Hoy que el biopic es un género muy valorado en la industria del cine -ahí están para certificarlo los sucesos de las películas sobre la vida y la carrera de Freddie Mercury y Elton John, dos ejemplos de grandes figuras del mundo de la música que fueron un anzuelo eficaz para el gran público-, quizás sea hora de pensar en una película que cuente la historia de Carla Bruni. Hay una buena cantidad de condimentos que justificarían el plan de reconstruir a través de una ficción el camino de esta mujer de 52 años que pertenece a una familia muy adinerada, fue una cotizada top model a fines de los 80, inició una carrera como cantante y vendió un millón trescientas mil copias de su primer disco, tuvo romances con Eric Clapton, Kevin Costner, Mick Jagger y Donald Trump y hasta fue Primera Dama de Francia, al casarse con el expresidente Nicolas Sarkozy. Glamour, dinero y poder encarnados en una sola persona.
Hace unos días, Carla Bruni editó su quinto disco, al que tituló directamente con su nombre, tal vez para insinuar que ya funciona por sí solo como una marca, y que no se corre demasiado de aquel exitoso debut de 2002, Quelqu’un m’a dit (2002), apoyado en un repertorio clásico de chanson francaise con impulso pop que reflejaba con claridad sus referentes más adorados: Serge Gainsbourg y Joni Mitchell. Un claro gesto defensivo después de una experiencia que ya a priori era riesgosa y tuvo efectivamente resultados irregulares, el álbum French Touch (2017), una colección de versiones de temas de The Clash, Lou Reed, The Rolling Stones y AC/DC que seguramente les pusieron los pelos de punta a los fans más acérrimos de esos artistas.
No hay muchas innovaciones ni mayores pretensiones en estas nuevas trece canciones de espíritu calmo y refinado. La mayor novedad es el delicado pero expresivo rapeo de Valera Bruni-Tedeschi, actriz, cineasta y hermana mayor de Carla, en "Voglio l'amore", un tema en italiano que por lo demás replica el estilo de producción sonora de todo el álbum, apuntado a provocar ese ambiente de intimidad, sugestión y sutileza que ya es una tradición en las cantantes pop francesas (pensemos en Francoise Hardy, Keren Ann, Camille, Coralie Clement o Charlotte Gainsbourg).
Hay algunos invitados más: los cantautores Calogero y Julien Clerc, y el pianista Michel Amsellem, que ya había participado en el disco de Bruni Comme si de rien n’était (2008) y se luce en "Un grand amour", un vals evocador que está entre lo mejor de esta nueva cosecha musical. Las letras revelan las tribulaciones de una estrella mediática que atraviesa los dilemas clásicos de la mediana edad con más urgencias existenciales que terrenales: el deseo y sus zigzagueos durante la vida en pareja, la fortaleza anímica para tolerar que los hijos crezcan y se vayan de casa, la relación con la idea de la muerte.
Bruni terminó el disco en un estudio que improvisó en una casa de campo del sur de Francia, donde se instaló durante la cuarentena con Sarkozy y la hija que tuvo con él, Giulia, de 9 años. Tiene otro hijo, Aurelien, de 19 años, fruto de su relación con el escritor francés Raphaël Enthoven y convertido hoy en famoso youtuber. Ahora ya está de vuelta en París, donde el gobierno de Emmanuel Macron acaba de decretar emergencia sanitaria y toque de queda, una reclusión obligada que aprovechará para ajustar los detalles de un tour virtual por la capital francesa en el que viene trabajando hace unos meses.
Una vida de novela
Carla Bruni fue una de las top models más famosas de los años 80 y 90, en un contexto en el que aparecieron en el mundo de la moda estrellas como Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Naomi Campbell, Linda Evangelista y Christy Turlington. Se dice que ninguna de ellas movía un dedo en aquellos momentos de gloria por menos de 10.000 dólares. Bruni desfiló para los diseñadores más prestigiosos del mundo y estableció un vínculo especialmente cercano con el célebre Yves Sain Laurent, fallecido en 2008. Trabajó como modelo hasta los 29 años, cuando se retiró para dedicarse de lleno a la música.
No llegó al modelaje por casualidad ni por una necesidad económica: su poderosa familia pagó sus estudios en carísimos internados suizos e ingleses y también una carrera de Arquitectura que cambió rápidamente por las pasarelas. El interés por la música proviene del ambiente familiar: Alberto Bruni Tedeschi, fallecido en 1996, fue un exitoso hombre de negocios, pero también un amante de la ópera, y su madre, Marisa Borini, que tiene hoy 90 años, una actriz y pianista formada en los círculos culturales de la alta burguesía de Turín.
Carla nació en Italia y recién supo que Alberto Bruni Tedeschi no era su padre biológico a los 28 años. Su madre esperó todo ese tiempo para contarle que su verdadero padre era un hombre de negocios brasileño llamado Maurizio Remmert. En 2016, Marisa Borini publicó Mes chères filles, je vais vous raconter (Mis queridas hijas, les voy a contar), una sorprendente autobiografía en la que revela la verdadera identidad del padre de Carla.
La historia completa es digna de una telenovela. La familia emigró de Italia en 1975 por temor a los secuestros de las Brigadas Rojas y se instaló en París. Valeria tenía 9 años y Carla, 5. Antes, durante su vida en Italia, Marisa mantuvo un largo romance con Maurizio Remmert, quien tenía 19 años (dieciséis menos que ella) cuando la conoció y era hijo de Giorgio Remmert, quien curiosamente también había sido su amante. Ya transformada en figura pública, Carla ha agradecido a Alberto en más de una oportunidad que la tratara como su auténtica hija. Uno de los golpes más duros para la familia fue la muerte de Virginio, hijo varón del matrimonio, fallecido en 2006 víctima del sida, después de quince años de enfermedad.
La vida amorosa de la propia Carla también está llena de alternativas, marchas y contramarchas, pero finalmente se estabilizó a partir de la relación con Sarkozy, que tuvo un despliegue vertiginoso: se casaron en febrero de 2008, tres meses después de conocerse en una cena, en una íntima y secreta ceremonia en el Palacio del Elíseo.
En noviembre de 2018, el periodista Marc Dolisi publicó un libro sobre la ex Primera Dama de Francia titulado Un Après-Midi chez Carla (Una tarde en casa de Carla). Allí se la define como "una mujer muy compleja". Dolisi, de buena relación con ella, asegura también que, aunque Carla lo haya negado más de una vez, el amorío con Jagger existió. "Pero al contrario de lo que se ha dicho repetidamente sobre ella, no creo que se sienta atraída por el poder -sostiene el biógrafo-. Ella tuvo siempre dinero, belleza e inteligencia. Y también talento. Creo que lo que Carla ha necesitado siempre es estar cerca de alguien a quien pueda realmente admirar".
De las pasarelas a los escenarios
Tyra Banks. En 2004, alguien de la industria de la música creyó que esta modelo californiana podría competir con Jennifer López y Beyoncé y la impulsó a grabar el single "Shake Ya Body", acompañado por un videoclip en el que también tuvo que exhibir sus dotes de bailarina. Pero la carrera musical de Tyra no llegó a despegar. Diez años después recordó la experiencia con un dejo de amargura: "Aunque pongas tu corazón en algo, si no tenés talento para eso, mejor no lo hagas".
Gisele Bündchen. En su debut musical, en 2013, la supermodelo brasileña (fue durante catorce años la más cotizada del mundo) desestimó la bossa nova para decantarse por una personal versión de un clásico del rock de los sesenta: "All Day and All of the Night", gran tema de la banda inglesa The Kinks que formó parte de una campaña de H&M cuyos beneficios se destinaron a Unicef.
Kate Moss. Ícono de las heroin chic, protagonizó varios videoclips de artistas como Elton John, The White Stripes, Johnny Cash, Paul McCartney, Massive Attack y Primal Scream, banda que también la invitó a sumarse a los coros del tema "Some Velvet Morning" (2003). Dos años después se puso de novia con el inefable Pete Doherty y colaboró con su banda de entonces, Babyshambles, en el tema "La belle et la bête".
Naomi Campbell. Las supermodelos de los años 90 podían cumplir casi todos sus deseos. Y la inglesa Naomi Campbell quiso grabar un disco. Lo hizo en 1994, cuando apareció Baby Woman. Las críticas fueron feroces, pero el álbum fue un gran éxito en Japón. Y también quedó como resultado de esta aventura un muy buen clip del tema "Love and Tears" dirigido por Anton Corbijn, conocido por sus trabajos para Nirvana, U2 y Depeche Mode.
Nico. Andy Warhol tuvo la gran idea de que esta imponente modelo alemana cantara en el mitológico primer disco de The Velvet Underground. Nico había debutado como vocalista en 1965 con un single cuya cara A estaba producida por Brian Jones y la B por Jimmy Page. Después grabó seis discos solistas en los que confirmó su singular talento y su innegable afición por la aventura artística alejada de los caminos más convencionales.
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