La Filarmónica de Viena realizó su tradicional concierto de Año Nuevo ante una sala vacía
Si se puede rescatar una conclusión casi unánime (entre tanta falta de certezas en torno al coronavirus) sobre los conciertos sin público presente en tiempos de pandemia, la respuesta será resumida en esta frase: "No es lo mismo". Hoy la Orquesta Filarmónica de Viena, con la dirección de Riccardo Muti, ofreció su tradicional Concierto de Año Nuevo. Un muy buen concierto, según la opinión de varios críticos europeos, pero sin las típicas palmas del público que acompaña, a modo de ritual, el último de los bises.
No fue lo mismo. Pero el show debe seguir y hay tradiciones que muchos no están dispuestos a quebrantar. Han pasado gobiernos, tiempos de guerra y de paz, incluso pandemias, pero el Concierto de Año nuevo, que se realiza en la mañana de cada 1° enero en Austria, sigue en marcha.
Esta gala sinfónica para darle la bienvenida al año se celebra desde 1941, aunque el proyecto se había iniciado dos años antes, en 1939, como "Concierto extraordinario" por la Orquesta Filarmónica de Viena, en la sala principal del Auditorio Musikverein de la capital austríaca. Su primer director fue Clemens Krauss, quien protagonizó estas sesiones durante una década y media. Excepto por algunos conciertos en los que cedió la batuta, Krauss fue, hasta su muerte, en 1954, el encargado de comenzar el año sinfónico de este organismo vienés.
Desde entonces el gran concierto no tiene un director "titular". Sin embargo, la lista de artistas que toman esa batuta es absolutamente selecta. Algunos lo han dirigido seis veces, como es el caso del italiano Muti. Además de Krauss y Muti los convocados fueron Josef Krips, Willi Boskovsky, Lorin Maazel, Herbert von Karajan, Claudio Abbado, Carlos Kleiber, Zubin Mehta, Nikolaus Harnoncourt, Seiji Ozawa, Mariss Jansons, Georges Prêtre, Daniel Barenboim, Franz Welser-Möst, Gustavo Dudamel, Christian Thielemann y Andris Nelsons. Apenas 18 en poco más de ocho décadas.
Además de haberse convertido en una tradición, el Concierto de Año Nuevo es un ritual porque repite, cada 1° de enero, ciertas obras y reacciones del público. El programa incluye una mayoría de obras de los músicos de la familia Strauss. Y si bien en la primera parte se escuchan obras de otros compositores, elegidas por el director de cada año, en la segunda se imponen los títulos de los Strauss y al menos dos bises cuya gracia no tienen nada de sorpresa porque son el cierre de la gala, año tras año: el "Danubio Azul" y la "Marcha Radetzky", que es el momento más esperado por la audiencia porque el director da la espalda a la orquesta y su tarea consiste en dirigir al público sentado en la sala, que hace palmas.
En algunos casos los bises sirven para que los directores sorprendan tanto a músicos como al público. Uno de los más osados fue Franz Welser-Möst, que dirigió los conciertos de 2011 y 2013. Mientras la orquesta tocaba los bises le regaló muñecos de peluche a los músicos. Más tarde, dirigió el "Carnaval de Venecia" con un cucharón de madera y gorro de cocinero.
No todo en la historia de este concierto tiene el tono de esos cándidos festejos, porque no hay que olvidar que nacieron en el apogeo del nazismo. Sin embargo, lo que ha trascendido es la música, la tradición y el festejo, más allá de los signos políticos de cada época.
En el concierto que acaba de terminar con dirección de Muti se escucharon aplausos al final de algunas obras. Se supone que no fue una grabación sino un momento interacción con parte del público que lo seguía vía streaming.
"Es extraño para nosotros tocar en una sala totalmente vacía", admitió Muti. Pero también aclaro: "Seguimos aquí creyendo en el mensaje de la música. La música es importante no porque sea un entretenimiento, sino porque tiene la misión de hacer una sociedad mejor (...). La salud es lo más importante, pero también la salud mental. Y la música ayuda", agregó el experimentado director, que no evitó la costumbre de mirar a la platea, quizá en busca de algún tipo de feedback, aunque estuviera vacía, y que en momentos festivos, como los de algunas polcas y valses vieneses, dio algunos saltitos, al ritmo de la música, con sus 79 años.
Como en los últimos años en los que la transmisión televisiva a 90 países se aggiornó, el concierto cuenta con algunas intervenciones coreográficas. En esta edición se sumó un videoclip de homenaje al estado federado austríaco Burgenland, que cumplió 100 años, y bailarines que representaron algunos cuadros, fuera de la sala.
Barenboim tomará la batuta en 2022
Por tercera vez en su carrera como director de orquesta, Daniel Barenboim tomará el año que viene la batuta del tradicional concierto vienés. Las dos anteriores fueron en 2009 y 2014. El anunció para el concierto 2022 estuvo a cargo del presidente de la filarmónica austríaca, Daniel Froschauer: "Daniel Barenboim tiene una importancia excepcional en la historia de la Filarmónica de Viena. No solo hemos tenido una larga y fructífera asociación artística, sino que también mantenemos una gran amistad".
"Además -continuó Froschauer-, agradecemos al maestro Barenboim que dirigiese el primer concierto de la Filarmónica de Viena en junio de 2020 en el Musikverein, después del confinamiento". El primer concierto del director argentino con este organismo fue en 1989, y en su rol de pianista, en 1956.
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