La música clásica busca nuevos públicos con hologramas y tecnología 3D
En la música , el término crossover es muy abarcartivo. Puede referir tanto a ese repertorio popular que llegó a las voces de Los Tres Tenores, hace casi tres décadas (con temas como "O sole mío" y el "Nessun dorma" del Turandot de Puccini), hasta una banda de rock que actúa con una orquesta sinfónica detrás. Pero, sobre todo, se convirtió en una batea donde hace ya algunos años se podían encontrar discos de André Rieu y Sarah Brightman y, más cerca de nuestros días, en plataformas digitales, los de Il Divo, Il Volo, Katherine Jenkins, David Garrett e, incluso, Rieu y Brightman, que siguen muy vigentes y pronto volverán a visitar la Argentina. El violinista holandés es el rey de un repertorio ecléctico integrado, en buena parte, de una clásica ligera que no debe ser menospreciada, y que tiene cada vez más adeptos. Tiene agendadas, desde el 11 de este mes, cinco funciones en el Luna Park junto a la Johann Strauss Orchestra. Por su parte, la soprano Brightman, que es pionera en el crossover entre la lírica y el pop, se presentará el 8 y el 10 de diciembre, en el Teatro Colón .
Claro que la fusión musical es solo una instancia que satisface el gusto de una audiencia que, sin duda, es cada vez mayor. Además, la tecnología es hoy un recurso que sirve para aggiornar estos espectáculos y, también, como efecto motivador para generar nuevas audiencias. Es probable que, a una persona que nunca le interesó la música clásica, jamás la tentará un recital de piano y voz con un programa dedicado a las grandes arias de la ópera italiana. Pero si le decimos que ese repertorio lo canta una de las mayores divas del canto lírico del siglo XX, que murió hace 41 años pero gracias a la tecnología la revivimos en forma de holograma y la tendremos cantando en un escenario porteño, quizás el prejuicioso oyente cambie de idea y sea realmente tentando; por la tecnología o por esa extraña pasión que existe por la necrología.
Si vamos a ser críticos con los prejuicios no caigamos en el error de convertirnos en lo que criticamos. Pensemos también que una parte de esa audiencia novata irá ante la recomendación de que se trata de la gran prima donna de la ópera del siglo pasado. No es solo una cuestión de tecnología, resucitación virtual e imagen.
Aunque el efecto de resucitación es un arma publicitaria persuasiva. El año pasado Primary Wave Music Publishing adquirió los derechos de la obras grabadas por el pianista Glenn Gould. ¿Qué traía entre manos? Meses atrás anunció su sociedad con Eyellusion para crear el holograma de Gould y lanzarlo en un tour de conciertos (entre las producciones de Eyeyllusion figuran los hologramas de Dio y Frank Zappa).
"A Glenn Gould le hubiera encantado esta nueva tecnología que llevará sus mejores actuaciones a lugares de Canadá y de todo el mundo", dijo Faye Perkins en nombre de los herederos de los derechos intelectuales del artista. "Las presentaciones en vivo de Glenn siempre fueron un evento y estamos encantados de que los fanáticos de lo viejo y lo nuevo puedan experimentar lo que fue verlo en el escenario".
Tal vez haya que creerle al señor Perkins porque al genio canadiense del piano le interesaba la tecnología. Y mucho. Rara vez volvió a grabar el amplio catálogo bachiano que publicó. Sin embargo, en 1981, un año antes de su muerte, tuvo la oportunidad de volver sobre las Variaciones Goldberg y lo hizo con un registro digital (sí, leyeron bien, en 1981, un registro clásico digital, un año antes de que se comenzaran a vender los primeros CD de ABBA y Billy Joel).
La pregunta hoy es: ¿Qué fanático del piano clásico no pagaría por ver a Gould frente al piano, sentado en esa silla con las patas recortadas, que parecía sacada de un volquete de deshechos? ¿Quién no querría volver a "ver" su genialidad? Hace algo más de una década se tomó el registro de una interpretación de Gould (para obtener su fraseo y su dinámica) y se lo convirtió en una especie de controlador MIDI que fue utilizado por Yamaha para disparar los sonidos de uno de sus nuevos pianos. De ese experimento se publicó un disco. La idea era traer al presente la manera de tocar de Gould con un sonido actual, bien siglo XXI.
¿Y Callas? La prima donna María Callas murió cuatro años antes que Gould, y hace algunos meses volvió a salir de gira, en forma de holograma. Y el 14 de octubre se la podrá ver sobre el escenario del Teatro Coliseo, cantando arias de grandes óperas, con su estilo único. El CEO de Base Hologram, empresa que creó Callas in Concert, se alinea con la idea de las nuevas audiencias. Dice que el show busca que nuevos públicos tengan la oportunidad de "presenciar las impactantes presentaciones que convirtieron a María Callas en una leyenda".
También es impactante el espectáculo City of Mirror del proyecto Vivaldianno, que se verá en el mismo escenario, tres días después, el 17 de octubre. Volvamos al planteo de párrafos anteriores. Quienes no están habituados a la clásica difícilmente serán tentados con un concierto dedicado a las cuatro Estaciones, de Vivaldi. Pero si se les ofrece un show multimedia, con una historia sostenida por visuales y una banda de música pop, quizá puedan evaluar la oferta. La primavera de Vivaldi con batería y scratches. Algo así como la versión folk setentosa que Waldo de los Ríos hizo hace más de cuatro décadas con la Sinfonía 40 de Mozart. En ese caso la intención también era llegar de otra manera, a otros públicos.
"City Of Mirrors (Ciudad de espejos)" toma como punto de partida la Venecia donde nació Antonio Vivaldi, para contar una historia en la época de la Italia barroca. Una producción 3D en la que los hits de Vivaldi (sus famosísimas estaciones) son alternadas o reinterpretadas por una banda pop-rock. Además, hay coreografías contemporáneas y visuales que echan mano a los recursos más recientes que se utilizan en los shows actuales.
El 4 de marzo 1678, Camilla Vivaldi dio a luz a Antonio Lucio. Ese día hubo un terremoto en Venecia. Fue en el sentido literal, aunque en el musical, años más tarde Antonio le daría algunos sacudones a los amantes de la música de esa época. El niño no tendría futuro, nació muy enfermo, por eso lo bautizaron apenas nacido. Pero la historia hoy nos cuenta más sobre sus triunfos que acerca de sus debilidades. Como dato anecdótico, el creador del proyecto se llama Michal Dvorák (casualmente el mismo apellido que el compositor checo más trascendente de todos los tiempos, Antonin Dvorák). Pero Michal no ostenta algún parentesco en su curriculum. Se trata de un músico dedicado al rock en su país y a la música para teatro y cine que con los años expandió su territorio, especialmente con el proyecto Vivaldianno, que ya lleva un par de años con giras por varios continentes. Es un show muy visual con puesta en escena de Tomas Belko y animaciones de Kosuke Sugimoto, con pantallas gigantescas, luces, máscaras espejos y la rockera actitud de los músicos sobre el escenario.
"Hemos preparado un show de concierto único de las piezas más conocidas de Vivaldi, Mozart y Fritz Kreisler, con formas modernas –explicó Michal Dvorák a algunos medios europeos de países adonde Vivaldianno se presentó–. Conservamos las partituras originales de los compositores y lo conectamos con instrumentos musicales actuales, música avanzada y tecnologías de sonido tal como Vivaldi tal vez lo haría si tuviera estas opciones. Hice lo mejor para mejorar la música de Vivaldi y Mozart con el idioma musical actual. Todo está acompañado por proyecciones en 3D que desarrolló Sugimoto, de Tokio, y por breves historias que conectan la interesante vida de Antonio Vivaldi. La orquesta está sentada entre las proyecciones delantera y trasera en un espacio 3D imaginario y, junto con la pantalla LED, hay proyecciones sincronizadas que crean los efectos de video únicos y originales", dice el director del espectáculo.
La opinión final estará en el público que aprobará o no la manera "siglo XXI" (3D, holográfica) según se recrea a la música clásica.
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