La muerte de Wayne Shorter: el día en que “perdió” a su baterista y debió recurrir de emergencia a un importante músico argentino
El baterista Oscar Giunta, uno de los grandes nombres del jazz local, fue convocado para tocar en el último concierto de Shorter en la Argentina, a pocas horas de su inicio; reemplazó a la baterista Terri Lyne Carrington
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La última visita de Wayne Shorter a Buenos Aires-celebridad del jazz que murió este jueves, en Los Ángeles, a los 89 años- fue un poco accidentada pero tuvo un final feliz. Nada en contra se puede decir de aquella actuación que dio en el teatro Gran Rex, ante más de 3000 personas. Ha quedado documentado en las crónicas de aquel concierto que ofreció en junio de 2011.
Shorter, con 77 años en ese momento, llegaba acompañado por músicos talentosos de generaciones más jóvenes. Los conciertos de aquella gira que lo trajo hasta estas pampas no ponían el foco en un lucimiento personal para el abordaje de un puñado de standards bien conocidos por los amantes del jazz. No. El saxofonista se plantaba sobre el escenario como un veterano jugador de fútbol que, desde el centro de la cancha, un poco adelantado en posición de ataque al arco contrario, repartía el juego a los talentosos colegas más jóvenes que harían el futuro de esa actividad, caracterizada por la improvisación. Al menos eso fue lo que dejó demostrado en aquel concierto en Buenos Aires. Claro que esa actuación estuvo a punto de ser cancelada, de no haber mediado la gran experiencia y voluntad de un músico argentino: Oscar Giunta.
Y todo fue por culpa de (o gracias a) las cenizas. En 2011, el volcán chileno Puyehue decidió abrir la boca y sus cenizas se repartieron por buena parte de Chile y la Argentina. La baterista norteamericana Terri Lyne Carrington, integrante del grupo de Shorter, debía llegar desde los Estados Unidos a Buenos Aires pero su vuelo terminó en Santiago de Chile. Por las cenizas, no pudo llegar a Ezeiza.
Cuando todo el público estaba ubicado en la sala, una voz en off anunció que la baterista no sería parte del concierto. El saxofonista Wayne Shorter, protagonista de la noche, estaba a punto de pisar el escenario con sus otros dos socios, Danilo Pérez (pianista) y John Patitucci (contrabajista), y con el baterista que consiguieron para el reemplazo, que seguramente estaría ansioso por escuchar la respuesta del público cuando pronunciaran su nombre. “Oscar Giunta”, dijo la voz y como el Gran Rex estaba colmado de conocedores del jazz local, se oyó un estruendoso aplauso.
Lo que pasó esa noche seguramente pasará a formar parte de los recuerdos que Giunta lleva marcados a fuego. Recuerdos como aquel de cuando un baterista que tocaba con su padre le regaló los primeros palillos que usó; o de cuando tenía 7 años y su mamá, la actriz y cantante Liliana Parafioriti, lo llevó a Canal 11 para participar en un concurso que intentaba formar una orquesta infantil en un programa de Sergio Velasco Ferrero. Oscar creció en una familia musical (su padre, también llamado Oscar, se convirtió en un reconocido contrabajista).
El aplauso inicial del Gran Rex pudo ser una buena bienvenida, pero no garantía de un buen concierto. La excelente actuación de Giunta -agregado al combo a último momento- fue causa de muchos otros factores que excedieron la ovación: talento, muchísimos años como profesional, a pesar de sus 35 años de edad en aquel momento; amplio conocimiento del trabajo de Shorter, gran empatía con Danilo Pérez y lúcida sintonía para el ensamble que construyó con Patitucci. Giunta desplegó su estilo con el más fino criterio. Buen acompañamiento, precisas intervenciones, exquisita paleta tímbrica y originales ideas para aportar a ese combo que había quedado rengo por algunas horas.
“Hoy me levanté con una sensación extraña. Cansado como si hubiera jugado 15 partidos de fútbol seguidos. Fue una experiencia súper feliz, de mucha adrenalina”, contó a LA NACION al día siguiente, antes de describir todo lo sucedido en pocas horas. Porque resultó bastante vertiginoso. Un día antes del concierto, Giunta asistió a una clínica que dictaron Pérez y Patitucci en la EMBA, escuela de música donde Oscar también solía dar clínicas, al menos una vez al año. Ahí, Danilo lo invitó a tocar. Se habían conocido 14 años antes, cuando compartieron un concierto en Uruguay, y se mantuvieron en contacto desde entonces.
“Ya con eso yo estaba feliz”, contó el baterista. Pero al día siguiente (el mismo día del concierto de Shorter) los productores del show lo llamaron para pedirle que reemplazara a Carrington. Ese día a la tarde conversó con Patitucci para interiorizarse sobre las pautas de trabajo. Luego llegó Danilo y media hora antes del show apareció Shorter. Cerca de las 10 de la noche los cuatro salieron a la cancha. No era la primera vez que Giunta trabajaba con figuras de gran reconocimiento internacional. Tocó en el Colón con Paquito D’Rivera; en el Luna Park con una orquesta de Lalo Schiffrin; en el San Martín con Herbie Hancock y viajó muchas veces para dar workshops y actuar en el exterior. Dentro de la escena local, se destacó con trabajos como los que realizó con el muy original Quinteto Urbano. Su agenda actual también cuenta con invitaciones de artistas extranjeros y actuaciones con su Supertrío!, ese que comparte con el pianista Hernán Jacinto y el contrabajista Flavio Romero.
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