Del penal de Ezeiza a una gira sold-out, adentro del plan de regreso de Don Osvaldo y los próximos pasos de un cantante en libertad condicional
“Tengo dos cosas en la cabeza cuando salga: reinstalarme en Córdoba para ver a mi familia y volver a tocar”, le dijo Patricio Santos Fontanet al productor José Palazzo en una de sus visitas al penal de Ezeiza, a mediados de 2017. Ahí empezó el operativo retorno a los escenarios del ex líder de Callejeros, que se concretó con diez fechas de Don Osvaldo en Córdoba en poco más de 15 días. Anoche, Don Osvaldo dio el último show en la Plaza de la Música y ahora la banda se tomará un tiempo de descanso para retomar su gira por el país en septiembre.
La idea del regreso empezó a tomar forma en julio de 2017, cuando la banda volvió a ensayar en formato de trío, con el baterista Luis Lamas y los guitarristas Álvaro “Pedi” Puentes y Abel “Crispín” Pedrello, juntándose dos veces por semana en su sala de Villa Celina para repasar los temas del grupo. Su último show juntos había sido el 7 de febrero de 2016 en Cosquín Rock, antes de que la Corte Suprema rechazara los recursos de la defensa de Fontanet y del bajista Christian “Dios” Torrejón y ratificara las penas de los dos músicos que tuvieron que volver a prisión. El 18 de julio de 2017, Torrejón salió en libertad condicional tras cumplir la mitad de su pena por la causa Cromañón y se sumó a sus compañeros. Mientras la banda se ponía a punto y agregaba días de ensayo, Fontanet seguía detenido en el área especial del programa psiquiátrico Prisma. Todos los miércoles recibía la visita de Luis Lamas, que le contaba cómo estaban saliendo los temas y Fontanet le sugería algunos cambios. También iban a verlo Crispín, Palazzo y su familia, su pareja Estefanía Miguel y su hijo Homero. “La idea era levantarle el ánimo”, dijo Palazzo. “Estaba preso en una parte jodida, con pocos beneficios”.
Palazzo le propuso una idea concreta para motivarlo: cuando saliera de la cárcel se sumaría a los ensayos del grupo y al poco tiempo, se concretaría su vuelta a los escenarios con una serie de presentaciones. Pasaron los meses, y por el buen comportamiento de Fontanet y los talleres que había hecho, el miércoles 2 de mayo salió en libertad condicional por decisión del juez penal José Arias, y en menos de 24 horas la banda emitió un comunicado en el que anunció cinco shows en Córdoba, los días 14, 16, 17, 19 y 21 de junio.
“Una de la cuestiones que se planteó era cómo hacer para satisfacer a la cantidad de gente que quería volver a ver a la banda y a la vez cumplir con que Patricio esté en un lugar tranquilo, cerca de su hijo, para terminar los shows e irse con él. Teníamos que buscar esas cosas. Por eso elegimos la Plaza de la Música, un lugar que yo administro y queda a veinte cuadras de su hogar”, dijo Palazzo.
El 17 de mayo comenzó la venta de entradas. La noticia de la vuelta de Don Osvaldo provocó la desesperación de sus fans por ser parte de una las fechas del regreso, y los llevó a acampar en los puestos de venta durante la noche para obtener tickets a primera hora de la mañana. Fue tal el éxito de la venta, que la banda decidió agregar cinco funciones más: 23, 24, 28, 30 de junio y 1 de julio.
Fontanet cumplió su deseo de volver a Córdoba. Viajaba a Buenos Aires para ensayar y para seguir con parte de su tratamiento terapéutico. En la sala de Villa Celina, se terminaron de poner a punto las canciones que formarían parte de las listas de temas de los diez shows. Dos semanas antes de la primera presentación, el productor técnico Rodrigo Viale viajó desde Córdoba y se reunió con parte del equipo de Don Osvaldo para definir cómo sería la puesta en el escenario. “Me junté con los chicos y me contaron sus ideas. Les dije las cualidades del lugar para ver qué se podía hacer y salió todo rápido”, dijo Viale. Ahí se definió la estructura del show para las diez presentaciones: tres actos, dos de diez temas y el último con siete en los bises. El primero empezaba siempre con “Rocanroles sin destinos”, detrás del telón que se caía al final del tema, y continuaba con cuatro canciones –que iban variando– con otro telón de fondo, una réplica del dibujo que aparecía en la entrada. Al final del quinto tema, ese telón desaparecía para dejar ver una tercera pantalla y empezaban las visuales, realizadas por el mismo equipo que trabaja con La Renga. En el comienzo del tercer acto, la pantalla central se abría y de ahí salía un león inflable. “Usamos 200 luces, seis cámaras, una consola de monitoría Yamaha CM5 y alrededor de cuarenta técnicos”, dijo Viale. “Las primeras presentaciones sirvieron de testeo. Acomodamos la iluminación por un pedido de los chicos, pero más allá de eso salió todo lo planeamos”.
Unos días antes del show, el resto de los integrantes de Don Osvaldo llegó a Córdoba y se instaló en el hotel Howard Johnson frente a la Cañada, el arroyo típico de la ciudad. El lunes 11 de junio el grupo entero realizó el primer ensayo en la Plaza de la Música. Repitieron el martes y el miércoles hicieron una prueba completa de la presentación para probar con las visuales y el resto de la puesta. “Patricio estaba contento y ansioso. Había nervios, pero estaban cómodos después de tanta práctica”, dijo Palazzo.
La noche del 14 de junio, Don Osvaldo volvió a presentarse en vivo. Un telón gris –con el nombre de la banda y el dibujo de Shenlong, dragón de la mitología china– separaba a los 5000 fans de la banda. Si bien la habilitación permitía el ingreso de 6300 personas, la producción decidió no ofrecer esa cantidad de localidades. “Imágenes de subir, imágenes de soñar llenando un lugar vacío”, cantaba Fontanet en “Rocanroles sin destino”, acompañado por guitarra y percusión mientras las dos pantallas a los costados del escenario mostraban al público entre banderas de Argentina, Uruguay, Defensa y Justicia, Colón y Boca. Todos cantaban al unísono: “Ser la revancha de todos aquellos que la pelearon al lado, de cerca o muy lejos y no pudieron reír sin llorar”. En esa parte de la canción, estalló una explosión de luz fucsia y el telón se cayó. Un aullido de victoria retumbó en el estadio. “Había mucha emoción, gente llorando, fue un momento que se esperó mucho tiempo”, dice Victoria Basso, una cordobesa de 27 años que asistió a cinco de los shows. Ese día Fontanet estuvo callado. “No saben lo que costó llegar hasta acá”, fue lo más relevante que dijo. A medida que avanzaron los shows, los músicos se fueron relajando. “Pato pasó de estar callado a hacer más chistes y a hablar más”, dice Victoria Basso. Cuestionó a sus colegas rockeros que le cantan al amor, mostró su descontento con la política –“los partidos políticos me pueden chupar bien la pija”– y el jueves 28 de junio, después de cantar disfónico por una alergia y tener que parar el show veinte minutos para que lo revisara un médico, dijo: “En noches así les devolvería la plata de la entrada”.
La lista de temas fue distinta en cada presentación y mezcló los temas del único disco que editó Don Osvaldo –Casi Justicia Social, 2015– con las canciones más representativas de la trayectoria de Callejeros, con algunas ausencias como “Imposible” y “Creo”. Más allá de los cambios en el setlist, el grupo se enfocó en que los casi dos años y medio sin tocar juntos no se notara: entre fecha y fecha, se reunían a ver las grabaciones para discutir qué se podía mejorar. “Son muy meticulosos. Nos quedábamos a cenar después de cada show para hablar de cómo había salido todo”, dijo Palazzo.
La rutina de Fontanet pre show consistió en llevar a su hijo a la escuela, ocuparse de su casa, seguir con su tratamiento, ir a buscar a su hijo a las 6 de la tarde y prepararse para tocar, lo que hacía que estuviera libre recién una hora y media antes de cada presentación. “Esa combinación, por la que todos me putearon, es lo que le hacía falta para volver con comodidad”, afirmó Palazzo.
La gira de regreso de Don Osvaldo continúa en septiembre por el norte de Argentina. La banda tiene fechas en Corrientes (sábado 1), en Salta (miércoles 19) y en Tucumán (sábado 22). Además, en pocos días se van a confirmar shows en otras provincias. Fontanet tiene compuesto –con el grupo y de la época en que estuvo preso– material para hacer dos discos, y si bien el plazo de grabación no está definido, se espera que la banda entre al estudio durante 2019.
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