Keith Urban, nuevo disco y su vida con Nicole Kidman: "Tenemos algo muy sagrado en nuestra unión que es el balance"
Por contradictorio que parezca, Keith Urban requiere cierto tipo de presentación para el público hispanoparlante. Aunque lleva casi 20 años editando discos y algunos de sus hits suman cientos de millones de reproducciones ("Blue Ain´t Your Color" y "The Fighter", por ejemplo), el grueso de su audiencia se centra en Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, el país donde nació hace 53 años. Para quien valore las conexiones con la farándula, el siguiente dato puede ser una puerta de entrada más que interesante: está casado con Nicole Kidman desde el año 2006.
Pero en 2006, Keith Urban ya tenía un recorrido bien intenso como músico. A los 15 años abandonó la escuela para dedicarse por completo al arte de hacer canciones y nunca tuvo que trabajar de otra cosa. "Era muy malo en el colegio", se ríe mientras charla en exclusiva con LA NACION a través de una videollamada. "Me la pasaba faltando a clases y tocaba con una banda cinco días por semana. Tuve suerte de tener padres que me apoyaron desde el primer momento, sabían que estaba muy comprometido con la música. Ganaba buen dinero y me ayudaba a ser cada día mejor, sabía desde ese momento que me iba a dedicar toda la vida a esto. No sabía qué tan popular iba a ser, pero sabía que iba a ser músico".
Keith Urban, que se crió rodeado de músicos (padre baterista, abuelo pianista, tío trompetista) recibió un ukelele a los 4 años y de inmediato se puso a cantar y tocar arriba de las canciones que sonaban en la radio. Un año más tarde vio un show de Johnny Cash que hoy recuerda como el primer recital que le quedó marcado a fuego. "La audiencia era salvaje, loca y borracha. Me encantó", recuerda. Al poco tiempo, sus padres notaron que tenía una facilidad innata para la música, le compraron una guitarra y lo mandaron a clases. "Aprendí algunos acordes y me fasciné con todo enseguida. A los 12 años mis padres me llevaban a competencias de nuevos talentos y a ensayar con bandas a las que me sumaba casi obsesivamente".
Iron Maiden y John Mellencamp en vivo más los discos de Electric Light Orchestra, Fleetwood Mac y Supertramp que escuchaba su hermano fueron moldeando los gustos de Urban, que a sus 20 años empezó a componer sus canciones. "Me animé a mostrárselas a mis compañeros de banda y las colaba en la lista de temas", cuenta. "Éramos una banda de covers y sabés que cuando hacés covers podés perder el interés del público bien rápido cuando tocás un tema que no conocen, así que las filtraba justo después de un clásico que supieran bien y hayan cantado a más no poder".
Un salto en el tiempo de más de 30 años deposita a Keith Urban en el presente, con The Speed of Now Part 1, su decimoprimer disco de estudio, recién salido. Se trata de un álbum de 15 canciones (más algún bonus) que compuso en su mayoría en octubre de 2019, cuando el ahora tenía otra velocidad. "El título me gustó porque no es ni una pregunta ni una afirmación, es más bien una mezcla de ambas cosas", explica. "La velocidad del ahora es relativa a ese momento dado. Hoy es totalmente distinta al año pasado. Sentí en ese momento que la tecnología producía una suerte de desbalance entre vivir y estar vivo".
-¿Y hoy sentís que la pandemia te cambió un poco esa percepción?
-Siento que somos afortunados de tener tantos avances tecnológicos para una situación como esta. Ponete a pensar cómo era el mundo la última vez que tuvimos una pandemia de esta magnitud. La tecnología nos permitió estar comunicados, pero hay que ser conscientes de que no es una conexión verdadera, real. Incluso musicalmente, espero que pronto podamos volver a tocar para seres humanos, de verdad.
-Tu nuevo disco abre con dos invitados de renombre y que son muy distantes generacionalmente: Pink y Nile Rodgers, ¿cómo llegaste a ellos?
-A Nile Rodgers lo conozco desde hace cinco años aproximadamente. Es de mis guitarristas y productores favoritos de todos los tiempos. Nos conocimos en un estudio en Nueva York y conectamos enseguida. Cuando escribí "Out The Cage" podía escucharlo al instante cómo sonaría con él. Le mandé la canción y dijo que sí. A Pink siempre la quise tener de invitada, la amo como cantante, escritora y artista. "One Too Many" daba para un dueto y su voz era perfecta para eso. Nos habíamos visto una sola vez, no puedo decir que la conozco. Pude hacerle llegar la canción y le gustó, ojalá el año que viene podamos subir juntos a cantarla en un escenario.
-Tu estilo muchas veces es asociado al country, pero tiene un giro pop muy marcado ¿Cómo te posiciona eso en la escena ante un público joven y ante un público que no lo es tanto?
-Mi música es un mezcla de estilos, no puedo etiquetarla porque no es una sola cosa. No soy country puro ni rock puro ni pop puro ni blues puro, pero tengo cosas de todos ellos. Creo que todo se reduce a las canciones, a poder hacerlas cada vez mejor y como guitarrista a tocar mejor la guitarra. Me gustan las canciones pegadizas y que cuenten historias que la gente pueda sentirse identificada. No me limito en nada creativamente, sigo cualquier idea que se viene a mi mente. No soy un buen cocinero, pero cuando cocinás, usás ingredientes que en su mayoría todos usan. La clave es cómo los combinás para hacer algo nuevo. En música es igual para mí.
-¿Por qué creés que una buena canción todavía tiene el poder de interpelar al público?
-Creo que todos queremos creer que alguien entiende cómo nos sentimos. Cuando escucho una canción, algo me tiene que llamar la atención y hacerme sentir que la escribieron para mí. Y no me refiero solo a la letra, hay algo que hace una conexión que también puede venir por el ritmo o la melodía. Escribir una canción es un misterio. Hay una alquimia que se produce y no sabés por qué. Un día escribís una canción increíble y al otro día una que no tiene nada especial. Por más que hay una estructura y una fórmula, la alquimia va más allá de esa fórmula.
-Grabaste tu primer disco hace casi veinte años, ¿cuánto se mantiene y cuánto cambió en tu forma de encarar la música?
-Creo que había un grado de inocencia muy fuerte en ese primer disco. Era mi primera vez en un estudio profesional, con productor profesional y con músicos de sesión. Alguna de esas canciones todavía las considero muy buenas. Recuerdo vívidamente ir al estudio y sentir esa energía que hoy también siento. Me emociona llegar al estudio, trato de que eso se mantenga fresco y nuevo para mí. El resultado es parecido aunque aprendí mucho en el camino, hoy tengo más colores para pintar.
-Te volviste famoso de una forma muy progresiva, ¿creés que eso te ayudó a sostener una carrera durante tantos años?
-Estoy agradecido de que haya sido progresivo y lento. En su momento quería ser famoso enseguida (risas) pero ahora me alegra que no haya sucedido de golpe ni rápido.
-¿Y desde que te casaste con Nicole Kidman tuviste que aprender a lidiar con otros niveles de exposición?
-Definitivamente. Al principio no tenía nada de experiencia en eso. Nos seguían los paparazzi y no entendía nada. Y no fue algo que haya disfrutado obviamente, pero fue una de las cosas que tuve que ir resolviendo con el correr del tiempo, aprender el ritmo de ese baile. Fue una curva de aprendizaje muy paulatina, pero hacés cualquier cosa por amor. Tenemos algo muy sagrado en nuestra unión que es el balance. Estamos los dos individualmente en el ojo de los medios, pero tratamos de mantener en privado todo lo que podemos. No es fácil.
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