La desilusión de los fanáticos de Pearl Jam por la cancelación
Vestigios de la fuerte tormenta que se vivió anoche pueden verse en las canaletas de las calles, que están llenas de agua y barro. Mientras que los días anteriores no se podía transitar en auto ni caminar por la zona del Hipódromo de San Isidro, donde se veían largas filas de personas en cada una de las entradas, este domingo se ven pocas caras y casi todas tristes. Noelia, de 23 años, Omar, de 43, y Daniel, de 41, viajaron toda la noche desde Córdoba a Buenos Aires solo para ver a Pearl Jam en la tercera jornada del Lollapalooza -que fue cancelada esta mañana-. Los amigos caminan por las inmediaciones del predio donde iba a tener lugar el festival.
Llegaron a las 11 de la mañana y empezaron a ver algo sospechoso. "Llegaban colectivos llenos de gente y fue ahí que empezó a correr el rumor de que se había suspendido", cuenta Omar a LA NACION. Pero ellos no querían creerlo. "Estábamos haciendo números para quedarnos si se postergaba para mañana. Pero no va a pasar, Pearl Jam toca el miércoles en Brasil", agrega. Ahora son pasadas las 2 de la tarde y los cordobeses siguen lamentándose. "Nosotros ya los vimos una vez, pero ella nunca", lanza Omar y después se pregunta cómo la organización no montó un show de la banda comandada por Eddie Vedder en algún espacio alternativo. Esta noche, los tres volverán a Córdoba con la decepción de no haber visto a su banda preferida.
Y no son los únicos. Cerca del mediodía, el Hipódromo se llenaba de grupos de personas que se enteraban en las vallas que el festival no abría las puertas. Muchos habían ido a la mañana temprano para ser los primeros en entrar y ocupar la primera fila del Main Stage 1 para ver de cerca a Pearl Jam. Pero claro, no contaron con la posibilidad de que se suspendiera el show. "La lluvia ya había pasado, nunca pensamos que podía suspenderse", dicen David Orue y Noelia Argüello. Ellos no fueron tan precavidos: si bien querían ver a Vedder, también a LCD Soundsystem y a David Byrne, no se tomaron la molestia de escuchar la radio. Se levantaron, prepararon sus mochilas y partieron desde Laferrere hasta San Isidro. Fue en el segundo colectivo, cuando estaban llegando a la rotonda de Fleming y Márquez, cuando el chófer les dio la noticia. Después de dos horas de viaje, el actor y la psicóloga se lo tomaron con bastante humor. Aunque al principio David quería "romper todo". Algo parecido le pasó a una pareja chilena que decidió vender las entradas que tenían para el viernes en Santiago para ver el show en Buenos Aires y el tiempo les jugó una muy mala pasada.
Afuera del Hipódromo, algunos empleados municipales esperan remises para volver a sus hogares. Cada tanto aparece algún chico que quiere saber qué va a pasar con su entrada y con el crédito que le quedó en la pulsera. También otros, como el cordobés Gabriel Baima, que viajó desde Morteros con su hijo Lautaro al festival, quieren saber dónde pueden encontrar objetos perdidos. El diseñador perdió las llaves del auto en la segunda jornada. "Sabía que se había suspendido, vine a ver si habían encontrado las llaves. Mañana llega la copia que me mandó mi mujer", dice.
Mientras que los rumores sobre cómo quedó el predio tras el temporal no tardaron en viralizarse en las redes sociales, desde la organización no tienen detallados cuáles son los daños reales. Según pudo saber LA NACION, el lugar está inundado y se vencieron "algunas estructuras" y vallas. "Más allá de lo que pasó anoche y de los daños que tienen que ver con cuestiones perimetrales, la cancelación tiene que ver con el pronóstico. Después de consultar varios servicios meteorológicos, lo que se acordó con los promotores de acá es poner en primer lugar la seguridad de los que trabajamos acá, los artistas y la gente que viene", explican desde el festival. De lejos, se puede ver una de las carpas blancas hundidas y gente del catering asegura que hay chapas tiradas y hasta uno de los stands destruidos. El sol de a poco empieza a asomar en San Isidro. Hay ciclistas y patinadores dando vueltas al Hipódromo y también algunos adolescentes que, al ver el panorama desértico, aprovechan para tomarse una selfie con el cartel de Lollapalooza.
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