“Era muy famoso por haber sido arrestado”, le cuenta el guitarrista a LA NACION sobre los comienzos de los años 90, cuando sacó Main Offender, que hoy se reedita, y vino por primera vez al país; aquella visita fue amor a primera vista y abrió las puertas para el debut en Argentina de los Rolling Stones
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“Ah, ha ha ha”. Un código de la entrevista como género establecía que a ciertas reacciones del entrevistado había que consignarlas así: (risas). Pero esta es la risa de Keith Richards -nacido en Dartford, Inglaterra, allá por 1943-, y no una, otra, tantas risas. Entonces acá no cabe ese paréntesis de compromiso, reglado en las leyes no escritas del periodismo. Acá lo que hay que hacer es escuchar una y otra vez la grabación para transmitir de la manera más fiel posible (hi-fi) la risa de Keith Richards, una auténtica operación ha ha porque con ese don de la hache, la letra que está y no, es que se escucha a Richards del otro lado del teléfono en Connecticut, New York.
Habían dicho que llamaba él y sonaba absurdo pero así había sido la primera vez cuando los Rolling Stones tocaron timbre en la foto de una enciclopedia comprada en cuotas para darle lustre a una modesta biblioteca familiar. Una enciclopedia hecha en Suecia y traducida en España que la dictadura terminó censurando porque le daba más espacio a Bolívar que a San Martín. Una enciclopedia que en la entrada de “música” incluía una foto de Mick Jagger y Keith Richards con el imborrable epígrafe: “¿Los Rolling Stones hacen música”? De eso hacen unos 42 años y los Rolling Stones siguen haciendo música; siguen estando ahí y, claro, también Keith Richards, él que dijeron que iba a llamar.
Richards pulsa este teléfono de Buenos Aires (él mismo, con esos dedos de Tim Burton, no hay intermediarios) porque ha elegido a LA NACION como interlocutor latinoamericano del relanzamiento de Main Offender, su segundo álbum solista grabado en marzo de 1992 y el que lo trajo a Buenos Aires el 7 de noviembre de ese año para dar el show más grande (45 mil personas) de una gira presentación que pavimentó la primera llegada de los Stones, en 1995. Main Offender, siguiendo la línea de reediciones para coleccionistas, vuelve en 2022 como un box set desmesurado (que oscila entre las 160 y 300 libras) que agrega un álbum en vivo en Londres, un libro tipo Taschen con fotos de época y una suerte de piñata con memorabilia. El punto es que el álbum se escucha mejor hoy que en 1992, cuando ni siquiera entró en el 100 de Billboard, y no (solo) por la remasterización sino por que es un ejercicio piel y hueso de rock, soul y reggae con Richards afirmándose como reserva aurática de los Stones, tal como lo ungía el impar culto argentino del grupo. Keefnerismo puro y duro.
Y a Richards le cuesta comunicarse, sí, pero con un ayudita de su histórica manager Jane Rose lo consigue. El smartphone vibra estimulado desde Connecticut y es once in a lifetime. No es como el cartero, no va a llamar dos veces. Y está esa voz gastada, que estuvo al borde de extinguirse tantas veces entre los 70 y los 80 por atravesar el límite de la resistencia humana a las drogas, pero que en lugar de volverse retraída y arisca es puro humor: el humor de Keith Richards. La conversación empieza y termina con guiños de erudición stone y, excepto en un breve pasaje, Richards se muestra relajado, riendo al principio y final de casi todas las respuestas. Que son cortas. Pero no porque sea parco (más: se lo escucha hasta tímido cuando agradece las apreciaciones por Main Offender) sino porque es lo que tiene para decir, al menos en esta conversación que sucede a casi sesenta años del debut de los Rolling Stones en Londres. Son números que parecen desafiar toda lógica y que instalan al guitarrista en la vanguardia de lo que el periodista Sebastián Campanario llamó #revoluciónsenior. Los que definieron a la cultura pop de los 60 con un manifiesto sobre la insatisfacción son quienes ahora dan testimonio de una longevidad que evita cualquier idea sobre el retiro, una vida tranquila y demás tópicos crepusculares. Y pensar que The Clash (cuya idea de la imagen y la provocación era un insumo stone) los gritaba acabados en 1977...
-En 1992 la revista Rolling Stone lo describía como ícono stone y sobreviviente. Pasaron treinta años desde entonces. ¿Cómo habría que llamarlo ahora?
-Sobreviviente de sobrevivir…Ah, ha ha ha...Eso sería correcto.
-¿Cómo le sonó Main Offender después de tanto tiempo, volviendo a trabajar con esas sesiones de grabación?
-Es un disco que de inmediato se asocia en mi mente con aquél show en Buenos Aires. Con el disco siento lo mismo ahora que entonces. Estoy muy feliz de que tenga una nueva oportunidad y de que se haya podido incluir además el disco en vivo para dar una idea de lo que fueron aquellos shows.
-Main Offender suena mejor con el tiempo, ¿No cree? Como un vino muy caro...
-Ah, ha ha ha…
-El título del disco (“Offender” puede traducirse como ofensor, infractor o delincuente) hace que me pregunte esto: ¿A quién ofendía entonces?
-Ah, ha ha ha. Es una buena pregunta ¿eh? Supongo que entonces era muy famoso por haber sido arrestado. (Richards se refiere a sus episodios por posesión de heroína en Canadá y Estados Unidos entre 1977 y 1979).
-¿Se sigue considerando así, como el “main offender” del rock and roll?
-No, solo fue un buen título para el disco, eso es todo. Ah, ha ha ha.
"Me di cuenta que no sabía en absoluto lo que era el trabajo de Mick hasta que tuve que ponerme al frente en el escenario"
-El show de Buenos Aires fue el más grande de todo ese tour. ¿Cómo se sintió ante una multitud sin el respaldo de los Rolling Stones?
-Fue muy difícil al comienzo, porque estaba tan acostumbrado a trabajar con Mick y con los Rolling Stones. Podía moverme por el escenario como quisiera pero con los Winos (por su banda de X-Pensive Winos), por supuesto, tuve que convertirme en un frontman. Me di cuenta que no sabía en absoluto lo que era el trabajo de Mick hasta que tuve que ponerme al frente en el escenario.
-De hecho se comentaba aquí que usted estaba nervioso y hasta con cierto temor de salir al escenario antes del show. ¿Fue así?
-No recuerdo eso sino la excitación de tocar por primera vez en Sudamérica. Fue una noche maravillosa siento todavía hoy un agradecimiento muy grande con Argentina por habérmelo hecho pasar tan bien. Salí del escenario totalmente asombrado.
-Es que usted no sabía hasta qué punto los Stones eran esperados en Argentina. ¿O tenía alguna idea?
-No en esa medida, me habían llegado algunos comentarios pero no pensé que fuera para tanto. Sin ese show de los Winos no hubiera vuelto con los Rolling Stones después.
-Main Offender salió dos años antes que Vodoo Lounge y es además un álbum más solido desde una perspectiva artística. ¿Por qué no siguió con su proyecto solista entonces? ¿Qué se lo impedía?
-Bueno, man, tenía que volver a mi trabajo y por más que amase a los Winos son los Rolling Stones quienes tienen toda mi prioridad. Así son las cosas. Pero estoy volviendo a tocar con los Winos.
-En el disco en vivo quedaron las canciones de los Stones que también había tocado aquí en Buenos Aires. ¿Cómo las suma al repertorio de los Winos?
-Es interesante porque, en principio, los Winos conocen muy bien todo el repertorio de los Stones. Para mí es muy sencillo cantarlas, supongo que por que son canciones que escribí. Es muy divertido hacer canciones de los Stones con quien sea y donde sea de todas maneras. Ah, ha ha ha.
-Este año los Stones cumplen 60 años ininterrumpidos. Desde 1962 solo quedan en pie en Inglaterra, ocupando su lugar, los Rolling Stones y la Reina Isabel. ¿No es hora de invitarla a tocar la pandereta al menos?
-Ah, ha ha ha…¡Deberíamos hacer un álbum junto a ella!
-Sería increíble pero difícil, ¿no? ¿Mantienen los Stones planes para un nuevo álbum?
-Estábamos en eso cuando Charlie desafortunadamente murió. Por el momento no tenemos apuro pero sí hay posibilidad de hacer algunas fechas en Europa para este verano. Luego de eso es probable que volvamos a grabar y espero que haya un nuevo disco en algún momento de este año.
-El último álbum fue Blue & Lonesome en 2016, compuesto por el mismo repertorio que tocaban en la época del Marquee Club, versiones del blues americano. En 2020 adelantaron “Ghost Town”, ¿Hay que esperar nuevas canciones en esa línea?
-Estamos en eso, es lo que estamos haciendo Mick y yo ahora mismo.
-¿Están hablando seguido?
-Sí, todo el tiempo. La semana pasada estuvimos reunidos en Jamaica pensando nuevas canciones juntos.
-A fines de 2021 los Beatles que quedan sacaron el documental Get Back. ¿Tuvo algún interés en verlo?
-No, para nada. Solo me enteré por los titulares que se separaron de nuevo. Ah, ha ha ha...
-En realidad, los Stones hicieron algo parecido antes, con Jean Luc Godard, en el film Simpathy for the Devil (1970) y, luego, con Martin Scorsese en Shine a Light (2008). ¿Cómo fue trabajar con dos de los más grandes directores de cine de la historia? ¿Cuál de ellos fue mejor para usted?
-Lo de Godard fue hace muchísimo tiempo atrás... No estoy seguro de que supiera bien lo que estaba haciendo con nosotros. Siempre sentí eso sobre esa película. Con Scorsese las cosas fueron más ajustadas. Él es un gran tipo y disfruté muchísimo estar bajo su dirección.
-Antes mencionó la muerte de Charlie Watts. ¿Cómo decidieron usted y Mr. Jagger seguir adelante sin él?
-Fue el mismo Charlie Watts quien nos dijo que siguiéramos con Steve Jordan hasta que él se pusiera bien. Fue quien nos dio el impulso al decirnos: “Sigan con Steve Jordan”. Y eso es lo que hicimos, cumplir su voluntad. Steve Jordan, como usted sabe, es una parte clave de los Winos y un gran amigo de los Rolling Stones. Es muy interesante adaptarnos a él y volver a trabajar todas nuestras canciones aunque Charlie está siempre ahí, detrás de mí.
-¿Qué es lo que más extraña de él ahora?
-De Charlie extraño ciertas sonrisas suyas que solo yo podía entender. Muchas veces me ha estado hablando durante este tiempo. He sentido una voz sobre mis hombros y creo que es la de Charlie, sí.
-Si bien respeto la decisión que tomaron en seguir porque es una actitud vital también creo que era irreemplazable. De todos modos, sólo quedan dos Rolling Stones originales ahora en el grupo, Mick Jagger y usted. ¿Seguirían si alguno de ustedes decide bajarse o algo por el estilo?
-Algo por el estilo, man... (larga pausa, la única en toda la entrevista).
-Okey sigamos. Volví a ver antes de esta entrevista la película The Origin of the Species, de Julien Temple, que es una visión de la posguerra desde su punto de vista, el de un niño que jugaba en sitios bombardeados por los nazis. ¿Teme que haya chicos repitiendo su historia en una nueva guerra a gran escala?
-Man, cualquier cosa es posible, vea lo que están haciendo ahora. Para nosotros Europa está abierta para salir de gira este año. Eso es todo lo que sé.
-¿Cómo cambió su vida la pandemia?
-Es difícil saberlo ahora, creo que todos vamos a darnos cuenta de lo que pasó en un año más o tal vez dos. En cuanto a mí, nunca había pasado tanto tiempo en un mismo lugar en mi vida entera. Nunca había tenido que estar un año entero dentro de mi casa. Fue una experiencia increíble en el peor sentido y espero que se termine pronto. En lo que a mí respecta sigo sin salir mucho, trato de no mezclarme en la calle.
-Hay una canción que los Stones nunca tocaron en vivo que es “Time Waits for no One”, de 1974). ¿Por qué?
-Sí, la recuerdo, pero no sé... Voy a ponerla en la lista de pedidos para la próxima gira y espero que Mick recuerde las palabras. Es una obra maestra olvidada. Ah, ha ha ha...
-Con un notable solo de Mick Taylor, ¿no?
-¡Es verdad! Ah, ha ha ha...
-Esta podría ser la última pregunta. ¿Qué le diría a Vladimir Putin si lo tuviera enfrente ahora mismo? ¿”Give peace a chance” (de la cancion homónima de John Lennon) o “You can’t always get what you want” (de la cancion homónima de Jagger y Richards)?
-Ah, ha ha ha... Preferiría decirle “You can’t always get what you want”.
-Usted ha dicho que hablar es barato (por su primer album, Talk is Cheap) pero esta conversación es invaluable. Gracias.
-Ah, ha ha ha...
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