Kevin Johansen: "Fui beneficiado por la crianza de una feminista, docente y madre soltera"
Kevin Johansen está con el mate en la mano como si fuera un gaucho en la mitad de la llanura pampeana. Pero no. El músico no sueña con irse a vivir al campo. Es un citadino puro, nacido en Alaska, con una madre argentina y un padre "gringo". Buena parte de su vida la pasó absorbiendo otras culturas y otras músicas y en su último álbum, Algo ritmos, grabado entre Buenos Aires, Nueva York y San Pablo, eso se nota. Hay un espíritu lúdico y melancólico en Algo ritmos que empieza con una historia de ruptura en clave rioplatense, como "De repente" y cierra con el trap-reggaetonero "La gente más linda". "Primero pensé en un disco con diez temas mántricos y algo más lineal, pero después apareció el monstruo inquieto y heterogéneo. El concepto del anticoncepto".
Hasta los cinco años Kevin vivió entre esquimales. Tras la separación de su madre se mudaron a California y en mayo de 1976 volvieron a Buenos Aires. Al poco tiempo se fueron a Montevideo para regresar en la primavera democrática. Envuelto por esa atmósfera efervescente formó parte del exitoso grupo pop Instrucción Cívica. En los noventa se refugió en Nueva York para tener una vida de cantautor indie. En todo ese tiempo, su educación sentimental entre el sur y el no sur, le llegó a través de su madre: discos, libros, recuerdos.
"Si bien era una familia de clase media Mafalda y no había un mango se curtía mucha cultura. Mi vieja era una gran melómana. Estaban los libros de Simone de Beauvoir, María Elena Walsh y toda la mar en coche: Eric From, Erica Jong. Mi vieja se llamaba Marta Gloria Calvet pero se cambió el nombre y se puso Koala en los ochenta. Hay mucho de ella en la familia. Fue la luchadora, la rebelde y murió de cáncer hace 17 años, demasiado joven".
Su influencia en la vida de Kevin fue notoria. Incluso ahora, que está presentando un nuevo disco llamado Algo ritmos, evoca a su madre como una mezcla de Joan Baez, Violeta Parra y cumbiera intelectual. "Ella fue hija de unos padres laburantes que vendían medias y estudiaba en escuela de monjas, pero les salió muy bocho. Era una intelectual que a los 16 años hablaba francés e inglés y se fue becada a los Estados Unidos. Allí se hace atea, socialista y feminista. De algún modo fui beneficiado por la crianza de una feminista, docente y madre soltera".
Su hija Miranda, de 21 años, acaba de subir un disco a las plataformas con poemas de su abuela. "Me mata de amor. El círculo se completa y de algún modo todos estos cambios de coyuntura y el cambio de paradigma que estamos vivenciando me dan una cosa de justicia poética en lo familiar y más íntimo. Veo esa cosa de power que tiene ella, de sacar de donde sea entereza y defender lo suyo desde lo laboral y lo artístico".
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A los 54 años, Kevin Johansen está atravesado por un notorio signo de madurez en su último álbum. "Me siento con cierta conciencia de donde estoy parado y quiero decir cosas. Es verdad que hay un cierto aplomo. El momento lo merece por todos estos cambios que estamos viviendo en lo sexual, lo genérico, los derechos de las libertades individuales, la política y la amplitud respecto a la diversidad. Hay un montón de cosas para decir sin caer en lo del "cansautor" como decía Rubén Rada ".
Kevin desarmó su banda The Nada, con la que venía tocando hace 17 años para experimentar con otros músicos, como el brasileño Kassim, del proyecto Moreno + 3, y Matías Cella, productor artístico de su último disco. "Fue todo muy hablado y afortunadamente somos hermanos con los The Nada, así que hubo entendimiento. La idea fue agitar el avispero. Es una pruebita. Pero con ellos seguiré haciendo nuestros fines de fiesta y cuando nos llamen narcotraficantes en alguna selva".
–¿Hiciste alguna vez ese tipo de trabajos de fiestas de casamiento?
–Nunca me pasó. Cada tanto te ofrecen casamiento, o un cumple de 50 años. Me acordé de una anécdota de los Les Luthiers que tampoco hacían esas cosas pero una vez, como les pedían, dijeron una cifra desorbitante, en el año 81 y les dijeron que sí. Ycreo que al final lo hicieron. Pero no es algo que busque. Igual nunca digas nunca. Depende del combo. Si es exótico e interesante, quizás probamos.
Los cambios de su nueva etapa no afectaron el espíritu irónico y el juego de palabras que forman parte de su sello creativo en canciones como "Solo le dije" y "Sin decir palabra". "Cuando aplico el humor y la ironía se puede decir algo profundo. Leí un dicho escocés que decía: si una idea es buena, uno no se cansa de contar el cuento. Y de pronto eso es como un buen chiste de Les Luthiers. No envejece".
En el nuevo disco Kevin habla sobre todo de los vínculos afectivos. Recuerda a Hilly Crystal, su mentor en el CBGB, en "New York With You", y al charanguista Jaime Torres, en "Train Of Thought", donde toca de invitado su hijo Juan Cruz Torres. Evoca los comienzos de una relación en la canción "Noche ideal" y el romanticismo en la bellísima balada de aires retro "Tu ve": "La gente ahora está con "Tu ve" y no fue ni corte ni video del disco. Creo que lo que pasó con esa canción es que en la música latina está lo urbano, que tomó una posta gigantesca, pero también está la búsqueda de lo retro. Uno lo ve en artistas como Natalia Lafourcade, Mon Laferte, tocando un nervio latino, que reacomoda el bolero o géneros que tienen sus cien años transformándolos en algo aggiornado."Tu ve" tiene ese espíritu. Es lindo cuando hay un tema o dos tapados. La gente es la que elige".
No quiero ser talibán del buen gusto. Antes los tangueros se quejaban de los rockeros, ahora los rockeros se quejan de los traperos
Kevin pone en juego también su mirada sobre los nuevos ritmos urbanos, como el trap y el reggaetón, así como en Miss Américas Vol. 1/2 lo había hecho con la bachata . "Lo importante es tener la capocchia abierta. No ser cerrado. Como digo en una improvisación de "La gente más linda", media rapeada. No quiero ser talibán del buen gusto. Antes los tangueros se quejaban de los rockeros, ahora los rockeros se quejan de los traperos. Me lo desafío permanentemente. De golpe viene mi hijo y me muestra el último de Duki y Paulo Londra y es un buen ejercicio escuchar. En la música lo importante es no cerrarse"
–Tu historia, también, es de diversidad y algo debe tener que ver con tu apertura
–Esa es mi historia. Mi nombre es gringo y mi madre fue psicobolche. Yo sufrí la mirada del otro. Cuando llegué a Buenos Aires me decían "Yankee go home". Viví el prejuicio por ser diferente. De algún modo tengo empatía con tener dos culturas y tratar de lidiar con eso desde un lugar positivo. Uno tiene lo mejor de dos mundos. Soy de aquí y soy de allá.
Ahí está el cantautor con nombre de gringo abrazado al mate que lleva a todas partes. Tiene la voz grave como Alfredo Zitarrosa y la fantasía, en cambio, de vivir en una ciudad con playa como Rio de Janeiro. Su única ambición real es lograr una melodía y una letra que suene atemporal.
"Esto no es como la danza o el fútbol que tenés que retirarte a los 35. Uno puede seguir componiendo. Eso no envejece nunca. Y si tenés la chance que dos o tres canciones por disco logran perdurar en el tiempo estás hecho. Todavía disfruto el proceso. Es lindo largar algo y ver qué pasa con una canción. Después, quién quiera oir que oiga".
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