"El disco fue una celebración y una catarsis", dice Serge Pizzorno, guitarrista y compositor de Kasabian, sobre su último trabajo For Crying Out Loud (2017). El festejo fue suyo: 2016 fue, dice, "el mejor año de su vida", principalmente porque se casó y porque su equipo, el modesto Leicester, ganó milagrosamente la Premier League y rompió con la hegemonía del United, el City, el Chelsea y el Arsenal (se le nota lo futbolero: "a mí me gusta Boca Juniors, me gusta Diego"). La purga emocional fue de su compañero, el vocalista Tom Meighan, que venía de separarse de su novia ("este disco me salvó la vida", declaró). El resultado de ese choque de fuerzas fue este álbum, el sexto de su carrera, compuesto por diez canciones guiadas por las guitarras, pegadizas y extrovertidas que este jueves 27 de septiembre sonarán en el estadio Obras junto a "Fire", "L.S.F." y sus otros hits.
"Sabía que manejarme con mucha libertad me llevaba a ser menos preciso sobre cada decisión. Así que esta vez disfruté el proceso", dice Pizzorno, que -a diferencia de lo que hizo en su álbum anterior 48:13 (2014)- se autoimpuso un límite de seis semanas para toda la composición, se deshizo de los sintetizadores y privilegió el gancho por sobre la experimentación. "Por todo eso disfruté que fuera tan rápido: cuando demorás demasiado se vuelve un trabajo. Buena parte de este disco lo grabamos en una semana, y eso es lo que lo vuelve excitante. Esos flashes de inspiración nos gustan. Este disco salió de repente, la inspiración vino rápido y las canciones salieron enseguida, y entonces lo sacamos. Es un disco buena onda que prendió rápido y eso fue buenísimo".
La falta de filtros derivó en una obra más personal. Un ejemplo es "Put Your Life on It", una canción de amor sin metáforas en la que Pizzorno "quería expresar todo lo que siempre le quise decir a mi esposa". Lejos de ponerlo incómodo, al guitarrista esta exposición le atrae: "Me gusta esa sensación de cuando no sabés qué va a pensar la gente. De alguna manera es lo que vos querés: la sensación de que estás corriendo un riesgo". Un poco de valentía y otro tanto de inconsciencia: una mezcla que define en buena parte su persona mediática, esa que -cuando aparecieron en 2004- generó mil acusaciones de arrogancia a las que hoy, con quince años de carrera, no les huyen: "Cuando tenés 24 te importa todo una mierda. Escuchaba a Iggy Pop, todos mis héroes estaban locos. Así nos metimos en la escena. Pero igual seguimos sin que nos importe nada, je".
Además de señalarlos como soberbios, la prensa también coincidió históricamente en mandar muy al frente sus influencias, quizás más que con otras bandas de la misma camada. Primal Scream, Stone Roses y Oasis se mencionan en nueve de cada diez de sus reseñas, algo que Pizzorno atribuye a la pereza: "Todos se apuran a ponerte etiquetas cuando aparecés: ‘suenan así’, ‘se parecen a estos’... pero la gente es más complicada y más interesante que ‘suenan como estos’. Quizás un elemento de una canción te puede hacer pensar en algún rótulo así, pero lleva tiempo que sepan qué sos de verdad. El tema es que eso es mucho trabajo. Lo que hacemos es original porque nadie hace nuestra música como nosotros la hacemos. En un tiempo la gente va a volver a nuestras canciones y va a decir ‘ah, había más cosas de las que parecía’".