A casi una década de su última visita a la Argentina, el ídolo pop debió cancelar los recitales que tenía previstos para este fin de semana: habló del síndrome que afectó la mitad de su cara y del agotamiento que sufre, entre los motivos que lo obligaron a retornar a su casa
- 16 minutos de lectura'
Tras su show en Brasil, con un comunicado escrito en primera persona, Justin Bieber canceló los próximos compromisos de su Justice World Tour, que incluían conciertos en Chile y las dos actuaciones de este fin de semana en el Estadio Único de La Plata. “A principios de este año hice pública mi lucha contra el síndrome de Ramsay-Hunt, que me paralizó parcialmente la cara. Como resultado de esta enfermedad, no pude completar la etapa norteamericana del Justice World Tour. Después de descansar y consultar con mis médicos, mi familia y mi equipo, me fui a Europa para intentar continuar con la gira. Realicé seis conciertos, pero me pasó factura. Este pasado fin de semana actué en Rock in Rio y di todo lo que tenía a la gente de Brasil. Después de bajar del escenario, el agotamiento me superó y me di cuenta de que tengo que dar prioridad a mi salud en este momento. Así que me voy a tomar un descanso de las giras por ahora. Voy a estar bien, pero necesito tiempo para descansar y mejorar”, escribió Bieber.
Justin extenuado y miles de chichas y chicos desconsolados, sobre todo aquellos que ya desde el mes pasado acampan en las inmediaciones del Estadio Único para recibir a su ídolo. En redes se vieron distintas reacciones, aunque la mayoría en solidaridad con la situación del músico. En la cuenta Justin Bierber Argentina Oficial se pudo leer: “Ante la noticia de público conocimiento queremos expresar nuestra profunda tristeza por la cancelación del Justice tour, sabiendo que solo quedaban días para que llegue a nuestro país, y sabiendo del gran esfuerzo de la gente que compró entradas, estadías y traslados, y de la gente que acampó en el Estadio y en este momento está enterándose de la peor noticia. La salud ante todo para Justin y apoyamos esa decisión, pero creemos que es una falta de respeto anunciarlo tan encima de la fecha (sabiendo que ya había fuertes rumores varias semanas atrás)”.
— Justin Bieber Argentina Oficial (@JBAOfandom) September 6, 2022
Bieber tiene 28 años y una carrera que ya abarca más de la mitad de su vida. Hay artistas que a esa edad recién están comenzando una historia con la música. En cambio, él vivió el doble y el triple de esos días y de esas noches. No en términos nominales, claro, pero sí por el vértigo que viene unido a una estrella del pop mundial, con todo lo bueno y lo malo que eso acarrea. Con los grandes conciertos, como el que según la opinión de muchos dio en Brasil; con las cancelaciones, como las del sábado y del domingo, en La Plata.
Justin lo ha vivido en carne propia, con la precocidad de su fama, con los excesos, con el hecho de sentirse único por haber sido tantas veces idolatrado, por la soberbia del que fue bendecido por el público y por la calma del que quiso ser bendecido por Dios. Porque, luego de muchos años de travesuras que le costaron demandas judiciales y hasta arrestos, sintió que una ficha caía y que no era eso lo que más quería para su futuro. El ego lo había dominado, pero había otro camino posible. Hoy, la palabra tatuada que recorre su cuello es “patience” (paciencia), aunque seguramente lograr que eso se convirtiera en tinta y luego llegara al nervio (no de manera literal, por supuesto) demandó mucho tiempo. Pasaron 13 temporadas desde aquel verano de 2009 cuando, con solo 15 años, publicó su primer single, “One Time”.
Desde ese momento se transformó en una estrella, en un niño terrible, en un artista al que le costó manejar su vida privada. Y, más tarde, en una especie de predicador que ha pedido perdón por sus malos modales, no sin dejar en claro que mucho se debió al entorno y a esa fama temprana. Porque también es cierto que el morbo existe y, tal vez, no haya tenido el consejo oportuno para moldear un poco mejor su carrera; más de uno habrá sacado ventaja de sus escándalos.
En cambio, a los 28 y con una palabra que funciona como vector psicológico de su vida (paciencia: esa que está tatuada entre su oreja y la clavícula), ahora puede enfrentar situaciones como la reciente parálisis facial que sufrió. Síndrome de Ramsay Hunt. Eso es lo que lo dejó sin poder sonreír ni parpadear. Era principios de junio y no había mucho más para hacer que descansar y comenzar una rehabilitación facial: para volver a hacer aquello “para lo que he nacido”, dijo en el posteo de un video que realizó para contarle a sus fans que debía suspender conciertos para ocuparse de su salud. Aunque ha quedado claro que por estas cancelaciones, ese tiempo de recuperación no fue suficiente.
La calma con la que había tomado esa afección que no solo paralizó la mitad de su rostro -también su trabajo y el de tantas personas de su equipo que lo acompañan en su desarrollo profesional- sin duda tuvo que ver con una madurez que en su adolescencia o su temprana juventud no tenía. No se sabe si en su vida hubo un clic o simplemente se trató de un proceso lógico y necesario. Lo que hubo, exactamente hace dos años, fue un posteo en el que hizo un buena síntesis de lo que veía en el espejo cuando se paraba frente a él.
“Vengo de un pequeño pueblo en Stratford, Ontario, Canadá. No tenía cosas materiales y nunca me motivó el dinero o la fama, solo amaba la música. Pero a medida que me convertí en adolescente, dejé que mis inseguridades y frustraciones dictaran en qué ponía mi valor. Mis valores comenzaron a cambiar lentamente. El ego y el poder comenzaron a dominar y mis relaciones sufrieron por eso. Realmente deseo relaciones saludables. Quiero ser motivado por la verdad y el amor. ¡Quiero ser consciente de mis puntos ciegos y aprender de ellos! ¡Quiero caminar en los planes que Dios tiene para mí y no tratar de hacerlo por mi cuenta! ¡Quiero renunciar a mis deseos egoístas todos los días para poder ser un buen esposo y futuro padre! Estoy agradecido de poder caminar con Jesús mientras él guía el camino”. El nuevo eje, que se centró en la religión y, especialmente, en el cristianismo, mostró un cambio que quedó plasmado también en las canciones. Entre el chiquilín que cantaba “One Time” y sus últimos discos, puede que no haya diferencias estéticas significativas, pero sí cambios profundos en lo que tiene para decir.
Primer éxito
Estados Unidos, 2009. En el video oficial de su primer hit se lo ve sentado en el living de la casa del cantante Usher. Por supuesto que era ficción. Pero, ¿por qué Usher? Porque era socio, en un emprendimiento discográfico, de Scooter Braun, el productor que descubrió a Justin mientras buscaba videos en YouTube. En la historia de este clip Justin juega videojuegos con un amigo y recibe un llamado. Es Usher que le dice: “You think, you can hold the house down till I get back?” (¿Crees que puedes cuidar la casa hasta que yo regrese?). Y ese chico con cara de quinceañero (porque tiene 15 años) se entusiasma con la idea de una fiesta a la medida de un público adolescente. En realidad, a la medida de lo que madres y padres querrían que fuera una fiesta adolescente: chicos bailando en torno a una pileta, aerosoles que lanzan serpentinas, nada de alcohol ni sexo, solo el brazo de un muchacho que cruza, pudorosamente, por encima del hombro de una chica de su edad.
Claro que la realidad supera a la ficción en muchos aspectos y la vida de Justin, también. ¿Qué podía esperarse de un adolescente que vendía discos por millones?
La serie biográfica sobre su vida, estrenada en 2020, que se conoció como Justin Bieber: Seasons, tuvo 32,6 millones de reproducciones en una semana. Allí se refirió al consumo de hongos, pastillas y hasta jarabe para la tos, y admitió que había fumado marihuana, por primera vez, a los 12 años. “Empecé a depender realmente de eso y fui consciente de que tenía que parar. Me creó una dependencia y eso no era bueno”.
Para los 15 ya era la gran novedad del pop y, pronto, hasta sus relaciones amorosas se convirtieron en el gran foco de los medios del corazón. Desde su mediático noviazgo con Selena Gomez cuando él tenía apenas 16 años y ella 18, hasta su matrimonio, en 2018, con Hailey Baldwin. Quien conoció a Bieber en sus tiempos más escandalosos, jamás habría imaginado que esto podría salir de su boca: “Prometo liderar a nuestra familia con honor e integridad permitiendo que Jesús, a través del Espíritu Santo, nos guíe en todo lo que hacemos y en cada decisión que tomemos”, dijo tras su casamiento.
Apenas unos años antes, todo era puro vértigo. 2013 y 2014 fueron los años de la vida de Bieber que hoy seguramente Justin desearía olvidar. Fueron varios los problemas que tuvo, en distintos países (Canadá, Brasil, Argentina y los Estados Unidos) por su conducta pública. Algunos de ellos están relacionados con agresiones y con conducir en supuesto estado de ebriedad y bajo la influencia de estupefacientes. De hecho, debió cumplir con algunas penas impuestas por los tribunales. En dos ocasiones parte de las condenas consistieron en terapia sobre el control de la ira y el manejo de las emociones. También estuvo en libertad condicional y cumplió con cinco días de servicio comunitario.
Escándalo porteño
En noviembre de 2013 llegó a la Argentina para dar un concierto en Córdoba y dos en Buenos Aires. Las actuaciones porteñas estaban agendadas para el 9 y el 10 de ese mes, en River, dentro del Z Festival, que también tuvo en su grilla a Carly Rae Jepsen y Cody Simpson. Justin se encontraba en medio de su Believe Tour. Con el primer concierto no hubo problemas pero al promediar el segundo tuvo que suspenderlo porque se sentía mal. Dijo que había sufrido una intoxicación con lo que había comido durante su estada en Buenos Aires. La advertencia de lo que desencadenó en el anuncio que él mismo hizo sobre el escenario había ocurrido vía twitter, horas antes, cuando se refirió a su malestar: “No sintiéndome del todo bien. Bastante enfermo de hecho. Tratando de mejorar. Argentina, tenemos un show que hacer. Los amo”.
Not feeling so good. Actually pretty sick. Pulling it together. Argentina we got a show to do. Love u.
— Justin Bieber (@justinbieber) November 10, 2013
Al día siguiente, su manager emitió un comunicado detallando el episodio: “Posterior a su primera presentación en Buenos Aires, del día 9 de noviembre, el artista Justin Bieber comenzó a sentirse descompuesto. Luego de finalizado el show promediando la 1.00 de la mañana comenzó a manifestar vómitos y malestares. Por este mismo motivo Justin no salió. Inclusive su entorno al enterarse regresó al hotel para acompañarlo. A las 4.00 am y aún con malestares se decidió acudir a un médico quien recomendó suspender todas las actividades, incluyendo el show del día domingo 10 de noviembre, ya que sufría de una intoxicación alimentaria severa. Sin embargo, la cancelación del show no estaba dentro de las opciones del artista. Este domingo por la mañana cerca de las 10.00 am los médicos decidieron suministrarle suero y medicina intravenosa hasta las 6 de la tarde, horario en el cuál partió hacia el estadio. Una vez en el estadio y continuando con algunas molestias, se decide retrasar su salida al escenario para intentar que Justin recupere energías. A las 22:07 se largó el cronómetro para comenzar el show y luego de haber transcurrido aproximadamente 1 hora del espectáculo, Justin debió alejarse del escenario ya que su malestar era cada vez mayor hasta volverse insoportable. A las 23:27, cuando ya percibía que no podía continuar con el show, su DJ comenzó a tocar unas canciones mientras Justin intentaba recuperarse. Viendo que ya no contaba con fuerzas para poder seguir adelante regresó al escenario para contarle a la audiencia los hechos ocurridos, porque ya no podía continuar”.
¿Había sido solo por la comida o el comienzo de un fin de semana agitado? En la madrugada del sábado fue a un boliche de Palermo y cuando salió su custodia agredió al fotógrafo Diego Pesoa cuando éste intentó tomarle una fotografía. “Eran como las 6 de la mañana cuando vino al boliche. Adentro no le hicimos fotos. Sólo cuando se fue intenté sacarle una fotografía, ya en la calle. Ahí fue cuando me empezó a correr uno de sus custodios”, contó LA NACION. “El tipo me pegó una piña que me tiró al piso. Ahí me dio una patada en el abdomen. El jefe de Seguridad de INK (el boliche en cuestión) logró sacármelo de encima”, contó el fotógrafo. Todo eso se ve en un video registrado por FarandulaShow.
El incidente llegó a la justicia. Justin fue citado por el juez Alberto Baños. Como no se presentó, durante los siguientes cinco años alegó que no podía ingresar a la Argentina. También se refirió a esto cuando explicó que no podría pasar por nuestro país en la gira Purpose Tour. Para resolver la cuestión su defensa presentó un escrito y el astro declaró por videoconferencia. Si bien en primera instancia fue declarado culpable, en las siguiente resultó sobreseído.
Pasaron nueve años de esos hechos y el que iba a llegar al Estadio Único parece ser un Bieber absolutamente distinto. ¿La tercera será la vencida? Habrá que esperar para saber si eso será cierto. Por ahora, solo se puede esperar su recuperación y que siga en ese plan Zen. En junio de este año regresó un día a su casa y encontró a sus fans apostados en la puerta. Sigue custodiado por guardaespaldas, pero ahora la actitud es otra. Fue el mismo quien se acercó para pedirles que se fueran, sin demostrar simpatía, pero en tono conciliador: “Te escucho, te escucho de verdad, pero esta es mi casa; es donde vivo (...) No aprecio que estén acá, chicos, podrían estar en cualquier lugar excepto en mi hogar. ¿Viste ese lugar al que venís después de un día largo y te relajás? Este es el lugar donde yo hago eso, así que apreciaría si me pudieran dejar hacerlo”, les dijo.
Cambio de hábito
Los nuevos modos de Justin tiene un correlato con su producción musical. Los discos Changes (2020) y Justice (2021) son dos álbumes bisagra en su carrera, no tanto por su sonido sino porque las letras de algunas canciones tienen un tono de confesión. Como ya se escribió, a modo de reseña, el lanzamiento del último, Justice, representa una especie de viaje interior, espiritual y religioso.
Ya cuando en 2020 comenzó a anticipar algunos tracks de lo que sería su más reciente producción discográfica hasta hoy, la introspección generó una catarsis que no muchos se vieron venir. Y aparece una serie de temas que conforman una especie de trilogía (“Holy”, “Lonely” y “Anyone”) que describe perfectamente este tiempo del Justin maduro, más reflexivo que impulsivo. En “Holy”, dice: “Escucho mucho sobre los pecadores. No creas que seré un santo, pero podría bajar al río. Porque la forma en que el cielo se abre cuando nos tocamos me está haciendo decir que la forma en que me abrazás se siente tan sagrada”. En cambio, “Lonely” tiene más que ver con su historia de niño famoso que no puede controlar su ego: “Estoy tan solo”, repite en el estribillo. En otros versos agrega de manera muy autorreferencial: “Todos conocen mi pasado ahora. Como si mi casa fuera siempre de cristal. Y tal vez ese es el precio que pagás por el dinero y la fama a temprana edad. Y todos me vieron enfermo. Y se sentía como si a nadie le importara una mierda. Criticaron las cosas que hice como un niño idiota”.
Poco después de publicar Justice lanzó Freedom, un EP de seis canciones donde se enfoca un poco más en la variable gospel de su música. Su devoción cristiana es más explícita en estas canciones. Si en Justice (por momentos es una cantata a su esposa Hailey Baldwin) propone una mirada hacia su pasado descontrolado y su presente cristiano, el EP es una reafirmación de este presente de fe.
En “We’re in This Together” canta: “Solo 2 años. Estaba tocando la batería en la mesa. Supongo que sabía que era lo único estable. Cuando era chico podía aprender rápido. Todo lo que hice, era bastante bueno en eso. Comencé la escuela, era un alborotador. Pensé que sabía todo en la vida, sí, eso me atrapó más tarde. Tuve que aprender sobre la humildad. Tuve que crecer y aceptar la responsabilidad. Eso no fue fácil, porque a los 17, tenía un millón. Las mujeres que se arrojaban a mí. Me hicieron volverme tonto. En la superficie, me sentí como “el” hombre. Pero en el fondo me sentí privado, como una lata vacía. He tenido todo en la vida por lo que la gente lucha. “¿Para qué estamos vivos?” (Vivos por lo que tu crees? Bueno, ¿y por quién morirías? ¿Hay una razón? ¿Qué significa? ¿Por qué lloramos? Una cosa que sé es que estamos juntos en esto. juntos”.
Cuando sufrió la parálisis facial, aseguró. “Volverá la normalidad. No sabemos cuánto tiempo tomará, pero todo estará bien -dijo-. Y tengo esperanza, y confío en Dios, y confío en que todo esto es por una razón. No estoy seguro de qué es eso ahora. Pero mientras tanto, voy a descansar”. Con otras palabras, a eso se refirió en el reciente comunicado: la necesidad de descanso. Las fans argentinas y las chilenas tendrán que esperar.
Devolución de las entradas
La productora Move Concerts divulgó también cómo se procederá a la devolución del dinero de las entradas. “La devolución de tus tickets será realizada automáticamente. A través de sistema LivePass se realizarán los reintegros a partir del día 12/09 y hasta el 23/09. A partir de esta última fecha, dependiendo de la forma de pago, Si compraste con tarjeta de crédito verás el reintegro en el próximo resumen o en el siguiente; si en cambio abonaste con tarjeta de débito el monto a favor en tus movimientos puede demorar hasta 30 días hábiles en impactar. Ante cualquier consulta referida a la cancelación te pedimos que te contactes con nosotros únicamente escribiendo al siguiente correo: devoluciones@livepass.com.ar. En tu mail deberás indicarnos DNI y mail con el que te registraste para comprar, de lo contrario no podremos ayudarte”.
Más notas de Justin Bieber
Más leídas de Música
Tenía 91 años. Murió Quincy Jones, el productor musical que trabajó con Michael Jackson y Frank Sinatra
Eterno Roberto Carlos. Un artista “de antes” para el que las canciones están por encima de todo lo demás
“Cuidado con lo que deseás”. Oasis confirmó su regreso a la Argentina: cuándo y dónde se presentarán
"Se quedó dormido". “Relaxin’ at Camarillo”: un músico atormentado, un incendio en un hotel y una internación que inspiró un clásico del jazz