Kidzapalooza: las mejores propuestas para hacer con los más chicos en el festival
El festival es una invitación para toda la familia y dedica un sector entero a los niños; escuelas de rock y rap, ecojuegos, un taller de ciencias y DJ son solo algunas de las ofertas pensadas para que se diviertan y, quizás, descubran algún superpoder dentro suyo
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Si el Hipódromo de San Isidro este viernes, sábado y domingo se convierte en un mundo aparte cuyo lenguaje está dado por la música de los más de treinta shows que se viven en cada una de las jornadas de Lollapalooza, los niños y niñas tienen allí su propio continente. El Kidzapalooza es el escenario al que aplauden los más chicos y que cobra vida los tres días de 12 a 19. Es que este festival no es solo para jóvenes, sino que también está planteado como una fiesta para toda la familia.
El line up de los más grandes incluye a artistas como Miley Cyrus, Foo Fighters y The Strokes, y otros locales como Duki, Litto Nebbia y Babasónicos, pero también hay invitados especiales para los más bajitos: DJ Monti, Les Ivans, Rudy Güemes, Aguafiestas, Raviolis, Ni Locos, DJ Uopa Nachi, Mundo Arlequín, Circo Alboroto, Rock N’ Learn, Pequeño Pez, PJ Mask, DJ Sista V, Laberinto masticable, Rock sin frenos, Mecache, Panceta y los Papafritas, y Koufequin. Más allá de esto, no solo de música vive Lollapalooza y -por añadidura- la invitación para los chicos tampoco se limita solo a ese mundo.
Minicientíficos
Los que vayan al festival pueden convertirse en científicos en un taller donde la invitación es a hacer experimentos basados en conocimientos que parten de cuestiones como reacciones químicas o los cambios de estado de la materia. Quien está detrás de esto es Ciencia Divertida, una organización que nació en España en 1992 y en 2001 se instaló en la Argentina con el objetivo de contribuir a la divulgación científica, pero desde un enfoque distinto: los “maestros” tienen formación en esta área, pero también estudian artes dramáticas.
“La idea es que el niño experimente, observe, se cuestione, investigue y que, después de participar, pueda llegar a su casa y seguir preguntándose sobre los distintos fenómenos de la ciencia”, cuenta a LA NACION Laura Azicri, la mujer que trajo esta propuesta a la Argentina. Para ella, la clave para acercar a un chico a ese mundo radica en la experimentación y en el hacer.
“¿Quién quiere llevarse un experimento?”, le dice uno de los profesores-científicos a los niños que los miran. El souvenir en este caso puede ser una nieve de colores, un globo inflado por el dióxido de carbono que se obtiene de mezclar vinagre y bicarbonato, hélices de helicópteros o autos “que funcionan a reacción” siguiendo las leyes de Newton.
Impresoras humanas
Otra de las invitaciones es a aprender sobre la serigrafía para reproducir imágenes inspiradas en la gráfica de Lollapalooza. “Los niños son muy divertidos y flashean porque entra el papel en blanco y aparece un diseño con una definición zarpada. Les decimos que es como una impresora humana. Se maravillan y es muy mágico”, reflexiona Victoria Benvegnu, del estudio de serigrafía House of Prints.
Esta técnica también la pueden usar sobre la piel y hacerse “seritatoos”. De esta manera, este espacio junto al de Paraíso Pink son los encargados de lookear a la gente para la ocasión; en el segundo caso, a base de glitter: una de las estrellas del festival. De hecho, Eva, la encargada de este reino de brillos, ya ha participado de ediciones anteriores del Lolla y, tal como cuenta, año a año ve cómo el stand se colma de adultos que también quieren su dosis de glitter.
Pequeños raperos y rockeros
El lugar de la música en el Kidzapalooza se da desde lo educativo: una escuela de rock y una de rap. Jonno Lavenas es fundador y CEO de Rock N’ Learn, desde donde desarrolla talleres grupales de guitarra eléctrica, batería, canto, bajo, piano y ukelele. “Además de aprender instrumentos, aprenden a escucharse y a respetarse, que es la cultura de nuestra empresa”, dice. Y añade: “Siempre nos consideramos como un semillero que acompaña a los chicos para que se desarrollen y se prenda la llama. Quizás sean los artistas que en el futuro nos representen en el país”.
A pocos metros está Nicolás Ferreyra (@CH_respira), quien dicta el taller de Escribiendo con Ritmo, en el que se busca desarrollar la imaginación. Al respecto, cuenta: “No nos focalizamos tanto en las palabras y en hacer rimar, sino en que el niño tenga una estructura imaginativa a la hora de componer, por eso traemos palabras que sirven de mapa. La idea es poder generar algo para decir y comunicar. Para mí, lo importante no solo es formar raperos y raperas, sino formarlos en la escritura y en la lectura. La misión es darle un espacio de expresión a muchos niños que no tienen voz”. De esta manera, destaca que en los encuentros se hace un freestyle de manera colaborativa.
En ambos casos, allí pueden sonar los primeros acordes de un gran músico.
El primer caso de un potencial artista aparece en el stand rapero en los minutos inaugurales del Kidzapalooza: Olivia Paz Gutman, de 6 años, se anima al desafío y lo hace con una soltura que enternece y cautiva a todos. “No sabía que decir”, confiesa a LA NACION y su sonrisa traspasa todo.
Sus papás la miran con orgullo mientras ella improvisa alguna líneas y se mueve al ritmo de la música. “En casa vive bailando y cantando. Verla es hermoso porque es lo que a ella le gusta desde la panza”, resalta su mamá, que cuenta que los genes de la pequeña vienen de su padre, Franco Andreotti, que es DJ. Él, por su parte, destaca: “En casa hay música siempre. Tratamos de que esté cerca del arte, y la llevamos a fútbol y a que aprenda idiomas. Queremos que se pueda expresar. Ella sabe que yo en casa no estoy los fines de semana porque estoy pasando música y tratando de divertir a otra gente, y también entiende que a las fiestas se viene a divertirse”.
Una guitarra de cartón enchufada con fantasía
Mateo tiene 8 años y vino al Lollapalooza con sus papás y su hermano Marcos, de 10: un plan que esperan desde que sacaron las entradas para el festival de 2020, suspendido por el coronavirus. Está parado en el stand de Ecojuguetes con una guitarra de cartón en la mano, la cual próximamente tendrá su impronta dado que la esencia de ese espacio es que los chicos puedan construir sus propios juguetes. Santiago Fraga, de PisoJuegos, explica: “Agarramos materiales reciclados o que se puedan reciclar y descartes de la producción de otras marcas, y trabajamos para generar consciencia ecológica. Y lo que arman se lo llevan. Además de guitarras eléctricas de cartón, que suenan con la fantasía, tenemos alas de mariposas, jet packs, binoculares o lo que a cada uno se le ocurra armar”. La esencia de todo este sector del Lollapalooza está en darle alas a la imaginación.
Mateo todavía no intervino la guitarra, pero ya está pensando en el próximo paso. “Quiero hacer todo. Vi una rampa de skate. Va a ser mi primera vez, antes tenía uno, pero nunca lo pude usar”, cuenta a este medio.
Es que los más osados buscan llenarse de adrenalina en la zona Xtrema, donde la invitación es a subirse a esa rampa o dar sus primeros pasos sobre una slackline: una cinta que se coloca tirante para poner a prueba el equilibrio. Además, quienes quieran mover un poco más el cuerpo tienen una zona de baile preparada especialmente para que aprendan diferentes coreografías y cuentan con la presencia de DJs, en el centro del Kidzapalooza, que pasan música pensada especialmente para ellos.
Un Meet & Greet superpoderoso
Hay más. Los niños pueden compartir un Meet & Greet con Connor, Amaya y Greg, de la serie televisa PJ Masks, quienes por las noches se ponen sus pijamas especiales para convertirse en superhéroes, cada uno con sus poderes característicos: súper oído, súper fuerza, velocidad extrema, invisibilidad, y la capacidad de volar o de hacer ondas expansivas.
Cómo registrarse para ingresar al Kidzapalooza
Para registrar a los menores de 10 años se debe ingresar a https://www.lollapaloozaar.com/kidzapalooza/ y hacer click en el botón “Registro Kidzapalooza”, donde se debe ingresar el código que figura en la pulsera que el usuario haya comprado (ubicado en el frente de la pulsera donde se encuentra el chip). De esta manera, uno puede registrarse como el adulto responsable de los menores que van a asistir al festival y, también, ingresar sus nombres.
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