La casa de papel: la música detrás del éxito de los “atracadores”
“Be My Baby”, de The Ronettes; “Que te vaya bonito”, por Chavela Vargas y “Who Can It Be Now?”, de Men At Work, son algunas de las joyas que suenan en la última y en las anteriores temporadas de la serie de Netflix
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La serie española más exitosa de todos los tiempos, La casa de papel, llega a su final (tal como profetizaba Vox Dei, todo termina) con una quinta temporada que, para estirar el suspenso, viene administrada en dos partes. Así, a la que se puso en streaming el último viernes le seguirá el grand finale en diciembre.
Estrenada por la española Antena3 en 2017 fue pronto adquirida por Netflix, productora del resto de las temporadas que consagraron a Tokio (Ursula Corberó), Lisboa (Itziar Ituño), Berlín (Pedro Alonso), Nairobi (Alba Flores) y El Profesor (Alvaro Monte) a quienes se sumó luego el okupa Rodrigo de la Serna. En esa suerte de ONU que son los apodos de los miembros de la banda se cifra también el internacionalismo de un soundtrack que consagró el himno antifascista “Bella Ciao” como parte de su música original. Aquí, canciones de todo el mundo y distintas épocas que suenan en la nueva temporada y un repaso por las anteriores.
“Concierto de Piano 20 en D Menor” (Wolfang Amadeus Mozart, 1785). En la última temporada Mozart se suma a los clásicos-clásicos antes representados por Beethoven y Schubert. Dividido en tres movimientos este concierto fue estrenado en Viena apenas un día después de que Mozart terminase la partitura el 11 de febrero de 1785. Se trata de una obra de intenso dramatismo que ejerció influencia en el mismo Beethoven y Brahms y anticipó el estilo de la posterior Opera “Don Giovanni”.
“Be My Baby” (The Ronettes, 1963). El sello característico del productor Phil Spector fue puesto en escena muy pronto con las Ronettes, un grupo vocal soul en el que aplicó lo que se conocería como “pared de sonido”. Piano, cuerdas y bronces en un unísono arrollador con una batería tan al frente que lastima. En medio de eso surge la voz de ángel de Ronnie Spector con el coro (en el que estaba Cher) replicando el ruego que pide el regreso del amante. Es uno de los mayores hitos de Spector como compositor y productor y una de las canciones que mejor definen el estilo de los grupos de chicas que tanto influyeron en los primeros Beatles y en Beach Boys. Editada como simple fue directo al número 2 del Billboard Hot 100 en agosto de 1963.
“You’ll Never Walk Alone” (Gerry & The Pacemakers, 1963). La competencia de los Beatles en el Merseybeat (el sonido de Liverpool en 1962) muestra en uno de sus hits cómo y por qué los mejores eran los otros, los que venían de una temporada en el infierno de Hamburgo. Gerry Marsden todavía seguía fijado en los años 50 cuando la revuelta pop de la década estaba en marcha. Esta balada azucarada así lo demuestra aunque fue lo suficientemente buena como para que la hinchada del Liverpool FC la tomara como himno hacia 1965. Un año después ya eran casi un recuerdo aunque se reformaron y siguieron tocando hasta 2018. “You’ll Never Walk Alone” volvió a sonar con el coronavirus cuando el 20 de marzo una radio holandesa consiguió que sonara al mismo tiempo en 162 estaciones de toda Europa.
“Harlem Shuffle” (The Foundations, 1967). Los Rolling Stones trajeron de regreso esta bomba soul cuyo original dobla en velocidad al hit del álbum Dirty Work (1986), donde se los veía nimbados de todo el flúo disponible en el mundo. El vero “Harlem Shuffle” está siempre al borde de la taquicardia empujado por un órgano Farfisa obsesivo y la voz de Clem Curtis, quien parece correr para llegar al último tren de la noche. Con solo tres discos entre 1967 y 1970, The Foundations fue el primer grupo interracial (mezcla de negros caribeños, asiáticos e ingleses) en tener un número 1 en el Reino Unido. Los Stones hicieron una elección quirúrgica ya que “Harlem Shuffle” no estuvo entre los diez simples que despacharon como churros en dos años y medio. Cuesta decirlo: el original es mejor.
“Di Doo Dah” (Jane Birkin, 1973). La Birkin se dejaba ver de medio cuerpo desnudo en la tapa de su primer álbum como solista después de las canciones grabadas en dúo con su pareja, Serge Gainsbourg. Casi todos los tracks del álbum, incluido este, fueron escritos por el bravo Serge a pedido de la reina del susurro, todo un ícono pop de París. Birkin parece la menor expresión posible de ser amplificada y llega apenas a la melodía que siempre se mantiene como en secreto. La cantante ha sido vestida con mucho estilo para esta chanson onomatopeya. Hay un arpegio de guitarra, un bajo apenas audible, golpes de percusión como desinflados y arreglos de cuerdas que entran y salen en síncopa con la voz. Maravilla.
“Que te vaya bonito” (Chavela Vargas, 1977). La gran Chavela grabó esta ranchera con el guitarrista Antonio Bribiesca dejando una cumbre del despecho. “Cuantas luces dejaste encendidas, yo no sé como voy a apagarlas”, reprocha apretando los dientes al punto de sacarle chispas al micrófono. Como Goyeneche en el tango, el canto de Chavela es un arte en sí mismo que excede el género de la música popular mexicana. La forma en que ataca las palabras es única, capaz de acariciarlas para después arrojarlas al oído como una brasa al rojo vivo.
“Who Can It Be Now?” (Men At Work, 1981). La voz de Colin Hay se parecía demasiado a la de Sting pero no: sin un sex symbol al frente a los australianos les quedaba el humor para hacerse un lugar en la new wave. Y así lo hicieron explotando ese nuevo continente del broadcasting que fue MTV. Unos videos medio ridículos y pueblerinos los tuvieron en vidriera mientras conseguían que su estilo de new wave y reggae diluido con un saxo chirriante al frente se impusiera en Inglaterra. “Who Can It Be Now?” fue el hit de Bussiness as Usual, ese primer álbum cuya tapa da pospunk independiente pero…tampoco.
“Kingstown Town” (UB40, 1989). Con un original de 1970 acreditado a Lord Creator, los UB40 se afirmaron como la banda de reggae más grande del mundo, mal que les pese a los puristas del género que surgió en Jamaica pero terminó de definirse en Inglaterra. Lord Creator era uno de los cantantes de la escudería del productor Clancy Eccles y su simple de 1970 es un poco más rápido que la versión de UB40, casi en la frontera con el ska y el calipso. En el carácter melancólico de la letra hay saudade por la isla caribeña. Se deja sentir más en la voz de Lord Creator que en la de los hermanos Campbell. Igual, las dos versiones a la final. Paris Hilton tuvo que pagar un juicio por plagio (al Sparta Florida Music Group, dueños de la canción ahora) por su “Stars Are Blind”. Alto robo (¡como si nadie hubiera escuchado el hit de UB40!).
“Grandola Vila Morena” (José Afonso, 1971). Como con “Bella Ciao”, los musicalizadores de La Casa de Papel pusieron el dedo en la llaga de la política mediterránea al elegir esta canción que José Afonso compuso en apoyo de la Revolución de los Claveles. Grabada en 1971 en Francia se editó como parte del álbum Cantigas de Maio y tuvo un rol decisivo en los episodios de 1974 que terminaron con la dictadura de Salazar. Amalia Rodrigues, la reina del fado, la interpretó en el cierre de un show en Lisboa, lo cual puso en acción al MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas) que terminó por tomar el poder cuando “Grandola Vila Morena” sonó en la radio a las 0.25 del 25 de abril de ese año.
“La deriva” (Vetusta Morla, 2014). No tan internacionales como La Casa de Papel, este grupo indie consiguió sin embargo atravesar la frontera de España con un sonido marcado por el pospunk. “La deriva” es también el nombre del tercer álbum del grupo y acá se los escucha muy en la onda del último Joy Division. Suenan demasiado bien lo que vuelve aún más inadecuada la voz de Pucho (Juan Pedro Martín Almarza) cuando lo que el oído pide es el estilo sombrío de Ian Curtis (que, está bien, mejor no ponerse a imitarlo tanto).
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