Creado por Perry Farrell, en principio para acompañar la gira despedida de su banda, Jane’s Addiction, el festival creció a pasos agigantados con los años, se instaló en la ciudad de Chicago y empezó a expandirse por el mundo; desde 2014 tiene su edición local, que del 18 al 20 de marzo volverá a realizarse en el Hipódromo de San Isidro
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Miley Cyrus, The Strokes y Foo Fighters son las figuras más convocantes de la edición 2022 de Lollapalooza Argentina, el festival que entre el 18 y el 20 de marzo regresará al Hipódromo de San Isidro. Durante tres días, por allí pasarán más de cien bandas que se presentarán en cinco escenarios distintos. A$ap Rocky, Doja Cat, Machine Gun Kelly y Martin Garrix son los headliners restantes.
La de este año será la séptima edición de un festival que tiene una larga historia. El primer Lollapalooza se llevó a cabo en julio de 1991, como parte de la gira despedida de Jane’s Addiction, la banda liderada por Perry Farrell, ideador del proyecto y creador del encuentro. Presentado como “el festival de la generación X”, fue un símbolo de la cultura joven -sobre todo de la norteamericana- de los 90 y tuvo un punto de partida en Phoenix, Arizona, primera estación de un recorrido que incluyó varias ciudades de Estados Unidos y Canadá hasta finalizar en agosto de ese año en Seattle.
Además de Jane’s Addiction, fueron parte de la programación inaugural Nine Inch Nails, Siouxsie & the Banshees, Living Colour, Ice-T (con su banda de rap metal Body Count) y Rollins Band. El nombre del festival también tiene su historia: Farrell contó alguna vez que solía usar diccionarios para encontrar palabras que le parecieran adecuadas o novedosas para sus canciones. O que simplemente funcionaran como disparador para escribir una letra. Y que así encontró “lollapalooza”, que tenía entonces dos acepciones: una referida a algo o alguien grandioso, y la otra relacionada con un chupetín gigante y giratorio. La imagen del chupetín de la gráfica promocional de los primeros festivales tiene esa simple explicación. “Pensé en toda la gente increíble que iba a congregar. No sólo los artistas, sino la gente en sí misma: los sponsors, los rockeros punk, post-punk, los raperos... Toda esa gente salvaje: Gibbie Haynes, Ice T, Henry Rollins. Y entendí que era un nombre perfecto”, declaró primero Farrell. Un tiempo después también recordó que había escuchado la palabra en un episodio televisivo de Los Tres Chiflados.
Estimulado por el éxito de la primera edición, Farrel planeó otro festival itinerante para 1992 y así continuó hasta 1997, cuando las cuentas empezaron a no cerrar del todo y decidió cancelar el proyecto, que recién revivió en 2003 con las mismas características del festival inicial. Pero la idea de la gira ya no era rentable: demasiados costos para montar grandes escenarios en tantas ciudades, cachets muy altos y una respuesta del público que había menguado. El boom de la “cultura alternativa” se había apagado y el impacto de la gran homilía grunge del 94 (Soundgarden, Pearl Jam, Alice in Chains) ya era mera nostalgia.
Entre la primera edición y la del 97 hubo grandes momentos: Red Hot Chili Peppers presentando en sociedad los temas de Blood Sugar Sex Magik y sorprendiendo con una versión incendiaria de “Crosstown Traffic” de Jimi Hendrix; el desnudo colectivo de Rage Against the Machine para protestar contra la censura del comité Parents Music Resource Center encabezado por Tipper Gore, la esposa de Al Gore; la lectura de fragmentos de la carta previa al suicidio de Kurt Cobain con la que Courtney Love lo evocó en la escala de Seattle del festival, en 1994, o la versión de “Rape Me” con la que Green Day homenajeó al líder de Nirvana.
El 96 fue un año bisagra: Metallica debutó como headliner del festival con su disco Load recién editado, pero la recepción del público no fue la esperada. Hubo mucha polémica por la inclusión de un grupo decididamente mainstream y con un discurso tachado por muchos de machista. Farrell renunció y el festival se orientó al año siguiente al nü metal y la electrónica, con Korn como número fuerte y Orbital, Devo, The Prodigy, The Orb y Tricky como atracciones también relevantes. Las cosas tampoco funcionaron del todo bien y se abrió entonces un paréntesis hasta 2003, cuando Perry volvió a reunir a Jane’s Addiction para una edición de solo dos días realizada en Auburn Hills, Michigan, y en la que también estuvieron Audioslave, Incubus, Queens of the Stone Age, Kings of Leon y A Perfect Circle. Quedó claro por los magros resultados en términos de negocio que el Lollapalooza tenía que reinventarse y al año siguiente se planificó un line up muy fuerte para otra edición del festival pensada para girar por varias ciudades -Pixies, Morrissey, PJ Harvey, Sonic Youth, The Killers, Wilco, The Flaming Lips- que finalmente, por la floja preventa de tickets, quedó cancelada.
El 2005 también fue año bisagra para Lollapalooza. Farrell sumó nuevos socios, propuso olvidarse del modelo itinerante en varias ciudades y concentró la programación en un solo lugar: Grant Park, en pleno centro de Chicago y en solo dos jornadas, con Kasabian, Arcade Fire, The Killers, Liz Phair, Cake, Primus, Kaiser Chiefs y Weezer como números convocantes.
A partir de 2005 entró en vigencia el formato anual, primero con tres jornadas en Chicago y luego, desde 2016, con cuatro en su sede central. Además, sumó sedes en todo el mundo: Santiago de Chile, San Pablo y Buenos Aires (desde 2014), en Sudamérica y París, Berlín y Estocolmo, en Europa.
Producido por Perry Farrell, William Morris Endeavor (WME), C3 Presents y DF Entertainment, Lollapalooza Argentina es el festival más importante del país: convoca a unas 300.000 personas de todas las edades y este año, además, se podrá ver en vivo a través de cuatro canales de Flow que transmitirán los shows completos de los artistas que se presentarán en las tres jornadas del festival.
Hoy por hoy, Lollapalooza es uno de los festivales más grandes del mundo, por encima de gigantes como Rock in Rio, que desde su creación en Río de Janeiro en 1985 se ha extendido a Lisboa, Madrid y Las Vegas y en 2023 debutará en Santiago de Chile, y el Primavera Sound, que nació en Barcelona también con un perfil alternativo y ha experimentado un gran crecimiento desde su primera edición en 2001, sumando nuevas sedes (Los Ángeles y Buenos Aires este año, y Madrid, el próximo).
Más allá de que la música es el atractivo principal del festival, Lollapalooza cuenta con una oferta más amplia: food trucks, venta de merchandising, espacios dedicados a fomentar la ecología y una vida más saludable (”Espíritu verde”) y el Kidzapalooza, que promueve un plan familiar, con talleres, shows y actividades para niños y padres.
Lo que nació en los 90 en Estados Unidos como una iniciativa orientada a difundir la corriente musical alternativa que también era el insumo principal de la cadena MTV se volvió un festival global que marca tendencia, que atrae sponsors, audiencias variadas, músicos de diversos estilos y una gran cantidad de personas que trabajan dentro y fuera del predio, antes, durante y después de su realización. Desde el viernes 18, por el Hipódromo de San Isidro pasarán 100.000 personas por día y muchísimas más seguirán las alternativas del encuentro por streaming.
Seis grandes shows de las seis ediciones de Lollapalooza Argentina
2014: Red Hot Chili Peppers
Como plato fuerte de una programación en la que también estuvieron Soundgarden, Nine Inch Nails y Pixies, la banda de Los Ángeles hizo un muy buen show, apenas unos meses después de haber animado con Bruno Mars el espectáculo de medio tiempo en el Super Bowl XLVIII, en Nueva Jersey.
2015: Jack White
Ya concentrado en su carrera solista, luego de hacerse famoso en todo el mundo con The White Stripes, el notable músico de Detroit llegó un par de meses antes de editar un gran disco, Lazaretto, sedujo con su look tan apropiado para una película de Tim Burton y se dio el lujo de que Robert Plant, otro golazo de esa edición, se sume en una gran versión de “The Lemon Song”, de Led Zeppelin.
2016: Eminem
Un show caliente y una clase de hip hop de primer nivel de un artista que ya había pasado por su era dorada hacía mucho -la trilogía The Slim Shady LP, The Marshall Mathers LP y The Eminem Show, entre 1999 y 2002- y que unos meses después de su visita a Buenos Aires lanzaría uno de los dardos más venenosos que se recuerden contra Donald Trump: el single “Campaign Speech”. El set tuvo todo lo que debía tener: “Stan”, “Sing For The Moment”, “The Way I Am”, “The Real Slim Shady”, “Without Me”, “Not Afraid”...
2017: The Strokes
Cien mil personas fueron testigos directos del show elegante y poderoso de una banda que ya acumulaba quince años de trayectoria y había marcado el sonido de una época. Fue el show récord de audiencia para la banda neoyorquina, que se encargó de contarlo en sus redes al día siguiente. Acababan de romper con una larga relación con el sello RCA y traían en el bolsillo los temas de Future Present Past, un EP en el que insinuaban un cambio de dirección en su música. Pero la fiesta total se desató cuando sonó “Last Nite”, hit inoxidable de su segundo álbum, Is This It.
2018: The Killers
La banda de Las Vegas demostró que su alto status para espectáculos masivos era bien merecido, al margen de que el show tuvo un insólito bache cuando Brandon Flowers decidió darle el gusto a un fan argentino que había llevado un cartel en el que pedía tocar la batería y el chiste no salió del todo bien. Una andanada de hits sepultó ese paso de comedia involuntario y la gente se fue feliz, en la misma edición donde Lana Del Rey arriesgó con un espectáculo íntimo que exigía otro entorno y Liam Gallagher tuvo que sobreponerse con tesón a una notoria disfonía.
2019: Kendrick Lamar
En la misma edición en la que brilló Arctic Monkeys, el rapero de Compton, Los Ángeles, voló muy pero muy alto. Con su flow punzante y versátil, apoyado por una banda excepcional, Lamar reprocesó con inventiva la rica tradición de la música negra relacionada con la psicodelia (Parliament Funkadelic, Sly & the Family Stone) en el marco de una puesta en escena deslumbrante.
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