Nota publicada en la edición impresa de Rolling Stone RS249 del mes de diciembre.
"También podemos ir a un lugar menos cheto, si querés", dice Wos después de sugerir que caminemos unas cuadras para almorzar en una panadería francesa de Villa Crespo, uno de esos lugares que, cuando aparecen, indican claramente que un barrio está siendo gentrificado. Es una tarde gris de octubre y estamos en una de las esquinas del Parque Los Andes, en el límite con Chacarita, la zona en la que este rapero de 22 años vive desde que era chico, cuando el paisaje era otro. Acá nomás, en Atlanta, jugó al fútbol de niño, y en unos banquitos de esta plaza, sobre la calle Guzmán, a los 13 tiró sus primeras rimas junto a sus amigos. No hay nada demasiado cheto en la historia de Wos: fue a un colegio público (el Mariano Acosta), estudió actuación en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD, también pública), y el día que ganó la final nacional de la Red Bull Batalla de los Gallos de 2017, agarró el micrófono y le dijo a un Luna Park repleto: "Les quiero agradecer mucho a mis amigos que están acá, guacho, a la gente de El Quinto Escalón que hizo que esto crezca una banda, y también tomar conciencia hablando de todo lo que pasa: están pasando cosas muy crudas en el país, hay mucha gente que se está quedando sin trabajo, acaba de desaparecer Santiago Maldonado...". Fue una declaración totalmente atípica para una escena más acostumbrada a mirar para adentro que para afuera (Papo, el campeón del año anterior, había usado ese espacio para disparar contra Sudamétrica, la crew de Mustafá Yoda, un pionero del rap local con el que está enemistado), pero muy típica de Wos, que suele abordar la temática social... a su manera. "Así que guacho, no hay que olvidarse de las cosas, y hay que tomar conciencia, guacho."
Sin embargo, acá estamos, sentados en una mesa de Le Blé, analizando si vale la pena pedir el sándwich de jamón crudo y queso brie que nos recomendó el manager de Miranda! cuando nos vio entrar. Son casi las dos de la tarde, pero Wos sigue bostezando: anoche se quedó anotando rimas hasta que se hizo de día. "Mi tarea ahora es escribir", dice. "Tengo un montón de oportunidades para salir a tocar, pero necesito armar un repertorio."
Después de su consagración en 2017 como el rapero de competición con más proyección del país (además de ganar la nacional de Red Bull, fue subcampeón de la final internacional, en México) y de debutar como actor en Las Vegas, la película del director Juan Villegas (Sábado, Los suicidas) que abrió el último BAFICI –y donde aparece acreditado como Valentín Oliva, su nombre real–, Wos acaba de estrenar sus primeras dos canciones como solista, "Púrpura" y "Andrómeda", que ya suman unos 10 millones de reproducciones en YouTube. Esos temas significan el paso inicial de una carrera que él pretende consolidar pronto, siguiendo el camino de Duki, Paulo Londra, Ecko y Lit Killah, todos freestylers de su edad que competían en las plazas con él y saltaron de las batallas a la música en el último año. "Pero, a diferencia de ellos, yo no quiero hacer trap", dice. "Están todos haciendo eso, y yo tengo la oportunidad de ocupar un lugar que no está ocupando nadie: el lugar del rap."
Wos quiere ir por el lado del sonido boombap de los 90, retomando la escuela que, entre 2012 y 2014, generó La Conección Real ("pero no terminaron de explotar", dice él) y después continuaron algunos de sus componentes como Fianru y Urbanse, y satélites como T&K. Ahí es donde le parece que ahora hay un espacio para que los nuevos salgan a la cancha y humillen, como es el caso de Acru, el favorito de Wos (también salió de las batallas).
Si bien la base de "Púrpura" podría considerarse trap (son cosas que se asocian de forma automática porque ese es el color del Dirty Sprite, la bebida característica de ese subgénero musical), lo cierto es que Wos rapea barras con un estilo clásico, al igual que en "Protocolo" (donde se pone al frente del grupo de funk-rock Banzai) o en "Andrómeda", donde dice: "¿Plata? Obvio que quiero/Pero la vida es un flash como para pensar solo en dinero/Si estoy solo, ¿pa’ qué quiero estar primero?/Me deprime imaginarme dormir solo con mi ego". Ambos temas los hizo con Nico Cotton, que en 2015, con 25 años, se convirtió en el productor más joven en ganar un Gardel de Oro por su trabajo con Axel. También tuvo mucho que ver con estos temas de Wos su amigo Louta –la nueva gran cosa del indie argentino de festivales– que cumplió un rol de consejero fundamental.
Wos duda. Por ejemplo, hoy ya leyó el menú del almuerzo cinco veces y todavía no sabe qué va a pedir. Es tan indeciso que generalmente necesita ayuda externa. "Yo dudo de todo", dice. "No sé por qué me pasa, pero es tremendo."
Duda siempre, salvo cuando está improvisando. Y que no te engañe esa carita de bueno: Wos puede ser letal. Su estilo se nutre de sus conocimientos de actuación, cierta versatilidad para adaptarse a diferentes ritmos y su capacidad para aplicar punchlines agresivos y originales que prácticamente nadie ve venir.
En 2017 debutó en Batalla de los Gallos, donde literalmente arrasó en la nacional después de cinco cruces a priori complicados (Nacho, Ecko, Papo y Klan) que ganó sin réplica y con el voto unánime de cinco jurados. Luego fue a la internacional de Red Bull en México e increíblemente avanzó hasta la final, donde perdió contra Aczino, el local y una leyenda de las batallas, considerado uno de los mejores freestylers de todos los tiempos en habla hispana. Pero como quedó segundo, Wos se garantizó un lugar en la internacional de este año, que será el 9 de este mes en el Club Hípico, en Buenos Aires, donde el que jugará de local ahora será él.
"Giré toda mi vida en torno a esto", dice Wos, mientras el camarero se acerca a tomar nuestro pedido. "Dejé de estudiar actuación para profundizar en el rap, y hoy en mi mira está la revancha contra Aczino."
Entonces agarra el menú y vuelve a quedar enredado en su propia indecisión: no sabe si efectivamente quiere el sándwich de jamón crudo, la hamburguesa o un bagel de salmón. Hace varias preguntas, ninguna de las cuales parece ayudarlo. "¡Aghhh!", grita en un momento. "No sé, qué sé yo, traeme el de salmón."
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Si bien Wos se interesó por el freestyle desde muy chico, antes de eso ya tenía un camino recorrido en la improvisación, tanto gracias a sus clases de actuación como a la herencia familiar: Alejandro Oliva, su padre, es el fundador de La Bomba de Tiempo, un grupo de percusión que creó su propio sistema de improvisación con señas; y Maia Mónaco, su madre, es una actriz y bailarina que fue parte del cuarteto El Diablo en la Boca (del que también participaba Alejandro), en el que improvisaban desde lo vocal. Wos estudió piano y batería, además de teatro, y, cuando era un niño, su padre desparramaba instrumentos en el piso del estudio casero para jugar, tocar e inventar historias. "Apenas se metió en el freestyle, me preguntaba sinónimos de palabras para no repetirse", dice Alejandro. "Es clarísimo de dónde viene Valentín."
Sus padres también fueron los responsables de despertar en él la sensibilidad social que lo caracteriza y lo convierte en un bicho raro de la nueva generación de competidores. Durante la crisis de 2001, a los 3 años, Wos iba a marchas, asambleas, cacerolazos y ollas populares sobre los hombros de su papá. Más adelante, cuando cursaba el secundario en el Acosta, participó de tomas del colegio, y sus amigos del centro de estudiantes lo llevaron a rapear a la villa Zavaleta mucho antes de que fuera conocido. "Siempre me pareció un flash cómo esos pibes defendían el colegio, me parecía ultravalioso", dice. "Igual, no me considero un militante. No es que me pongo a discutir y sé mucho sobre todo. Hablo de cosas más simples, que las veo y me rompen mucho las pelotas, nada más."
Wos encarna a la perfección lo que en Argentina se conoce como "un pibe de barrio". Es sencillo, amable, le gusta conversar, y tiene un grupo grande de amigos desde hace años con los que siempre "rancheaba en el Parque Los Andes". Fue por esos amigos que Wos desestimó la idea de dedicarse profesionalmente al fútbol ("No me quería perder los fines de semana con ellos") y también que empezó a rapear. "Estábamos escabiando acá cerca y se pusieron a tirar rimas así, de sinvergüenzas", recuerda él. No puede explicar muy bien qué fue lo que le gustó del rap y las batallas; solo dice: "Y a mí, evidentemente, algo me atrapó".
En 2013, la primera vez que fue a competir a El Quinto Escalón –un evento gratuito en Parque Rivadavia que se convertiría en la más grande e influyente del circuito mundial de batallas de rap–, su rival intentó atacarlo por su apariencia aniñada, con un par de rimas sobre Cartoon Network y Danonino. Wos era un nene todavía, de los más jóvenes del Quinto, muy bajito, rubiecito y lampiño, y todavía no había cambiado la voz. Pero, cuando llegó su turno, soltó su primera gran rima para la historia: "Me dice enano, mirá cómo lo hundo/Napoleón, 1,50… ¡Y dominó medio mundo!". Automáticamente, el público estalló (pueden buscar esa batalla en YouTube). "Yo era mínimo, ¡y encima con esa vocecita!", dice Wos. "Tenía 14, pero parecía más chico. Era obvio que me iban a decir ‘enano’, y en una clase de Historia habían dicho que Napoleón medía 1,50. Eso me re quedó. Así que armé la rima y la tiré."
Entre 2013 y principios de 2015, Wos y sus amigos fueron al Quinto de manera casi religiosa. Él competía y los demás casi siempre miraban. Ahí conoció a Wolf, MKS, Klan y al resto de la nueva generación de competidores que surgieron al margen de Batalla de los Gallos de Red Bull y, entre 2016 y 2017, iban a volverse virales en YouTube y convertir el freestyle argentino finalmente en una innegable potencia mundial. Pero todavía eran los años previos a la explosión, y Wos se aburrió un poco de las batallas. "Éramos siempre los mismos", dice. Sin embargo, nunca dejó de rapear. En los recreos del colegio entrenaba con un compañero de curso que hacía beatboxing, y esa regularidad en la práctica no solo le permitió mejorar su estilo, sino volver a sentir las ganas esenciales de competir. Tras una larga temporada de ausencia en la plaza, Wos volvió al Parque Rivadavia recargado: estaba más grande, más fachero, con más recursos y más flow que nunca antes. Y ahora nadie iba a poder detenerlo.
De regreso en el circuito, Wos se encontró con nuevos rivales (Nacho, Dam, Ecko, una nueva ola de virtuosos rimadores "métricos") y, sobre todo, con mucho más público, y toda esa renovación le resultó refrescante. En octubre de 2016, Wos dio un batacazo al ganar una fecha 2 vs. 2 junto a Mamba, en la que no eran los favoritos de nadie. Dos semanas después, volvió y perdió contra Klan en cuartos, pero soltó por primera vez el punchline de "la avalancha de la rima", que se volvería una de las rimas más "recicladas" de la escena argentina. Su conexión con la gente lo metió en la fecha final de El Quinto Escalón en diciembre de 2016, un evento consagratorio para la cultura del freestyle donde la gran batalla de plaza (a la que ya se la apodaba "el kingto") llegaba por primera vez a un escenario (el de Groove) y cobraba una entrada.
Como era una ocasión especial, la organización anunció un invitado sorpresa el mismo día del evento: era Dtoke, pionero del rap de competición en el país y ex campeón internacional de Batalla de los Gallos. "Yo venía siguiendo las batallas del Quinto, pero a Wos no lo había visto nunca", dice Dtoke. "Y el pendejo me las clavó todas." Apenas unos meses después de su regreso, Wos dejaba afuera a un campeón internacional de BDLG y máximo exponente del rap local en primera ronda, luego de un minuto encendidísimo en el que dijo cosas como: "Que te creas el jefe/Eso a mí no me para/Me enseñaron que a los jefes/ Se les escupe en la cara". "Cuando vi que me tocaba contra Dtoke, ya me imaginaba diciéndoles a mis amigos: ‘Bueno, perdí en primera pero fue contra Dtoke’", dice Wos sobre esa noche.
"Pero, de repente, me empecé a cebar y pensé: ‘Ojo que si piso el acelerador capaz le puedo dar’." Esa victoria de Wos retumbó hacia adentro de la escena local, en parte porque de alguna manera era una revancha del Dtoke vs. Shecka de 2015 en BDLG (donde un novato formoseño que nadie conocía no ganó pero puso contra las cuerdas al gran campeón en la final), y también porque fue la primera vez que un gallo de la nueva ola de competidores se impuso con toda contundencia sobre un ícono de la generación anterior.
Eso le abrió paso para clasificarse a su primera nacional de BDLG ("Yo siempre mandaba el video para entrar pero nunca quedaba", recuerda Wos), que en 2017 se hizo por primera vez en el legendario estadio Luna Park, todo un hito para el rap local. Wos ganó la nacional de punta a punta, incluyendo una batalla de cuartos en la que humilló a Papo, el principal favorito y último campeón nacional en ese momento, escupiéndole a la cara la barra viral: "Se hace el demonio y el illuminati/Los cuernos que tiene, ¡se los metió la Joaqui!", en referencia a la rapera y ex de Papo, que este año actuó en El marginal 2.
"Mucha gente pensó: ‘Este chabón salió de la nada y ganó’", dice Wos. "Pero yo nunca lo vi así: yo sabía el recorrido que había hecho durante años." Si Wos ya era el favorito de "los pibes de la plaza", su coronación en Batalla de los Gallos lo acercó a un público más grande, justo en el momento en el que el evento estaba en su pico de popularidad (esa final la vieron 2.000.000 de personas alrededor del mundo vía streaming).
"Es increíble la fuerza con la que conecta con la gente", dice Dtoke. "Es muy versátil y sabe meter jueguitos. ¿Viste esos jugadores de fútbol que paran bien la pelota? Bueno, ese es Wos. Es muy vistoso. Pero todavía es un poco irregular, eso lo tiene que mejorar. Porque en una internacional, si tenés un minuto medio abajo, chau, te fuiste."
Básicamente eso fue lo que le pasó a Wos el año pasado en la Arena México, la catedral de la lucha libre mexicana donde se llevó a cabo la final internacional de BDLG frente a 23.000 personas. Ganó bien todas las batallas –dejando en el camino a Skone y Yenki One– hasta que llegó a la final... y, usando otra metáfora futbolera, se desinfló. Wos se lo adjudica a la localía de Aczino, que un poco blindó al mexicano. Pero el detalle es que Wos prácticamente tenía un recorrido nulo batallando afuera del país. "Yo casi no había batallado de visitante, y es otra cosa", dice. "Empezás a rapear con la gente todavía gritando los acotes del rival, y eso te desconcentra. No podés pensar, no acomodás bien las rimas."
Sin embargo, según Dtoke (que ganó su título internacional de local en 2013), la localía también tiene sus riesgos. "Este año, Wos llega flotando, mucho más suelto y más firme, y va a competir acá. Pero, ojo: yo estuve en sus zapatos. Hay que ser muy inteligente para que esa presión no te juegue en contra. La gente en Argentina está pensando que Wos tiene que ganar o ganar. Si el año pasado hizo lo mejor que pudo, esta vez tiene una obligación."
Desde su casa en México, Aczino, el campeón internacional vigente de BDLG, analiza su cruce contra Wos del año pasado. "La verdad es que yo no sentí que Wos fuera un problema", dice. "No es por menospreciarlo, pero lo vi con poca confianza. Y, sobre el escenario, uno proyecta mucho lo que siente."
Semanas antes de una nueva internacional en la que todo el mundo espera ver una revancha entre ambos, a Aczino se lo escucha muy confiado. "Sé que Wos creció mucho y va a estar en su casa, pero también sé que existe la posibilidad de ganarle. Y con esa posibilidad me manejo." Pero es muy cierto –y Aczino lo sabe, por eso lo reconoce– que Wos creció como rapeador en este tiempo y, sin dudas, ahora tiene más experiencia que hace un año. En este momento, está puntero de la FMS Argentina (la liga española Freestyle Master Series, que este año desembarcó en el país), y si en 2017 la previa de la internacional de BDLG los agarró en pleno rodaje de Las Vegas, esta vez para Wos no hay distracciones.
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En estas semanas previas a la internacional de Batalla de los Gallos, Wos está viviendo la localía de manera ambivalente. Es consciente de que, durante la batalla, la energía del público lo nutre, al punto de que, a diferencia del resto, él siempre prefiere ser el primero en rapear. "La gente está ahí, ansiosa y dispuesta a reventar con el primer acote", dice Wos. "Y yo me aprovecho de esa adrenalina: quiero que el primer grito sea para mí."
Al mismo tiempo, odia la tensión que se genera en la espera antes de competir... y también las repercusiones que vienen después de la batalla. "Me acuerdo de que, después de ganar la nacional, batallé contra Nitro de Chile y contra Skone de España [dos competidores de la elite hispana] acá en Argentina, y todos decían: ‘Les ganó porque el jurado fue localista, fue tongo’", dice. "Empiezan a joder con que estoy sobrevalorado, y eso hace que mi cabeza se vaya a cualquier lado, tipo: ‘Uh, ¿qué van a decir si pierdo?’."
La presión alrededor de Wos aumentó tras la muerte de El Quinto Escalón, una situación que puso en estado vegetativo al freestyle argentino y convirtió a Wos en su última esperanza. Wos no solo tiene que ganar porque compite en casa, sino también porque Argentina necesita desesperadamente volver a verse bien dentro del circuito de batallas de rap.
Si le preguntás a Wos, probablemente te diga que hoy no se siente tan cómodo compitiendo en Batalla de los Gallos. Hoy Wos no quiere pensar qué va a comer, ni cómo le va a caer la comida: simplemente quiere concentrarse en disfrutar de estar comiendo. Esa es su verdadera habilidad, la virtud que lo hace diferente a los demás. Lo cual probablemente sea una consecuencia natural de su formación.
"En teatro se trabaja mucho la asociación", dice Wos. "Y eso me ayuda a sentirme tranquilo. Si a vos te atacan con algo, tenés que aceptar el código que el otro te impone. Y tenés que tener la confianza para tirar cualquiera, porque si pensás que estás diciendo una boludez y te reprimís, cagaste. Ahí se corta todo."
A medida que la expectativa del público crece alrededor de la internacional, también crece la posibilidad de que Wos empiece a reprimirse, y eso ya lo afecta. Por eso decidió dejar la actuación un tiempo. Necesitaba enfocarse en lo que tiene que hacer ahora. Lo que más extraña ni siquiera son los ensayos ni los rodajes, sino las clases, en las que justamente podía experimentar sin la presión de exponerse ante un público. Porque en definitiva, la improvisación es su combustible, y fue el hecho de ver amenazado su canal de expresión lo que lo obligó a hacer un esfuerzo en el último año para no perder la concentración.
"Mi flash era ser actor, pero hoy siento que tengo más para transmitir desde el lado del rap", dice Wos. Claro que no es nada fácil cuando tenés 22 años, todo te sale más o menos bien y tus amigos están todo el día tirándote planes tentadores para hacer a la noche. Sin ir más lejos eso pasó ayer, que Wos terminó quedándose despierto trabajando hasta que amaneció, algo que antes tuvo que explicarle cuidadosamente a su grupo de amigos. "A la tarde estaba con mis amigos y me decían: ‘Vamos a tomar un fernet a lo de tal’. Les tuve que explicar que ya hacía varios días que estaba en esa, y que tenía que ir a hacer lo mío", cuenta Wos y reflexiona: "Es loco… Por más que te guste tu trabajo, igual te lo tenés que poner como una obligación".
Después de terminar su almuerzo, Wos está listo para continuar. Puede que tenga más o menos dudas, pero va hacia adelante. "No sé cuánto me va a durar esto", dice en un momento. "Lo que sí sé es que el año pasado se me vino todo muy encima, y que esta vez tuve un año entero para prepararme. Así que quiero llegar recontra firme a la internacional." Wos sonríe. "Y ahí sí: que se vaya todo bien a la mierda."