El ex líder de Los Encargados y colaborador de Soda Stereo se presentará el 27 de noviembre en el ND/Teatro; unos alumnos franceses de español lo sorprendieron al contactarlo para hacerle unas preguntas sobre uno de sus clásicos y mostrarle su versión del tema
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El pasado nunca fue el norte artístico de Daniel Melero. A lo largo de casi cuarenta años de recorrido, el líder de Los Encargados se encargó de vislumbrar el futuro cuando en los 80 el rock argentino con suerte miraba hacia el presente, cuando no giraba su cabeza hacia atrás. Desde entonces, el músico y productor puso en marcha una obra que se extiende a más de una veintena de discos en donde la música electrónica y el pop dialogan, tienen puntos de contacto y también brechas de distanciamiento. Vaquero, Recolección vacía y Rocío son, por tomar tres ejemplos al azar, muestras de que la obra de Melero puede ir del folk al ambient, y de ahí a un easy listening robótico sin que los saltos parezcan abruptos, básicamente porque no tiene casilleros en los cuales estancarse.
Si bien no reniega de su pasado, Melero nunca lo abordó desde el purismo. Cerca del cambio de milenio, Piano y M fueron relecturas de luminarias de su catálogo en dos formatos antagónicos: uno íntimo y despojado, y otro sintético y fervoroso. Y a pesar de que construyó una trayectoria sin apegarse a los cánones de la industria, en 2019 el autor de “Sangre en el volcán” celebró los 25 años de Travesti, uno de sus álbumes insignia, con una edición limitada en vinilo y una presentación en vivo en el ND Teatro, donde repasó la totalidad del álbum junto con una docena de canciones de distintos momentos de su carrera.
Y si que Daniel Melero conmemorase un aniversario era un hecho por sí llamativo, la edición de su primer álbum en vivo también lo es. Como su nombre lo sugiere, Travesti vive está compuesto por las canciones de su álbum de 1994, en el orden en el que sonaron en el teatro de la calle Paraguay. “El registro del evento llevó a que el evento también tenga su propia edición. Negarme a eso a esta altura ya cuando me había negado a querer hacer el show, sería como de viejo agreta, y considero que ser enojoso es mejor cuando sos joven”, sintetiza Melero, con el álbum ya en las bateas y plataformas digitales.
En un giro inusitado de las cosas, el músico vivió un intercambio por demás emotivo con un grupo de estudiantes de secundario de Francia que, a través de su clase de español, conocieron por azar una de sus canciones, nada menos que ”Quiero estar entre tus cosas”, y luego no solo aprendieron a cantarla sino que además le hicieron llegar varias preguntas a partir de su interpretación de la letra. El encuentro generó un intercambio de videos entre los alumnos y el músico y está disponible bajo el título “El fabuloso destino de una canción: preguntas a Daniel Melero”.
Los chicos analizaron la letra de la canción y le hicieron llegar una serie de preguntas al artista. “Me mandaron el video que contenía las preguntas, y esa es una nota que no podés decir ‘No, disculpen, no puedo hacerla’. Esta es la nota que había que hacer, tal vez de las más importantes que he dado. Los niños van al tuétano con las preguntas, y a la vez esas preguntas son muy emocionales”, le contó días atrás Melero a silencio.com.ar.
Dentro de este juego entre pasado y presente, el músico volverá el 27 de noviembre al ND/Teatro para 35 años de Silencio, un espectáculo cuyo título promete una nueva celebración que asegura no va a ocurrir: “Es casi una humorada para convocar, y aparte una persona que no se calló nunca, decir que estuvo 35 años en silencio es una penitencia que no supe asumir”, asume, ya que su mira está puesta en Qualia, un tándem de dos discos que publicará en el futuro, pero de los que todavía no se conoce ningún adelanto.
-¿Cómo es esta idea de ponerle a un show el nombre de un disco que no estás presentando?
-No se trata de la celebración del álbum de Los Encargados, además sería inadecuado hacerlo solo desde mi parte. El show trata mucho más de presentar esta música nueva, hacer una refundación, un año cero falaz y cierto al mismo tiempo con una música muy distinta, y con el placer de estar tocando algo que todavía no está publicado. Va a haber muchos temas que casi jamás toqué en vivo, particularmente de Rocío, porque el show coincide con su publicación en vinilo, y siempre fue como el disco difícil de poder tocar en vivo. También va a haber temas de Cámara, que jamás toqué en vivo, y alguna que otra sorpresa.
-¿Cómo dialoga tu pasado con el proyecto de Qualia?
-Es un misterio que no sabría develarte. Estas canciones de tiempo atrás fueron hechas por un cuerpo que hasta su contenido celular no es el mismo. Lo que sucede es que en esta travesía hay un eje conductor que para mí sigue siendo invisible, pero nunca sentí que sea un problema que las cosas sean opuestas. A mí me atrae mucho lo opuesto conviviendo en un conflicto que es el de la abstracción. En uno de los temas nuevos, mi visión fue cómo sonaría el Miles Davis de Bitches Brew sin trompeta y con un cantante. También va a haber temas de Cristales de tiempo que veo que vinculan muy bien en esta forma más extendida de mostrar la música. Qualia es una serie porque es una palabra plural, es muy interesante el concepto. Las qualias son aquellas cosas que cuando se las estás contando a alguien, te resulta que no te alcanzan las palabras, que es intransferible la situación que viviste o sentiste.
-Travesti vive supone un doble fenómeno. No sólo accediste a tu manera entrar en la lógica de los aniversarios, sino que además ahora publicás la grabación de su presentación en vivo.
-Es la degradación de todo lo que se supone de mí, pero también eso es muy bueno para mí. Yo ya estaba embarcado en al menos dos discos nuevos, y eso me hizo renuente, más por tener que tocar al disco pensando cómo fue, porque en definitiva ahí estaba el valor, más que en convertirlo en otra cosa, aunque de todas maneras ocurrió durante el show. También se produjo la grata sorpresa de que nosotros grabamos ese show solamente para tener un registro, no pensando en un disco, y hay un lugar donde no podés eludir tu pasado ya cuando lo tenés, y en definitiva creo que resiste el archivo. Particularmente para mí fue un show plagado de magia, y para todos los que participaron fue como una fiesta de aprecio a aquel disco.
-También te impuso un desafío. Tus shows están más guiados por lo inesperado y este era un concierto en el que había que atenerse a un repertorio.
-Sí, fue una decisión de todos aquellos que me rodeaban, hacer una ingeniería inversa del álbum. Y fue muy revelador inclusive para mí ese proceso. Es un disco que aprecio y tocaba sus temas, pero lo hacía de una manera que no lo representaba. Esta era una ocasión de celebración, lo ensayamos y perfeccionamos mucho. Lo que finalmente ocurrió es que algunos durante el show se expresaron de otra manera y fue muy bello eso. Lo que más me gusta del resultado del disco es que no está corregido, se parece mucho más a un álbum de los 70 o principios de los 80 que a estos falsos álbumes en vivo de ahora, que están regrabados. Esto es lo que ocurrió, y en gran medida lo que más se escucha son los micrófonos de ambiente, y eso le da una cosa que es la experiencia de lo que ocurrió, en la mejor traducción que la repetición podría dar.
-Alguna vez dijiste que entre tus discos, más los que produjiste y en los que participaste, debés andar por más de 300 álbumes. ¿Tenés recuerdos vívidos de todos?
-Lo que puedo llegar a conseguir como vívido hoy también cuenta con la tergiversación de la memoria. Lo que yo tengo son algunos recuerdos vividos (se ríe). Diría que se parece más a eso. ¿Qué me puedo atribuir de algo que hice hace 25 o 30 años? Bueno, no se sabe. Ya mi cuerpo es otro y todas mis células son otras. Los recuerdos vívidos suelen ser aun en el corto plazo lo más falso que existe. Yo prefiero conservarlo para mi privacidad y para aquellos con los que compartí esos momentos.
-Cuando tocaste con Los Encargados en BA Rock en 1982, el público les tiró tomatazos. Muchas de las cosas que hiciste a lo largo de tu carrera no tuvieron reconocimiento en su tiempo, pero luego se volvieron la base de muchas expresiones de la música pop. ¿Los veías como inversiones a futuro?
-Sí, eran legajos para el futuro, y te confieso que aquel que tenía todas las células lo pensaba. Imaginate, alguien que jamás estudió música, que se destacaba en carreras universitarias... mis padres lloraban porque me iba a dedicar a algo y no iba a estudiar. Fue un gran conflicto el “te vas a morir de hambre”. Luego hubo fascinación o lo que fuese, y fue muy hermoso y reconciliador, pero fue una pulsión fuerte. A mí la música me produce cosas emocionales y físicas enormes, y yo jamás quise y no quiero correrme de eso.
-Hoy en día el streaming en cierto modo facilitó el acceso a la música. Dentro de este universo de música a disposición...
-Cuando escucho música online, no uso Spotify, me resulta intimidador casi y demasiado orientador, aunque todo lo escucho aunque sea una vez. Yo escucho mucho en BandCamp, me parece que ahí hay una dirección clara con los artistas, y en YouTube, aunque sea un video con la tapa del disco, es muy importante para mí. La miro en una pantalla bastante grande y me da esa impronta que para mí existe con los vinilos, por lo que estoy muy contento con la tapa de Travesti vive, me parece muy fantasmagórica, muy interesante. Para alguien que durante muchos años compró discos por la tapa, es muy interesante tener una así.
-¿Qué discos recordás que entraron primero por la tapa?
-Low, 77 y Nevermind the Bollocks. Yendo más para atrás, una vez mi papá escuchó conmigo en un programa de radio “Close to the Edge”, de Yes y luego de oírlo juntos, a los pocos días me lo regaló. Ese degradé verde y lo masivo que es en la carga musical. Nunca me gustó “And You And I”, pero “Siberian Kathru”, por Dios, fue una sorpresa hermosa. Luego, The Man Machine, de Kraftwerk, que conocía un tema o dos cuando lo compré, pero la tapa es muy importante. También me compré Pin Ups por la tapa, sin conocer qué traía. Fue volviendo del colegio, en una disquería en Flores: había discos en la vidriera, lo vi y decidí que tenía que comprarlo. Me acuerdo cuando no podía escuchar los discos que me interesaban, porque mis amigos seguían escuchando a grupos de rock sinfónico en su mejor desorientación. Pero más allá de eso, me gusta cuando un disco supera tus expectativas y te sorprende y hasta te cuestiona. Sinceramente es algo que como escucha de música sigo valorando y a la hora de componer mucho más. Yo necesito sorprenderme en los criterios, los conceptos y los sonidos que ocurren en mi música también, si no, no la publico.
-¿Encontraste en el mainstream en el último tiempo música que te sorprenda?
-Jamás hurgué demasiado en el mainstream porque siempre se te viene encima. Yo escucho música que es muy actual pero no es para nada mainstream, pero no tengo una negación con eso, porque entiendo que a veces uno también quiere comida rápida, por decirlo de algún modo. No sé muy bien determinar qué es ya el mainstream y cuánta localía tiene. Yo encuentro que coexisten una cantidad de géneros y luego está la zona de lo no genérico, y siempre se ha buscado que los gustos y los intereses de las personas sean genéricos y no excepcionales. En mi caso yo siempre trato de eludir eso aunque no sea de mi gusto, prefiero algo que sea nueva información aún en el disgusto de que me resulte recalcitrante. Pero sinceramente no sé qué es el mainstream. ¿Qué sería? ¿La entrega de los Grammy de cada año?
-Por ejemplo.
-El tipo de premiación a compositores lacayos del sistema que componen como la industria necesita. No está ahí para mí mi manera de hacer zoom. Yo aprecio temas de Miley Cyrus, o viejos temas de Britney Spears; valoro muchísimo a Amy Winehouse, pero digamos que el arte en general en estas personas está devorado por ser lacayos del sistema. Yo lo que busco es que algo que me llegue y sea vibracional, me excita mucho más, pero es algo personal. No necesito que algo sea de mi gusto para que me interese. No he participado de la escucha del que sea del #1 mundial, espero que sea de Oriente por lo menos.
-Hace algunos años dijiste que no te interesaban los artistas que no planteaban conflictos acordes a su edad. ¿Sentís que tu obra sigue esa línea?
-Sí, creo que sí. No solo mis conflictos, lo más interesante que encuentro es que mis errores fueron y son a tiempo, y esa es una de las partes en las que me perdono un poco.
-¿Y cuáles serían esos errores?
-Ser actual cuando estaba vigente lo último. Hay que ser robusto para soportar eso, reservarme por no saber qué sonido podría expresar algo de valor. He ido mucho más por la poesía que por la eficiencia, y sigo haciéndolo. La verdad es que lo que creo sinceramente es que resisto el archivo. Se ve el archivo de las intenciones y de lo poco intenso que a veces fui, y me parece un error interesante de ese momento. Nunca edité un disco solo por un contrato: también he desobedecido y han desobedecido contratos conmigo. Me ha pasado de todo y lo disfruto. En un mundo tan duro como este, estar orgulloso verdaderamente debe dar pudor, prefiero seguir siendo un vanidoso.
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