La ópera nacional: Aurora es mucho más que “Alta en el cielo”, el aria que saltó del escenario a las escuelas
La obra de Héctor Panizza, estrenada en la temporada inaugural del Colón, en 1908, vuelve al Primer Coliseo después de 25 años con un mensaje de unión “entre dos bandos”, explica Betty Gambartes, responsable de la puesta, “que esperemos que trascienda
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1810, Córdoba. Mariano, uno de los seminaristas del convento de la Compañía de Jesús (la iglesia más antigua de la ciudad mediterránea) se une a la lucha por la independencia enfrentando a través de ella varios conflictos, su destino religioso y patriótico, y el amor prohibido por la hija de su enemigo (el jefe político español Don Ignacio), abrazando en el devenir de los acontecimientos los ideales de la nueva nación y la causa de la libertad.
A veinticinco años de su última representación (la versión icónica de 1999 pasó a la historia con el debut del tenor Darío Volonté, el héroe de Malvinas, sobreviviente del Crucero General Belgrano que le cantaba a la bandera), Aurora vuelve mañana al escenario del coliseo porteño. La ópera trágica de Héctor Panizza, encargada y estrenada bajo la batuta del compositor en la temporada inaugural del Teatro Colón en 1908, con libreto original en italiano de Luigi Illica (autor de los textos de las más populares creaciones de Puccini), cuya célebre aria —”Alta en el cielo”— se convirtió en canción patria de enseñanza obligatoria en las escuelas de toda la Argentina y fue entonada desde entonces en el izamiento del pabellón nacional.
“Es imprescindible volver la mirada sobre una de nuestras óperas fundadoras porque nos recuerda el fervor de los hombres y mujeres que forjaron la patria” dice Betty Gambartes, directora escénica de la nueva producción que se verá en cuatro funciones. “Una composición representativa —agrega Ulises Maino, director al frente de la Orquesta Estable, en esta suerte de diálogo coral con LA NACIÓN junto a los cantantes y la régisseur—, no solo por la historia del país y del propio teatro sino también por la canción del famoso intermezzo épico.”
El heroísmo, el amor romántico, la fe religiosa y el anhelo patrio son los impulsos fundamentales que mueven este drama compuesto en el más fiel espíritu musical de su tiempo —las postrimerías del siglo XIX y los albores del XX—: el verismo. “Debemos mencionar las influencias de Puccini, Giordano, Leoncavallo y Mascagni —enumera Maino ubicando la partitura estilísticamente—, y la notable mano del Panizza-director (asistente del legendario Toscanini), puesta de manifiesto en su capacidad para instrumentar. Aurora es una música escrita para gran orquesta sinfónica, densamente coloreada, que combina los instrumentos según la situación dramática lo requiera. Hay solos de violín y chelo, acompañamientos de arpa y pasajes en los que la escena se ilustra con los timbres orquestales.”
Los dilemas y la cuestión religiosa
¿Qué representa la obra en los protagonistas, la pareja de Mariano y Aurora en las voces del tenor Fermín Prieto y la soprano Daniela Tabernig? “Aurora representa la valentía de una mujer que siendo a la vez romántica, es curiosa y audaz, y se debate entre dos mundos —resume Tabernig—, la lucha entre el padre realista y el hombre del que se enamora y pelea por la independencia, evolucionando hacia la guerrera que defiende la libertad, la patria y el amor.”
Prieto destaca como atributo la esencia heroica de Mariano, “el típico rol que nos gusta interpretar a los tenores, este en especial por lo lucido y expuesto, porque se da una particularidad interesante: mientras en la mayoría de este tipo de óperas el peso se inclina hacia la soprano, aquí lo hace hacia el tenor, a pesar de que la obra lleva el nombre del personaje femenino, por la duración e importancia de la música escrita para este papel y por el tiempo que permanece en escena.”
¿Cómo se produce la metamorfosis del religioso al revolucionario? “Si bien Mariano no deja de ser un novicio y de hecho todos somos religiosos que terminamos inclinándonos hacia el deseo de la independencia —cuenta el cantante—, al final del primer acto ya comienza a pensar como un patriota, un hombre santo que aspira a ser como su hermano Bonifacio, cuya muerte lo decide a dejar los hábitos y sumarse a la campaña por la liberación, conflictuado también por el dilema de su amor por la hija del gobernador realista.”
Desde la lectura dramática, Gambartes describe la emoción del momento definitorio en que Mariano se forja como líder marcando el significado de esa muerte: “El final del acto cuando los novicios entregan las armas al pueblo y se juegan la vida abriendo el convento, aparece la muerte del novicio consagrado como una víctima.”
Y a tal punto el contenido religioso se hace presente en la trama, que el protagonista alcanza uno de los momentos de mayor intensidad cuando antes de pedir el perdón de Aurora, canta su pasaje favorito. “Mariano relata el sacrilegio —describe Prieto—, al abrir el convento de clausura, entregar las armas y usar las flores de la ofrenda para intercambiar mensajes con los revolucionarios en una acción que desemboca en la muerte del hermano. Y hablamos de la Virgen de los Dolores que en su iconografía tiene clavadas siete dagas en el corazón, cuando canta esta frase sublime: ‘La señora —la virgen, la Madonna— me da llanto y muerte. La virgen sus siete espadas en mi corazón dejó clavadas’. Este segmento tiene una música tan profunda y extremadamente intensa que es una conmoción grande que me embarga al cantar.”
Desafíos vocales
Quién es Aurora y qué demanda su interpretación, lo comenta Daniela Tabernig, destacada soprano argentina radicada en España que regresa al país para estrenar este rol cargado de sentidos. “Aurora es una joven que no conoce el amor físico ni platónico, que lo está descubriendo a medida que avanza la acción que, a su vez, la transforma de la timidez al heroísmo con que lamentablemente muere, luchando por los valores del amor y la libertad. Me gustan los personajes épicos y disfruto de esta ópera que tiene momentos emocionantes que me recuerdan a Puccini y que, como sus heroínas, me permite desarrollar matices variados. Aurora es una mujer que busca correr los límites, que entiende que hay un peligro que la rodea y que en ese peligro encuentra los dilemas, pero también el amor. En lo vocal se parece a Tosca, una soprano lírico-spinto aquí con un reto interesante: cantar en nuestro propio idioma, algo que nos expone de manera inusual. Los cantantes a veces por lograr el color de un sonido perdemos claridad en la dicción. Aquí la exigencia está en emitir lo más claro posible. Es un rol que tiene mucha línea y mucho centro y eso exige un alto nivel de concentración porque ¡hay que poder cantar con el centro audible detrás de una orquesta tan grande!”
Para Prieto, la exigencia del tenor está en interpretar la garra del personaje sin reducirse a la expresión triunfal y aguerrida. “Mariano es un joven, un tenor-lírico que, si bien tiene marchas victoriosas, debe transmitir con sutilezas también el matiz romántico que está presente por ejemplo en la canción a la bandera y en los dúos con la soprano que van de la expresión idílica del primer encuentro a las instancias dramáticas que debe interpretar Mariano cuando siente el castigo de Dios después de usar las flores sacramentadas de la Virgen y la muerte de su hermano como venganza de la Providencia, hasta el final victorioso cuando sabe que triunfará la libertad.”
Nueva versión con recortes
Aceptada la necesidad de hacer recortes que permitan desenvolver la trama con mayor lógica y fluidez, los directores a cargo de la producción musical y escénica (asumiendo ambos en esta puesta su primer desafío profesional sobre el escenario principal del Teatro Colón), emprendieron el arduo trabajo de elaborar una versión nueva. “Aurora era una obra densa y larga. Tuvimos que recortarle unos 17 minutos —comienza Maino—. La traducción del italiano iba en perjuicio de los cantantes, la comprensión de la historia e incluso la música. A todo esto se sumaba el hecho de que con los cortes de las versiones previas se había borrado información relevante que recuperamos, como la escena del obispo realista cuando Lucas critica y confronta la autoridad de la iglesia.”
“Hemos intervenido cortando arias y dúos —completa Gambartes—, para hacerla más representable y accesible al público de hoy. Hemos corregido acentos y traducciones, pero no tocamos la canción a la bandera porque el tiempo legitimó esa letra que es patrimonio de los argentinos, intacta como la conocemos desde la infancia. Hemos incluido fragmentos que estaban en el original y no en las versiones posteriores casi de manera arqueológica, con respeto, sin cambiar ni traicionar la música.” Desde el punto de vista dramatúrgico explica que si bien hay puntos que se solucionan con la representación, hay otros que son difíciles de aceptar. “Según el libreto, por ejemplo, se podría pensar en Aurora como un ser melancólico. En mi visión es una mujer que toma el destino con sus manos. Es la hija de un español en un medio donde no hay mujeres, no hay una madre y toda su referencia es el padre y la cultura que este le lega. Pero se enamora de un novicio criollo y le reza a la Virgen de los dolores para encontrarse con ese amor.”
“Lo que importa es pensar en el público” responde Maino a la cuestión de fondo de si el principio purista por el cual la partitura original jamás debe ser intervenida rige para algunas obras y para otras no, o si finalmente la ópera es un hecho teatral que se renueva en cada lectura y representación. “Pienso que los intérpretes tienen que apropiarse del material que interpretan —considera el músico— de modo que la necesidad de adaptar una obra tiene que ver con la época en que vivimos.”
“Yo creo en poder realizar algo hermoso —agrega la regisseur—. La gente viene al teatro con una ilusión, compra su entrada, se prepara, viaja y se sienta en una butaca durante horas con la ilusión de ver algo que la deslumbre y yo, que tengo el honor de poder realizar una ópera, no quiero defraudar esa ilusión, quiero ser honesta y entregar algo lo más bello posible.”
Una ópera imprescindible
“Es imprescindible volver la mirada sobre esta obra, la primera que habla del nacimiento de la patria” afirma la autora de la puesta que sin ser historicista se ubica en el contexto de la historia, con escenografía y vestuario inspirados en la época e imágenes de cuadros del pintor americanista Leónidas Gambartes (padre de la directora), dando texturas “y gesto pictórico” a las proyecciones en video. “Con un mensaje muy directo sobre el final —añade Prieto acerca de una significación que deberá descubrir el espectador—, y es el sentido que desde la puesta le quiere dar a la muerte de Aurora, una señal de reconciliación entre los dos bandos, realistas y criollos-patriotas, antiguo y nuevo poder ¡Y esperamos que ese mensaje trascienda!”.
Aspiración a la que se suma “el deseo de que sea el despertar de un sentimiento —dice la régisseur—, de que somos un país grande y de que vamos a poder. Yo tengo la intuición y el derecho de que, en esta puesta, la canción de la bandera se repita cantada por el público tras la interpretación del tenor, pero no como un bis que es el lugar del lucimiento personal del cantante, sino como una invitación del personaje a los presentes, todos como cada patriota que se jugó la vida en la gesta de la libertad.”
“Creo que el público no debe dejar de acompañar esta Aurora —concluye Tabernig encarnando a la heroína y la metáfora que da título al surgimiento de una nueva nación—, porque se va a sorprender de cuánta belleza contiene su partitura, porque en el aria de la bandera se va conectar con el niño que todos llevamos dentro, porque es una música extraordinaria y porque hay que apoyar la ópera argentina, defender con orgullo el acervo de nuestra historia y nuestra cultura, y darle el espacio que se merece a la identidad nacional.”
Para agendar
Aurora. Ópera trágica en tres actos con música de Héctor Panizza y libreto original en italiano de Luigi Illica, en versión traducida al castellano. Dirección musical: Ulises Maino. Dirección de escena: Betty Gambartes. Escenografía y vestuario: Graciela Galán. Iluminación: Roberto Traferri. Diseño de video: Rodrigo Vila y Pablo Margiotta. Coro y Orquesta Estable del Teatro Colón. Dirección del coro: Miguel Martínez. Intérpretes: Daniela Tabernig (Aurora), Fermín Prieto (Mariano), Hernán Iturralde (Don Ignacio), Alejandro Spies (Raimundo), Santiago Martínez (Bonifacio), Cristian Maldonado (Don Lucas), Virginia Guevara (Chiquita), Claudio Rotela (Lavin) y elenco. Funciones: martes 24, jueves 26 y martes 1°, a las 20; domingo 29, a las 17. En el Teatro Colón, Cerrito 615.
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