Este viernes, el músico le pondrá punto final a su rol con la exitosa banda con un recital en el Movistar Arena; en una extensa charla con LA NACION, reflexiona sobre las contraindicaciones del éxito y el deseo de iniciar una vida nómade
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“No hubo un día en el que dije ‘me voy’, pero el año pasado se dieron una serie de situaciones estrictamente personales que me fueron llevando a meditar y a procesar esta decisión. Creo que cuando terminamos la función en el Teatro Colón sentí que era un objetivo más cumplido y lo último que yo iba a hacer”.
-Aquello, ¿fue una suerte de techo?
-No, justamente me estoy yendo porque Los Nocheros no tienen techo, hay mucho por hacer. Quiero que se entienda, quiero vivir mi vida.
Kike Teruel, integrante histórico de Los Nocheros, se despedirá este viernes 30 de junio en el Movistar Arena, donde la banda ofrecerá Vaya donde vaya. Será su último show, antes de alejarse de la mítica formación de la que también forman parte su hermano Mario Teruel, su sobrino Álvaro Teruel y Rubén Ehizaguirre.
De ese concierto también participarán Soledad Pastorutti, el Chaqueño Palavecino, Marcela Morelo, Ángela Leiva, Rodrigo Tapari, Los Tekis, Los Alonsitos, Gaby Morales, Dani Cuevas y el grupo Ahyre. “Todos son queridos amigos”.
Vida de a cuatro
“He vivido una vida nochera, de a cuatro. Somos una familia de verdad, muy compañeros y muy respetuosos entre nosotros, ya sea con las situaciones personales como de los tiempos de cada uno, pero este es mi momento de hacer algo solo, que no será musical, aunque no sé qué será. Tengo claro que no voy a ponerme a cantar ni salir a girar. Se trata de pensar en mí, en mi gente, en mi casa. Hasta ahora, me despertaba y era pensar dónde íbamos a ir a cantar, que cosas nuevas podríamos hacer, qué disco grabar y con quién. Analizaba los shows pasados y los futuros. Mi cabeza no paraba, ahora necesito parar. Esa es la realidad, no hay nada raro detrás”.
-Tu nombre parecía ser una parte indisoluble de la banda, quizás por eso se especuló con un distanciamiento o pelea con tus compañeros.
-Nada de eso sucedió, estamos de diez, comunicados, no hubo ningún roce. Gracias a Dios, jamás tuvimos un roce. Ahora ellos harán su vida artística de a tres.
-Es decir que se trata de una decisión motorizada por lo humano, por tus nuevos deseos.
-Es así, lo has definido muy bien. Me voy a dedicar a algo mío, si me sale bien, me saldrá bien a mí, lo mismo si sale mal. Antes, al igual que ellos, uno pensaba también en función del otro, era lo que correspondía.
-¿A quién se lo comunicaste primero?
-A los tres juntos, en mi casa.
Se comenzaron a tejer unas cuantas teorías en torno al futuro del cantante y compositor, un experto en el arte de la guitarra y el charango. “No me voy a dedicar a cantar como solista”, afirmará una y otra vez a lo largo de la charla con LA NACION. Hay que creerle. Lo cierto es que no se trata de la primera vez que la saturación golpeó a su puerta. En el 2014 vivió un momento crítico que pocos conocieron: “Ese año estaba muy cansado, me reventé la cabeza, entonces les pedí a los chicos doce meses, algo que nunca voy a terminar de agradecerles, ya que no cualquiera te dice: ‘andá y cuando vuelvas seguí cantando’”.
Ese período sabático, alejado de “los chicos”, como llama a sus compañeros, lo vivió en Barcelona, Sitges y Valencia. “Sitges es mi lugar en el mundo”. A aquella ciudad sobre el Mediterráneo volverá pronto, aunque reconoce: “Me voy a hacer itinerante. Como a mi señora no le gusta el frío, viviremos en verano permanente”.
-Entiendo que se repite el agotamiento que te acechó en el 2014.
-No es así. No me voy porque esté cansado o agotado, al contrario, tengo todas las pilas para seguir en lo que llamo “mis misiones”.
-¿Misiones?
-Claro, entiendo que el cantar ha sido una misión. Fue una misión cantarle al amor y a la familia, y reunir a todas las generaciones en un mismo show. Hay gente que se curó con nuestras canciones, experiencias muy fuertes.
-¿Por qué lo decís?
-Nos han pasado muchas cosas, podría recordar a chicos con autismo que han reaccionado al escuchar nuestros temas, lo vivimos, lo vimos. He tenido a esas criaturas en brazos. Eso ha sido una misión, pero siento que está cumplida, voy por otra cosa.
Más allá de la grieta
-Ha trascendido que tenés interés en dedicarte a la política, ¿es real?
-No es que a mí me interese, sino que me hablaron y me gustó la idea. Si en algunos años siento ese deseo, lo voy a hacer. No soy nadie para decir que puedo cambiar algo, pero creo que hay que participar. Hay que cambiar esta forma de hacer política y de vivir en una Argentina con grieta que nos han impuesto, porque nosotros no somos así. Entre nosotros no nos queremos pelear, son ellos lo que buscan eso. La grieta ha hecho mucho daño a nuestra sociedad.
-¿Ellos?
-Cuando digo “ellos” me refiero a los que están arriba.
-De un lado y del otro.
-De un lado y del otro quieren vernos peleados.
-Será un gran negocio, a alguien le debe servir.
-No sé si les sirve, porque la gente no los quiere.
-Pero se los termina votando. Hay políticos eternizados en sus cargos.
-Los giles somos nosotros, pero ellos no la pasan bien, salen a la calle y la gente no los quiere.
-Al artista Kike Teruel lo quieren todos, si ingresás al mundo de la política, la mirada no será siempre positiva.
-Por eso, en estas elecciones, no me presenté en ninguna lista. Cuando lo haga, quiero que se vea un trabajo previo, algo que haya hecho. No me voy a presentar sólo porque la gente me conozca.
-¿En el marco de qué estructura trabajarías?
-Me interesa Ciudadanos Comprometidos, el partido de mi amigo Ariel Báez, integrante de Los Alonsitos. Es un partido sano, independiente, así que, si me decido, lo haré en ese espacio que nació en Corrientes.
La idea de Teruel es hacer su aporte para expandir el alcance de esa agrupación nacida en la Mesopotamia Argentina. “Me moriría si alguien pensase que una puerta de mi casa es gracias a la política. A nosotros nos costó mucho tener lo que tenemos”.
-Tu carrera artística te ha llevado a recorrer el país infinidad de veces, con lo cual tenés una mirada muy precisa de la realidad…
-Tenemos un país roto. Nuestras rutas son las peores del mundo, algo que sufre el camionero, el viajante, un médico, el que vive de un pueblo a otro. Los hoteles del interior no tienen mantenimiento. El país está deshecho, por eso me da bronca que sólo se hable de los problemas de dos provincias y nada más. Hoy, todas las provincias están pobres, con la gente viviendo de la administración pública, trabajando en el Estado, porque no le permiten levantar la cabeza desde la actividad privada.
Momentos difíciles
En los últimos tiempos, los Teruel han estado atravesados por momentos difíciles. En 2021, la Justicia de Salta condenó a doce años de prisión a Marco Lautaro Teruel, hijo de Mario, al encontrarlo culpable de abuso sexual agravado.
-¿Cómo vivís el tema?
-Lo vamos llevando.
-¿Visitás a tu sobrino? ¿Lo has visto en los últimos tiempos?
-Lo vi cuando estuvo en (prisión) domiciliaria, pero no he ido a visitarlo.
Kike Teruel no se siente cómodo hablando del tema. “No me gusta hablar por respeto a mi hermano y a su familia, es algo muy duro, situaciones inesperadas que te pone la vida”.
Con los suyos transitando esa realidad dolorosa, el jueves 2 de febrero de este año, un aneurisma pudo con la vida de Noemí Cristina Laspiur, esposa de Mario Teruel, el frontman de Los Nocheros, otro golpe que diezmó los ánimos de los salteños. “Todo se hizo más dramático”, reconoce Kike Teruel.
La Moro ha sido la compositora de varios hits de la banda como “Me enamoré de una zamba”, “La yapa”, “Cosa peligrosa”, “Cafayate” y “Mucho más que piel”. “Tenía mi edad y mucho para dar todavía. Era el sostén moral de su familia. Fue inesperado, una gran pena. Nos puede pasar a todos, pero uno piensa que se va a morir de viejo y con ella no fue así. La muerte nunca es bien recibida y nuestro momento anímico no era el mejor”.
-Los Nocheros ubicaron a la mujer en otro lugar, muy diferente a un folklore patriarcal. ¿Ahí estuvo la mano de La Moro?
-Claro, ella nos dio la personalidad. “Entre el cielo y la tierra”, “Roja boca”, marcaron un rumbo. La Moro moldeó una identidad y le hemos dejada esa impronta al folklore. Creo que nos anticipamos a lo que hoy sucede con la mujer, que ocupa el lugar que tiene que ocupar. Venimos de costumbres ancestrales machistas horrorosas y nosotros la fuimos poniendo, desde la música, en otro lugar. Por eso la frase “hagamos el amor como sueña tu cuerpo”.
A las tres semanas de la muerte de La Moro, otro dolor embargó a los Teruel. Cuando la familia continuaba transitando ese duelo, murió Felipe Teruel, padre de Mario y Kike. “Siempre pensé que mi despedida iba a ser en los festivales de verano, ya que teníamos casi treinta shows agendados, pero, a partir de lo que nos fue sucediendo, suspendimos todo. La muerte es cosa de la vida, pero, cuando te pasa tan seguido es muy doloroso, triste. De todos modos, es aprendizaje y los que nos quedamos, nos quedamos para algo, para cumplir una misión que el universo sabrá cuál es”.
-¿Qué sentís que le dio Los Nocheros a la música folklórica?
-La “canción nochera” ha marcado un antes y un después en cuanto a cómo venía la poesía hasta ese momento. Cuando salimos con “Voy a invadir tu cuerpo”, “Voy a comerte el corazón a besos” fue marcar un cambio, ya que el folklore venía de poesías paisajísticas, de hablarle a la naturaleza o al caballo, y se la seducía a la mujer desde un lugar más formal. Nosotros, en cambio, rompimos esa barrera diciendo “hagamos el amor como lo sueña tu cuerpo”. Recuerdo que un diario dijo que hacíamos “folklore erótico”, no sabían cómo definirnos a pesar de que se trataba de zambas y chacareras o de temas como “Al rojo vivo”, que es un escondido.
-Pero la zamba, la chacarera y el escondido sonaban distintos en Los Nocheros.
-Le pusimos un sonido que no existía en la música folklórica y, escénicamente, hemos modificado todo lo que se veía. Antes, a los músicos de folklore le daban cuatro luces cenitales y que cantaran como pudieran y a cualquier hora.
-En aquellos comienzos, y ante tanta cosa disruptiva, fueron resistidos por determinados sectores.
-Nos mataron. Hubo periodistas que fueron hirientes al referirse a nuestra forma de cantar. Además, era un mamarracho como nos vestíamos y eso les molestaba a los folkloristas ortodoxos, pero, sobre todo, al periodista ortodoxo. Cuando nos dimos cuenta que llamábamos la atención, más mamarrachos nos poníamos, por eso se acercaron los jóvenes a nosotros.
-En aquel tiempo de mostrar un nuevo modo, ¿existían fricciones con los próceres del folklore?
-No, te digo más, cuando Los Chalchaleros se despidieron nos invitaron a cantar en sus últimos shows.
-¿Con qué otros artistas de aquella vieja guardia han tenido relación?
-Los Tucu Tucu y Horacio Guarany nos han defendido muchísimo. Aquellos que marcaban tendencia, estaban a favor del cambio.
-Los Nocheros, ¿fue la llave para que emerjan artistas como Soledad Pastorutti, Abel Pintos o Luciano Pereyra?
-Sería un atrevido si pensase eso.
-Ustedes abrieron una puerta.
-Abrimos una puerta mediática, los medios se dieron cuenta que el folklore garpaba.
-¿Cómo es la relación con el ex Nochero Jorge Rojas? ¿Tienen trato?
-No nos vemos. Me lo crucé hace dos años en un aeropuerto, nos saludamos y está todo bien, jamás tuvimos una discusión.
Kike Teruel agradece los momentos compartidos en las giras junto a su familia, no sólo su hermano y sobrino, sino también su esposa y, a veces, algunos de sus hijos: “Fue un estilo de vida que no sufrí, pero ya no quiero hacerlo más, quiero decidir mis tiempos”. Ese estilo de vida incluyó cientos de shows y pisar más de doscientas ciudades. Además de un fortísimo trabajo de promoción y difusión, de entrevistas gráficas, radiales y televisivas, una exigencia que estremece al más entrenado. “Aparecer cantando en Londres, Sídney o Melbourne fue re loco. Si fue un shock pisar Buenos Aires, no te puedo contar lo que significó cruzar a Chile, hacer el Festival de Viña del Mar, empezar a girar por Latinoamérica y luego España, Inglaterra, Australia. No tiene precio todo eso.
-¿Nunca perdieron la capacidad de sorpresa?
-Jamás, siempre había algo nuevo que nos convocaba.
Esa “ciudadanía del mundo” lo llevó a radicarse un tiempo en la Capital argentina: “Amo a Buenos Aires, viví acá con mi familia, pero nos tuvimos que ir por un hecho de violencia”.
-¿Qué sucedió?
-En 2001 secuestraron a mi mujer. Fue una situación muy fea.
El hecho se desencadenó en la vivienda familiar que los Teruel habitaban en el barrio de Mataderos. Aún hoy, el músico recuerda lo traumático e inusual de lo sucedido. Aquella casa, de avenida Directorio y Carhué, había sido construida para transitar la vida porteña en un lugar confortable. “Pensábamos quedarnos ahí, pero nos fuimos y dejamos todo puesto, no quisimos volver a vivir en ese lugar”.
Amores sin ficción
Kike Teruel tiene cuatro hijos, Julieta (34), Rodrigo (32), Naomi (30) y Felipe (22), todos fruto de su matrimonio con Karina, su esposa desde hace 35 años. Además, ya sumaron a sus primeros dos nietos. La conformación de su familia tiene algunos elementos dignos de un culebrón. “Mi señora fue mamá a los 18 y, cuando cumplió los 22, ya tenía tres hijos. La verdad es que fuimos irresponsables, pero nos salió bien”.
“Arrancamos con el grupo en 1986 y, dos años después, cantando en una peña, conocí a mi señora, que todavía estaba en la secundaria”, recuerda. En 1989, un año después de conocerla, se casaron.
-¿Tu mujer es de Salta?
-No.
-La conociste en una peña de tu provincia.
-Sí, ella estaba paseando, era una turista ocasional.
-Entonces, hay que creer en el destino.
-Por supuesto, ¿cómo no vas a creer en el destino?
En los tiempos en los que conoció a la madre de sus hijos, Teruel, que estaba radicado en Tucumán, donde estudiaba Ingeniería, no cantaba de manera permanente con la banda, que estaba conformada por Mario Teruel, Rubén Ehizaguirre y Enrique “Pala” Aguilera, los fundadores del grupo. Sin embargo, sí lo hizo aquella vez en la peña Los Gauchos de Güemes. Esa noche, su mujer estaba con su familia disfrutando del espectáculo. “Ahí conseguí a la mujer de mi vida”.
-¿Quién tomó la iniciativa?
-Yo parecía más grande que ahora, era antiguo, formal.
-Pero ella se fijó en vos.
-Era muy chica y la llevó la familia a ver aquel concierto, porque, en realidad, a ella le interesaba el rock. Para molestarla, le preguntaron qué Nochero les gustaba más y, creo que, por descarte, dijo “el flaco ese”.
-No respondiste sobre quién tomó la iniciativa.
-Aquella noche, un amigo la llevó al camarín para que le firmáramos los casetes amateurs que teníamos, entonces aproveché para invitarla a un próximo concierto en un teatro.
-¿Fue al teatro?
-Sí, por eso interpreté que le gustaba.
-A vos, ¿te gustó ni bien la viste?
-Sí, claro. Es más, alguna vez mi papá me recordó que, a poco de conocerla, dije que iba a ser la madre de mis hijos.
-Una gran historia.
-Ha sido partícipe activa de mis decisiones en el grupo.
Tan involucrada estaba que, cuando para recibirse de relacionista pública, su tesis fue la estructura de la “pyme” Los Nocheros. “Le pusieron un 10 y yo aproveché para aplicar en la banda todo lo que ella expuso en ese trabajo universitario”.
Ese vínculo tan estrecho con su mujer, esa historia que fueron tejiendo juntos, también motivó su actual despedida de los escenarios y los estudios de grabación: “Quise dejar estando aún entero para poder disfrutar la vida con ella y no hecho pedazos”.
Además, el músico siente que este retiro es una forma de pagar alguna deuda: “Fui un padre muy ausente, me la he pasado de gira durante años. Hubo temporadas en las que hicimos doscientos shows en doce meses, no llegaba a casa jamás. No había cumpleaños, Día del Niño, Día de la Madre. Los fines de semana no existían y, cuando podía, salía con mi mujer a comer los lunes, cuando estaba todo cerrado”.
El adiós
-¿El retiro es total? ¿No pensás en componer o en producir?
-Lo que no va a suceder es que me vean como solista o que haga una vida de gira, lo otro puede pasar. Si escribo algo, los primeros que tendrán esas canciones serán los chicos.
-¿Serías manager de un artista joven?
-Puedo dar una opinión. Si fuera manager, sería como a mí me gusta que sea esa actividad. Fui insoportable con nuestros managers.
-¿Por qué?
-Soy molesto, muy exigente. Me gusta que las cosas se hagan como quiero que se hagan y ya no estoy para esas peleas.
-¿Cómo te imaginás el momento de la última canción en el escenario?
-Supongo que me voy arrugar, che. Estoy totalmente preparado y no lo tomo de manera traumática, ya que se trata de cerrar una etapa de la vida por decisión propia.
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