La solidez del nuevo jazz argentino
Los muy buenos nuevos discos de siete jóvenes pianistas de la escena jazzística local
¿El auge del jazz argentino es una moda fugaz o un fenómeno consolidado? Una de las tantas formas de comprobar lo segundo es poner la lupa en el surgimiento de nuevos músicos, aspecto donde cualquiera que se tome el trabajo de contabilizarlos se cansará de descubrir talentos.
Estos últimos meses, curiosamente, o no, el semillero de talentos jazzeros argentinos presentó un pelotón de jóvenes pianistas que editaron sus discos (en general, sus debuts) y a los cuales hay que prestar mucha atención para saber qué está pasando hoy y hacia dónde va este género en la Argentina.
Hernán Jacinto, Alan Zimmerman, Eduardo Elía, Manuel Ochoa, Marco Sanguinetti y Nicolás Chientaroli son los emblemas de otra camada, no necesariamente generacional, que sigue la luminosa senda que dejan colegas de mayor trayectoria o exposición pública como Adrián Iaies, Ernesto Jodos, Paula Shocrón, Francisco Lo Vuolo y Guillermo Klein, por ejemplo.
Más allá de los flamantes trabajos discográficos de Jodos (Fragmentos del mundo), Shocrón (Gran ensamble y Our Delight) y Lo Vuolo (Vueltas), que seguramente estarán, por méritos propios, en las listas de mejores discos del año para la mayoría de la crítica especializada, hay muchos motivos para animarse a conocer el mundo de aquellos otros seis pianistas.
1) Hernan Jacinto. Con Lua, su primer disco, logra sorprender y ganarse el papel protagónico que ya venía insinuando su ascendente carrera, con apenas 30 años, al lado de casi todos los mejores músicos de la escena no sólo jazzística (desde Luis Alberto Spinetta y Pedro Aznar hasta Mariano Otero y Javier Malosetti, entre muchos otros). Hay mucho de esa influencia variada en este inspirado disco, que comienza con el brillante aire latino de "A-Frik" y deslumbra en temas como "Brad" y "Arenales Blues", y que incluso entrega versiones potentes de "Cuchillos", de Charly García, y "Nefertiti", de Wayne Shorter.
2) Alan Zimmerman. Una de las últimas revelaciones del nuevo jazz local consigue que su debut, llamado, con obviedad, Alan Zimmerman Trío, parezca la obra de un músico consumado. No parece casual que comience con un tema de Sam Rivers, esa leyenda que caminó entre las aguas de la vanguardia y la tradición, y menos aún que, asociado con Ezequiel Dutil y Carto Brandán, entregue creativas composiciones propias como "Voces", que le auguran un futuro sin techo.
3) Eduardo Elía. No es un debutante, pero con su segundo disco, El yang y el yang, logra reinventarse como uno de los pianistas más originales, que bucea en las formas menos ortodoxas, con el espíritu del free jazz, pero sin el hermetismo que lo aleja de la melodía, ayudado por compañeros de la talla de Jerónimo Carmona y Carto Brandán. Escuchar su versión de "When Will The Blues Leave", de Ornette Coleman, es una experiencia de la que nadie saldrá indemne.
4 ) Nicolás Chientaroli. Otro alumno de Jodos, como Elía, tiene 29 años y ya presentó en sociedad su segundo álbum, La casa caliente, un efervescente mosaico de jazz con más elementos experimentales, fascinante desde la composición y la forma en que dialoga y diseña texturas improvisadas con el contrabajista Carlos Alvarez (que acaba de lanzar su disco Otro jardín) y el baterista Hernán Rodríguez.
5) Marco Sanguinetti. A sus 38 años tampoco es un novato y su tercer álbum, El otro, de una clara concepción jazzística, se escapa de los rótulos, por más que en sus temas sobrevuele la música contemporánea, la música clásica, el folklore y el rock. Diseñador industrial y responsable de innovadoras puestas que integran música y danza, este álbum es un desafiante fresco, a veces críptico, en el que conviven sus múltiples ideas y obsesiones, con el acento puesto en la improvisación y el riesgo (como el aporte de DJ Migma en bandeja giradiscos y una palpitante recreación de "Paranoic Android", de Radiohead).
6) Manuel Ochoa. Menos vanguardista es otro joven experimentado del mundo jazzero nacional, que con su flamante tercer disco, Fauna, confirma su veta de imaginativo compositor y potente músico, no sólo por la bella "Para estar bien", sino por toda esa homogénea apuesta a conquistar una sonoridad propia a fuerza de swing y de melodías. Es clave la complicidad de ese seleccionado que formó con Sergio Wagner, Ramiro Flores, Ezequiel Dutil y Pepi Taveira. Su improvisación final, a solas con su piano, es conmovedora.
Hay un séptimo pianista que debería agregarse a esta lista de recomendaciones: el talentoso y experimentado Manuel Fraga que, en medio de su potente experiencia a dúo con el legendario Jorge Navarro, editó George & Duke, en sociedad con el contrabajista Emilio Pasquini y el baterista Germán Siman. Sin trucos ni poses, grabado en vivo en el bellísimo Teatro Libertador, de la ciudad de Córdoba, este trío le da una nueva vida a clásicas joyas del repertorio de Geroge Gershwin y Duke Ellington y confirma que, a veces, los verdaderos innovadores en el jazz son los que interpretan virtuosa y apasionadamente lo que se ha venido tocando desde siempre.
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