La hilarante anécdota de Soledad Pastorutti: por qué grabó su primer disco en un baño y qué hizo su papá para que se vendieran todas las copias
En el programa La divina noche de Dante, la premiada cantante reconoció que de adolescente le hicieron bullyng “sobre todo por venía de una música que no era tan cool para ese momento”
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Por La divina noche de Dante, el programa de los sábados a la noche de eltrece, han pasado figuras indiscutibles como Ricardo Darín, Moria Casán, Guillermo Francella, Adrián Suar, Graciela Alfano o Marcelo Tinelli. Anoche, quien se sentó frente a Dante Gebel fue la cantante Soledad Pastorutti. La artista nacida en Arequito, ganadora de su segundo Latin Grammy este año, se trasladó hasta el gran estudio de Las Vegas para ser la figura central del late nigth show.
A diferencia de otros invitados que descendieron de grandes coches descapotables, ella bajó de una combi como si su paso por el programa fuera parte de su extenso recorrido artístico que se inició cuando apenas tenía 14 años. Justamente el repaso por su trayectoria, que se inició en 1996 en el Festival de Cosquín ocupó la parte inicial de la conversación con el conductor. “Mi primer disco con Sony Music se graba inmediatamente después de esa presentación en un baño. Al lado del inodoro estaba el micrófono; no era un estudio profesional, era un departamento. Me llevaron de Arequito a Buenos Aires y lo grabé todo en 8 horas”, agregó ante la mirada de Gebel mientras ella recordaba que el baño en cuestión estaba cubierto de frazadas para mejorar su acústica.
El disco en cuestión se llamó “Poncho al viento”. El contrato estipulaba que si no se vendían 5.000 copias todo lo acordado quedaba en la nada. “A mi papá le quedó esa parte del contrato y fue él quien terminó comprando las 5.000 primeras copias. Se fue con un Fiat Uno a Buenos Aires con plata prestada de amigos; compró la primera tanda y volvió parando en las estaciones de servicio en donde dejaba en consignación los discos. Para ese entonces yo era conocida en el interior, pero todavía no había llegado a Buenos Aires. Luego pasaba por Rosario, iba a las disquerías y pedía a los vendedores que pusieran el póster del disco en la vidriera a cambio de un CD, un casete o lo que fuera. Así, en dos viajes, vendió los primeros 5.000 discos”, recordó con un inevitable dejo de nostalgia y admiración por su padre.
De allí, pasó a los programas más vistos de la televisión de aquel momento hasta llegar al Gran Rex, en donde pensaba hacer una única presentación que terminaron siendo 30. “Sandro, que era como el dueño de esa sala, me mandó un ramo de flores felicitándome”, rememoró aquellos primeros tiempos de su magnífica carrera. “Nosotros pensábamos que todo eso se iba a acabar, que era todo un golpe de suerte. Ahora es una elección”, apuntó a la vez que repasó sus tiempos de revolear el poncho o de andar con bombachas de campo. Claro que todo aquello vivido tiene su otra cara como fue el haber perdido parte de la adolescencia, de sus salidas con sus amigas para la esperada fiebre de un sábado.
“Yo no podía vivir la noche como ellas, estaba enojadísima con la vida”, recordó apuntando al costo que implicaba ser conocida siendo ella tan joven. “A mí me hacían bastante bullying, sobre todo porque venía de una música que no era tan cool para ese momento. Mi adolescencia fue así. De hecho, no pude terminar el secundario con mis amigos, cosa que fue muy dolorosa. Yo no tengo un título, no pude estudiar; es muy loco porque, al mismo tiempo, ya era famosa, ya tenía la vida económica resuelta, digamos”, confesó sin renegar nunca del lugar que ocupa, del cariño que le demuestra la gente. En esa línea reconoció que casi ama más la relación directa con esa gente que estar arriba de un escenario.
Como es costumbre en el ciclo de Dante Gebel, cuando se le consultó sobre su etapa más compleja reparó en el momento cuando se viralizó la canción Brindis, que coincidió con varios juicios que tuvo que afrontar. “Fue un momento difícil de mi vida porque venía de momentos complicados con mi antiguo representante y eso fue, diría, el infierno”, admitió.
De lo que más se arrepiente es el haber callado cosas con el imaginario de no generar conflictos. “Tuve una etapa de no hacerme cargo del personaje público que represento”, señaló. Frente a la idea del paraíso no dio muchas vueltas: “Mis hijas, sin duda”. Pero en sintonía con aquello no pudo evitar su admiración por su padre y por su madre, quien le planchaba las sábanas para que con su hermana durmieran sin frío.
Al finalizar la charla, la consagrada cantante ocupó el lugar central del estudio para, esta vez, cantar “Brindis”, uno de sus tantos clásicos, sin andar pendiente del ruido de un inodoro de aquel kilómetro cero de esta intérprete que es figura central del folklore y de los grandes escenarios.
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