Íntegramente compuesto en prisión, este miércoles sale el primer álbum del músico nacido como Elián Ángel Valenzuela; “Yo no soy un chico tan normal”, comenta, en un imperdible mano a mano con LA NACIÓN
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El adjetivo “popular” se le aplica a L-Gante por varios motivos. Es popular porque es del pueblo: sus canciones con jerga de barrio humilde, pronunciación aletargada y bases de cumbia, electrónica y reggaetón old school lo convirtieron en la bandera del RKT.
Es popular, también, porque es conocido: ese RKT que supo, no inventar, pero sí difundir, cuenta con miles de millones de reproducciones en sus perfiles de Spotify y YouTube, a punto tal que terminó “exportándolo” en colaboraciones con artistas con los que no comparte origen, estilo ni intereses (Tini y la China Suárez, por ejemplo). Y también es popular porque existe todo un sector de la población argentina que no escuchó más que uno o dos de sus temas y no sabe de él más que lo que se dijo en los programas de chimentos y, sin embargo, tiene opinión precisa y detallada sobre su figura: el día en el que lo nombraron en un acto político y su vida cambió para siempre y dejó de ser un músico para ser un personaje público.
En medio de ese tornado, cayó preso: el año pasado se lo acusó de “amenazas simples en concurso real con privación ilegítima de la libertad” y pasó casi cien días en un calabozo de la Delegación Departamental de Quilmes, solo con su alma. Y su reacción, su mecanismo de defensa para sobrellevar la experiencia traumática, fue volver a ser: dijo que estar detenido para él fue “un descanso”, volvió a sentir la música y salió de ahí con un disco.
Celda 4 (editado por Warner Music, la discográfica multinacional con la que firmó recientemente) se estrena por estos días. Es una obra austera, no rupturista con su obra previa pero sí más personal, con carácter, como si intentara demostrar que dejó atrás la frivolidad y la vida falsa de las redes y la tele para tomarse en serio toda esa atención que se le dispensa y hablar con honestidad de lo real y lo concreto. Acodado en la consola de los estudios Romaphonic, Elián Ángel Valenzuela se planta ante el aura mediática de su álter ego L-Gante como se le plantó a Mirtha Legrand y Andy Kusnetzoff: “El que habla mal de mí es porque no me conoce”.
–Tu disco está basado en tu experiencia de estar privado de tu libertad. ¿Qué te disparó musicalmente estar en esa situación? Si escuchamos Celda 4 de punta a punta, ¿en qué pensás que se nota eso que viviste estando detenido?
–Ese análisis yo mismo lo hago. Creo que sí, quizás haya algún tema que escapa de ese momento que estaba viviendo ahí. Pero en cuatro o cinco canciones se va a notar que estoy hablando de cosas dirigidas a traiciones, momentos que me pusieron a pensar y me hicieron aprender a superarme, a nunca bajar los brazos. Y un poco más hablando de eso, del lado malo, cómo reforzarte y pasar a estar del lado bueno, ¿no? Ser tu mejor versión.
–En 15 días ya tenías 80 canciones, ¿te refugiaste en eso para aguantar lo que estabas viviendo? ¿Fue una catarsis?
–Sí, a full, tres canciones por día, asegurado. Aparte tenía todo el tiempo del mundo. Eso hizo que se me pase súper rápido. No estaba enfocado más en otra cosa que en mí. Pensando en mí todo el tiempo, todo el día, para salir de la mejor manera.
–¿Cómo fue ese proceso creativo de componer canciones estando ahí adentro? ¿Tenías cuaderno y birome y te sentabas a escribir? ¿Las cantabas mientras las ibas haciendo? ¿Los otros internos te decían algo?
–Y, me las arreglaba de cualquier manera. Tenía cuaderno, lapicera para escribir, tenía un parlante, un pendrive para escuchar música, las pistas y alguna que otra cosa más que me servía como herramienta para poder concretar y salir con un disco ya armado, planteado. Y listo para avanzar con esto que se convirtió en mi primer disco, mi primer álbum, ¿no? Celda 4. No lo tenía planeado en el momento pero me di cuenta de que fue mi escapatoria, inocentemente apuntando hacia el arte. Y no fue un tiempo perdido, eso siento.
–¿Cómo fue el proceso de elegir entre todas esas canciones y de convertir eso en un disco? ¿Cómo trabajaste esa selección?
–Había cierto grupo de canciones que tenía su particularidad, su similitud, buscaba que hablen de algo parecido. Recolecté doce en este caso y armamos este disco. Otras tantas me las guardé para armar el segundo disco. Pero voy a dejar pasar un tiempo, que recorra un tiempo más el disco. Y yo, en ese tiempo que pase mientras ustedes disfrutan de Celda 4, voy a estar recolectando información, aprendiendo más de la vida, creciendo, madurando. Y las que me he guardado, que no están en este disco, las voy a juntar con las que grabe próximamente. Y así creo que se va a ir armando la aventura: que al pasar el tiempo voy a ver qué pensaba yo cuando saqué este tema, cuando saqué el otro, cuando saqué el siguiente. Porque otra vez, repito: hoy la mayoría de los artistas somos todos jóvenes y estamos en una etapa de crecimiento y nos cambia la mente. El año pasado pensaba de una manera y este pienso de otra. Pero bueno, eso es el proceso.
–¿Cómo sentís que evolucionaste como músico en el tiempo que llevás de carrera? ¿Qué incorporaste, qué aprendiste, qué cambiaste?
–Como la vida misma, en canciones. Y de ser un chico normal de un barrio marginado, a no poder caminar por las calles sin que alguien te detenga para decirte algo. Buenas palabras, puede ser lo que sea, o una foto, o unas bendiciones; de un lado o totalmente del otro. Y, a la vez, imaginate lo que debe ser la cabeza del L-Gante, cuando me quedo solo en la ducha, cuando me pongo a pensar antes de ir a dormir; los momentos que me encuentro solo, digamos, no son muchos en los que me puedo concentrar en mí. A veces me pongo a pensar que me cambió la vida tan temprano... y fue tan poco el tiempo que recolecté información de mi vida normal, que parece que hoy en día tengo completamente otra vida. Me da la sensación de que vivo cinco días en uno. Entonces mi mentalidad tiene que ser bien fuerte para que nunca se rompa esa diferencia entre la línea del tiempo de los dos lados, la diferencia de cómo era antes y como es ahora, y que no se pierda la esencia ni las emociones ni los sentimientos. Imaginate mi abuela de ochenta y pico de años, la que me vio desde chico, hoy en día me ve almorzando con Mirtha Legrand. Y quizás no la veo tan seguido a ella, y todas esas cosas... Es difícil mantener el orden, ¿no? Con tan poca información, a muy temprana edad, hacer un cambio tan brusco... tenés que ser fuerte para saber consolidar todo eso sin marearte.
–Vos que hacés canciones sobre gente común y sobre la vida en los barrios, ¿alguna vez te planteaste cómo es seguir escribiendo canciones sobre eso ahora que tu realidad no es más esa?
–Claro, ya no soy un chico tan normal, a eso voy, a eso me refiero. Siempre mantener ahí la esencia intacta, siempre ser el mismo que fuiste. Y bueno, tenés que saber muy bien cuáles son las cosas que recargan esos espacios y que nunca queden vacíos.
–Los amigos del campeón siempre son un riesgo...
–Sí, eso también. Tenés que pensar bien quién te está diciendo qué, si de verdad es una buena idea o que está bien lo que estás haciendo. Quizás a los demás los estás haciendo pasar un súper momento y a vos te está desgastando.
–El disco no tiene ningún feat. ¿Sentiste que tenías que estar solo esta vez? ¿Que era demasiado personal lo que cantabas como para tener un desfile de gente?
–Y sí. También la sinceridad de no buscarle una potencia y que sea totalmente auténtico como fue. No dándole tanto ese toque comercial, sino que todavía apostamos a lo auténtico, a lo real, a la realidad. No se vive lo que pasa en la tele, sino lo que pasa de verdad. No es todo el mundo color de rosa, al menos la parte que viví yo. Ahora, quizá sí tengo una casa en un barrio cerrado, un buen auto que no falla y cosas así. Quizá antes me complicaba un poco, pero es lo que logré: yo tuve que saber lo que es no tener, lo que es conseguirlo, lo que es crear algo tan bueno con pocos recursos, pocas herramientas y arreglarte con lo que tenés al alcance. Y de esa manera con todo, siempre.
–¿Hubo algún artista, algún músico del estilo que sea, que hayas empezado a escuchar hace poco, que no conocieras antes y que terminó influyéndote para hacer tus canciones?
–La verdad que no. Tengo el almacenamiento de 2022 todavía. Me tomé muy en verdad el haber estado preso, y antes de eso ya me había encerrado en mi mundo, en el mundo de Elián. Ya no quería ni escuchar música. Entonces, como que ahora estoy luchando por volver a meterme de lleno. Bah, esta es la etapa en la que me siento bien porque volví a meterme en la música. Pasó un tiempo que grababa un día y la siguiente grabación capaz que la hacía dos meses y medio después, lo que es desenfocarse, ¿no? Capaz que andaba haciendo boludeces o cagadas, o de fiesta, o desperdiciando el tiempo en cosas que quizás no eran tan importantes. Había cosas que me hacían bien que las estaba dejando de lado. Siempre hay que frenar y reenfocarse.
–¿Estás enfocado en la música otra vez? ¿Le encontraste el gusto de vuelta?
–Al cien por ciento. Que las cosas malas que me hayan pasado no me apaguen esa emoción y el amor que yo tenía por hacer lo que me gusta.
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