feminista, en "Lucha en equilibrio", sin abandonar el pop y su estética estridente y performática.
"Creo que el miedo existe, y negarlo es poco real. Al final, uno debe aprender a vivir en la crisis, en el temor, y enfrentarlo forma parte del proceso", explica Rosenthal sobre la transformación de su música. "Me parecía importante habitar el espacio mainstream con contenidos más sólidos, más profundos, sentía que era una oportunidad el hecho de tener la vitrina y el espacio para utilizarlo a favor de construir y de aportar de alguna manera", agrega. En el videoclip de 'Lucha en equilibrio', además, se evidencia un esfuerzo de latinoamericanizar su pop: desde un sonido con raíces en la cumbia y hasta en algo más folclórico, a las coreografías reggeatoneras y los paisajes chilenos como decorado, no hay dudas de que la música de Denise no se origina en ningún país anglosajón.
Cami y Denise, además de trabajar con la misma discográfica, son compañeras de generación. "Creo que parte de las trabas que encontramos en la industria las mujeres es esa obsesión por hacernos competir entre nosotras. Otra traba es la superficialidad que exigen para artistas jóvenes, como yo, sin saber que produce inseguridades y hace todo más difícil", opina Cami. "Creo que hemos construido un camino con un paso bien marcado –agrega–, dejando huellas en la música y la verdad es que estoy muy orgullosa de mi generación y de las pasadas, que han ayudado a que hoy en día podamos estar en los escenarios".
Parte de las trabas que encontramos en la industria las mujeres es esa obsesión por hacernos competir entre nosotras
A mediados de la primera década del siglo, surgían en Chile bandas de indie-pop como Denver y Teleradio Donoso (liderada por Alex Anwandter), y empezaban a sacar sus primeros discos Javiera Mena, Gepe, Mon Laferte y Francisca Valenzuela. Mientras que Laferte se terminaba marchando a México, donde encontró su lugar desde el cual expandir su bolero melodramático hacia toda América Latina, Javiera y Francisca se mantuvieron dentro de la escena independiente de Santiago, a pesar de sonar en radios, tener proyección internacional y tocar en festivales como Viña del Mar, donde el pop siempre pudo ser un género disruptivo.
Aunque la generación nacida en los 80 logró despegarse del imperativo de protesta de los artistas que los precedieron y que estuvieron en actividad inmediatamente después del final de la dictadura de Pinochet, el espíritu militante nunca dejó de estar presente en la escena musical chilena. Y menos en el pop, el género al que fue virando Los Prisioneros, una de las bandas más contestatarias durante el gobierno de facto.
A partir de Esquemas juveniles (2006), Javiera Mena se convirtió en referente latinoamericana del electro-pop, a través de sus letras de amor escritas en género neutro, y la melancolía transformada en música bailable. Aunque nunca le canta directamente a mujeres y siempre que hubo algo que agregar lo hizo con sus videoclips, como con "Espada", Javiera es abiertamente lesbiana y hay algo de la noche queer chilena que llevó a un público más amplio, como Miranda! lo hizo en la Argentina en la misma época: la idea de que bailar puede ser un statement, una celebración de la propia existencia.
La menos electro y más almodovariana Francisca Valenzuela, desde Muérdete la lengua (2007), el primero de sus tres discos, habló de romance y de sexualidad femenina con la gracia de quien no se toma tan en serio, un permiso que el pop se da más que otros géneros. Un ejemplo es "Tómame", su último single, una declaración de deseo dirigida a un varón. Esto no es casual teniendo en cuenta que Francisca es una militante feminista: es aliada de la comunidad LGBTQ+, se pronunció a favor del aborto legal en Chile, y lleva adelante el Ruidosa Fest. El festival fundando en 2016, además de reunir a músicas chilenas, presenta todos los años paneles y charlas sobre temas como la participación de mujeres en festivales y "el nuevo modelo del indie con perspectiva de género". Ruidosa también cuenta con una página web abierta a colaboraciones en la que se recomiendan artistas mujeres de diversas disciplinas e inclusive se elaboraron estadísticas sobre la brecha de género en los festivales latinoamericanos.
En la era de las redes sociales, las solistas pop como Denise Rosenthal o Cami están inaugurando una nueva etapa en la música chilena, dirigida a un público híper masivo, que en parte está representado por los millones de seguidores que acumulan en sus cuentas de Instagram. Aunque es una nueva forma de asomarse por la cordillera, no hay dudas de que son herederas de una generación previa que cultivó un pop local y que hace que las más jóvenes sigan arrastrando al género elementos feministas, latinoamericanos y propios de la canción autóctona. Con o sin discográfica superpoderosa detrás, no hay dudas de que la música chilena se construye "mirando para adentro".
Javiera Mena, la "veterana" de la escena
En poco más de diez años -desde la aparición de su primer disco, Esquemas juveniles (2006) hasta hoy-, Javiera Mena ha sabido cómo construir una carrera sólida y expansiva. Al tiempo que su popularidad en Chile fue creciendo exponencialmente -la prueba fehaciente fue su presentación en el popular Festival de Viña del Mar de 2016-, también fue sumando fans y elogios de la prensa especializada en México, España y Argentina, donde volverá a pisar un escenario este domingo, a las 19.
Esta vez Javiera llegará al Parador Konex (Sarmiento 3131) con una mochila cargada con las canciones de su último disco, Espejo, y con un notable repertorio que, en los últimos años, se ha inclinado claramente hacia el electro-pop. "Creo que hay dos facetas que me representan: la del electro-pop más bailable (muy presente en el álbum Otra era, de 2014) y la de baladista. La electrónica es medular, eso sí. Es que yo empecé haciendo música en una computadora", argumenta ella.
A mediados de diciembre, Javiera lanzó el videoclip de "Alma", cuarto single de su último trabajo, el primero que editó con un sello multinacional (Sony Music). Y hace poco también le llegó la confirmación de su inminente participación en Coachella, famoso festival californiano que tendrá en la edición de abril próximo un atractivo line-up, con figuras como Childish Gambino, Ariana Grande, Tame Impala, Janelle Monáe, Solange, J Balvin, Aphex Twin y Rosalía. Es un momento de crecimiento evidente, resultado de la combinación de talento, persistencia y organización: "Me gusta dejarme llevar cuando compongo o toco, pero la disciplina también es necesaria -explica Mena-. Con los años vas acumulando experiencia y aprendiendo cómo llegar mas rápido a los lugares a los que querés ir".
En las plataformas de streaming apareció hace un tiempo Primeras composiciones 2000-2003, un disco con pasajes acústicos y una producción más austera que igual deja entrever la gran capacidad de la artista chilena para elaborar melodías adhesivas. Escucharlo de corrido con el resto de su obra es útil para notar la gradual mutación de su propuesta sonora. "Los cambios no son obligatorios -reflexiona Javiera-. Hay algunos músicos que mantuvieron siempre un mismo estilo, como los Ramones, y siguen siendo maravillosos. Yo he ido variando, pero siempre dentro de un estilo definido. Las herramientas y la gente con la que te vas topando hace que tu sonido vaya cambiando".
Los cambios no son obligatorios. Hay algunos músicos que mantuvieron siempre un mismo estilo, como los Ramones, y siguen siendo maravillosos
Lo que no se discute es que Argentina siempre ha sido una buena plaza para Mena. Tiene unos cuantos colegas con los que siente una auténtica afinidad (los DJ Pareja, Miranda!, Ibiza Pareo, Rosario Bléfari),y Esquemas juveniles, de hecho, fue editado aquí antes que en Chile, donde la prensa la ha tratado bien pero con menos entusiasmo que en el exterior. "A veces sucede que la prensa te valora más afuera que en tu propio país. En los países más pequeños, como Chile y Uruguay, están más pendientes de lo que ocurre en el exterior y quizás no valoran tanto lo que ocurre localmente. En Chile se observa mucho lo que pasa en Estados Unidos y Europa. Pero eso está cambiando lentamente, y hoy ya me siento más valorada en mi país", sintetiza la artista.
De la escena musical de su país, Javiera destaca a Peggy Gou, "una productora y DJ que reivindica el tecno y el house para las nuevas generaciones". También elogia a Tomasa del Real, la otra artista chilena que será parte de la edición 2019 de Coachella: "Forma parte de la escena de la música alternativa de mi país. Mezcla muy bien la electrónica con el trap, el hip hop y el perreo. Es una escena chica pero muy colaborativa. Mi hermano acaba de verla en vivo en Nueva York y me contó que la pasó genial. Sus shows son divertidos, la pasás muy bien viéndola". En Espejo, Javiera hizo su propia puesta a punto con música para la pista de baile con raíz latina: con la colombiana Li Saumet (Bomba Stereo) como socia, el cadencioso tropical house de "Intuición" se vuelve realmente adictivo.
Aun con plena conciencia de las polémicas que generan algunas letras machistas del reggaetón, Mena prefiere quedarse con lo mejor de ese género hoy en boga en todo el mundo: "Se puede tomar en cuenta su ritmo bailable y su muy buena producción, sin hacer tanto foco en las letras- señala-. A mí, más que la misoginia, me llama la atención la arrogancia de algunos artistas. Pero pasa en todos los estilos. ¿O no hay misoginia y arrogancia en el rock?".
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