Antes de su presentación de este viernes en la nueva edición del Movistar Fristyle, la popular artista conversó con LA NACION sobre su arte, la discriminación, la lucha contra el machismo, el estigma de las adicciones y la crianza conservadora de sus hijas
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“El freestyle dejó de ser underground, es algo masivo, viral y mainstream. Hace pocos años, cuando decías que hacías freestyle te miraban como diciendo ‘hacé algo con tu vida’. Hoy está cuantificado como un deporte. Las batallas tienen entrenamientos y las presentaciones generan puntajes”.
La Joaqui conoce el tema. Como referente de la disciplina urbana en la que el rap es atravesado por la improvisación, pisa fuerte a la hora de pensar el lugar que ocupa el género musical que la representa, todo un fenómeno de ribetes desconocidos para muchos y que espeja la dinámica de una importante franja de jóvenes.
“Antes estaba todo mucho más dividido, pero el rap es abarcador y en la música urbana también puede estar un género como el reggaetón, lo cual lo hace más masivo”, argumenta la artista, nacida en Mar del Plata como Joaquinha Lerena, y que este viernes será la figura que encabece la nueva edición del Movistar Fristyle, que se realizará en la Ciudad Cultural Konex y en el que también participarán competidores de la talla de Klan, Stuart, Zone, Roma, Wolf, Kusa, Barba Roja y Saga. Además, el encuentro contará con Dtoke, una leyenda del rap argentino, quien oficiará de anfitrión. “Siempre suma la multiplicidad de lenguajes y géneros”, sostiene esta mujer, madre de dos hijos, que juega con una impactante producción estética, con un cuidado diseño de vestuario y maquillaje, cada vez que sale a escena.
-¿Considerás que el estar dentro de un rango mainstream puede atentar contra los valores esenciales de la música urbana y de cierta libertad conceptual?
-Siempre estás expuesto a que la información que das se tergiverse y te cancelen o ataquen. La otra noche toqué en Salta y Jujuy y, como el viaje lo organizó Jujuy, agradecí a esa provincia, pero no faltó el medio que dijera que no conocía la diferencia entra ambos lugares. Si uno accede a una carrera pública, sabe que está expuesto a la malicia de las redes, se busca ver caer al campeón. La cultura de la cancelación es una moda, pero los valores de uno siempre estarán, lo importante es saber ser selectivo con la comunicación para que no queden dudas de lo que uno dice.
-La cultura de la cancelación es nociva y hasta es irrespetuosa con la historia de nuestro país, en la que hubo tiempos de falta de libertad y ciudadanos cancelados.
-Somos un país con una amplia historia en torno a la dictadura, por eso creo que la deconstrucción es un proceso, nadie tiene un chip machista que se puede reemplazar de golpe.
-La deconstrucción toma tiempo.
-No se puede evitar eso, son momentos de analizar, empatizar, por eso no creo en la cancelación, salvo que se trate de un delincuente, de un violador o de una cagada a palos entre cinco pibes. Pero hoy se cancela a alguien por un error de ortografía, como si uno estuviera obligado a ser perfecto. Parece una dictadura dictada por el pueblo.
-Una contradicción...
-Es nefasto y por eso el artista vive con miedo a expresarse con naturalidad y que se termine poniendo en boca de alguien algo que no piensa. En el freestyle, que es tan espontáneo, donde uno dice lo que siente y lo que se piensa en el momento, puede haber margen de error y no hay posibilidad de corregir. Los artistas están expuestos al pánico y el miedo, cargas energéticas muy complicadas.
Dentro de las expresiones urbanas, el freestyle es una manifestación artística basada en la improvisación en torno al rap, con letras que suelen reflejar problemáticas cotidianas. “Está vinculado a cierta anarquía, por eso es totalmente fascista anular a una persona por sus errores”.
Decir o no decir
“Cuando alguien te reclama por cierto mensaje que podés dar en una presentación y que no puede ser adecuado para un niño, interpelo a esos padres y les pregunto qué están haciendo para que el chico no se sienta atraído por Panam y me esté escuchando a mí. A mí, a los cinco años, me representaban artistas dirigidos a los niños, así que me preguntaría que están haciendo mal esos padres para enojarse porque el hijo escucha otro tipo de mensajes”.
A los 27 años, La Joaqui hasta parece una mujer conservadora. Lejos de la arrolladora y rebelde imagen pública que la define, en su cotidianeidad esta abocada a la crianza de sus dos hijas, bien lejos del ruido de la noche y de aquellos tiempos donde su vida estuvo diezmada por las adicciones. “Si una nena de diez años se siente identificada con aquello que yo escribí para el boliche y que habla de ese tipo de experiencias, hay algo que esos padres hicieron mal”.
A La Joaqui la enoja cuando se la posiciona en un lugar de nocividad y cuando se intenta vincular su arte con un mensaje de oscuridad: “La mala yunta no existe. Uno puede pararse al lado de cualquiera y, si se tienen los valores adecuados y bien inculcados, sabiendo hacia dónde quiere ir, nada cambiará ese rumbo. Si la culpa es de la yunta, ¿por qué esa yunta no se copia de quien hace las cosas bien? ¿Por qué se habla de mala yunta y no de buena yunta? Nadie puede acusar a las compañías de su hijo si el chico se droga. La responsabilidad es de los padres. Un chico tiene que entender que el camino es la vida sana y que no necesita de nada que pueda tapar sus emociones ni para sentirse bien. Obviamente, eso viene del hogar, donde ahí aprende qué siente y por qué. La responsabilidad de lo que hacen los pibes es de los padres, pero se busca culpar a la juventud a través de un artista”.
-¿Dónde aparece ese pensamiento tan lúcido y centrado?
-A mí se me califica muy negativamente por la música que hago, pero las últimas cinco canciones que presenté hablan de fiesta porque pertenecen a un disco pensado para el boliche, no quiere decir que un lunes a la mañana yo sea así. Se trata de un ejemplar armado para la fiesta y desde un contexto, no son para un bautismo, sino para olvidarnos en el boliche de los problemas de todos los días.
-De todos modos, más allá de los contextos, el artista tiene una responsabilidad sobre lo que dice y más aún cuando se es referente de miles de jóvenes, como es tu caso.
-Obviamente, por eso jamás discriminaría a alguien, no hablaría sobre la orientación sexual de una persona ni juzgaría a nadie por su etnia. Esa es mi responsabilidad de valores, ahora, mi responsabilidad sobre la música es saber explicar que un tema fue pensado para un boliche y que por eso dice lo que dice. Si un tema mío habla sobre la marihuana es para que suene en el baile, no en otro espacio. Tengo un por qué en lo que pienso y no me puedo limitar porque los hijos de alguien lo vayan a repetir. Mi compromiso como artista es no limitarme, he hecho rap, cumbia, rock y no solo música de boliche.
Cancelación, adicción y machismo
Su abuela fue uno de los soportes sustanciales de su vida y quien la conectó con la realidad más cruda: “Me crié con mi abuela, sobreviviente de la dictadura”.
-¿A qué te referís?
-Ella fue torturada por militares, por eso en mi casa siempre nos manejamos con el libre albedrío.
-En el universo de la música urbana, ¿sufriste la cancelación machista?
-Sigue existiendo. En mi caso, además de ser mujer, tengo todos los estigmas.
-¿Por qué?
-Soy hija de padres divorciados antes de que yo naciera, tuve conflictos con las drogas que nunca oculté, pero, cuando una mujer dice que tuvo problemas con las drogas, ya se asume que es una prostituta. Cuando al varón le pasa los mismo, dicen que los padres lo trataron mal. En lugar de apoyar a la mujer que sale adelante y no se queda al lado de un hombre que no les da un crecimiento sano a sus hijos, la juzgan.
-A vos, ¿por qué te juzgan?
-Se me juzga porque tengo dos hijas de diferentes padres.
-¿Te sentís muy en la mira?
-Te doy un ejemplo, muchos se preguntan por qué canto con determinados artistas y la verdad es que no me cogí a ninguno de los pibes con los que hice canciones. A mi pareja le escriben diciéndole que estuve con El Nova o con L-Gante. Eso sucede porque hay una cultura machista que piensa que si ellos comparten la música es solo porque quieren estar conmigo. Se sigue cosificando a la mujer constantemente. ¿Qué se dice sobre Shakira y (Gerard) Piqué? ¿Por qué se juzga la diferencia de edad entre la China Suárez y Rusherking y no se dijo nada cuando (Benjamín) Vicuña le llevaba trece años a ella?
-¿Tu pareja es del medio?
-No, es un simple mortal, porque la tranquilidad no tiene precio.
-La composición musical, ¿también está signada por lo patriarcal?
-¿Por qué un artista tiene un tema que habla de “la bebe leche” y nadie lo juzga y yo hago un tema que dice algo sobre “la tanga colorada” y soy una desubicada, no tengo cultura general? Tengo 27 años, una estabilidad, mis hijas no dicen una mala palabra, pero se me juzga por lo otro.
A la hora de pensar en la mirada externa, La Joaqui sabe que las reglas del juego se potencian ante aquellas cuestiones personales que ella misma confesó con valentía y sinceridad y que pueden ser guía para muchos seguidores que atraviesan lo que ella atravesó. Sin embargo, también la crítica aparece en torno a sus padecimientos más íntimos: “No faltó el que, ante algo que yo dijera, pusiera en las redes que estaba pasada de drogas. Eso es injusto, es una manera de discriminar. Dicen eso porque yo misma confesé públicamente que padecí adicciones, pero que hoy están superadas. Como soy una mujer que tuvo problemas con las drogas, cualquier cosa que haga en mi vida se la asocia a eso, pero desde los 19 años que no consumo nada. Solo creo en el consumo consciente de la marihuana y tengo mis por qué.
-¿Cuáles serían esas razones?
-Desde que soy chica sufro de ansiedad. De hecho, desde los 13 a los 17 estuve medicada. No digo que la medicina no sea necesaria, no digo que si alguien tiene esquizofrenia se tiene que fumar un porro, porque va a pirar. Pero, a mí me pasaba que, a mis 15 años, tomando tantos calmantes por mi ansiedad, un momento de la vida donde adelgazaba mucho, me terminaba quedando dormida en una reunión con amigos debido a toda esa medicación. Eso era humillante para mí. Hoy, si tengo una crisis de ansiedad, fumo, pongo una música relajante, me tomo un té de tilo y me relajo, sin dormirme. Si tomara calmantes para la ansiedad, no me aguantaría dos días sin dormir tocando por todo el país. No avalo el consumo indiscriminado ni dejar de hacer tus cosas por eso o llegar al laburo re pasado, pero está comprobado que el cannabis te ayuda en un montón de cuestiones. A mí me ayudó a salir de las drogas, porque me bajaba la abstinencia. Era más sano y menos nocivo para mí.
-¿Qué drogas consumías? ¿Cocaína?
-Sí, todas las drogas conocidas de mi generación, las que se te presentan en un boliche. Además, cuando sos conocida, todo el mundo te ofrece. Muchas veces, los fans se acercan para regalarme droga, porque se sobreentiende que yo consumo por el simple hecho de que hago cumbia. Ese es otro estigma. Se piensa que en nuestro ambiente son todos reventados y eso es racismo, aunque no sea por etnia.
-Cuando dejaste de consumir, ¿se alejaron determinados amigos o vínculos?
-Totalmente, pero no sólo se alejan ellos, sino que también se aleja uno. Me ha pasado de querer juntarme con una amiga en una plaza y que llegara luego de consumir. Yo ahora llevo a mis hijas a jugar a la plaza y no quiero que se vinculen con eso. Y no estoy discriminando, pero busco que mis hijas no vivan un mundo de oscuridad, porque no les pertenece y no lo necesitan para estar plenas o llenas. La euforia de las drogas se puede reemplazar con lo que te puede generar ir a tomar mate con una amiga y comer una torta.
La Joaqui está muy pendiente de sus hijas de 6 y 3 años, a quienes cría en una cotidianeidad familiar tradicional, lejos de los estruendos de su carrera.
Repercusión
Le puso música a la serie El marginal y hasta integró el elenco de una de sus temporadas. Con temas como “Face to face”, “Rocho” y “No siento nada” se convirtió en una líder indiscutida de la generación millennial.
-Sos muy inteligente y te expresas muy bien, ¿te propusieron hacer conducción de televisión?
-Me ofrecieron ser panelista de programas que son socialmente muy queridos, pero que a mí no me representan. No me representa el chimento ni hablar de otras personas, ni cagarle la carrera a nadie, es una energía que no quiero compartir. Aún no me ofrecieron algo donde yo pueda aportar algo positivo.
-¿Recibiste alguna oferta para volver a actuar?
-Me encanta actuar, se me presentan oportunidades, pero, en algunos casos, no estuve de acuerdo con el guion y no acepté.
Vivió en Costa Rica con su madre, a los quince se fue a Mar del Plata y ahí se enganchó con el rap. En la costa argentina pernoctó con su abuela en barrios alejados del centro de la ciudad, hasta que, finalmente, se instaló en Buenos Aires. Sin embargo, actualmente vive en Mar del Plata (“porque me puedo pagar la nafta para ir y venir y porque me gusta la paz de la costa marplatense”).
-¿Cómo recordás aquellos años del final de la adolescencia y la primera juventud en Mar del Plata?
-Me siento yo en cualquier lugar de Mar del Plata. En el barrio Jorge Newbery, que es muy humilde, fue donde mejor me sentí. Estaba embarazada de mi primera nena y una señora me alquiló un cuartito. Ella me ayudaba con la garrafa y con la ropita de la bebé.
Auténtica, reconoce sin eufemismos ni pose cuáles son sus gustos: “No viviría en Capital Federal, mucho auto, quilombo y puteadas. Voy a mudarme al sur, a Bernal. También me gusta mucho Florencio Varela. Me gustan los barrios donde conocés al vecino y no esos lugares donde bajás en un ascensor sin saber con quién estás”.
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