La Filarmónica y un cierre con gloria
Con la mano diestra de Arturo Diemecke, interpretó una obra de Heitor Villa-Lobos y otra de Esteban Benzecry
Filarmónica de Buenos Aires. Director: Enrique Arturo Diemecke. Programa: Esteban Benzecry: Inti Raymi; Villa-Lobos: El descubrimiento de Brasil, con la participación del Coro Estable del Teatro Colón. Teatro Coliseo. Nuestra opinión: Muy bueno
Enrique Diemecke ingresa en el escenario casi al trote, sube al podio con su acostumbrado pase de torero y, como maestro de ceremonias, habla al público y le quita al evento cualquier atisbo de solemnidad. Y lo que dijo fue importante para destacar los componentes latinoamericanistas de este concierto, con una obra de Esteban Benzecry, argentino y transcurriendo sus treinta, y otra del gran Villa-Lobos, cuando se están cumpliendo cincuenta años de su muerte. Y si bien Diemecke no lo expresó taxativamente, dio a entender que se iban a escuchar dos obras nacionalistas, una, la de Villa-Lobos, escrita en el tiempo en el que este movimiento dominaba el panorama compositivo americano, y otra, Inti Raymi , compuesta en el siglo XXI, es decir, cuando el nacionalismo parece cosa del pasado y no goza de ningún predicamento dentro de las muchas variantes de la composición argentina contemporánea. En todo caso, la buena factura de esta obra y la muy buena interpretación de la Orquesta Filarmónica deberían dejar flotando la necesidad de revisar esa supuesta incompetencia insalvable, casi congénita, del nacionalismo, dictaminada, muchas veces, a pura intransigencia y dogmatismo y que bien merecería una reconsideración.
Inti Raymi , "la fiesta del sol de los Incas", es una obra de unos veinte minutos en la que conviven en armonía recursos compositivos habituales dentro de la composición abstracta de las últimas décadas con elementos propios de la tradición musical sudamericana y, más específicamente, andina. Clusters, sonoridades rugosas, elaboraciones discursivas y territorios de misterios sinfónicos muy bien escritos son matizados por esbozos pentatónicos y surcados por marcaciones rítmicas claramente populares, todo estructurado en secciones claras y de unidades conceptuales discernibles. Y, por lo demás, bien llevadas adelante por un Diemecke que, extrañamente, dirigió con una partitura por delante.
Después de la pausa, Diemecke propuso un verdadero desafío, tanto para la orquesta como para el público. El descubrimiento de Brasil es la suma de cuatro suites extensas, que son la resultante de la adaptación sinfónica del material que Villa-Lobos escribió para el cine brasileño de los años 30. Emparentada con las Bachianas brasileiras , sus primas hermanas, El descubrimiento? es una obra ciclópea, que se despliega, muy interesante y sorprendente, por unos ochenta minutos. De una mezcla virtuosa de neoclasicismo, nacionalismo, experimentaciones varias y una expresividad romántica surgen maravillas inesperadas que, en definitiva, no hacen sino confirmar que Heitor Villa-Lobos esconde tesoros que merecen ser explorados por fuera de sus obras más habituales. Con el Coro Estable del Teatro Colón para la cuarta suite, la obra aventó cualquier fatiga y mantuvo las expectativas en vilo. Y Diemecke y la Filarmónica de Buenos Aires llegaron a buen puerto, con salud y envueltos en muchos aplausos. Por otra parte, no sólo que con esta obra concluyeron una temporada de alto nivel, sino que también finalizaron la peregrinación extramuros del Colón. En este sentido, todo el elogio para la Filarmónica que fue el único organismo del Colón que mantuvo su actividad en pleno, aun en el aciago tiempo de Sanguinetti rigiendo los destinos o los desatinos del Colón. El año que viene, con un público que le es fiel, los músicos y el director volverán a casa con la muy buena sensación del deber cumplido.
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