La canción que ya es “como el cumpleaños feliz”, que escribió un jovencísimo Calamaro y que Pedro Almodóvar creyó que era... dominicana
Tiene una y mil versiones y periódicamente alguien la vuelve a grabar, como pasó recientemente con Lali y Cachorro López; es uno de los primeros hits de Andrés Calamaro, cuando era un miembro fundamentalal de Los Abuelos de la Nada
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La anécdota circuló por Internet contada por el propio Andrés Calamaro. Surgió cuando el exintegrante de Los Abuelos de la Nada estaba conversando de lo más bien con Pedro Almodóvar y de pronto el cineasta comentó: “Andrés, quiero felicitarte por la versión que hiciste de la canción de Los Hermanos Rosario”. “¿Cómo? ¿Perdón?”, se extrañó Calamaro. “Sí”, insistió Almodóvar, “Los Hermanos de Rosario de República Dominicana”.
Calamaro enarcó la cejas: “Uy, no me digan que otra vez me están confundiendo con Fito...”, relató que pensó después, autogastándose. Pero no. No era que lo estaban confundiendo con su compañero de ruta de tantos años en el rock nacional. Tras “diez minutos de charla”, Andrés pudo dilucidar que Almodóvar se refería a la versión de “Mil horas” que había grabado junto a La Sonora Dinamita, legendaria agrupación de cumbia, sones y vallenatos colombianos, que un buen día había decidido hacer una versión con él, el “verdadero” autor del tema.
Es decir: Almodóvar había felicitado a Calamaro por haber hecho con La Sonora Dinamita un cover de Los Hermanos Rosario, pero no de los Abuelos de la Nada, intérpretes originales del hit y de los cuales el director de Todo sobre mi madre no parecía tener idea. La confusión es total pero a Calamaro, lejos de ofenderlo, le resulta gratificante. “‘Mil horas’, en el norte de Sudamérica o en Centroamérica, es una canción que se canta en cada cumpleaños, en cada bautismo, en cada fiesta de 15, en cada casamiento y nadie sabe que es de Los Abuelos de la Nada o que la escribí yo”, señaló con alegría en el clip de la anécdota que efectivamente circuló por todo el mundo hispano, conforme a la popularidad de los involucrados y la fama de la canción. “‘Mil horas’ es como el cumpleaños feliz, ya es anónimo. ¿Puede haber algo en el arte más grande que algo anónimo?”, se preguntó Calamaro con satisfacción.
Y con buen tino, se podría agregar. No por nada Babasónicos, en su también famosa (aunque por el momento nada anónima) “El colmo”, cantan: “Canción llevame lejos donde nadie se acuerde de mí/ Quiero ser el murmullo de alguna ciudad que no sepa quién soy”. Es decir, lo que sucede con “Mil horas”, que no solo fue elegida por Los Hermanos Rosario de República Dominicana o por La Sonora Dinamita de Colombia y México sino también por grupos del rock argentino como Los Enanitos Verdes y Los Tipitos; glorias uruguayas como Ruben Rada (con autotune), por cumbieros locales como Amar Azul (los Soda Stereo de la cumbia por su infinidad de hits), tropicales kitsch como Pocho La Pantera (una versión con mucho tecladito); españoles pop como Alex Ubago (y su tonada vasca) y nuevas promesas virales como el dúo Pacífica (conocidas por sus covers de los Strokes).
La lista de versiones parece infinita y puede chequearse en Spotify con una playlist armada especialmente para esta nota. Un conteo que sobrepasa largamente la centena con grupos o solistas del universo latino como la Sonora Dinámica, la Sonora Santanera y la Sonora de Macondo (todas del norte sudamericano); las bonaerenses La Bestia Folk, en clave telúrica; la pianista Alicia Gandini, en plan jazz y pop; el curioso Frente de Liberación de Enanos de Croché, en una cuidada versión instrumental; el español Danny Romero, en modo bolichero; el youtuber Shauntrack, en corte soft-rock; los cordobeses de Sabroso, en velocidad cuarteto; los santiagueños de Súper Quinteto, en ritmo de guaracha; Los Kiwas y la Banda Jerez del México profundo; el rap urbano chileno de Mr Dysen; el pop urbano uruguayo de Javier Da Luz; la cumbia villera de Dedoberde y El Judas... y muchos más.
Es notable cómo la canción resiste el traspaso a diferentes registros y géneros sin perder su poder pegadizo y, dependiendo del don y la destreza de cada intérprete, tampoco su gracia. Es para remarcar también cómo los arreglos introducidos por La Sonora Dinamita (una agrupación que nació en Cartagena, Colombia, pero que tuvo su renacer en el DF mexicano) para adaptarla al armado más orquestal de la cumbia se transmitió como virus benigno a otras sonoras como la Santera, la Dińamica y la de Macondo. Y cómo a su vez, la versión de Los Hermanos Rosario, con su inflexiones tropicales particulares, se volvió popular en toda Centroamérica y el Caribe, multiplicando su encanto en la cuna del reggaeton y el trap. ¿Cuánto falta para que Bad Bunny o alguno de sus pares encare su propia versión de “Mil horas”?
En Argentina, por caso, la última versión de la canción la plasmó con alta repercusión Lali Espósito. De la mano de Cachorro López, otro ex Abuelo de la Nada, la cantante que más reivindica el pop entre las actuales acentúa el contenido sexy ya presente en la original y, sobre bases maquinosas, lleva el hit con acierto para su terreno: húmedo, femenino y fatal (el clip, por su parte, plasma en coreografía nocturna y lluviosa esa misma tesis). “Mil gracias Lali por cantar nuestra canción. Que es de todos. De mil amores”, celebró Calamaro en X (no es la primera vez que le tira flores a la también actriz) y desactivó cualquier intención mal habida de meter alguna cuña entre ambos. “Que emoción hacer esta versión de semejante clásico de nuestro rock argentino!”, comentó ella, mientras él abundó, para que no queden dudas: “Apoyo la moción desde el minuto cero. Estoy con el señor Cachorro López detrás de esta afortunada aventura”.
“Mil horas”, que suele sonar de la mano de músicos callejeros en infinidad de trenes, subtes, colectivos y esquinas céntricas de cualquier capital latinoamericana que se precie de tal, y que despierta el interés instantáneo de los niños que la escuchan por primera vez (empíricamente comprobado, pueden hacer la prueba en sus casas), tuvo su origen hace 40 años en la mente febril de un post adolescente Andrés Calamaro en los estertores de la última dictadura, mientras jugaba a ser compositor con su amigo “salmón” Marcelo Scornik (cocompositor del tema y luego también coautor de varias otras canciones de Calamaro).
“Empezó como un bolero lento, dulzón”, le dijo a LA NACIÓN Scornik hace seis años, cuando reveló algunos detalles y pormenores. Sobre todo, en relación a la enigmática y juguetona letra. “Una vez escuché, sin que la persona que lo contara supiera quién era yo, que explicaran que en realidad el tema es una carta de un pibe de Malvinas a su novia. Me pareció gracioso, no lo encuentro mal, la canción tiene un significado en la persona que la escribe y los millones de significados de las personas que la escuchen”, explicó.
Como sea, la canción no parece detener su recorrido anónimo pero altamente contagioso por los oídos del mundo hispano parlante. ¿Seguirá su rumbo en versiones de otros idiomas, en otros cuadrantes del planeta? ¿Es posible? ¿Por qué no? ¿Quién podría impedirlo? “Con ‘Mil horas’ sentí lo que es ser millonario sin dinero”, le dijo Calamaro al Sol de México después de grabar su versión con La Sonora Dinamita. “Era una canción algo extraña para el rock. Los Abuelos de La Nada éramos una banda de músicos expertos con un poeta cantando. Podría haberse quedado fuera de aquel disco y tampoco hubiera sido un drama”. Por suerte no sucedió y el resto, desde entonces, es historia sonora que se sigue escribiendo.
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