La actriz de El marginal tocará en la sala Siranush su repertorio crudo y contestario. Además, mientras espera el lanzamiento de un nuevo corte, filma una serie para HBO
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“No justifico mis maldades, con la infancia que pasé. Quien anda con Dios, nada lo tumba. Guachín, yo estoy de pie ya”. La poética de “Experiencia”, el último lanzamiento de la rapera La Joaqui, define cabalmente su ideario y las formas de su arte. Ese arte que también se canaliza en la actuación, como cuando integró el elenco de la serie El marginal.
Este domingo, en la sala Siranush de Palermo, la cantante se presentará junto a Alejo Park, en lo que será la primera edición de C-Pika. “Tenemos un showcito interesante, acabo de leer que nos acompañará la Luna Llena, así que se están moviendo muchas energías a nuestro favor. Estoy ansiosa”, reconoce en el inicio de la charla con LA NACION.
La cantante nació en Mar del Plata en 1994, pasó gran parte de su infancia en Costa Rica, y, de regreso en Buenos Aires, comenzó a transitar los caminos libertarios del rap y el freestyle, ese estilo basado en la inmediatez de la impronta improvisada. Es adorada por sus fanáticos, esos que, gorra en la cabeza, se diseminan por los barrios obreros. Allí está su público y allí reside la inspiración de esta artista que no se calla nada y que rompió con varios preconceptos machistas en el ambiente de la música urbana.
Joaquinha Lerena, tal su nombre completo, es una mujer de muy buen decir, formal y educada y que, cada tanto, retribuye todo lo bueno que le sucedió con un “gracias a Dios”. Rompe con su audaz imagen pública. O, mejor dicho, complementa a la rebelde que se sube al escenario con la mujer de a pie, sensible de la realidad del mundo y madre abnegada de su hija. No hay contradicción, La Joaqui es todo eso. Y más.
-El próximo show se basa en un planteo nuevo que muestra tu presente, pero manteniendo la esencia. ¿Qué cambia? ¿Qué sigue igual?
-Uno como artista no cambia, crece. El artista es un ser humano y crece igual que el resto y está bueno mostrar eso, porque es el cambio personal lo que uno quiere transmitir. Se trata de mutar.
-A veces el medio o los fans son un poco arbitrarios y le piden al artista que no se mueva de cierto lugar instalado.
-Críticas habrá siempre.
-¿Cómo las tomás?
-Tengo un personaje al que pareciera que nada le importa, pero, en realidad, las críticas me influyen un montón, así que las trato de tomar con cierta relatividad. Si alguien te dice algo con mala leche, lo tomo así. Pero, en cambio, si mucha gente te va diciendo que algo no está gustando, hay que aprender a escuchar eso. Las críticas, en ese sentido, hay que tomarlas como algo que te está diciendo el público sobre lo que quisiera oír.
-En el género que transitás es complejo moverse y crecer para una mujer. Incluso, desde el patriarcado imperante, te han insultado en alguna batalla de freestyle.
-Hay un derecho de piso que varias artistas tuvimos que pasar y que hoy, gracias a Dios, ya no se repiten. Las mujeres tenemos mucho más espacio, todos estamos tratando de deconstruirnos bastante. De todas maneras, sigue habiendo diferencias.
-¿Por ejemplo?
-Si yo me quiero juntar a hacer música con un colega hombre, mucha gente ya cataloga la situación como romance. Pareciera que una artista mujer no puede estar con un artista hombre. Eso sigue pasando, siguen apareciendo esas críticas y juzgando. También se juzga sobre su pareja, como si la vida íntima tuviese que ver en la composición musical. Nunca se dice: “A este tipo le fue de gran ayuda estar cerca de tal piba”. Jamás. Siempre la piba será la de la necesidad. No se piensa en el arte y se sigue poniendo en duda lo que busca la mujer. Quizás, a alguien que no es artista le cueste entender que una puede estar dos días encerrada con un compañero grabando en un estudio. Por eso los músicos terminan vinculados con los músicos. También sucede con los actores.
-¿Algo cambió en los últimos años?
-Es real que hay muchas más puertas que se han abierto, pero hay muchas más para abrir.
-Con el tema “Experiencia” recuperás el rap más genuino, un regreso a la raíz.
-Volví a la vieja escuela, a esos sonidos de cuando comencé con el rap que me gustaba. Tenía ganas de hacer algo vinculado a aquello que me inspiró.
-¿Dónde nace esa inspiración?
-Siempre estoy pensando en ritmos, puedo ir caminando por la calle y que se me ocurra algo. A la hora de sentarme a componer, me interesa abocarme a lo que estoy sintiendo en ese momento. Soy muy intensa, así que siempre me vuelco a hablar de la intensidad del momento. Si estoy triste, genero algo desde ese lugar. Si es un momento alegre, saldrá algo más eufórico y bailable. Todo está muy vinculado a mis estados de ánimo.
Destierros
Su madre, amante del surf, encontró una posibilidad en Costa Rica. Allí fue con su hija pequeña, quien recién regresó, a los 15, a vivir en Argentina, aunque ya no en su Mar del Plata natal, sino en Buenos Aires.
-La vida nómade, ¿generó en vos una vida expandida del mundo?
-Sí. Cada país es una cultura y se aprende un montón. Mi papá vive en Chile, pero el resto de mi familia está en Argentina. Mis papás están separados desde que nací, eso es algo que tengo totalmente naturalizado.
-¿Cómo modificó tu arte la propia maternidad? ¿Hablás sobre otros temas?
-No sé si le hablo a otras cosas, lo que siento es que a una madre la sociedad le pide que actúe de determinada manera, de lo contrario es catalogada de “mala madre” y se la juzgará. Hay que acatar determinadas cosas o privarse de hacer algo por miedo a que a los hijos se les diga un comentario violento. Quizás, con la maternidad, hay que cuidarse un poco más y que no sea tan impulsivo lo que se quiera transmitir. De todos modos, ser madre te hace tomar la vida con otra responsabilidad. A mí me jugó a favor, me acomodó bastante la vida.
A pesar de sus jóvenes 26 años, La Joaqui se muestra madura, centrada, con ideas claras en cuanto a su vida y a su carrera. Sin privarse de la crianza de su hija, su vocación transita por un gran momento. La Joaquí está inspirada, será por eso que decidió regresar a las batallas desafiantes del freestyle.
-Tenemos en mente volver, intentar clasificar.
Su objetivo es regresar a la madre de todas las competencias de freestyle en español, la Red Bull Batalla de los Gallos, repetir hazañas como las logradas en 2014, cuando debutó en estas lides. “Llevo años sin competir, las modalidades han cambiado. Tirar freestyle es algo que vas sintiendo en el momento. Tenés que ir muy estable emocionalmente, estar calmo para poder exteriorizar”. El freestyle es una variante del rap tradicional que se define por la improvisación. El género, que nació en Georgia en la década del 90, tiene amplia injerencia en Sudamérica con fanáticos que se enfervorizan en cada batalla ante esos artistas que despliegan una notable repentización para decir con poesía, al momento, sin previa y sin red.
-Hablabas de la emoción, ¿juega un rol esencial?
-Es muy importante. Yo me pongo más nerviosa con una presentación de freestyle que cuando salgo a tocar.
-¿Por qué?
-Me da nervios, me da miedo lo que pueda llegar a sentir con lo que me digan. Lo vivo así, cada cual lo vive a su manera.
-¿Por qué tantos años sin participar en una competencia?
-Sentía que no tenía más nada para decir, que ya no estaba enojada, no había cuestiones para exteriorizar.
-En vos, el rap y las competencias fueron catalizadores de emociones.
-Soy muy reservada, así que el freestyle era ese mundito que permitía explayar mi bronca. Era como una terapia y lo hice hasta que sentí que no estaba más enojada, que no quería insultar ni que me insulten más. Y me puse a hacer música, porque tengo muchas otras cosas para sacar fuera de mí.
-En esa experiencia catártica, solías referirte a las desigualdades y necesidades urgentes. ¿Allí residía el enojo?
-La aparición del coronavirus es algo que dejó descolocada a un montón de gente, pero yo no necesité de la pandemia para ver las relaciones sociales, sobre todo las que existen en este país, eso es algo que me impactaba desde antes. Busco generar ese impacto social, transmitir lo que opino y siento al respecto. También es cierto que hay mucha gente que hace la vista gorda para agradar, por eso, a veces, es muy difícil expresar la ideología propia sin sentirse atacado. Hoy en día está complicado pensar con libertad. Sin embargo, las personas ya no queremos quedarnos calladas. Una tiene que cuidar las formas en las que se dicen las cosas para que nadie se sienta herido, todos estamos muy sensibles, venimos de golpes muy fuertes en los últimos años desde la economía, lo social y lo emocional. A veces, la sensibilidad es tomada como símbolo de debilidad, entonces da miedo mostrar lo que una siente. En eso ayuda el ser artista, en no sentir vergüenza de exponer lo que te duele.
-En tu caso, al igual que tus colegas del género, el artista se ubica como la voz de los millones de personas a las que el sistema relega y su problemática no está visibilizada.
-Es muy lindo tomárselo así, una gran responsabilidad.
Ficción
En la serie El marginal, La Joaqui interpretó a Mecha, la pareja del personaje Diosito, encarnado por el actor Nicolás Furtado. Ambos tuvieron algunas de las escenas eróticas más jugadas de la serie producida por Underground, la compañía de Sebastián Ortega. “Me encanta la actuación. Ahora, además de seguir con mi música y mis shows, estoy grabando la serie Días de gallos para HBO, con Ángela Torres, Felipe Colombo y mucha gente joven.
-Tus videos tienen un alto componente de interpretación ficcional.
-Estamos generando mucho material musical desde lo actoral, produciendo lo que podríamos definir como cortometrajes musicales.
El 1° de abril estrenará un nuevo corte: “Lassie”, junto con L-Gante, material al que define como una “mini película”. Aún sin fecha, también verá la luz durante el año el nuevo disco de la artista creadora de temas como “Perdón mami por mi vida loca”, “Maldita bendita”, “Más mala yo”, “No quiero nada” y “Llamalo como quieras”. En 2017 se reunió con su amiga Cazzu, otra artista que se rebela desde la música, y alteraron el machismo de la canción urbana con “Ay Papi”, tema que lleva 14 millones de visitas. En busca de su esencia, el año pasado editó las canciones “Fobia”, “Gangster” y “90´s”, excusas para regresar al más puro rap y volver a expresar esas ideas que hacen a su universo.
“La nena buena de los nenes malos. Me gusta con esa cara de malo. Con los ojos rojos, la pistola de costado. Marginado, yo lo amo. Marginado”, dice, mientras en el video de “Gaucho” se la ve bailando con un arma amarrada a la falda o lamiéndola de manera fálica. Esa es La Joaqui, la mujer que radiografía las periferias sociales y sus luchas por la supervivencia. También es la artista que focaliza sobre las zonas oscuras de aquellos que transitan la sociedad con códigos propios, tatuajes y bijouterie ampulosa. La Joaqui lo hace con lupa cruda, sin artilugios, con honestidad brutal, definiría Calamaro.
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