La Nueva Generación: una camada joven que canta en su propia ley
Si en los 90 Babasónicos cantaba en "D-generación" que a ellos no les importaba la opinión de los otros -temple y arrogancia que todavía mantienen-, los precursores del rock sónico hoy se entrecruzan en shows y discurso con artistas que recién nacían en aquella época en la que el Festival del Nuevo Rock Argentino (en el Polideportivo General Paz, en Córdoba) cambió el sonido de la época junto a Los Brujos, Martes Menta, Juana La Loca y Peligrosos Gorriones.
Casi treinta años después, los nuevos referentes de la escena escriben sus propias reglas, no temen mezclar géneros (musicales, sexuales, vestimentarios), ni formatos y apilan himnos que tumban el club y pegan patadas de canguro. Todas y todos hablan de La Nueva Generación como el nuevo movimiento en el cual músicos y productores se ayudan, acompañan y disfrutan viendo crecer al de al lado.
El festival cordobés (que comenzó con el ciclo Primavera Géiser como una versión beta, para luego tomar forma en 2016 en Club Paraguay, con 800 espectadores), fue creciendo progresivamente -a la par de sus artistas- hasta alcanzar este año los más de 14 mil asistentes diarios en el Complejo Ferial del Chateau Carreras. "La Nueva Generación surgió hace cinco años entre bandas amigas que estaban brotando y la idea fue juntarlas para ver qué pasaba; con el tiempo se fueron sumando cada vez más artistas y grupos hasta llegar a lo que es hoy", comentó sorprendido su organizador, Eric Davies. El cordobés, hoy radicado en Buenos Aires, agregó que la idea de esta cuarta edición fue incluir conferencias con profesionales vinculados al quehacer musical y una jornada gratuita de shows, la del día sábado, que unió al hip hop, rock, indie y electrónica bajo el mismo manto espiritual, en dos días de más de 30 presentaciones y cuatro de fiesta joven.
Entre un festival como Cosquín Rock, escena de rock nacional de bandas, y el Lollapalooza, con el foco puesto en una propuesta joven pero internacional, entre el crecimiento exponencial de los artistas y la escena en su conjunto, pareció formarse un hiato perfecto para que surgieran festivales que celebraran y magnificaran el cambio de era.
"LNG es un movimiento coyuntural y colectivo que tiene que ver, no solamente con quienes subimos a los escenarios, sino con toda la gente que viene y participa de estas movidas autogestivas; un público y productores independientes que se la juegan por dinamizar y ser parte de una escena donde cada uno ocupa un lugar importante", comentó Goyo Degano, líder de Bándalos Chinos, luego de un show bailable que causó el primer pogo y temblor entre los asistentes, el sábado por la noche.
Caras nuevas
Hoy los rockstars son otros. En menos de cinco años, de batallas de freestyle a headliner de festivales en todo el país, Mauro Lombardo, más conocido como Duki, se convirtió en el hitboy sin guitarras que moldeó el sonido de los nuevos ritmos urbanos y le abrió el juego a otros rockeros/traperos como Ca7riel y Paco Amoroso, quienes abrieron sus shows en su última gira por España. Además de haber estado todos presentes el fin de semana en Córdoba con shows masivos y eléctricos, Ca7riel comparte -y salta sobre el- escenario con Wos -menos conocido como Valentín Oliva-, el rapero que, en menos de tres días, agotó dos Luna Park para despedir un año laureado en el que editó su primer disco, Caravana.
"Super sangre joven -en alusión a su primer y único disco, recién salido del horno- es esto que nos une, wachos: la música que puede cambiar al mundo", dijo Duko al cierre de un show que, de tanto saltar, cortó el sonido en "Tumbando el Club", en un giro poético más cómico que literal. También tuvo como invitada especial a la promesa femenina del trap, Nicki Nicole, para cantar el feat "Shorie". A fines de abril, la cantante rosarina subió un video a Youtube y, millones de reproducciones después, el domingo estrenó su primer disco en uno de los escenarios.
No sólo cambiaron las figuras conocidas, sino los modos y tiempos para hacer y consumir música. Más permeables a los híbridos, a la experimentación y con una adaptación al cambio cada vez más rápida, la nueva escuela se permite en el mismo festival presentar un proyecto de banda, como el de los mendocinos Usted Señálemelo, con un show prolijo en el que cerraron su disco ||, antes de entrar al estudio a grabar el siguiente, y que el día anterior su cantante, Juan Saieg presentara su obra individual.
"La nueva Generación es la nueva masa de personas que quieren y van a cambiar el mundo; que están a favor de que seamos todos libres e iguales en relación a la música, la política y el medio ambiente", dijo Saieg, luego de interpretar "Ochocientas Envolventes al Sol", en un solo set de guitarras y sintetizadores tripero y electrónico que tuvo hasta un interludio de un pasaje de Rayuela.
Glitter, selfies y autotune
Con una edad promedio de 25 años, los festivaleros se visten, colorean, llenan de glitter y transparencias para caminar entre los escenarios y encontrarse con sus ídolos como los Gativideo que improvisaban selfies posadas, o los Usted Señálemelo, recibiendo saludos afectuosos de fans mientras disfrutaban shows de colegas entre el público.
"No había venido nunca al festival y me parece genial que sucedan estas cosas", comentó José Palazzo, creador del Cosquín Rock y a cargo de la organización técnica de este festival. "Me llamó la atención que el público no tuviera un embanderamiento, no vi muchas remeras de las bandas, pero hay una identificación directa con el estilo de las bandas o artistas que siguen", dijo.
Palazzo se refiere a una cuestión estética donde los chicos se pintan el pelo de fucsia furioso igual que Ca7riel, pero que, a la vez saltan de escenario en escenario como lo hacen de artistas y estilos musicales desde sus playlist de Spotify. De ver el pop melódico de Conociendo a Rusia el domingo por la tarde bajo un sol abrasador, pasaron a escuchar el freestyle veloz y cargado de Acru, apoyado sobre beats graves y scratches, o a mover la cabeza al ritmo de The Whitest Boy Alive, que volvieron al país después de cinco años desde su separación para tocar sus hits "Courage", "Island" y "Burning" y un cover de "Show Me Love", de la diva house Robyn S.
Si el público promediaba el cuarto de siglo, algunos de los artistas presentes los doblaban en edad, como "el tío Dárgelos", como denominó Duki al líder de Babasónicos, antes de su presentación. O el tío Dante Spinetta que, de punta en blanco, recorrió su variopinta discografía desde el escenario Púrpura: desde el reciente "No Sigas", el feat de reggaeton junto a Neo Pistea, la cumbia de "Gisela", que tiene más éxito y/o sentido hoy que cuando se editó Pyámide (2010) y hasta "Jaguar House", de su formación Illya Kuryaki & The Valderramas. En otro orden spinetteano de las cosas, sus sobrinos Ángelo (18) y Benicio (16) Mutti Spinetta estrenaron el domingo el single "Por la ciudad", a puro beat, color y autotune, sin discos editados ni vergüenza, ante un público centennial que no paraba de filmarlos y abanicarse.
Si en los 90 se vivía una efervescencia similar con una horda de pibes desfachatados, a esta generación tampoco le importan las opiniones ajenas. Ni de géneros, ni de estilos, ni del uso -o abuso- del autotune o redes sociales, ni tampoco del contenido de sus letras. Pero es una escuela que avanza en bloque, que sostiene al de al lado y comparte y para que la autogestión sea amorosa y colectiva, dejando de lado la pomelización del ídolo antiguo y definiendo al rockstar como aquél o aquella referente que prevalece bajo su propia ley.
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