La guitarra "casino", el bajo con mellizo y otras "locuras" de los luthiers del rock
Hasta el domingo, en la Casa de la Música, se puede visitar la muestra Luthería en Buenos Aires; Richard Coleman, Javier Malosetti, Hernán Vives y Pepe Luna cuentan cómo es su relación con los artesanos que los ayudan a crear sus instrumentos ptreferidos
La Cigar Box Guitar es una guitarra de tres cuerdas hecha con una antigua caja de cigarros, con temática de casino, que lleva una ficha de ruleta en el clavijero, dos dados como perillas y un bar en su interior con vasos, petaca y luces. Es un instrumento que recibió años atrás de regalo de cumpleaños el bajista y guitarrista Javier Malosetti , en cuyas manos también suena el M2, una “bestia de dos cabezas” compuesta de un bajo y una guitarra eléctrica ensamblados en una misma pieza. La guitarra Nigrelli Alchimia RCM es una de las compañeras que el músico y compositor Richard Coleman saca últimamente “a la cancha”; lo mismo que el folklorista latinoamericano Pepe Luna hace con una guitarra única de siete cuerdas y el laudista Hernán Vives con su laúd Atiorbado de estética barroca.
Este conjunto de distinguidos instrumentos comparte una particularidad: son obras de luthería y nacieron del ingenio y dedicación de renombrados artesanos de este oficio en auge que esta semana celebra la edición número 17 de la exposición Luthería en Buenos Aires, que se realiza hasta el domingo en la Casa de la Música (México 564). El evento incluirá charlas, clínicas y música en vivo con destacados invitados.
Sergio Nigrelli,presidente de la Asociación Argentina de Luthiers, con más de 30 años de oficio y quien ha diseñado para Coleman varias guitarras, destaca el crecimiento de la luthería en la Argentina. “En los 90 teníamos que buscar algún trabajo extra para subsistir, pero finalmente se logró visibilizar la calidad de nuestros instrumentos, imponiéndose como opción a los de importación”, dice.
Alex Leibiusky, secretario de la entidad, apunta que la actividad “está en auge acá y en el mundo en general, hay muchos jóvenes que están dando sus primeros pasos, sobre todo en la construcción de guitarras y bajos eléctricos”.
Los también artesanos Mariano Maese y Matías Crom coinciden: “La luthería está hoy más fuerte que nunca y hay nuevos talentos que van dejando su marca. Comercialmente no es fácil, pero pienso que el oficio está asegurado”, recalca el primero. “Buenos Aires es la capital de la luthería en América del Sur”, añade Crom.
Un buen luthier es, según la opinión de grandes músicos y artesanos, no solo quien denota talento para los trabajos de carpintería, diseño, elección de materiales y ajustes de sonoridad, sino el que logra volcar en el instrumento una identificación con la música en que se inspira, interpretar al artista. Para los instrumentistas, contar con piezas personalizadas construidas a lo largo de un proceso de intercambio entre el músico y el artesano es la posibilidad de adaptar un instrumento a su medida.
El músico y compositor Richard Coleman opina: “un instrumento hecho a mano tiene la cualidad de lo único y hay un atajo, ya que uno tiene contacto con el mismo desde que se está haciendo, sabés que es para vos y entonces pasa algo distinto, no es elegir uno de serie y domarlo. La hechura, la terminación y el control de calidad es infinitamente superior al de serie”.
Algunas de las guitarras de Coleman fueron hechas por luthiers como Maxi Salcedo y Sergio Nigrelli. Este último tiene su taller en Ituzaingó, que está readaptando para ampliar la producción del modelo Nigrelli Alquimia RCM (Richard Coleman Model), que diseñó con el guitarrista. Sergio lo contactó hace unos años y le envió unos bocetos de esta idea de guitarra que vio apropiada para él. Al artista le interesó y trabajaron juntos “para que fuera el Frankenstein ideal, el proyecto de la guitarra perfecta, y la alquimia que quedó es una guitarra con mucho carácter y preciosa”, recalca Coleman.
El vínculo de un músico con su luthier, a quien también delega el mantenimiento de sus instrumentos, debe ser de afinidad. “El instrumento absorbe la energía de las personas”, añade el guitarrista. Para hacer la RCM, el luthier se inspiró “en la música de Richard y el círculo cerró cuando lo vi tocándola y disfrutar de ella”, resalta Nigrelli.
Algo similar siente el luthier Mariano Maese cuando ve a Javier Malosetti deleitarse con sus instrumentos. Para el renombrado bajista, un instrumento en el que esté impreso el trabajo manual y en cuya fabricación pueda incidir el músico da la posibilidad de llegar “a lo deseado puntillosamente. Estás trabajando con el mismísimo fabricante y se puede llegar a un acuerdo como al que llegamos con Mariano, en el que él no solo se hizo eco de mis locuras sino que aportó las suyas, llegás a pautas respetadas y eso no tiene precio”, apunta Malosetti.
Maese, que se inició en el oficio a finales de los 80 y que en su taller de Avellaneda ha construido más de 300 instrumentos y reparado y restaurado “miles”, era admirador de Malosetti antes de ser su luthier. “Yo también tocaba el bajo pero Javier continuó avanzando como un Fórmula 1 y yo descubrí que lo mío no era hacer música sino instrumentos”, dice. El artista lo contactó para fabricar un invento de doble mástil que tuviese guitarra y bajo en el mismo cuerpo, y así nació el “M2” (Malosetti-Maese). El segundo instrumento que Maese construyó para Javier tampoco fue clásico: la “Cigar Box Guitar”, un tipo de guitarra “que los afroamericanos esclavos de los Estados Unidos hacían con cajas de cigarros que sus amos tiraban”. La que diseñó para Malosetti tiene tres cuerdas y la hizo con una caja de 60 años de antigüedad de la tabacalera Hermes. A su creador no deja de sorprenderle “lo que Javier es capaz de hacer con solo tres cuerdas y un instrumento en el que el puente es una vieja llave y la cejilla, un tornillo”. Malosetti ya encargó a Maese un nuevo instrumento “sorpresa, una nueva locura, que será muy original”.
Pepe Luna es folklorista latinoamericano y también elige instrumentos hechos a mano. Considera imprescindible contar con un luthier de confianza y esa persona para él es Alex Leibiusky, quien se dedica al oficio desde hace más de 15 años y se especializa en instrumentos acústicos de cuerda pulsada. Tiene en su haber más de cien construidos e hizo para Luna una guitarra de siete cuerdas, un instrumento “que prácticamente no fabrican las grandes marcas y los pocos que se fabrican a nivel masivo no son de buena calidad”, explica el artesano.
Luna utiliza en vivo esa guitarra por su timbre y porque su repertorio “se adecuó a ella, tiene una respuesta especial a mi manera de atacar la cuerda y un sustain largo que me encanta”. Admira de Leibiusky “su dedicación y prolijidad”.
El luthier explica que su trabajo pasa por varias etapas: la carpintería (serruchar, cepillar, lijar), la concentración al medir y planificar detalles estéticos, y los ajustes de sonoridad y afinación. Los talleres varían en tamaño y medios, según la especialización. Los de instrumentos antiguos “laburan casi todo a mano”.
Matias Crom es un luthier que en su taller de Florida resiste al paso del tiempo y construye instrumentos de cuerdas tal como se hacían en la Europa barroca, hasta elabora sus propias cuerdas. “Mi mayor desafío es abstraerme y sentir que en mi taller transcurre el siglo XVII”, dice. Trabajó con Leopoldo Pérez Robledo construyendo instrumentos antiguos de teclado y con Sebastián Núñez, y en España aprendió el secreto de los arcos barrocos. Se especializa en laúdes, contrabajos y violas da gamba, y ve importante entender el repertorio y el momento histórico en que el instrumento fue concebido para construirlo. Utiliza maderas de pino abeto y ciprés. Cuando ve a los músicos tocar sus instrumentos siente que participa en el concierto. “Este año hice un laúd para Pedro Aznar y lo escuché tocarlo en el Luna Park ante seis mil personas, son los regalos que me da mi oficio”, añade.
Hernán Vives es uno de los máximos referentes del laúd en Buenos Aires y Crom hizo para él un laúd Atiorbado “inspirado en el instrumento del veneciano Matteo Sellas -que se expone en Bologna”. Posee instrumentos realizados por prestigiosos luthiers de todo el mundo y hará un encargo de un laúd del siglo XV para un nuevo repertorio. “En la música antigua, el instrumento responde a las necesidades del repertorio, el luthier hace el instrumento a medida de la música”, concluye.
Horarios y actividades
La exposición Luthería en Buenos Aires se podrá visitar hoy, de 16 a 21 horas, en el Centro Nacional de la Música (México 564), con entrada libre, y a las 19.30 se celebrará la charla "Análisis y audición de unas quenas arqueológicas de Jujuy", a cargo de Milton Blanco y Ángel Sampedro del Río.
Mañana, la muestra abrirá de 14 a 22, y habrá actividades durante todo el día. A las 16, Fernando Barragán hablará de las flautas de caña, su timbre y color sonoro. A partir de las 17 y cada media hora tendrán lugar las charlas sobre "Software aplicado al dibujo de planos en la construcción de guitarras" (por Gabriel Keilty y Martín Bortolín), "La innovación en la luthería" (Raúl Sors), "La guitarra flamenca: desde los café cantantes al presente" (Paul Aguilera), "Procesos constructivos en flautas dulces y traversas" (Marcelo Gurovich). Para rematar, a las 20, Mariano Maese será el encargado de hablar sobre las guitarras eléctricas, los circuitos activos y pasivos, tipos de amplificación, ruidos, problemas y soluciones.
El domingo, la exposición abrirá de 14 a 19. A las 15.30, se realizará la charla y performance “Fronteras de la luthería”, por Esteban González, Marcelo Dulic hablará a las 17.30 sobre la seguridad con máquinas y herramientas, prevención de accidentes y lesiones, y, a las 18, Sergio Sarmiento estará a cargo de la charla "Me suena: (sobre sonido no hay nada escrito)".