La exitosa banda cuenta con más de veinte discos que demuestran una gran versatilidad de estilos; cómo reordenarla con sentido crítico según los años, las formaciones y las etapas, esa es la cuestión
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A lo largo de cuatro décadas en los escenarios, Kiss desplegó una discografía inconmensurable. Víctima de algunas modas, pero siempre procurando desplegar una identidad propia, la banda de Paul Stanley y Gene Simmons dejó una ecléctica huella en poco más de una veintena de discos, que aquí ordenamos de peor a mejor.
23) Monster (2012)
Aunque es casi un cliché considerar que lo peor de una banda es su último disco, en el caso de Kiss sucede algo de eso. Monster es un trabajo lavado, sin demasiado corazón, casi como si un bot hubiera intentado replicar artificialmente algunas de sus melodías clásicas. Y lo más grave es que se trata del único disco de Kiss que no tiene ni siquiera una obra maestra, ningún tema que se destaque con personalidad propia. Sin lugar a dudas, un apagado cierre para una discografía de un nivel altísimo.
22) Sonic Boom (2009)
Con esta placa sucede algo parecido a lo de Monster, pero menos grave. Luego de once años sin entrar a un estudio, Simmons y Stanley capitanearon una serie de canciones que intentaron volver, sin éxito, a las fuentes del grupo. Llamativamente, Sonic Boom recibió buenas críticas al momento de su lanzamiento, quizá más por el factor nostalgia que por el peso propio de un trabajo que no pudo trascender en el tiempo. El dato a tener en cuenta es que este disco puede que sea de especial interés en la Argentina, porque su lanzamiento en Estados Unidos incluyó un DVD con el recital que la banda dio en Buenos Aires, en abril de 2009.
21) Kiss (1974)
Y de un extremo, directamente hacia el otro. Del final de su discografía, a los colores vivos de su primer larga duración, que si bien no fue un éxito en ventas, le sirvió a la banda para establecer los lineamientos temáticos que los iban a caracterizar en esos fructíferos setenta. Muchas de las canciones aquí presentadas venían de esos primeros ensayos entre Simmons y Stanley, de esas búsquedas musicales que aparecieron incluso antes de darle forma a Kiss como grupo. “Firehouse”, “Nothin´To Lose” o “Strutter” alcanzan para asomarse a esa versatilidad que poco tiempo después se estableció como su firma más poderosa.
20) Asylum (1985)
Para Kiss, los ochenta fueron un momento de brújulas rotas, de intentar encontrarse a sí mismos, pero sin la certeza de saber hacia dónde ir. De ese modo, sus discos resultan dispares, sin patrones claramente definidos, en los que de golpe surgían canciones himno, como así también piezas absolutamente descartables. Y Asylum combina lo mejor y lo peor de este período de transición, con glorias como “Tears are Falling” o “Any Way You Slice It”, combinadas con temas para el olvido como “Trial by Fire”.
19) Hotter than Hell (1974)
El segundo disco del grupo los encuentra muy cerca de encontrar ese ritmo que no tardaría en lanzarlos a la popularidad. Si bien los hits no aparecían, “Comin´ Home”, “Got To Choose” y “Hotter Than Hell” presentaban melodías algo pegadizas. Y si bien “Goin´Blind” nunca fue de sus baladas más exitosas, su posterior incorporación al Kiss Unplugged la reconfiguraría como una pieza muy querida por los fans.
18) Hot in the Shade (1989)
Pocos álbumes de Kiss resultan insulsos. Casi todos suelen presentar al menos un puñado de buenas canciones, o experimentos que pueden salir bien o mal, pero que siempre resultan interesantes. Paul Stanley y Gene Simmons son grandes compositores, y aunque sus fórmulas no son infalibles, siempre revelan espíritus inquietos. Pero en Hot in the Shade, esa magia no aparece. Ninguna pieza resulta demasiado interesante, y cuesta recordar más de tres canciones incluidas en este trabajo (a excepción de “Forever”, la excepción a la regla, y que Stanley compuso junto a Michael Bolton).
17) Lick It Up (1983)
Históricamente, Lick It Up es un punto de quiebre en la carrera de la banda, porque es el primer álbum en el que se muestran sin los icónicos maquillajes. Atrás quedaban los superhéroes del rock para dar paso a músicos que querían fiesta y pasarlo bien (como bien evidencia el clip que acompañó a este lanzamiento). Pero Stanley y Simmons todavía no terminaban de definir un rumbo, y de esa manera Lick It Up se muestra como un compendio de canciones de pulso inestable.
16) Animalize (1984)
La etapa de “desenmascararse” llevó al grupo a probar otros caminos, y de esa manera Animalize se revela como una propuesta que divide la opinión del público. Algunas voces lo defienden y otras lo atacan, pero es indudable que es un trabajo irregular. Más allá de “Heaven’s on Fire” (recordado más porque fue el corte del disco, que por mérito propio), lo cierto es que ninguna de las canciones rezuma demasiada personalidad.
15) Psycho Circus (1998)
A finales de los noventa, Paul y Gene convocaron nuevamente a Peter Criss y Ace Frehley, los otros dos miembros originales, para lanzar un nuevo disco con la formación clásica. Vuelta al maquillaje, a las baladas de Peter, a las grandes interpretaciones de Space Ace y al cuarteto entonando canciones que debían convertirse en himnos kisseros. Y si bien el resultado no fue un fiasco, sí dejó sensaciones mixtas. La mística se conservaba a medias, y en muchos casos el disco parecía obedecer a una fórmula preestablecida, más que al interés por volver a la identidad del Kiss fundacional. Eso no quita la presencia de grandes composiciones como “We Are One”, “Raise Your Glasses” o “I Pledge Allegiance To The State of Rock and Roll”, piezas encantadoramente adictivas o inesperadamente melancólicas.
14) Creatures of the Night (1982)
La décima placa de Kiss es la última que presenta a sus integrantes bajo los icónicos maquillajes, pero entregados a un período de melodías más duras, alejándose de ese rock de influencias pop y disco que tanto los marcó en los setenta. Y como epílogo de una época, Creatures of the Night funciona muy bien, y entre sus canciones se puede leer la ansiedad de los artistas por entrar a una nueva era. Y Simmons, históricamente asociado al lado más pesado del grupo, entona aquí “Saint and Sinner”, gran canción que lo aleja de sus caminos habituales hacia un rock melódico en el que demuestra también su inabarcable talento.
13) Dressed to Kill (1975)
Con su tercer trabajo, Kiss parecía adelantado a su época, y aunque otorgaba canciones que estaban destinadas a convertirse en éxitos, el público aún no los descubría. Dressed to Kill contiene ritmos pegadizos, acelerados y festivos, propios de una banda atravesada por el entusiasmo y la ansiedad por llegar a un éxito que parecía tatuado en su destino. Se trata de un disco corto, que dura apenas media hora, pero que regala piezas fundamentales como “Room Service”, “She” y desde luego, “Rock and Roll All Nite”, himno kissero absolutamente ineludible.
12) The Elder (1981)
Comienza un gran cambio para Kiss, en el que Stanley y Simmons procuran alejarse de las canciones pegadizas, para explorar otras formas musicales. De ese modo, de la fanfarria inicial de The Elder, “Just a Boy” da cuenta de esa renovación inminente. La expulsión de Peter Criss era oficial, motivo por el que los miembros restantes rendían una suerte de parcial, en donde debían demostrar que la química seguía intacta. Y la prueba fue relativamente superada, porque justamente la intención fue la de navegar por otros horizontes. The Elder es un disco distinto, que como otros trabajos de Kiss, no dejó legado pero sí mostró a Paul y a Gene decididos a proponer ideas que nadie esperaba, y que definía el estilo siempre inquieto de estos artistas.
11) Dinasty (1979)
Resulta imposible disociar a Dinasty de “I Was Made for Lovin´ You”, gran éxito de la banda. Luego de varios trabajos muy sólidos, en los que el grupo definió una identidad clara, Dinasty los terminó de catapultar a la masividad. Desde luego que en este punto ellos ya eran muy conocidos y notablemente populares, pero acá dieron ese último salto solo reservado para los artistas que logran conquistar al mundo y al público de todas las edades. Y sin ser su mejor disco, este trabajo demuestra la madurez de la banda y la consolidación de una dinámica interna que les permitía navegar por distintos climas, estableciendo un piso de calidad muy elevado. Del cover “2.000 Man”, pasando por “Charisma”, “X-Ray Eyes” o “Sure Know Something”, todas y cada una de las nueve canciones de Dinasty demuestran el gran momento de Kiss.
10) Crazy Nights (1987)
Los ochenta para Kiss fueron motivo de fiesta (bueno, en realidad Kiss siempre tuvo ese espíritu fiestero, pero en esa década estaba más subrayado). Y Crazy Nights es una suerte de confesión sobre el pasarlo bien como lema de vida. El comienzo del disco es tremendamente sólido, con la canción que da nombre a la placa, y que promete una seguidilla de temas pegadizos. Y esa promesa se cumple, porque cada momento de Crazy Nights parece nacido para ser escuchado en un auto a todo volumen, de camino a alguna fiesta. “Hell or High Water”, “Turn on the Night” y especialmente la gran “My Way” revelan cuál es el verdadero nervio kissero de fiebre de sábado por la noche.
9) Alive I, II, III y IV (1975, 1977, 1993 y 2003)
Si bien no son más que recitales en vivo, resulta imposible no mencionar la importancia de los Alive como piedra fundacional en el mito de Kiss. A comienzos de los setenta, la banda tenía apenas tres discos que les habían significado un éxito muy relativo. Estaban años luz de ser comercialmente exitosos y Stanley creía tener la llave para revertir eso. El cantante sabía que el poder del grupo explotaba en las presentaciones en vivo, y con el objetivo de plasmar ese nervio, se lanzó el primer Alive! Dicha placa doble fue el hit con el que tanto soñaban. Sus ventas superaron por mucho las expectativas más optimistas y las ganancias hasta le permitieron salvar de la bancarrota a Casablanca, su discográfica por esos años. Según pasó el tiempo, hubo varios Alive! más que nunca dejaron de convertirse en la puerta de entrada para quienes querían descubrir de qué se trataba el fenómeno Kiss.
8) Carnival of Souls (1997)
Si un fan despistado había abandonado a Kiss a comienzos de los ochenta, y los reencontraba a través de Carnival of Souls, la sorpresa iba a ser mayor. No solo el maquillaje había quedado atrás (junto a Ace y Peter, y otras tantas formaciones), sino que la estética parecía la de una banda grunge típica de ese período. Y si no, alcanza con googlear su portada para descubrir que si no fuera por la (radiante) cabellera de Paul, esto se parece poco y nada a Kiss. Carnival of Souls es el grupo jugando con los sonidos de la época. Y como es habitual, de esas experimentaciones surgieron climas logrados, canciones que sorprenden porque no se parecen a nada de lo ya realizado, pero en donde construyen melodías perfectas. “I Will Be There” o “I Walk Alone” (cantada por su nuevo guitarrista, Bruce Kulick), son dos grandes ejemplos de eso. Pero sin lugar a dudas, “Childhood´s End” es la obra mayúscula de este disco, y quizá una de las diez grandes canciones de Kiss en toda su historia. De alguna manera, Carnival of Souls se revela como la posibilidad de un camino que se abría, pero que Paul y Gene no quisieron tomar.
7) Destroyer (1976)
Kiss prendido fuego, rebosando de energía furiosa y dejando la vida en cada canción. Luego del éxito del primer Alive!, la banda debía lanzar un disco de estudio que estuviera a la altura del mito que estaba gestando, y con Destroyer cumplieron con las expectativas. Melodías pegadizas (“Shout It Loud”), baladas convertidas en clásicos (“Beth”), piezas festivas (“King of the Night Time World”) y coqueteos con mundos oscuros (“God of Thunder”), Destroyer tenía esos ingredientes con los que tanto soñaban Stanley y Simmons, y todos estaban dentro de estas nueve pequeñas obras maestras. Y aunque la banda aún no lo sabía, su futuro inmediato los llevaría a mejorar aún más ese nivel.
6) Discos solistas (1978)
Los álbumes solistas fuero un experimento musical muy rico, que le permitió al público descubrir en detalle el estilo de los cuatro integrantes fundacionales. Cada uno de esos trabajos colabora en ese ejercicio al que tanta importancia le daba Stanley, centrado en construir al cuarteto como superhéroes que unidos eran extremadamente fuertes, pero de forma individual también tenían grandes poderes (musicales). Por otra parte, este proyecto dio pie a numerosos rumores, centrados en que el presunto éxito de los discos de Ace y Peter, por sobre los de Paul y Gene, dieron pie a internas que derivaron en el fin de la formación original. Y si bien solo los miembros saben si eso es verdad o no, al menos le dejaron a sus fans cuatro trabajos realmente imperdibles.
5) Revenge (1992)
El Kiss pesado, ese que buscaba estar más cerca de las huestes del metal que de las pistas disco, encontró en Revenge su versión más pulida. Luego de una seguidilla de álbumes en los que surfearon por sonidos más duros y guitarras más estridentes, este trabajo se revela como el pico más alto del grupo en su búsqueda por un metal netamente kissero. Hay ritmos pegadizos, hay coros que se graban en la memoria, pero sobre todas las cosas, se nota que la banda recuperó parte de su esencia a través de canciones despreocupadas, y letras que dictan el pasarlo bien como primer mandato. Y como todo buen disco de Kiss, también hay tiempo para tomarse pausas, proponer climas más serenos (“Every Time I Look At You”), y algún que otro himno (que esta vez fue prestado, con el cover de Argent, “God Gave Rock ´N´ Roll To You II”). En un clima de melodías más pesadas, como es de esperar, Simmons nada como un pez y demuestra un elevado nivel en “Domino”, “Unholy” y “Thou Shalt Not”. Mientras que el ying de ese yang, encarnado por Stanley, se acopla a la perfección con canciones más festivas como “I Just Wanna”. Revenge es uno de los mejores trabajos de Kiss en los noventa, un disco que combina todo tipo de climas con una armonía extraordinaria, y que cierra con una nota profundamente emotiva a través de “Carr Jam 1981″, una pieza de Eric Carr, segundo baterista del grupo que murió a los 41 años, poco antes de publicarse este álbum.
4) Love Gun (1977)
Con un millón de copias vendidas hasta la actualidad, Love Gun marcó en los setenta la consagración masiva de la banda. Con una gran portada a cargo de Ken Kelly, que bebe de los guerreros bárbaros típicos de Frank Frazetta, Love Gun llama la atención con solo verlo (o escucharlo) una vez. Y alcanza su pista inicial (“I Stole Your Love”) para rendirse ante el poderío de Stanley. Este álbum combina todos los climas que conforman el estilo de los discos de esta etapa inicial, ritmos rápidos, melodías pegadizas y un interés por jugar con el sex appeal del grupo, pero también con inesperados toques de amor romántico (”The She Kissed Me). Es una placa topadora, imposible de dejar de escuchar y emblema del meteórico ascenso de la agrupación durante los setenta.
3) Unplugged (1996)
Uno de los momentos más altos del grupo se concretó en agosto de 1995, cuando brindaron un show en el marco de los MTV Unplugged. Los planetas se alinearon, todo lo que podía salir bien, salió perfecto, la elección de las canciones fue insuperable y la reunión de los cuatro miembros fundacionales (luego de un paréntesis de más de diez años) demostró que la mística de Paul, Gene, Ace y Peter se mantenía intacta. El Unplugged de Kiss es un celebración del recorrido de una banda mítica. Los músicos se muestran relajados, disfrutando del clima íntimo de esos shows televisivos y entregados a una noche que los fans no se cansan de visitar a través de la escucha una y otra vez de esta placa. Si el no iniciado no sabe por dónde comenzar a desandar el camino del grupo, este unplugged es un comienzo inmejorable.
2) Rock and Roll Over (1976)
“Calling Dr. Love”, “Baby Driver”, “I Want You”, o “Hard Luck Woman”, canciones perfectas y ejemplos de una gran explosión creativa. Desde una tapa icónica, simple en su concepto pero compleja en lo que encierra, Rock and Roll Over es Kiss entregando un álbum corto, pero de gran impacto. En estos tiempos de escuchar canciones sueltas, Rock and Roll Over evidencia el disfrute que implica un disco que fluye de forma armoniosa, que transporta al público a través de distintos estadios, para tenerlo sentado (o bailando) al lado del parlante durante la sucesión de todos sus temas. De este trabajo no se puede más que hablar bien, porque alcanza con escuchar a Stanley entonando la primera línea de la primera canción (“In the Morning I Raise my Head”) para no querer soltar a Rock and Roll Over nunca más.
1) Unmasked (1980)
Es imposible trazar un marco teórico que justifique por qué un disco de Kiss puede ser el mejor. La banda atravesó muchas etapas, con sus altos y sus bajos, y siempre demostró un talento enorme al momento de adaptarse para sobrevivir, procurando no perder su esencia. Y Unmasked encierra la tragedia de un cambio inminente, de una puerta que se cerraba y dejaba atrás el fin de la inocencia (marcado por la expulsión definitiva de Peter Criss, a la que pronto le seguiría la de Ace). Y la tragedia que encierra esta obra maestra es que significó el despedirse de una etapa de objetivos cumplidos, pero pagando costos que dejaron heridas que aún hoy están lejos de cicatrizar.
Unmasked es una seguidilla de canciones brillantes, que pegan en la mandíbula con fuerza (“She´s so European”), luego abrazan con ternura (“Shandi”), para después sacar a bailar con toda la energía que pueda reunir un solo tema (“Tomorrow”). Es audaz asegurar que Unmasked es insuperable. Esa decisión parte de la mirada de cada kissero, pero sin lugar a dudas este disco es Kiss armando la fiesta más grande que pueda entrar en once pistas. Y eso no es poca cosa.
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