La sorpresa de Joss Stone en el Luna Park: hizo una videollamada para contarle a su hija y al público el sexo del bebé que espera
Embarazada, la cantante británica se presentó anoche en el histórico escenario y reafirmó su idilio con el público argentino
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Concierto: Joss Stone presenta Never Forget My Love. Estadio : Luna Park. Calificación: muy bueno
Joss Stone puede con todo: está embarazada de su segundo hijo, es madre de una nena de un año y medio y se para en el escenario del Luna Park con la misma dulzura y espontaneidad de siempre. Tiene 35 años, 20 de carrera, lanzó en febrero su octavo disco, Never Forget My Love y está lista para hacer un repaso de su discografía y cantar durante casi dos horas. Tiene un vestido lila, con capa, que le marca la silueta de embarazada, se ríe de que tuvieron que ajustarlo porque no le entraba; camina, baila y hasta se toma una tacita de té (”Happy tea time”, dice cuando le acercan la infusión).
De a ratos genera una intimidad de café concert con la gente. Es una gran maestra de ceremonias, aunque eso es una anécdota comparado con las tonalidades que puede adquirir su voz. Para la chica blanca del soul, como la han apodado a lo largo de los años, las similitudes de algunos de sus tonos con Janis Joplin y Aretha Franklin surgen de forma inmediata. La potencia de esa voz, la comodidad para ir del r&b a la balada, de allí al soul. Joss propone un viaje por diferentes ambientaciones y cada tanto interrumpe los climas que genera para agradecer o contar alguna que otra historia. De fondo, la banda la acompaña de forma orgánica: componen un equipo donde la chica hippie cada tanto se pierde y esboza una sonrisa para después volver a tomar el pulso del show.
En esta cuarta visita al país [estuvo en 2008, 2012 y tocó en el teatro Colón en 2018], Joss ya conoce al público argentino, sabe cómo conectar con él y lo hace desde el comienzo mismo, cuando propone que la ayuden con un murmullo que va guiando desde el escenario. Pasan “Free Me”, “Big Ol’ Game”, “Never Forget my Love” [el sencillo de su último disco]. El expalacio de los deportes se enciende de a poco. Pasadas las 21, Stone toma el micrófono y después de preguntar a la gente si tenía ganas de escuchar canciones nuevas, retoma uno de sus clásicos, donde el groove, la banda y los coros adquieren protagonismo mientras se escuchan las estrofas de “Super Duper Love”, el tema de Sugar Billy del que la británica se apoderó. Después empalma con “Tell Me What We’re Gonna Do Now” y el movimiento de cabezas se hace general.
“Ustedes, chicos, son dulces”, dice en medio del show antes de reírse de sus “rezos de embarazada”. Y, como ha hecho tantas veces, canta un fragmento de “Don´t Cry for Me Argentina” y cuenta que cuando su hija Violet Melissa llora, ella le canta una versión del tema [”Don´t Cry little Violet”]. Acto seguido, presenta la canción que escribió para sus tres mujeres preferidas: su amiga Celina, que la acompaña a donde sea; su mamá, a quien puede llamar a las 4 de la mañana y es incondicional, y su pequeña Violet, y se sumerge en ese himno de amor que es “You´re My girl”. La emoción colma el lugar y aparecen globos rosas sobrevolando, uno de los fan action de la velada. “Les cuento un secreto que nadie sabe”, dice antes de hacer una videollamada en pleno show con su hija, se toca la panza y suma: “No le digan a nadie, pero es un varón”.
A medida que pasan los temas es difícil no pensar en cómo hace Joss para seguir cantando con la misma potencia con esa panza. Pero en ningún momento el estar gestando un niño parece un impedimento. No se agita, no se sienta y hasta cuando el tema lo amerita se mueve de forma sensual. Incluso bromea con algunas frases en español que ha aprendido: desde un “gracias” hasta un “hasta la vista papacito”, frase que la hace reír a carcajadas. Es que además de tener una de las voces más vibrantes del soul, ella es lúdica. Sin ir más lejos, horas antes del show, organizó una búsqueda del tesoro para que los fans encontraran entradas en diferentes puntos de Buenos Aires.
Y llega “Teardrops”, uno de los temas más festejados y que tuvo un momento muy especial. Al ver la efusividad de un grupo de adelante, Joss invita a una de las chicas a cantar con ella. La británica se agacha en el escenario y le pasa el micrófono a una mujer que resultó ser Belén Buconic, cantante de la obra El fantasma de la ópera (lo que explica la potencia con la que cantó “Remind me baby of you”). De hecho es tal el caudal de la voz que Joss termina dejándole el micrófono para que interprete gran parte de la canción. Lejos de la pose de una diva, Stone aplaude emocionada a la mujer del público.
Y el setlist va llegando a su final, entre esa miel que despliega en las baladas a ese groove contagioso que hace mover a la gente de sus sillas. Joss maneja con igual soltura los tonos graves como los agudos pero no pierde en el camino su dulzura. En esos vaivenes viene otro tema inspirado en uno familiar, “Harry’s Symphony”, donde aparecen aires reggae. También suena “Music”, canción donde se siente esa relectura que hace del soul y el r&b con toques británicos. Y pone a todos de pie otra vez con “You Had Me”, donde se impone con ese canto de amor propio.
Se prenden las luces del estadio con “I Put a Spell on You” donde su voz negra y los solos de guitarra generan un aire más nocturno y sexy y le hacen honor al tema de Screamin’ Jay Hawkins, para cerrar en tono de plegaria con “Right to be wrong”. Hay luces que alumbran la penumbra y Stone hace su acto final: le acercan un ramo de flores y se las tira una por una a su público, que a esa altura está hechizado por esa rubia con aires hippies que respira soul.
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