La discografía de Los Abuelos de la Nada, de peor a mejor
La banda encabezada por Miguel Abuelo editó cuatro discos de estudio en la primera mitad de la década del ochenta; algunos álbumes son verdaderas joyas, otros no resistieron tanto el paso del tiempo
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La discografía que hoy elegimos para ordenar de peor a mejor es la de Los Abuelos de la Nada. Se puede calificar disco por disco dentro de su contexto histórico y cultural (esto sería lo más legítimo). Pero como en su discográfica no asoman álbumes conceptuales ni programáticos (bandas de sonido, por ejemplo) sino LP de canciones, también sería posible confeccionar un ranking desde el presente, y ordenarlos según la perdurabilidad del material que integra a cada uno. El desafío de hoy es abocarnos a este reordenamiento según la vigencia de cada álbum, desde una mirada que combina la escucha de 2021 con el contexto de época en la que fueron grabados los discos y lo que significaron en ese momento.
Pero antes, para quien no conozca a Los Abuelos de la Nada, habrá que decir que la banda nació como un concepto en la oficinas de una compañía cuando un ejecutivo de la empresa (Ben Molar) le preguntó a un artista (Miguel Angel Peralta) si tenía una banda y el artista le respondió: Los Abuelos de la Nada. En realidad, corría 1967 y Miguel echó mano a una frase que había leído en el libro de Leopoldo Marechal El banquete de Severo Arcángelo que decía “Padre de los piojos, abuelos de la nada”. El nombre fue la puerta de acceso a un estudio de grabación, pero las canciones, con la improvisada banda que había armado, finalmente no se publicaron como Los Abuelos de la Nada sino como un álbum solista de Miguel Abuelo. En la década del setenta el músico se fue a Francia y a su regreso, recién a principios de los ochenta comenzó la actividad del grupo, con una formación distinta. Entre 1981 y 1986 publicaron tres discos de estudio, uno en vivo y un cuarto LP de estudio que si bien tenía una formación renovada y apuntaba a un nuevo proyecto de Miguel Abuelo, la compañía habría insistido para que fuera publicado con el nombre de Los Abuelos de la Nada. Fue así que la cronología de álbumes de estudio agrupa a Los Abuelos de la Nada (1982), Vasos y Besos (1983), Himno de mi corazón (1984) y Cosas mías (1986). El debut discográfico fue con esta formación: Miguel Abuelo (voz, coros, percusión), Andrés Calamaro (voz coros, sintetizador y piano eléctrico), Polo Corbella (batería), Gustavo Bazterrica (voz, coros y guitarra), Daniel Melingo (saxofón, clarinete y coros) y Cachorro López (bajo y coros).
4. Cosas mías
En la historia discográfica de Los Abuelos de la Nada hay una bisagra que es la partida de varios integrantes del grupo y la necesidad de Miguel Abuelo de darle continuidad a un proyecto exitoso (o gracias a ese éxito continuar como solista, con otros compañeros de ruta). Decide un nuevo proyecto que llama Miguel Abuelo en Banda (junto a Polo Corbella, único que había quedado de la formación anterior, más Kubero Díaz, Marcelo “Chocolate” Fogo y Juan del Barrio), pero el sello discográfico lo convenció para mantener todo bajo la órbita de Los Abuelos de la Nada. Es por eso que se ubica a Cosas mías en el catálogo de la banda. Sin embargo, son muchas las diferencias con todo lo anterior, que había llegado a su punto más alto con la publicación de una serie de recitales que el grupo había dado en el Teatro Opera, en 1985 (una catarata de éxitos editada como Los Abuelos de la Nada en el Ópera, 1985).
Cosas mías fue como su nombre lo indica, cosas de Miguel Abuelo. Y su repertorio, con mayoría de temas que le pertenecen, en muchos casos en coautoría con Juan del Barrio, oscila entre su viejo estilo, bastante teatral (”Región dura”, “Capitán calavera”), y el presente que quería construir a partir de ese primer lustro, tan intenso. Además, se colaban por allí las tendencias mundiales que bañaba la escena local de cierto pop electrónico y sonidos sintetizados (“Cómo, quién, donde”, o incluso, “Cosas mías”, son un par de ejemplos). Más allá del tema que le dio nombre a la placa y que se convirtió en un éxito, el repertorio no resistió el paso del tiempo. De hecho, hay títulos que hoy, en tiempos de “deconstrucciones”, suenan verdaderamente anacrónicos, como “Tu cola less” y “Semental de Palermo”.
3. Los Abuelos de la Nada
Fue el auspicios debut discográfico de la banda. Era un proyecto encabezado por Miguel Abuelo (de eso no hay duda), pero con varias individualidades que hacían a la riqueza del proyecto y del producto. Era 1982, todavía faltaba más de un año para volver a la democracia pero en esta banda comenzaba a vislumbrarse un nuevo enfoque que se vería consolidado en el resto de los primeros años de la década. Los Abuelos de la Nada entraron con paso firme en la escena del rock vernáculo con temas como “No te enamores nunca de aquel marinero bengalí”, “Sin gamulán” o el exquisito “Tristeza de la ciudad”, que les aportara Gringui Herrera.
2. Himno de mi corazón
Ya sin Daniel Melingo en saxo y clarinete (porque se había mudado a Los Twist) y con Alfredo Desiata en su reemplazo, Himno de mi corazón es la tercera entrega de la saga Abuelos de la Nada y el cierre de un tríptico que representa el corpus de la carrera de la banda. Probablemente sea, de los álbumes publicados hasta ese momento, el más maduro y el que mejor suena en sintonía con la evolución tecnológica de esos años. Además, tiene una particularidad: es el que le permite a Miguel Abuelo retomar el protagonismo lírico del grupo. Porque si bien fue, por su carisma, un líder indiscutido, este frontman supo repartir el juego y darle lugar al talento de sus colegas. Sobre todo a Calamaro, aunque no fue el único que aportó canciones y ocupó, a su turno, el lugar de voz líder. El tema que abre el disco, “Lunes por la madrugada”, es el mejor comienzo que se le pudo haber dado. Y al promediar el álbum, aparece la canción que le da título a la placa y que marca, por lo lento de su andar, un gran matiz. En el contexto del rock local de los ochenta, el tema “Himno de mi corazón” es una verdadera rareza. Claro que el disco no es apenas estas dos canciones de Miguel. Tiene un trayecto muy agradable, con temas de “medio tempo”, que hasta podían ser bailables, como “Hombre lobo”, “En la fuente de la unión” y “En línea”.
1. Vasos y besos
Es la consagración de los Abuelos de la Nada. Mientras que con el disco debut la banda comenzó a llamar la atención, Vasos y besos la instaló definitivamente como una de las grandes propuestas del rock nacional de aquellos años. Tuvo varios hits que hoy protagonizarían una de las mejores playlist del rock argentino y, al mismo tiempo, su repertorio tiene la consistencia que lo hace uno de los discos fundamentales del rock local de eso años, especialmente por su sonido y por la construcción de las canciones. Mientras que el disco debut puede tener algunas influencias de la década del setenta que se había despedido y el último, Cosas Mías, podría ser un postshow que ya está lejos del cenit de Los Abuelos de la Nada, Vasos y besos promedia una carrera y se instala como su punto de equilibrio, no solo de éxito y masividad. Entre “Así es el calor”, que sintetiza el tono alegre de la banda, y “Yo soy tu bandera”, que resume el sonido del grupo y baja línea sobre la libertad en el final de la última dictadura militar (el disco se publicó el 9 de diciembre de 1983), se puede definir a Los Abuelos de la Nada y al rumbo que en ese presente le estaba dando su líder. Además, Vasos y besos tiene el hit más versionado y recordado de la banda (y el más coreado): “Mil horas”.
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