La confesión de Melina Lezcano luego de anunciar su salida de Agapornis y el nuevo proyecto que nació de una amistad
Luego de anunciar su desvinculación de la banda, la cantante le contó a LA NACION los motivos y sus ganas de tomarse un descanso y encarar proyectos “más tranquilos "
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Melina Lezcano pasó los últimos 10 años de su vida arriba de los escenarios. Después de reemplazar a Belén Condomí Alcorta, quien dejó Agapornis justo en el momento en que estaba en su pico, Meli se convirtió en la voz de la banda. La cantante, que arrancó a los 12 en Generación Pop, se subió a un tren del que no le fue fácil bajar. Fueron años de mucho trabajo, de amistad y hasta noviazgo -su pareja es amigo de los “chicos de la banda”-, pero la pandemia le mostró que sí se podía llevar otro ritmo.
“Entré con 23 y hoy tengo 33 años”, dice a LA NACION. Y explica que si bien le costó alejarse de Agapornis, siente que fue la decisión correcta. “Tenía estrés vocal”, confiesa. Ahora, después de pasar unos días en el Sur, piensa enfocarse en proyectos más chicos y con horarios más compatibles con la vida que quiere llevar adelante. “Tocamos en fiestas, muy tarde a la noche y después, hasta el miércoles, no puedo recuperarme. Así cada semana”, suma.
Con ganas de meterle más energía a Vecis, el dúo que formó en plena cuarentena con su vecina Cande Molfese, Meli tiene un poco de nostalgia de no ser más parte de ese grupo de amigos. “Con los chicos tenemos una amistad muy fuerte”, remarca antes de contar que el resto de los integrantes de la banda conoce desde enero su decisión. Ahora se imagina aportando su granito de arena con proyectos de protección a los animales, algo que no pudo hacer por el nivel de exigencia que implicaba ser parte de Agapornis. Meli también trabajó como modelo, fue parte de una tira de Disney Channel y participó de algunos “Bailando por un sueño”, trabajos que no eran compatibles con la cantidad de shows que tenía en agenda.
-¿Por qué decidiste dejar Agapornis?
-Lo que pasó es que empecé con 23 y hoy tengo 33. Me empezó a pasar que tenía estrés vocal, no me daba el cuerpo, los horarios... Después de la pandemia, todos los shows que quedaron pendientes hubo que hacerlos juntos. Desde octubre que no paramos: en diciembre tuvimos 32 shows. Es una bendición, ¡una locura! Pero era algo que ya venía pensando, una cuestión de cambio de estilo de vida. Siento que necesito escuchar lo que me está pasando.
-¿Demasiada vida nocturna?
-Si me dicen que vamos a empezar a tocar a las 10 de la noche, me quedo toda la vida. Pero al ser una banda de eventos necesariamente tocamos tarde. Me estaba costando mucho a nivel energía, nivel salud. Tengo muchas ganas de bajar las revoluciones. No podía hacer reposo, el arma que quiero usar toda mi vida, que es mi voz, me estaba pasando factura.
-¿Cuándo tomaste la decisión?
-En enero les conté a los chicos. Costó porque más allá de lo laboral tenemos una amistad muy fuerte. Quizá ellos pensaron que era un capricho y en realidad era una decisión que venía procesando hace mucho. La pandemia es la que me hizo dar cuenta, como paré (nosotros realmente no dormimos, es un trajín muy fuerte) y me encontré con las cuerdas vocales sanas. Entonces junté valor porque no es fácil dejar una estructura de 10 años. El ser humano se siente muy a salvo y cómodo después de tanto tiempo. Mi idea era irme en mayo, banqué por la organización de shows que estaban pendientes y eso.
-¿Cómo lo tomó el resto de la banda?
-A mis amigos les costó mucho entender que me estaba yendo. No es fácil buscar un reemplazo. Pero más allá de la amistad que tenemos, porque Agapornis es lo que es por el vínculo que tenemos nosotros como seres humanos, les quería dar una mano con el reemplazo sin meterme porque me conocen e iba a empezar a opinar... Estos últimos sábados son mis últimos shows, el pasado fue el último grande y sentí contarlo porque estaba muy reprimida. No lo contaba por miedo, para que no sientan que realmente los estaba dejando. Fue como una ruptura de pareja. Los ocho somos muy unidos y los chicos me decían que no fuera tan melodramática que me iba de la banda, pero que no íbamos a dejar de ser amigos. Me decían: “No te vas a morir...”.
-¿Qué cosas te perdías a raíz de ese ritmo tan intenso?
-No tengo vida social literal desde hace 10 años. Pero estaba dispuesta a resignar cosas hasta que me empezó a pasar que nacieron mis sobrinos, mis amigas empezaron a tener a hijos e iba a las reuniones y yo me había acostado a las 7 de la mañana y no podía más. Nunca me imaginé que iba a durar 10 años. No me gustaba salir de noche, no me gustaba la joda ni el boliche; el universo me mandó esta experiencia para aprender. Se generó algo tan hermoso. Es un grupo muy lindo.
-¿Qué planes tenés ahora?
-Tengo ganas de estar cantando y que la gente esté sentada tomando un cafecito. También estaba dejando de lado cosas que me llenan mucho hacer, como rescatar animales. En la semana no funcionaba, hasta el miércoles no podía levantar. Mi novio, que es amigo de los chicos y estuvo en el primer show que hice con Agapornis, siempre me decía que le gustaba como cantaba y me preguntaba si me imaginaba haciendo otro tipo de música. Yo sentía que en algún momento iba a suceder porque era un proceso muy personal. Ahora está sucediendo. También me pasó que me empecé a ilusionar con otros proyectos, como la banda que tenemos con Cande Molfese, mi vecina. En la pandemia empezamos a generar un proyecto que se llama Las Vecis, que empezó a funcionar. Agapornis siempre me consumió todo, ahora es adaptar mis tiempos como yo quiera, tengo libertad.
-¿Cómo surgió Las Vecis?
-Con Cande vivíamos en el mismo edifico y durante la pandemia nos empezamos a juntar. Ya nos conocíamos pero no éramos amigas. En la pandemia se generó algo muy fuerte. Es un vínculo muy fuerte, ella estaba en plena separación y yo estaba para ella todo el tiempo. La música nos salvó, nos sacó adelante. Empezamos a hacer streaming y la gente se re copó. Hacíamos covers. Ahora tenemos una canción grabada nuestra que se llama “Me elijo a mí”, pero todavía no nos cierra para sacarla. En algún momento la sacaremos. Está bueno para no dejar de cantar, que realmente es lo que más amo en el mundo. No es para toda lo vida. Cande es actriz, no es que se quiere dedicar a esto. Es un proyecto lindo, les cierra a las marcas y nosotras nos divertimos. Lo tomo como un medio para no dejar de cantar y mientras ir viendo qué surge.
-Si mirás de atrás hacia adelante, ¿qué representa Agapornis en tu vida?
-Agapornis me abrió mucho la cabeza. Como dicen los pibes: “Te hicimos mucho más piola”. Siempre fui muy cerrada con cómo tenía que ser mi vida, mis vínculos. Este camino me abrió la cabeza a una realidad que no es la que había proyectado para mí y que fue hermosa. Crecí como persona, crecí en mis vínculos, conocí a siete personas que me enseñaron mucho y yo a ellos.
-¿Sabés quién te va a reemplazar?
-No tengo mucha idea. No es conocida. No la conocí todavía, pero creo que en todos estos años Agapornis viró mucho, hoy obviamente la figura femenina es importante, pero todos los chicos crecieron un montón. Pueden seguir perfectamente solos. Hemos creado un género, hemos cambiado cosas en la industria musical: Agapornis es alegría, es fiesta, es diversión.
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