En orden cronológico, desde los días de Sui Generis hasta el presente, elegimos sus 70 clásicos ideales para repasar y gritar bien fuerte: ¡feliz cumple Charly!
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Este 23 de octubre Charly García cumple 70 años. Desde 1972/73, año en que se editó Vida, el primer disco de Sui Generis, hasta Random (2017), el músico grabó más de 40 álbumes de estudio y en vivo como solista y con las bandas que integró: Sui Generis, PorSuiGieco, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán. En cada etapa, en cada disco, dejó canciones que se convirtieron en clásicos y que ya no le pertenecen a él, son parte de la cultura argentina. Todos tenemos nuestros temas de Charly favoritos. Aquí, los 70 que elegimos desde la Redacción de LA NACION.
1- “Canción para mi muerte” (Sui Generis, 1972)
“Hubo un tiempo que fui hermoso y fui libre de verdad” es la primera línea de García adherida como un tatuaje en el alma de más de tres generaciones de argentinos. La gran paradoja de “Canción para mi muerte” es que abra Vida, el álbum que expandió la frontera de la audiencia para el rock apuntándole a un público adolescente. Dark sí, pero con un marcado acento folk y la voz de Charly subiendo clara en el estribillo. “Y si te han puesto teléfono” es época pura. Ni la parca tenía asegurada una línea en tiempos de Entel cuando los cospeles cotizaban en la bolsa.
2- “Estación” (Sui Generis, 1972)
Qué estampida, qué relámpago que es esta canción de apenas un minuto y medio que se lleva puesto al oyente como un poste. Acá sí que lo oímos a Charly en la voz líder hasta el unísono con Nito y un breve interludio de flauta traversa que recuerda (y mucho) a los arreglos de Ricard Miralles para Joan Manuel Serrat. Se suele soslayar la influencia de Mediterráneo (1971) en el temprano García pero es tal que, a veces, Sui Generis bien podría ser nombrado Serrat & Garfunkel.
3- “Quizás Porqué” (Sui Generis, 1972)
Otras de las canciones del debut del dúo producido por Jorge Álvarez y Billy Bond con Charly en la voz líder. Atenti con los “sesionistas” que le dan cuerpo a esta canción, nada menos que los pesados Claudio Gabis y Alejandro Medina (Manal). El toque de Gabis es de una sutileza impresionista. La guitarra eléctrica apenas se deja oír como pespunte de la trama en la que García expone su vulnerabilidad como amante. Los diez segundos finales son memorables: Gabis y Medina en claroscuro hasta que Charly corta con un guitarrazo disonante.
4- “Confesiones de Invierno” (Sui Generis, 1973)
Podría ser considerada la primera canción solista de García ya que su voz queda sola sin la compañía de Nito. En esta especie de cruce existencial entre “El oso” (Moris) y una autobiografía de Tanguito con la que podía identificarse cualquier joven a la deriva aparecen varios tour de force líricos de García. “Dios es empleado en un mostrador/da para recibir” o “La fianza la pagó un amigo/las heridas son del oficial” ovacionada después en Adiós Sui Generis. En plan Bob Dylan, pero sin excursiones surrealistas: una letanía sin estribillo en la que amanece la crítica institucional (familia, cárcel, manicomio, religión).
5- “Aprendizaje” (Sui Generis, 1973)
La memoria del colegio secundario donde se formó Sui Generis está en los primeros versos: “Aprendí a ser formal y cortés/cortándome el pelo una vez por mes”. Se referían al Dámaso Centeno de Primera Junta, una escuela de clase media (“mocasín” diría García después) administrada por el Ejército que no buscaba este tipo de exalumnos. Con ese tono amarillo-otoño de la tapa del disco (Juan Gatti), todo un clásico folk tocado con un swing elegante por la banda en la que sobresalen David Lebón, Medina y el baterista Juan Rodríguez. Un manual para la vida bohemia en tiempos revolucionarios.
6- “Rasguña las piedras” (Sui Generis, 1973)
Otro hit necrófilo del dúo folk pero esta vez por obra y gracia de la hermenéutica popular. La leyenda para cualquier iniciado en el rock (todavía en los 80) es que esta canción le fue inspirada a Charly por una novia muerta por catalepsia a la que se enterró todavía viva. Vaya imaginación acaso alimentada por el temprano pulso tanático del auteur. Como fuera, arma genealogía en el cancionero argentino con “Sus ojos se cerraron” (Gardel y Le Pera, 1935) y “Vestida de novia” (Palito Ortega, 1964). Empieza “apenas perceptible” (gotas de piano, armónicos y una respiración) para irse en un ostinato formidable de bronces dirigido por Gustavo Beytelman. Sui en formato Big Band.
7- “Para quien canto yo entonces” (Sui Generis, 1974)
Con la armónica de León Gieco, la intro se acerca al Neil Young de Harvest y anticipa al Luis Alberto Spinetta de “Quiero verte bailar” (Invisible) en una audaz carta de lectores a sí mismo en la que García expone su relación con el público/artista. “Yo canto para esa gente porque también soy uno de ellos/ellos escriben las cosas y yo les pongo melodía y versos”, se les escucha cantar a dúo. Todos los arreglos de piano en una de las canciones más despojadas del álbum eléctrico de Sui son inspirados y certeros. La primera reflexión de Charly (todavía Charlie) sobre ser García.
8- “Instituciones” (Sui Generis, 1974)
Las influencias del rock progresivo inglés (Genesis, sobre todo) se hacen evidentes en el tercer álbum del dúo ya convertido en banda con Rino Rafanelli (ex Color Humano) en bajo y guitarra eléctrica y el ya mencionado Juan Rodríguez en batería. García despliega un arsenal electrónico (Mini moog, ARP strings, Clavinet Hohner) que cambia su manera de componer en relación con la tecnología como solo lo haría después en Clics Modernos. Las canciones sencillas dejan lugar a suites como ésta con partes bien diferenciadas e interludios instrumentales de impronta neoclásica. Gran obertura para el disco más confrontativo de Sui contra el poder político y el statu quo con alto arte de tapa de Juan Gatti.
9- “Como mata el viento norte” (La Máquina de Hacer Pájaros, 1976)
Algo del folk de Sui Generis sobrevive en esta canción del nuevo grupo de Charly marcado por los arreglos electro-sinfónicos en dueto con Carlos Cutaia, al punto que los coros en contrapunto están hechos con Nito y María Rosa Yorio. En un año indeleble para el drama argentino lo de “mata” es puro argot contracultural sedimentado en la violencia política que lejos de terminarse entraría en su peor fase: el genocidio. La Máquina mataba de onda, claro que sí. Liberado del éxito, García experimenta sin perder la cualidad pop (ese final con la palabra clave: alegría).
10- “No te dejes desanimar” (La Máquina de Hacer Pájaros, 1977)
Cómo no caer en una depresión en ese invierno larguísimo en el que la misma generación de García era devastada. Con una de las mejores canciones de todo su repertorio, Charly y La Máquina no vienen a ofrecer su corazón sino más bien un plan de rescate. Las estrofas se alargan siguiendo un arreglo de cuerdas beatlesco y toda la canción se pierde en un laberinto construido con partes de Ástor Piazzolla, el prog-rock y la MPB brasileña (la síntesis Charly). El bajo de José Luis Fernández anticipa el sonido Aznar y escuchamos rockear a Gustavo Bazterrica, futuro integrante de Los Abuelos de la Nada. Se redescubre con cada escucha.
11- “Quiero ver, Quiero ser, Quiero entrar” (PorSuiGieco, 1976)
Hecha de la misma fibra emotiva que “Estación”, esta balada folk cantada por María Rosa Yorio conserva la memoria de los entonces tan lejanos 60. Algo hippie sobrevive en la mejor canción del álbum del supergrupo (Raúl Porchetto, Sui Generis y León Gieco) acústico. El coro en cascada recuerda un poco a Mamas & The Papas y la voz solista de María Rosa tiene la determinación de una Grace Slick (Jefferson Airplane). García se revela como un compositor/modisto capaz de vestir a las chicas del rock con su mejor gala melódica.
12- “Música del Alma” (Charly García, 1980)
Si bien se editó en un álbum doble en el invierno del 80, esta canción compuesta por Charly que marca el inicio de su sociedad con David Lebón había sido parte del repertorio del Festival del Amor en versión instrumental. Sui Generis, PorSuiGieco y La Máquina de Hacer Pájaros se alternaron en el Luna Park en noviembre de 1977 para lo que terminaría siendo el primer álbum solista de García con una hermosa tapa de Renata Schussheim. El disco abre con el estadio coreando “Charly, Charly”, un anticipo del rockstar de los 80 y 90. “Música del Alma” es Serú antes de Serú y una joya de su songbook.
13- “Seminare” (Serú Girán, 1978)
En una versión reducida de la plegaria de PorSuiGieco (“Quiero ver, Quiero ser, Quiero entrar”) y con la voz soul de Lebón, García firma el primer hit de Serú Girán con esta power ballad que ensancharía la audiencia del rock argentino todavía más. Es el sonido de grupo más característico de toda su carrera con la base jazzy de Aznar y Moro más el doble comando con “Davis” (como le decía Pappo). En ese primer disco made in Brasil, donde el estilo Serú es todavía ensayo y error, “Seminare” se roba los oídos y el target de Peter Frampton, Queen o ELO. “Esas motos que van a mil” es otra fotografía de época: el auge de los chetos.
14- “La Grasa de las Capitales” (Serú Girán, 1979)
“Qué importan ya tus ideales/Qué importa tu canción/La grasa de las capitales cubre tu corazón”. Desde el minuto cero, todo anunciaba que empezaba una nueva etapa para Serú Girán y Charly después del criticado debut. Una suerte de manifiesto anti-tilingo que va de coro gregoriano a hipercandombe con parodias a la música disco (“Don’t stop dancing”) y hasta una suerte de proto-rap (Charly tuneado por Amílcar Gilabert) con la grosera “la grasa inunda cual fugazzeta”. El arte del álbum que parodia a la revista GENTE es parte del mismo concepto de esta suite que anticipa el fenómeno de películas como Plata dulce.
15- “Viernes 3AM” (Serú Girán, 1979)
Que ironía que el mismo Estado capaz de desaparecer personas se preocupara por la supuesta invocación suicida de esta canción al punto de censurarla. La única pieza de Serú grabada en trío (Charly, Aznar y Moro) rankea muy alto (“No solo a mí sino a Lennon y McCartney les hubiera gustado escribirla”, dijo Spinetta) en el cancionero de García con ese crescendo dramático en contrapunto con la acupuntura de Aznarius (lo llamaban así por Jaco Pastorius, cuyo sonido emulaba) que ocupa el lugar de una guitarra líder. De las imágenes (“cierras los ojos y ves, todo el mar en primavera”) a la onomatopeya (“Bang Bang Bang”), cuatro minutos de gloria.
16- “Mientras miro las nuevas olas” (Serú Girán, 1980)
Después de arremeter contra el boom de la música disco, García escribió la canción más reaccionaria de todo su repertorio cargándose a la new wave (salvo que la entendamos como una crítica punk, que no era el caso) como refrito de los 60 y el Club del Clan. Quedaba muy claro, entonces, que Debbie Harry no era Jolly Land ni se podía comparar a la escudería fordista de hits pre pop con The Cars o los Police. El mismo Charly, por suerte, la volvería obsoleta muy pronto con su giro under en Clics Modernos.
17- “Desarma y sangra” (Serú Girán, 1980)
Esta canción es, ante todo, un bellísimo ejercicio pianístico que reúne múltiples recursos. Por un lado, es el acompañamiento de una letra que se enmarca en los estertores del rock progresivo. Frases como “El ángel vigía descubre al ladrón, le corta las manos, le quita la voz” es el tipo de imagen de esos años y de esa estética musical. Por otro lado, la partitura, que tiene procedimientos de la música académica y las más variadas influencias. Desde adornos barrocos hasta desarrollos armónicos, especialmente a partir de su interludio, que claramente pertenecen al siglo XX. Se la podría definir como una canción atravesada por varios siglos de música y por un par de décadas de música en la vida de Charly, desde su primera formación pianística de niñez, hasta su juventud.
18- “A los jóvenes de ayer” (Serú Girán, 1980)
Hoy puede sonar ridículo, pero en los años 70 la “vieja guardia” del tango y del folklore solía acusar al rock local de “extranjerizante”. Charly les respondió de mil maneras, pero la letra de esta canción que abre Bicicleta es la forma más poética que encontró para ganar la contienda: “A simple vista puedes ver/ Como borrachos en la esquina de algún tango/ A los jóvenes de ayer/ Empilchan bien, usan tupé/ Se besan todo el tiempo y lloran el pasado/ Como vieja en matiné”.
19- “Peperina” (Serú Girán, 1981)
Es uno de los mejores ejemplos de los cortocircuitos que se pueden generar entre los artistas y la prensa. La canción está dedicada a Patricia Perea, periodista cordobesa (por eso la referencia a la peperina) que escribía para la revista Expreso Imaginario. En los primero párrafos de la reseña que la periodista le dedicó a un show de Serú Girán en Córdoba dice: “Asistieron 2.600 personas cada una de las cuales pagó 7.000 pesos para entrar. ¿Valió la pena? Rotundamente no”. Y eso fue lo más suave. La respuesta llegó con la música de Charly García y una letra que dice: “Quiero contarles una buena historia. La de una chica que vivió la euforia de ser parte del rock, tomando té de peperina (...) Romántica entonaba los poemas más brillantes. Susurrando al oído, de mi representante. Te amo, te odio, dame más”. Del menosprecio de ambos surgió una gran canción. “Peperina” fue, además, el tema que le dio título al álbum que Serú Girán editó en 1981.
20- “Cinema Verité” (Serú Girán, 1981)
Hubo un tiempo (que fue hermoso) y en el que, además de componer música exquisita, Charly García se dedicó a describir situaciones. La de “Cinema Verité” es una de ellas. Seguramente el título se lo deba a la corriente cinematográfica documental que creció a instancias de Edgar Morin y Jean Rouch. La canción cuenta la historia de una seducción (con cambios de roles “él es Eva y ella Adán”, nos dice), pero también es el guion cinematográfico y el relato de la filmación de esa película con una incipiente reflexión social que aparece a medida que avanzan la escena y los compases. Todo eso en apenas 4 minutos 53 segundos. Una construcción brillante, con una banda sonora a su medida.
21- “Salir de la melancolía” (Serú Girán, 1981)
El lado B del Long Play Peperina (1981) trajo varios guiños cinematográficos. Uno de ellos fue “Cinema Verité” y otro “Salir de la melancolía”. En realidad, tanto la melancolía del título como una cita a la película Gilda (1946) protagonizada por Rita Hayworth y Glenn Ford (su diálogo se escucha doblado al castellano, en el comienzo de la canción) funcionan como excusa de lo que el vanguardista García quería contar: la historia de un amigo que no entendía que su esposa no era “algo” de su propiedad. Nada para agregar a una de sus frases: “Rompe las cadenas que te atan a la eterna pena de ser hombre y de poseer. Es un paso grande en la ruta de crecer”. Un llamado a la deconstrucción, muchachos.
22- “Peluca telefónica” + “Rap del exilio” (1982/1984)
¿Cúal es el link entre estas dos canciones? Surgieron de improvisaciones. Luego de grabar una versión de “Canción para mi muerte” en el estudio Ion, Charly y los músicos de su banda se quedaron zapando. De esa situación surgió “Rap del exilio”, al que Charly le habría puesto letra en ese mismo momento. Ese es el motivo por el que todos los que participaron aparecen en los créditos del tema (Charly García/Daniel Melingo/Pablo Guyot/Alfredo Toth/ Willy Iturri/ Fito Páez). “Peluca telefónica” nació de un encuentro entre Charly García, Luis Alberto Spinetta y Pedro Aznar. Aunque, claramente, la secuencia armónica no es la de una típica zapada. Cayeron allí muchas frases aparentemente inconexas pero que le dan ese toque casi humorístico al resultado final, aunque hay una que, en los estertores de la última dictadura militar, se impone con esta canción. “Córtenla, déjennos vivir en paz”. El proyecto García-Spinetta no prosperó, pero dejo joyitas como ésta y “Rezo por vos”.
23- “Yendo de la cama al living” (1982)
¿La canción que anticipó la pandemia? En un país convulsionado, en medio de la última dictadura militar y la Guerra de Malvinas, Charly iba de la cama al living en uno de sus períodos más creativos. Sentaba las bases de su carrera solista con un disco doble genial: Pubis Angelical/Yendo de la cama al living, probablemente uno de los tres mejores de toda la historia de nuestro rock. “Sientes el encierro”, dispara asfixiado y en modo cronista en esta canción que se volvió himno.
24- “No bombardeen Buenos Aires” (1982)
La canción aparece en el primer disco solista de Charly, Yendo de la cama al living, que se publicó en octubre de 1982, cuatro meses después del final de la Guerra de Malvinas. Como sucedió con otras de sus obras, García toma el tema de la guerra. Tiene momentos de una liviandad solo aparente, porque detrás se esconde la crítica feroz, incluso hasta en las frases menos elocuentes. Porque si bien hay versos muy explícitos (“Los Gurkas siguen avanzando; los viejos siguen en TV”) inmediatamente habrá otros que nos dieron entrelíneas muy sagaces y sugeridas (“Los jefes de los chicos, toman whisky con los ricos”) por no decir que mientras que el jefe tomaba whisky en Buenos Aires e inició una guerra, en el Atlántico Sur, “los chicos” morían de hambre y de frío en las Islas.
25- “Yo no quiero volverme tan loco” (1982)
Si algunos temas del disco Yendo de la cama al living son una especie de lectura sonora de posguerra, muy a la manera Charly García, “Yo no quiero volverme tan loco” puede ser parte de una trilogía (que se completa con “No bombardeen Buenos Aires” e “Inconsciente colectivo”). Nos ofrece un magnífico fresco de un estado de ánimo social. Posguerra de Malvinas, pre final de la dictadura militar. Cada frase (sin excepción), en la voz de Charly García o en la de León Gieco dan cuenta de esto. “Están las puertas cerradas y las ventanas también, ¿no será que nuestra gente está muerta? Presiento el fin de un amor en la era del color, la televisión está en las vidrieras. Toda esa gente parada que tiene grasa en la piel, no se entera ni que el mundo da vueltas”.
26- “Inconsciente colectivo” (1982)
Es una de las canciones de Charly que trascendió a Charly. Primero, porque pasó de los conciertos de Serú Girán al primer disco solista de García. Luego, porque llegó a voces como la de Mercedes Sosa. Es una canción que no aplica demasiado a sus cánones de composición. Al mismo tiempo, tiene el sello Charly. “Mama la libertad, siempre la llevarás, dentro del corazón. Te pueden corromper, te puedes olvidar, pero ella siempre está”.
27- “Ojos de video tape” (1983)
Si una persona es su presente con su pasado a cuestas más su ambición de futuro, es comprensible que hasta en un disco tan de bisagra como fue Clics Modernos (1983) se cuele algo del pasado de Charly García. Nadie deja de ser lo que es de un día para el otro. “Ojos de videotape” es, probablemente, el tema más Serú Girán de la carrera solista que en esos comienzos de la década del ochenta estaba emprendiendo Charly.
28- “Nos siguen pegando abajo (Pecado mortal)” (1983)
Entre los discos Yendo de la cama al living y Clics Modernos, Charly García dio varias señales de que también podía ser una antena que captaba realidades crudas. Claro que a su manera. “Nos siguen pegando abajo (Pecado mortal)” es un tema bailable, un hit absoluto de la frecuencia modulada de principios de los ochenta. Pero además es una canción que le gritaba a una moral represora. A esos “hombres de gris” que actuaron de muchas maneras durante el último lustro de la década del setenta y principios de los ochenta.
29- “Los dinosaurios” (1983)
Es uno de los emblemas del rock contra la dictadura militar. Si bien el rock argentino, salvo en la excepción de algunos de sus cantautores, no fue un movimiento políticamente contestatario ni revolucionario, siempre se buscó en sus letras una toma de posición clara, aunque esa búsqueda fuera muchas veces en temas crípticos. En distintas épocas, Charly García dio distintas versiones sobre su canción. Así como aseguró que cuando la escribió estaba pensando en gente que es dinosaurio de una manera muy general, hubo otras declaraciones alineadas con el mensaje político en torno a los desaparecidos y la última dictadura militar argentina. Para quien la escuche, el mensaje parece muy claro.
30- Dos cero uno (transas) (1983)
Después de que muchos criticasen el esponsoreo de Fiorucci de su show en Ferro en 1982 (necesario para solventar la compleja puesta en escena de Renata Schussheim), Charly compuso para Clics Modernos este candombe programado en una TR 808 para sacarse la espina de encima. En los dos minutos con un segundo que dura la canción -de ahí su título- García habla de sí mismo en tercera persona de manera irónica (“Anda ocupado, perdió algo de fama, pero no le va mal”) para aplacar las críticas con altura.
31- “No soy un extraño” (1983)
Es una de las piezas más llamativas del catálogo musical de Charly García. Lo primero que aparece en la canción es un patrón de programación rítmica junto a un colchón de teclado. Nada demasiado interesante podría salir desde ese comienzo. Pero para Charly (casi) todo era posible en ese inspirado 1983, cuando estrenó el disco Clics Modernos. “No soy un extraño” mezcla batería programada con un diseño de bajo de la era beat, y la guitarra de perfecta tradición norteamericana de Larry Carlton con la nostalgia tanguera. La combinación es extraña por donde se la escuche. Pero funciona, debajo del críptico relato de la letra.
32- “Demoliendo hoteles” (1984)
Durante muchos años, destrozar una habitación de hotel era un requisito sine qua non para tramitar la credencial de membresía al estrellato rockero. Inspirada tanto en mitos remotos como en hechos por entonces recientes ocurridos mientras estaba de gira, el tema es la carta de presentación de un disco de pulso guitarrero y tracción a sangre, y también un himno para los alienados (“Todos crecimos sin entender y todavía me siento un anormal”). En 2000, la canción se volvería también una profecía autocumplida en el hotel Aconcagua de Mendoza.
33- “Promesas sobre el bidet” (1984)
Escenas de un naufragio cantadas en tiempo real. La segunda canción de Piano Bar tiene como eje a su relación con la brasileña Maria Zoca Pederneidas (La “Zocacola” de Cómo conseguir chicas) más precisamente a lo inviable que parecía un futuro juntos. “Promesas sobre el bidet” contiene todos los signos del Charly de los 80: la polirritmia del comienzo, la melodía que se mece de un teclado al otro, un subidón energético en el estribillo y un desenlace cantado con un nudo en la garganta (“Cada cual tiene un trip en el bocho, difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”).
34- “No se va a llamar mi amor” (1984)
Un hit de adhesión instantánea, dos minutos de duración y un título autoexplicativo. Cuando Charly fue a Sadaic a registrar la canción, titulada “Mi amor”, se encontró con una negativa por existir otra con el mismo nombre, por lo que debió cambiarlo por el que la hizo conocida. Un chispazo del Charly más guitarrero que una década y monedas más tarde fue adoptado por Turf durante sus primeros años de vida, cuando la presencia de SNM en sus shows (y también en estudio) era algo bastante más que frecuente.
35- “Piano Bar” (1984)
La canción que da nombre al tercer disco solista de García esconde un giro conceptual que lo obsesionaba en la época. “La idea salió imaginándome ‘Grandes Valores del Tango’, pero en el futuro: con todos nosotros ahí”, contó el propio Charly. Su idea incluía bustos para quienes quedasen en el camino y transfusiones y mano clínica “para los que están muy reventados”. “Tenés que verte ahí porque es algo real: están ahí porque rememoran una época, y por ahí algo queda”, agregó pensando en su legado para la posteridad.
36- “Cerca de la revolución” (1984)
Compuesta en el momento de los primeros albores del regreso democrático, Charly García retrató en “Cerca de la revolución” esa sensación enrarecida de desconfianza, desasosiego y necesidad de venganza que parecía flotar en el aire. Su canción oscila entre el escepticismo y la esperanza para hacer las paces con lo que toca en suerte (“No elegí este mundo, pero aprendí a querer”), y también versa sobre la necesidad de no recaer en un error nefasto del pasado que después se puede pagar demasiado caro (“Y si mañana es como ayer otra vez, lo que fue hermoso será horrible después”).
37- “Pasajera en trance” (1986)
Tango es el primer trabajo discográfico de la sociedad Charly García-Pedro Aznar y está dominado por las baterías programables. “Pasajera en trance”, uno de los temas de este EP (hoy lo llamaríamos así, porque trae seis tracks y apenas pasa los 23 minutos de duración total) va en esa línea de patrón rítmico metronómico. Y en este caso tiene un “clap” muy Prince, pero con el sello García que se nota ya en las primeras figuras sobre el teclado: un pentafonismo oriental descendente que es la marca distintiva de la canción. “Ellas está por embarcar...” dice el primer verso. Tal vez sea una mujer que Charly y Pedro vieron cuando regresaban de los Estados Unidos a la Argentina y le dieron forma a este proyecto.
38- “Buscando un símbolo de paz” (1987)
Hay una frase de esta canción que quedó resonando durante décadas. “Nos divertimos en primavera y en invierno nos queremos morir”, casi como la síntesis de la cíclica tragedia argentina. Claro que “Buscando un símbolo de paz” no tiene esa direccionalidad. Parece la exposición de algo no resuelto que termina haciendo catarsis en el deseo de bailar. El contexto es un pulso muy Prince, con secuencias programadas y con un golpe de tambor que se ubica en el mismo plano que las voces. Charly grabó casi todos los instrumentos de este tema (excepto el solo de guitarra, que es de David Lebón) y luego lo llevó a los conciertos con la flamante banda que había armando para salir a tocar el disco Parte de la religión.
39- “Rezo por vos” (1987)
Dos potencias se saludan en el primer adelanto de un disco conjunto que no fue. Charly y Luis Alberto Spinetta empezaron a trabajar en un álbum a dúo, pero de a poco algunas fricciones hicieron difícil la convivencia artística. Mientras la dupla presentaba el tema en el programa Cable a tierra, el departamento de García se incendió y para García la relación entre el hecho con la letra del tema (“Y quemé las cortinas y me encendí de amor”) fue una señal suficiente para dar de baja el proyecto, lo que no impidió que cada uno grabara una versión por su cuenta: Charly en Parte de la religión y el Flaco en Privé.
40- “Parte de la religión” (1987)
Sobre sonoridades orientales sintetizadas, la evocación de Charly poco tiene que ver con occidente, hasta que poco a poco las piezas se acomodan. El protagonista padece las consecuencias de ir a contramano de los mandatos que alguien parece haber consensuado en nombre de la sociedad en forma de un sistema de tradiciones y valores. Esa piedra en el zapato es parte de la religión y es también una herramienta: “todo se construye y se destruye tan rápidamente”, a conveniencia de quien decida emplearla.
41- “Adela en el carrousel” (1987)
Alguna vez el propio Charly la definió como un cuento, como una pequeña ficción que encierra un mundo visible y otros escondidos. Solo alcanza con escuchar el pedido inquietante: “no le des patadas a los locos” para estremecerse, para sentir que debajo de la primera capa hay una segunda piel que pide a gritos ver la luz. “Él solo quiere mirar/ La calesita de los sueños/ Que se fueron y ya no volverán”. ¡Y quién no!
42- “Fanky” (1989)
La guitarra del Negro García López dispara un funk blanco que Charly compuso en Nueva York. Inspirado por la Gran Manzana llegó a grabar su demo en inglés (“I can’t get your love, show how to do it”, decía su verso inicial) hasta que, ya en el estudio, el productor Joe Blaney lo persuadió de grabarla en español. A poco de publicada, se instaló en la cortina de El mundo de Antonio Gasalla, y el comediante devolvió la gentileza apareciendo en el escenario durante la presentación de Cómo conseguir chicas, en el Gran Rex. En 2017, Charly deslizó que Bruno Mars había plagiado “Fanky” en el megahit de Mark Ronson “Uptown Funk”, una polémica petardista que logró su cometido: causar revuelo.
43- “No toquen” (1989)
En las palabras de Charly García, Como conseguir chicas fue un disco integrado por una especie de rejunte de canciones que no entraron en otros álbumes. El dato no lo hace menos importante que al resto de los discos que había publicado hasta ese momento. Quizá lo transforme en un álbum más ecléctico. Fue aquel que cerraba una década (se publicó en 1989) y que mostró una gran paleta estilística. Lo progresivo y lo pop; lo complejo y lo simple; la letra críptica y la explícita. En temas como “No toquen”, Charly comienza a despuntar el vicio en una veta compositiva mucho más visceral y directa, incluso previsible, despojado de recursos líricos y musicales.
44- “De mí” (1990)
Nunca un preaviso fue tan hermoso. En el momento exacto en el que Charly empezaba a transitar caminos algo más erráticos, “De mí” venía a poner un manto de tranquilidad (“No pienses que estoy loco, es solo una manera de actuar”). El tema, que Mercedes Sosa terminó haciendo propio, era también el reconocimiento de una lenta e inevitable peregrinación a lugares más lúgubres, y también un pedido de auxilio solapado: ese “No te olvides de mí” termina siendo una súplica para que nadie deje de tenerlo presente.
45- “Filosofía barata y zapatos de goma” (1990)
El adiós definitivo a Zoca. Lo que parece ser un mensaje encriptado desde su mismo título es probablemente una de sus canciones más lineales, un lugar desde el que poder dejar que cicatrice una herida. “El ómnibus se ha ido, el amor se ha vencido”, entona Charly luego de que su compañera viajase a Brasil sin intenciones de volver. En su videoclip, dirigido por Raúl de La Torre, García cita un monólogo sobre la política de los insectos de La Mosca, de David Cronenberg, una manera tan particular como propia de reflejar sus tribulaciones internas.
46- “No te mueras en mi casa” (1990)
Uno de los pocos resabios del fallido Tango 3 es este tema, compuesto e interpretado junto a Gustavo Cerati y Pedro Aznar. Un rock intenso de poco más de tres minutos que retrata a los zombies que la cocaína desperdigó por Buenos Aires en los 80 (“Se ve por tu temblor de maxilares que te cargaste un par de bolsas en Cemento”), y que no busca bajar línea ni hacer bandera. A lo sumo, algún consejo para cortar el mal viaje (“Tomate un whisky a ver si se te pasa”) y un pedido categórico convertido en título de la canción.
47- “Me siento mucho mejor” (1990)
Un hit de The Byrds fechado en 1965 cobró nueva vida en manos del autor de “Fanky”. Con capas de teclados en reemplazo de la guitarra de 12 cuerdas de Roger McGuinn, Charly no solo le dio al tema un sonido más moderno, sino que además se encargó de traducir la letra de manera más conceptual que literal (“I’ll Feel a Whole Lot Better”, en el original), lo que le dio como resultado un hit por derecho propio que lo probó en un terreno que hasta 1990 tenía pendiente: el de intérprete de la obra ajena.
48- “Himno Nacional Argentino” (1990)
En las vísperas del 25 de mayo de 1990, tras toparse con Federico Peralta Ramos en un bar céntrico, el artista marplatense sugirió que Charly debía realizar su propia versión del himno. A la manera de Jimi Hendrix con “The Star Spangled Banner”, García tomó la obra de Blas Parera y Vicente López y Planes y la hizo propia. El resultado final irritó al sector más conservador de la sociedad y le valió una denuncia por ultraje a los símbolos patrios luego desestimada por la Justicia. El tiempo le dio la razón y hoy en día suena en radios y actos escolares sin que nadie se anime a cuestionar su presencia.
49- “Tu amor” (1991)
En 1991, luego de atravesar su primera internación, Charly volvió a encontrar en Pedro Aznar un aliado necesario para repetir la química creativa de Tango y, sobre todo, para estabilizar su procesión interna. Con su ritmo sincopado y su preciosismo beatle (ver el bajo Hofner de Aznar en el video de la canción), desde su primer verso “Tu amor” parece un reconocimiento del estado de las cosas que se volverían una constante por la siguiente década y media en la vida de su autor (“Yo quise el fin y había más, yo quise más, no había fin”).
50- “No puedo dejar” (Serú Girán, 1992)
“La gente que te viene a ver solo te destruye”, canta Charly en el segundo tema de Serú ‘92, el regreso de los “fab four” argentinos tan desmedidamente criticado en su tiempo. Un disco correcto, un Charly más preocupado por imponer condiciones que por retomar la antigua dinámica de la banda y una canción que le compite mano a mano al “Mundo agradable” de David Lebón con esas palabras de García que inquietan y que siempre parecen estar adelantadas a su tiempo: “Hay sombras que vienen y van, yo no voy a irme”.
51- “Vampiro” (1991)
Charly García, Pedro Aznar y Gustavo Cerati. Año 1991. Ahí donde la especulación diría “hit asegurado”, el resultado es una joya de culto con mucho más que el valor testimonial de haber juntado a esos tres. En casi seis minutos, se construyen paisajes sonoros que incluyen pianos, las guitarras densas del Cerati pre Dynamo, baterías que aparecen y se van, coros celestiales que Aznar parecía haber traído de sus años con Pat Metheny y todo el pulso pop del Charly que en la década que acababa de terminar había puesto la vara altísima para el rock argentino todo.
52- “La sal no sala” (1994)
Una zapada de precisión quirúrgica. “La sal no sala” tiene a Charly y Juanse en plan lúdico, intercambiando protagonismo manteniendo el espíritu libre y espontáneo del rock and roll. El tema iba a devenir en clásico para un disco que prefiguraba al Charly García más caótico y menos prolífico. Pero, otra vez, el talento de Charly para hacer de la simpleza un valor primordial, iba a terminar por ser el procedimiento perfecto para que un tema así sea infalible incluso a mediados de los 90, cuando las nuevas olas iban por otro lado.
53- “Chipi chipi” (1994)
Charly García tenía prácticamente terminado La hija de la lágrima cuando un ejecutivo del sello le advirtió que al disco le faltaba un tema comercial. En 10 minutos, escribió “La canción sin fin”, que finalmente se llamó “Chipi chipi”. El tema, por supuesto, es el gran hit del disco. Y esa anécdota pinta de cuerpo entero la facilidad de Charly para captar el pulso del oyente. Ya para ese entonces estaba totalmente probado pero por si hacía falta, lo hizo de nuevo. El máximo contribuyente al cancionero histórico del rock argentino y un ready made de 10 minutos con una sentencia contundente: “Esta canción durará por siempre, por eso mismo yo la hice así”.
54- “Fax U” (1994)
Tal vez el punto más alto de La hija de la lágrima. “Fax U” es un hit extendido, con tiempo para pasajes instrumentales y, sobre todo, un despliegue tímbrico de una sutileza como solo Charly puede entregar. Juego de voces, guitarras acústicas, sintetizadores, cintas pasadas en reverso y hasta un falso vivo hacia la segunda mitad del tema. Más de 7 minutos de canción para una gema de pop barroco que parece recuperar al Charly de las grandes formas de los 70, pasarlo por el tamiz sonoro de los 80 y dejarlo listo para sonar como se debía en los 90.
55- “Chiquilín” (1994)
Si “Fax U” es el Charly extendido, “Chiquilín” es Charly condensado. Como un petardo que explota en segundos y luego queda flotando en el aire el silbido. Poco más de dos minutos de duración y el tema incluye hasta un sintetizador. La canción, en términos formales expone estrofa y estribillo en el primer minuto y se entrega a una coda multiforme en el resto. Una suerte de canción con déficit atencional que le impide convertirse en hit pero que entrega un espacio de experimentación propio de Charly, esos baches etéreos que suelen ser un remanso para tomar aire y continuar, solo que esta vez la cosa termina ahí.
56- “Alguien en el mundo piensa en mí” (1996)
Say no More (el nombre de su disco de 1996 y una especie de avatar). La exacerbación del ego. Charly García siempre fue un personaje absolutamente carismático y complejo, que caminó fuera de los cánones. Pero hasta principios de los ochenta esa personalidad no había podido ganarle a sus mejores canciones. En los noventa el personaje se puso por delante de las canciones. “Alguien en el mundo piensa en mi” es su satírico autorretrato. En la versión que hizo en uno de los festivales Buenos Aires Vivo, de 1999, le cambió la letra a la introducción. “Y tal vez tu auto chocó la otra mañana, y te darás cuenta de que Say No More es más importante de lo que creías”.
57- “Estaba en llamas cuando me acosté” (1996)
Bienvenidos al caos. “Estaba en llamas cuando me acosté” abre Say No More (1996) y, con ello, el período más áspero de Charly García, tanto en su vida pública como en su obra. Del brazalete SNM y el aerosol plateado a canciones de psicodelia oscura, casi como un sonido industrial para la Argentina menemista desindustrializada. Charly García viviría en llamas durante los próximos años y eso se traduce aquí. Es como si la canción tuviese que caminar entre los obstáculos que el propio Charly le ponía en su camino. Una prueba de supervivencia para el poder de la melodía.
58- “Cuchillos” (1996)
Nadie nunca puso más en eje a Charly García que Mercedes Sosa. Como si la presencia de la gran voz argentina funcionara para él como una figura de veneración y respeto maternal. Y por eso esta canción homenaje de él hacia ella. Con la participación de Mercedes en el videoclip y una reversión memorable apenas un año después en Alta Fidelidad - Mercedes Sosa canta Charly García (1997). Incluso para el caos que domina Say No More, “Cuchillos” mantiene su carácter evocativo y la fragilidad que se siente tan presente como una caricia a la distancia.
59- “El aguante” (1998)
Después de que el concepto Say No More copase su obra y también el comportamiento de su figura pública, Charly García dio con un nuevo mantra con el que reivindicó a su nuevo norte artístico, la renovación de su público y también a su propia capacidad de supervivencia. “Yo siempre fui muy crítico, por eso de ser loco o ídolo o monstruo. Pero el aguante lo entendí e hice una canción que dice eso. Es un rocanrolazo. Hay que bancárselas y seguir”, explicó al diario chileno La Tercera en 1998.
60- “Kill my Mother” (1998)
Como si tuviera que enmascarar en otro idioma un pedido tan extremo, Charly García blanquea en “Kill my Mother” la relación turbulenta con su madre (Carmen Moreno) en una canción de alto contenido edípico. Charly grabó en una sola toma esta suerte de deicatoria a quien alguna vez decidió internarlo a la fuerza en una clínica psiquiátrica. De hecho, Charly García había decidido sacarse el apellido materno en 1995. Como bonus, Charly introdujo hacia el final del tema un fragmento de “Positively 4th Street”, de Bob Dylan, uno de sus grandes héroes musicales.
61- “Me tiré por vos” (Sui Generis, 2000)
Si el de Serú Girán no resultó ser el regreso soñado, aun cuando el cuarteto se presentó dos noches en River Plate, el de Sui Generis fue por demás complejo, con un Charly “saynomorizado” e irascible. Del álbum Sinfonías para adolescentes se desprende esta ¿aguafuerte? mendocina que ya es parte de la historia argentina reciente: el clavado “olímpico” del músico desde su habitación de hotel cuyana hasta la pileta del lugar. “Estaba muy aburrido/ en mi Mendoza fatal”, confiesa un Carlitos Alberto muy conectado con su yo adolescente.
62- “El día que apagaron la luz” (Sui Generis, 2000)
Otro hit que ya es clásico de ese fugaz retorno de Sui Generis estampado en Sinfonías para adolescentes. Acá García se traslada al 24 de marzo de 1976 y nos pregunta (nos interpela): “Quiero saber lo que hiciste/ El día que apagaron la luz”. La pregunta aún resuena en el aire, se condensa en una nube que sigue a la espera de nuevas respuestas.
63- “Tu vicio” (2002)
El Charly García del siglo XXI es, entre tantas otras cosas, un Charly García metatextual. Dispuesto a reclamar sus laureles y, sobre todo, su reconocimiento como parte, ahora sí y de manera inapelable, del inconsciente colectivo argentino. Así, el primer tema de Influencia, el disco con el que entró en el tercer milenio, no anda con rodeos: “Yo soy un vicio más, en la gente soy un vicio más”, canta en la reformulación del estribillo.
64- “I’m not in love” (2002)
Para Influencia, Charly conquistó a Tony Sheridan, bluesero que estuvo involucrado en la primera etapa de The Beatles y también con Elvis Presley. De ahí las guitarras clásicas que dominan “I’m not in love”, cuyos versos en inglés parecen ser un guiño al propio Sheridan para que se una a García. ¿Más historia? Las baterías son cortesía de Mario Serra (Virus) y sobre ellas Charly desata una línea de bajo bien simple pero con todo el groove del rock and roll. Y otra vez reclama su lugar de distinto a la media: “Lo único que quiero es no ser como vos”, como punchline letal.
65- “Influencia” (2002)
Mucho de Charly García como una biblioteca humana capaz de recordar un centenar de canciones que van a lo profundo del repertorio del rock clásico. A partir de ahí que a la hora de reversionar temas (algo a lo que nunca le esquivó) sus elecciones no sean las más obvias. “Influencia” es el mejor arreglo posible para “Influenza”, un tema de Todd Rundgren que en su versión original tiene todo el color de los 80 y que, 20 años después, ganó una sobrevida en otra latitud. Charly lo hace propio, una vez más.
66- “Asesíname” (2003)
Charly y su capacidad de ir tan abajo en el relato de emociones que pareciera no poder salir del fondo, solo para demostrar que ahí también hay belleza. “Asesíname” tiene la melancolía tanguera, melancolía tecno-dark y hasta una fanfarria final en modo beatle que se desvanece en fade out. Si su imbatibilidad como orquestador de sonidos no hubiese quedado clara hasta la fecha, también juega a director audiovisual en el videoclip del tema, con Celeste Cid como protagonista.
67- “Rock and roll yo” (2003)
Nuevo mojón en el Charly García omnipotente del siglo XXI. Así de fácil se autoproclama, y que nadie se atreva a contradecirlo como el máximo rocker argentino. “Rock and roll yo” es el tema más netamente rockero desde el riff de “Cerca de la revolución”. Quien alguna vez fuera acusado de haber “ablandado la milanesa” por Pappo, pela unas guitarras al mejor estilo Pappo’s Blues Vol. III y va para adelante en primera persona con esa sentencia que es casi un tatuaje. Del otro lado solo resta decir: Rock and roll él.
68- “Deberías saber por qué” (2010)
Charly burlándose de todos en modo espejo. Cuando su carrera mediática seguía copando programas de chimentos que pretendían caricaturizarlo y reducirlo a su costado problemático, él desafiaba a sus detractores. Si vas a reclamarle a Charly García que todo su tiempo pasado había sido mejor, bueno, él respondía que también tenía lugar para relajarse. Charly como estrella entretenedora y hasta riéndose de ser una parodia de sí mismo. ”Che, si en verdad me tomaste en serio, deberías saber por qué” fue su manera de decir: “Hagan algo con sus vidas en lugar de proyectar sus frustraciones en mí”.
69- “La máquina de ser feliz” (2017)
Charly armó La Máquina De Hacer Pájaros en los 70, abrazó las máquinas de hacer ritmos en los 80 y en el siglo XXI canta haber diseñado la máquina de ser feliz. No se trata de inteligencia artificial sino de “inocencia artificial” como canta con el encanto melódico que supo desarrollar a lo largo de toda su carrera, con o sin máquinas. Aunque su voz suene desgranada, el oficio para construir melodías y canciones parece ser su verdadera máquina de ser y hacer feliz. Así abría Random, su último disco de estudio hasta la fecha.
70- “Lluvia” (2017)
Incluso cuando no se encuentre en el pico de su carrera, un disco de Charly García siempre ofrece destellos cancioneros. Con la voz de Rosario Ortega como soporte de claridad, “Lluvia” recupera al Charly simple y simétrico. Aquellos estudios de Mozart y Alberto Williams en su niñez calaron hondo en el proceso creativo de Charly. La melodía como elemento primordial que merece el mayor de los cuidados. Y para conducirla, un entramado de guitarras y teclados como plan de contingencia en el clásico estilo de Charly García.
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