La verdadera historia de amor detrás de "Do You Really Want to Hurt Me", un clásico de los 80
El hombre entró a la habitación de su hija y al ver el póster que la adolescente de 16 años había pegado en la pared, sobre la cabecera de su cama, le preguntó: ¿Quién es ese muchacho que se viste de mujer?". Ojos delineados, boca y pómulos profundamente maquillados, cabello largo trenzado, con vincha y sombrero. La imagen de Boy George (la de cualquier disco o revista que mencionara a la banda que encabezó, Culture Club) es una de las grandes postales icónicas del new romantic de principios de los ochenta.
"¿Boy?", preguntó el padre. Y sin esperar respuesta, asintió con la cabeza para intentar alguna empatía con su hija, salió y cerró la puerta. Pero era difícil para ese hombre que, abrazado a los estertores del tango como fenómeno masivo, apenas había podido ponerse a tono de las circunstancias con la llegada de la Nueva Ola, el naciente rock argentino o la psicodelia lisérgica y el hippismo que llegaba como producto de importación de los Estados Unidos. Trans o queer no eran palabras de uso frecuente. "Reconstruirse" ni siquiera entraba en el vocabulario. Encima de todo, los ochenta traían otras novedades, como aquel muchacho de trenzas que sonaba en parlantes de las disquerías y en las pocas FM de aquellos años.
Era el verano de 1984 y Culture Club había lanzado, meses atrás, su disco consagratorio, Colours By Numbers, aquél que traía el hit "Karma Chameleon". Pero si había llegado a la cima de todos los charts no fue exclusivamente por esa canción. Hubo otra que, dos años antes, le había abierto a la banda las puertas del gran mercado de la música pop: "Do You Really Want to Hurt Me".
El tema en cuestión, de pulso reggae y cadencia sensual fue el cuarto single del disco Kissing To Be Clever. Ninguno de los dos singles anteriores había llamado la atención pero "Do You Really Want to Hurt Me", lanzado pocas semanas antes que el álbum completo, fue un verdadero éxito y logró que la banda subiera varios escalones de popularidad. Llegó al primer puesto de UK Singles Chart, donde estuvo tres semanas seguidas en esa posición. Y en los Estados Unidos alcanzó el segundo lugar del Billboard Hot 100.
Todo eso gracias a un gran renunciamiento del cantante. Porque para Boy George (el londinense de 21 años nacido como George Alan O'Dowd) era un tema demasiado personal para que tuviera semejante exposición. Si bien la canción está firmada por los cuatro integrantes de la banda (Roy Hay, Boy George, Mike Craig y Jon Moss), la letra le pertenece al cantante y funciona como una especie de pregunta acerca de una relación amorosa. ¿Realmente quieres lastimarme?
"Dame tiempo para comprender mi crimen (...) He bailado dentro de tus ojos. ¿Cómo puede ser real? ¿Realmente quieres herirme? ¿Realmente quieres hacerme llorar? / Besos preciosos. Palabras que me queman. Los amantes nunca preguntan por qué. En mi corazón el fuego arde. Elige mi color. Encuentra una estrella. (...) Este muchacho ama sin una razón. Estoy preparado para dejarte ir. Si es amor lo que quieres de mi, entonces llévatelo. No todo es lo que ves. Se ha acabado hoy". Eso dicen algunos de sus versos.
La canción habría sido abiertamente dedicada al baterista de la banda, Jon Moss, con quien Boy George mantuvo una relación sentimental durante varios años. Oculta, obviamente, porque desde el entorno del grupo el mensaje era: "¡Qué nadie se entere!".
Qué sí que no
Varias décadas después del estreno, Jon Moss contó al diario inglés The Guardian algunos detalles de la canción: "La compusimos en los primeros tiempos de las cajas de ritmos. En ese momento te encontrabas trabajando con una caja del tamaño de un paquete de cigarrillos pero con un manual nueve veces más grande. Comenzamos a jugar con la máquina, a todos nos gustaba el reggae y se convirtió en una canción reggae. Cuando se la hicimos escuchar a (la gente del sello discográfico) Virgin todos en la reunión se pusieron de pie y empezaron a aplaudir. Parecía obvio que teníamos un gran éxito en nuestras manos. Imagino que la canción trata sobre mí. Creo que la mayoría de las canciones lo son. Fui la musa de Boy George, para bien o para mal. Había mucha subjetividad en su escritura. "Oh, todo me está pasando, oh, no me llamaste". A alguna gente le cuesta asumir que otras personas no tienen sus propios problemas. Pero ahora todos somos mucho mayores. Me ha servido bastante a lo largo de los años haber sido la inspiración para alguien".
Pero el testimonio que dio para el mismo medio Boy George, sobre la canción, fue totalmente diferente. "Jon no era mi musa. Lo escribí por otro ex compañero, Kirk Brandon. Pero cuando escribes canciones sobre otras personas, en realidad se tratan de ti, de todos modos. Muchas de esas primeras canciones, como "Time" y "Victims", eran todas como decir "Ay de mí". Jugué a la víctima. Ese fue el papel que asumí: "Oh, ¿por qué me haces esto?". En el pasado, pasé mucho tiempo tratando de cambiar a las personas de las que estaba enamorado en lugar de tratar de cambiarme a mí mismo".
Kirk Brandon es un cantante, guitarrista y compositor (cinco años mayor que Boy George), que a principios de los ochenta lideraba la banda Theatre of Hate. En 1997 demandó a Boy George por "falsedad maliciosa", a partir de lo que él escribió en su autobiografía, publicada dos años antes, Take It Like a Man. Brandon aseguró que lo relatado por Boy George en torno a hechos de principios de los ochenta habrían dañado su carrera musical. Además, negó toda relación con la canción de George "Unfinished Business", que aparentemente estaba dirigida a él: "Escuché que te casaste con una chica danesa (...) Rompes tu promesa fácilmente (...) Mientes, mientes, mentira. Sí, chico duro, sabes exactamente a qué me refiero".
La enseñanza que da el tiempo
La letra del tema surgió en un departamento londinense: "Los amigos de Jon fumaban marihuana y ahí fue donde se formó la idea. Anoté algunas frases en un papel y las guardé en mi bolsillo. Pensé que la canción era demasiado personal para ser un éxito y no quería que fuera un single. Fui a Virgin y les dije: "¡Van a arruinar nuestra carrera incluso antes de que empecemos!" Nuestra audiencia necesitaba algo para bailar y "Do You Really Want to Hurt Me" era demasiado lenta, demasiado personal, demasiado larga. Todo estaba mal. Así que su éxito fue una gran educación para mí: aprendí que ser personal era la clave para llegar a las personas.
Absolutamente extravertido, Boy George nunca morigeró sus pasiones; tampoco sus excesos, porque mucho más famosos que los orígenes de sus canciones fueron sus problemas con las drogas, que terminaron disolviendo Culture Club en 1987 (aunque luego el grupo tuvo otros dos regresos, ya en este siglo).
Claramente, "Do You Really Want to Hurt Me" fue escrita por George para sí mismo. Lo fue por el modo en que en los últimos versos sentencia el final de una relación y hasta en el videoclip que se conoció tiempo después del estreno de la canción. Allí se puede ver a Boy George enjuiciado en un tribunal por haber ofendido, con su aspecto, la moral de distintas sociedades de mediados del siglo XX. Como si se transportara en el tiempo para provocar la incomodidad y perturbar el statu quo. Es encarcelado pero luego liberado por almas libres. Desde una escalera, canta el estribillo final y mira a cámara. También le dedica su mirada, por unos segundos, al baterista del grupo, que está delante suyo. Pero Jon sigue tocando, como si nada.
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