La música de Gustavo Cerati volvió al Teatro Colón
Una y otra vez el rock cae en la trampa. El magnetismo de la música orquestal y de salas imponentes como la de nuestro primer coliseo es tan irresistible que, tarde o temprano, el sueño de llevar las canciones a otro nivel es irresistible. Y en la noche de lunes, tan templada y emotiva como aquella de abril de 2002, la música de Gustavo Cerati regresó al Teatro Colón para el cierre del ciclo LN Cultura.
De la mano de Alejandro Terán (arreglos y dirección) y Tweety González (dirección artística), con la Orquesta Hypnofón como gran protagonista y un puñado de cantantes que le dieron su impronta a canciones ya adheridas al inconsciente colectivo como "Río Babel", "Lago en el cielo" o "Raíz", aquél histórico 11 episodios sinfónicos tuvo su evolución en este + Situaciones orquestales.
El desafío era inmenso como el prestigio del Colón. Ya lo decían algunos mánagers por lo bajo: sus artistas estaban más que preparados para tamaña ocasión, con su o sus canciones muy bien ensayadas. Pero todo iba a definirse una vez que salieran a escena, que observaran la orquesta en todo su esplendor y les llegara el magnetismo y la energía que emanan de la platea y de los palcos de la sala.
En el principio el concierto fue instrumental, con la orquesta dirigida por quien tuvo el mismo rol en aquél abril de 2002, Alejandro Terán. "A merced", del primer álbum solista de Cerati, Amor amarillo, y "Sal", del último, Fuerza natural, pusieron en marcha otra burbuja en el tiempo. Acto seguido, la cordobesa Candelaria Zamar inició el tránsito de los cantantes por el escenario. Los hubo más cercanos y más lejanos al registro original; más ajustados y más osados, pero en todos los casos se dejaron llevar por esa ausencia tan presente que pareció tranquilizarlos y guiarlos.
Mientras Zamar cantó aquello de "Recuerdo el mar / Soñé estar aquí / Y no recuerdo despertar", la orquesta dota a la bella "Engaña" de un misterio poético que conecta con su esencia. Tras ella, un gran amigo y colaborador de Cerati, Leo García, intercedió con "Otra piel" y "Sulky". Cantó con sentimiento aquello de "Recordarte es un hermoso lugar" ("Otra piel"), vestido como una reina, como una dama antigua que vino de otro tiempo y otro lugar.
Con "Sulky" llegó el bombo y el recuerdo de aquélla versión de Siempre es hoy que Cerati registró con Domingo Cura. Tanto ella como la siguiente, "Tabú", contaron con Nico Rainone como gran intérprete, probablemente uno de los que más se permitió jugar con la canciones, llevarlas a lugares inhóspitos. En "Tabú", su rol y el de la orquesta trasladaron a la canción al terreno del teatro musical y el resultado despertó una de esas ovaciones que reúne la aprobación con la admiración.
Loli Molina, que acaba de editar un nuevo álbum solista (Lo azul sobre mí), se apropió de dos piezas tan exquisitas como "Lago en el cielo" y "Lisa". Es bastante difícil alejarse de la voz de Cerati, una de las más características y personales del rock argentino y latinoamericano. Pero fueron ellas, las cantantes, las que más acertaron a la hora de interpretar, de aportar su color y un brillo nuevo a las canciones que todos llevamos dentro. Como la exquisita "Raíz" de Lucy Patané o Marilina Bertoldi, ya en el tramo final, con "Vivo".
Un amigo y compañero de G.C. en buena parte de su recorrido solista, Leandro Fresco, arremetió con "Bocanada", primero y con "Persiana americana", de Soda Stereo, después. Antes, Kevin Johansen había hecho su aporte con una versión de otro clásico de Soda, "Corazón delator". Después, Catriel y Paco se animaron a entonar "Crimen"; Richard Coleman se jugó con una desgarradora versión de "Verbo carne" y Walas,de Massacre, se llevó una de las mayores ovaciones de la noche tras cantar "Ella usó mi cabeza como un revólver".
Sólo quedaba el cierre que todos esperaban, con Benito Cerati en el escenario y su familia en los palcos, con "Puente", otra gema de ese clásico de la música argentina que es Bocanada. Esas lágrimas que caen en la platea están bien derramadas. La emoción tiene sus manifestaciones y la música es uno de sus vehículos más genuinos.
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